resistencia voluntaria

Imagen: Elyeser Szturm
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Por Eugenio Trivinho*

La difusión social de fake news crea una incertidumbre coyuntural simbólica mínimamente duradera con la ayuda de los medios de comunicación y el flujo irreflexivo en las redes sociales.

Theodor Adorno una vez criticó al grupo El sistema Beatles porque el éxito mundial de las canciones de masas del cuarteto habría contribuido a la rápida expansión de la industria cultural, la estructura de poder comunicacional (y la política, lato sensu) con un contenido eminentemente conservador e invisiblemente totalitario.

En el derrotero reaccionario de las últimas décadas, he aquí que la pseudointelectualidad de la extrema derecha en Brasil ha dado a luz a víboras antiintelectuales ultraconservadoras, partidarios de la “pura opinión patada” –en realidad, de “Planta Tierra”–, como cierto brasileño descendiente del resentimiento ideológico exiliado desde hace años en los Estados Unidos y cuyo nombre ni siquiera es digno de evocar aquí; y, desde el submundo de las patrañas cognitivas, se escuchó, de su increíble boca, en un video (fecha sin especificar) en YouTube, el pasado mes de septiembre, la insinuación de que Adorno, cofundador de la Escuela de Frankfurt (grupo intelectual con una temática cohesionada tendencia, con marcadas diferencias axiomáticas internas), compuso las canciones de los Beatles! [1].

Tanto la burla del teórico alemán, crítico mordaz de todas las formas de fascismo, como la propensión a depreciar, de manera fútil y subjetivista, la trayectoria creativa de los rockeros de Liverpool. No sin respaldar esta risa, el pobre corazón de Adorno (que murió de un infarto) debe, en efecto, palpitar de asco incluso ahora ante tanta decadencia intelectual gratuita, mientras su cuerpo ciertamente se estremece en el cementerio de Frankfurt am Principal, en Alemania.

En otra tumba famosa, en Basilea, Suiza, Desiderio Erasmo, un clérigo-filósofo nacido en Róterdam, Holanda, probablemente lamenta no haber resucitado en Brasil a tiempo para alcanzar su madurez para seguir los acontecimientos actuales y el comportamiento de los gobernantes de Babel y los consejeros jactanciosos: más de 500 años después, Erasmo dispondría de diversa e inigualable materia prima para la continuidad de su Encomio Moriae [elogio de la locura].

Quien conoce realmente la historia bibliográfica de Adorno, agudo escéptico dialéctico, amante de la música clásica, especialmente de Berg y Schönberg, y refinado crítico de literatura, sabe que Dialéctica negativa [dialéctica negativa, Zahar, 2009] –obra que publicó en 1966 y continúa tan insolentemente (y, por qué no, “pequeñamente”) citada por quienes no la conocen, tanto en estructura como en intenciones y contenido– era radicalmente incompatible con cualquier tipo de producción artística, se rige por la búsqueda del valor de cambio (esto es, por la ganancia o el rendimiento económico-financiero, especialmente si es de efecto inmediato), se distribuye por los cauces convencionales y conservadores de la industria de masas y, por tanto, carece de de garantías de un vínculo exclusivo con la autonomía y con los intereses del artista y/o productor (no de sus contratistas, intermediarios y/o consumidores).

Estas consideraciones sirven de preámbulo a algunos aspectos importantes. En primer lugar, la tortuosa instrumentación de Adorno, que llega incluso a ridiculizar a bandas de Rock, demuestra, en rigor, la ausencia de lectura de una sola línea de la obra de este pensador responsable de una sofisticada, profunda e insólita articulación entre hegelianismo, marxismo y psicoanálisis, que elevó la cultura europea a un momento conceptual dorado aún difícil de comparar. en el campo de la filosofía actual.; o, si hubo lectura, fue tan poco calificada que el resultado equivale a cero comprensión.

Esta nota equivale solo a un trato diplomático mínimo en el que alguien legítimamente adepto a la franqueza no escaparía a calificar la agresión errática pura y simplemente como mala fe. Sea como fuere, el alboroto y los estallidos de pantomima y engaño contra Adorno desautorizan, en origen, cualquier discurso -sobre todo de crítica mordaz- sobre el teórico de la La personalidad autoritaria [personalidad autoritaria, Unesp, 2019] (monumental obra sociopsicoanalítica y empírica, de 1950, sobre los fundamentos culturales, políticos y subjetivos del carácter nazi) y, más extensamente, sobre la Escuela de Frankfurt.

apuntando escopeta vendimia en la cancion Deliciosos supuestamente progresista, el trampolín de las conjeturas tentativas se coló inevitablemente en la cantilena –que ya no conmueve– de la “filosofía con sesgo de izquierda” y, en el fondo, no golpeó a nadie con la veracidad que tanto regocija en la honestidad intelectual. Sin duda, es el nivel más bajo de la escala de capacidad intelectual que, cabe recordar, determinó la pésima calidad de la recepción teórica de Adorno y la Escuela de Frankfurt en Brasil desde la segunda mitad del siglo XX.

