por JOSÉ FERES SABINO*
Comentar sobre el libro de Ana Martins Marqués
1.
Antes de la primera lectura, pegado delante del título – Tacha esta palabra – el libro de Ana Martins Marques me invitó a desentrañar una escena de la infancia: dos niños, todavía en su gestación alfabética, jugando en la biblioteca de su padre garabateando en libros – aquellos que estaban a su alcance. Dibujan sobre las palabras, hacen garabatos en las páginas blancas y frotan sus palabras dibujadas con las palabras y las ilustraciones.
2.
Casi simultáneamente con la escena de la infancia, también aparecieron los versos del poema “Título” –de su libro anterior. El libro de las similitudes.:
Suspendido
acerca del libro
como una lámpara de araña
en un teatro
y los que João Cabral de Melo Neto le hizo a la mezquita de Fez:
Tienes que entrar porque sólo desde dentro.
todo se revela
esta arquitectura que existe
sólo en el lado interior.
empujándome hacia el libro.
Al llegar a la parte final “Deja de fumar”, en la que los poemas al mismo tiempo se deshacen del cigarrillo y celebran el gesto de encenderlo -un homenaje al fuego, técnica que un titán robó a los dioses y donó a los humanos, inaugurando la raza humana en la Tierra –, se me ocurrió pensar que el verbo “rascar” lleva, en el libro, además del significado de rayar, calcar, garabatear, borrar, también el de encender una cerilla. Enciende una cerilla, tacha palabras, frótalas, enciéndelas.[i]
Y si la poesía, como dice, retomando a João Cabral de Melo Neto, es un laboratorio del lenguaje, donde se experimentan y fabrican sus otros usos (novelas, cuentos, ensayos, diálogos), comencé mi relectura con el lema que la palabra es una cerilla que ilumina el lugar donde suceden las cosas y los humanos.[ii]
Las dos acepciones del verbo “rascar” –borrar y iluminar– delimitan el espacio poético. Para dibujarlo, sin embargo, Ana Martins Marques se basó únicamente en las palabras “que usamos todos los días/como una mesa, un clavo, un lavabo” (“Segundo Poema”). Estas palabras cotidianas funcionan como una escalera para llegar al espacio poético. Y, después de ser utilizada, la escalera se puede desechar.
Está en el Tractatus Lógico-Filosófico (1921), de Ludwig Wittgenstein, en la que aparece la imagen de la escalera. En el penúltimo aforismo, el número 6.54, anterior al que cierra el libro (“De aquello de lo que no se puede hablar, hay que callar”), escribe:
Mis proposiciones se aclaran de esta manera: quien me comprende acaba reconociéndolas como un disparate, después de haber trepado por ellas –a través de ellas– más allá de ellas”. (Debe, por así decirlo, tirar la escalera después de haberla subido). Debe superar estas proposiciones y entonces verá el mundo correctamente.
Correspondió a los llamados disparates (las proposiciones que componen el Tratado), la tarea de diseñar un espacio lógico, un espacio delimitado por dos figuras lógicas, la tautología y la contradicción, que muestra cómo el lenguaje puede representar el mundo. A través de proposiciones dotadas de significado, porque se refieren a hechos del mundo, proposiciones dotadas de valor de verdad (es posible decidir si son verdaderas o falsas), las ciencias naturales pueden decirle al mundo.
No Tratado, se distingue entre dos formas de utilizar el lenguaje: decir (que representa un hecho objetivo) propio de la ciencia y mostrar (que habla de algo irrepresentable) propio de todo lo esencial a la existencia humana.
Ambos (el filósofo y el poeta), sin embargo, parecen compartir la misma actitud: superar lo decible para contemplar el mundo.
3.
Me atrevería a decir que el espacio, una de las formas más inmediatas de la realidad, es quizás más primordial que el tiempo en la obra de Ana Martins Marques. Así, no sólo la infancia deja de ser sólo el tiempo pasado de un adulto, para convertirse en un lugar presente (llevamos al niño que fuimos), sino que el propio poema “Historia” marca la presencia del tiempo en la vida del poeta, vinculándolo a algo concreto: “Tengo 39 años./Mis dientes tienen unos 7 menos./Mis pechos tienen unos 12 menos”, y enumera la edad del cabello, de las uñas, del apartamento, del pan, de la ropa, de las palabras. e imágenes.
4.
El poema “Mi amigo”, que abre el libro, condensa el conflicto entre las palabras y las cosas, la cara interior de este libro y el núcleo poético de su obra:
Ya casi no escribo
Paso el día sentado en algún lugar
mirando lo que sea que esté floreciendo
colocado ante los ojos
[...]
y lo que encontré
un día después de otro
no fue una palabra
pero una canoa en llamas
[...]
a veces se me ocurre encontrar una palabra
solo cuando lo encuentro
parece un agujero
lleno de silencio
a veces se me ocurre encontrar una palabra
enganchado a un recuerdo
como una bombilla en un casquillo
Y termina con la línea “por favor tacha/esta palabra”.
En la tensión de los significados del verbo rascar (apagar y encender) aparece la tensión entre lo visible y lo decible, así como la diferencia constitutiva entre el mundo no verbal (las cosas) y el mundo verbal (las palabras). ):
(aunque alrededor de las cosas
las palabras siempre se juntan
como percebes en el casco
de un viejo barco)
Esta brecha nunca apunta a la inflación del mundo verbal (o del signo), como si se tragara lo no verbal, sino que presenta la compleja relación entre ambos –que se puede ver en los versos de El libro de las similitudes.:
Es más difícil esconder un caballo que la palabra.