Este impresionante barranco ni siquiera debería ser objeto de mención, si no fuera por su potencial pestilente, a combatir a toda costa, incluso hasta el límite de la paciencia de un artículo de prensa. ¿Quién en el país realmente entiende las cosas de Dialekt der Aufklärung [Dialéctica de la Ilustración, Zahar, 1985], obra que fusiona y cifra los ensayos de Adorno y Horkheimer –amigos de por vida, en una rara consistencia de principios teóricos– está contada, si acaso, con los dedos de dos manos; y este reducto de entendimiento muy selecto, que obviamente se proyecta sobre toda la lógica de la Escuela de Frankfurt, no incluye a nadie -absolutamente a nadie- del espectro político de derecha.

En segundo lugar, la relevancia política de este episodio tan banal –cuya mezquindad, por cierto, ruge en la autodenuncia, cuando hay que tomarla como objeto de consideración– radica en que abre de par en par la modus operandi de la fuente de noticias falsas, además de arrojar luz sobre el nivel de rusticidad voluntaria, arrogante, insolente y militante, tan cretina como obstinada y de deshonestidad teórica, hoy, generalmente, invertida en la tergiversación de hechos intelectuales, históricos y culturales. En este punto, el video disponible en YouTube marcha, fotograma a fotograma, en la autotraición involuntaria, en ser socialmente revelador, en el niño –en otras palabras–, sobre cómo nacen estos factoides dispersos, felices e irresponsables.

Sus objetivos, previsibles y fácilmente mapeables, consisten en (a) interferir, con el fin de falsificar, en la del Proyecto cognitivas basadas en una determinada comunidad (a escala local, regional o nacional), arrojando innumerables dudas sobre la circunscripción de las creencias y apuestas circulantes, especialmente las vinculadas a los derechos humanos, sociales y civiles; (b) interceptar, con falsedad previamente calculada, la forma de acceso al conocimiento sobre hechos e ideas, hasta llegar al modo de subjetivación individual sobre el mundo; (c) atribuir, de manera flagrante, total descrédito a la parte de los conocimientos previos, fallándolos, en el tribunal, con la mentira, bajo la coartada fantasiosa y sensacionalista de estar supuestamente “equivocados” y, por tanto, merecedores de “corrección” ; (d) disuadir, con ello, la percepción pública común y desprevenida, confundiendo la mente de millones de personas, de todas las clases sociales y edades, mediante la perturbación criminal de los sentidos convencionales progresistas; y (e) invitarlos, en el patético camuflaje de la astucia, a asumir el contenido promovido por bombardeos repetitivos e inflado por adulteraciones intencionales, a través de noticias, mensajes, mensajes y "memes" esparcidos por todas partes, en una circularidad indistinta, a menudo bajo lastre robótico en línea y “pandillas virtuales” (algunas de ellas pagadas con dinero público).

El objetivo macroestructural expresado en el interés de la difusión social de noticias falsas se reduce a crear una incertidumbre coyuntural simbólica mínimamente duradera con la ayuda de los medios de comunicación tradicionales y los imparables corredores multimedia de las redes sociales, letalmente negociados por su propio afán de informar y/o irradiar cualquier cosa escandalosa o exótica, sin una ponderación axiomática en cuanto a lo político y lo político. /o mérito ético de la divulgación.

Esta escalada se produce hasta el completo establecimiento de un entorno sociocultural de la posverdad en el que todos los segmentos de interacción dentro y fuera de los espacios de comunicación electrónica operan bajo la imposibilidad de poder, en el torbellino de la confusión entre realidad y ficción, distinguir hechos verificables y consistentes. versiones, hitos objetivos y burbujas forjadas, bases originales y desarrollos incontrolables.

En tercer lugar, muestra, en la misma línea, en el momento más descarado y en la cocina cultural más descalificada, cómo funciona la maquinaria de la extrema derecha, encaminada a destruir reputaciones de nombres, perfiles, imágenes y/o símbolos alineados con el amplio espectro político. de centro-izquierda, en acción sin culpa ni preocupación por daño alguno y bajo una permanente convicción de impunidad.

La instancia central de la nueva reacción política, cultural y moral brasileña, actualmente instalada en el estado estadounidense de Virginia –casi un departamento acostumbrado de policías aduaneros subcalificados y de futuro en todas las áreas (política, cultura, educación y relaciones por delante)–, una instancia ahora más ciegamente orgullosa de sí misma sin, sin embargo, llegar al dedo meñique del “pie derecho” de José Guilherme Merquior, se ha convertido en un almacén digital de intrigas y falsificaciones cuya confesada obsesión es corromper sistemáticamente la credibilidad de pensadores, íconos y/o militantes consagrados en la historia de la cultura occidental, vinculados principalmente -hay que subrayar- al campo progresista, con la despreciable inclinación egoísta de conservar indemne su propia imagen, ultraconservadora (es decir, pactada con una statu quo ruidosamente asesino), ante compañeros de un grupo de origen inculto y fundamentalista y que pretende ser históricamente emergente.

Es un esquema estratégico cobardemente pueril y miope, que chupa migajas de prestigio público de la prosperidad de la imagen ajena fundada en causas sociales y no se avergüenza de la deshonestidad intelectual de abusar hasta de la memoria personal de quienes, a pesar de estar lívidos de la tumba, ya no puede batirse en duelo, como Adorno. Es esta tribalización parasitaria y persecutoria en el campo político de las tradicionales disputas en torno al aparato del Estado la que se dice, paradójicamente, sustentada en la moral del “bien” y bajo el lastre de Dios; es precisamente este “pueblo”, actuando bajo la falsedad ideológica y/o el anonimato en línea y deleitarse en la destrucción de los demás, que quieren construir -con odiosos pilares y cemento de pólvora- una “nación”.

El “hub de la red”, de mando protomental, de esta nueva horda de ultraderecha brasileña ha revelado, durante décadas, una charlatanería inventiva descarada, de mala intención, combinada con el exhibicionismo de un fácil asiento cibermediático y la ambición en relación con la inmortalidad de los propios propias ideas, acciones y reverberaciones de la facción. Y, al parecer, todos, en este perímetro de fe irreflexiva, quedan bien con sus conciencias insanas sólo cuando practican la injuria, la calumnia y/o la difamación en beneficio propio: típico bagre neofascista rendido a la venenosa decrepitud de una moral destructiva. y acosado por el horror previo de ser barrido por completo del campo cultural por el justo olvido en unos años.

Esta corriente cubre importantes rasgos de lo que puede denominarse “neopositivismo hiperabsurdo”, con una estrepitosa manifestación en nichos audiovisuales. en línea, bordeando el delirio político-paranoico, en cuanto a la defensa incondicional e intransigente de status quo y la afirmación de propensiones autoritarias protoestatales, infrademocráticas y/o antirrepublicanas, que evoca la práctica de la justicia con las propias manos, a costa de insultos y malas palabras, cuando no con armas de fuego, en el ámbito de la justicia social. relaciones.

En cuanto a las producciones ultraconservadoras alucinatorias, cabe mencionar que Adorno es el autor de Las estrellas bajan a la Tierra [Las estrellas descienden a la Tierra, Unesp, 2008], un estudio igualmente sociopsicoanalítico sobre las supersticiones implícitas en textos de la columna de astrología del diario Los Angeles Times, para diseccionar la metafísica sesgada del capitalismo tardío, a cuya totalidad ideológico-narrativa pertenecería el movimiento mismo de los cielos.

Suena significativo que las características del neopositivismo hiperabsurdista lo hagan aparecer como la peligrosa corrupción tropical de las “placas axiológicas” que aparecen en El sistema personalidad autoritaria. En un libre mosaico interpretativo, la conformación del personaje nazi, en el que se centra el estudio, reúne, en plena armonía, la adhesión incuestionable a los valores, creencias y convenciones vigentes; ausencia de tensión en relación con las jerarquías sociales; sumisión homeostática a la autoridad; disgusto destructivo por actividades y perfiles intelectuales; negación de cualquier propensión introspectiva más profunda; visión supersticiosa y estereotipada de la vida y estigmatización del otro; la rusticidad emprendedora y cínica como valor suficiente; aceptación pacífica de las agresiones sociales contra quienes son o piensan diferente; y la represión patológica inconsciente de los impulsos sexuales.

A base de crítica a ras de suelo y espuma inmediatista, el sobrevuelo siempre alarmista, en un reducto de la visibilidad digital que, bajo el pretexto de galvanizar la discusión pública relevante, sólo la simula, las adulteraciones interpretativas sobre Adorno y la cultura de masas del segundo mitad del siglo XX sólo prueban cuánto las “tesis” sobre el llamado “marxismo cultural” necesitan urgentemente sufrir un choque de rigor, un choque de seriedad, es decir, un choque de calificación teórico-reflexiva, en en fin, un choque de la Universidad -por no reiterar lo más importante: un choque de honestidad- a contrapelo de todo cuestionamiento o lloriqueo neofascista de lo contrario.

Afortunadamente, contra todas las vertientes cognitivas y conceptuales también en sentido contrario, prevalece este equilibrio alentador, como respuesta imborrable de la tradición intelectual occidental: es la dialéctica negativa la que, al final, permite aprehender la realidad socio-histórica y político-política. sentido mismo cultura de todo ese odio moralista secuaz destilado por una rudeza astuta y que, disfrazado de cultura seductora, corroe al país desde dentro de sus propias relaciones sociales.

* Eugenio Trivinho es profesor del Programa de Posgrado en Comunicación y Semiótica de la Pontificia Universidad Católica de São Paulo (PUC-SP).

Notas

[1] Ver https://f5.folha.uol.com.br/musica/2019/09/olavo-de-carvalho-diz-que-quem-escreveu-as-musicas-dos-beatles-foi-sociologo-alemao.shtml.

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