[caballo
Es más fácil deshacerse de un piano que de un
[sentimiento
Puedo tocar tu cuerpo pero no tu nombre
Y en los versos del poema “Papel de Seda”, en el que, dentro del ámbito de un libro, este tipo de papel busca separar palabras de imágenes como si las palabras pudieran ser dibujos (que lo eran, dice el poeta) y dibujos. podrían ser palabras (que lo eran). Las palabras son rivales de las imágenes, pero también iguales a las imágenes: el poema asimila en su composición el juego de los opuestos, de la contradicción (es esto y aquello; es esto y no es aquello).
Y duplica la contradicción al mostrar que algunas escenas sólo pueden verse si se traducen (metaforizan) en lo que es decible:
Con eso he visto morir una piedra
y un perro se ahorca
en un parche de sol.
[...]
un poema ya no es
que una piedra que grita
5.
El trato de las palabras con las cosas es una fricción permanente, en la que se aporta algo, como en el gesto de traducir un poema, e introducir en él “un volcán/ que no estaba en el original/ por la métrica o por la necesidad de Una rima" . Las palabras se frotan entre sí, con las cosas y, así, de fricción en fricción se tejen otras luces. Y las palabras, convertidas en lámparas, pero llevando consigo la marca de nacimiento, el silencio (“Todo discurso nace con la cicatriz del silencio,/ que se rompió”), se convierten en refugios de la experiencia:
llevar el camello con ellos
el rascacielos la ballena
no solo la ballena
todas las ballenas
no solo amor
todo el amor
Y pone bajo el alcance de su luz las experiencias fundamentales: la de convertirse en cenizas, la de la ausencia, la del amor y, de nuevo, el acto de nombrar: tener que decir las cosas y, en ese gesto, las palabras se apagan, dejándose. un resplandor.
6.
Si bien la poeta tiene la capacidad y la responsabilidad de encender palabras, su tarea está delimitada por lo que le llega. No somos dueños de la lengua, ella se apodera de nosotros – “echa raíces en tu cuerpo/es imposible deshacerte de ella” (Lengua – Tacha esta palabra). Somos los libros de la lengua. Así ella, poco a poco, toma al niño en brazos:
pronto el idioma tomará
su cuenta
silenciará el mundo
dale forma a tus pequeños dientes
pronto la lengua será la madre
mas que tu eres la madre
7.
Como una meditación sobre el lenguaje poético, Tacha esta palabra No pudo evitar reflexionar sobre el lugar y los desafíos de la poesía en el mundo contemporáneo. En los poemas “Prosa (I)” y “Prosa (II)”, un díptico, vemos la ubicación del poema en relación con el mundo de la prosa. En el primero, desde el lugar donde se encuentran los libros de poesía en una librería, emerge la imagen de que la poesía está siempre en el suelo, cerca de lo que dice, del espacio que la funda. El poeta visita el lugar común del lenguaje para revelar su reverso, expandiendo así lo visible a través de lo decible.
En “Prosa (II)”, reflexionando sobre la relación entre poesía y prosa en la obra de Roberto Bolaño –quien “se consideraba/sobre todo/ un poeta”, pero se hizo “conocido/sobre todo/ como prosista”–, Surge la idea de que el poeta fracasado siempre aparece en su prosa como si estuviera fuera de lugar (“como un mendigo/en una fiesta”, “un perro/en un teatro”).
La figura del poeta desplazado reaparece en Roberto Bolaño transformado en el detective salvaje, el investigador de la realidad. Los poetas actúan ahora para investigar las posibilidades destructivas de la sofisticación cultural, posibilidades que deben entenderse no sólo como la conjugación entre la cultura y la práctica de la tortura, sino también como la expatriación del lenguaje, es decir, la pérdida del vínculo entre el lenguaje y la experiencia.
Así, su prosa, hecha con palabras y con la vida de sus personajes, muestra que la poesía es una forma de vida, lo que en el libro de Ana Martins Marques también está presente cuando pide al lector que borre las palabras para prestar atención a las cosas.
8.
El mismo desplazamiento, o extrañamiento, que provoca un poema cuando aparece, también ocurre en la traducción, lo que duplica esta experiencia original, como lo es un poema extranjero llevado a la lengua de destino:
un reloj tarde
que marca el momento adecuado
de otro lugar
9.
Joseph Brodsky decía que la poesía, tanto a quienes la escriben como a quienes la leen, enseña rápidamente la virtud de la humildad. Virtud presente en la obra de esta minera de Minas Gerais que dirige su mirada a los detalles de la vida.
El poeta ruso es homenajeado en el poema “Prosa (I)”. Su imagen es que la poesía es aviación y la prosa, infantería. Esta distinción entre el punto de vista elevado y comprensivo (poesía) y el punto de vista bajo y lineal (prosa) es un tema recurrente en los escritos de Joseph Brodsky.
En su discurso de aceptación del Premio Nobel, “Un rostro poco común”, leemos la siguiente formulación: “la lengua, y probablemente la literatura, son más antiguas, más inevitables y más duraderas que cualquier organización social. La repulsión, la ironía o la indiferencia hacia el poder, frecuentemente expresada en la literatura, es, en esencia, la reacción de lo permanente –mejor aún, de lo infinito– contra lo temporal, contra lo finito”.
Así como el amor es “en esencia, una actitud mantenida por lo infinito en relación con lo finito”, escribe Brodsky en un ensayo sobre Anna Ajmátova. (Ana Martins Marques superpone el amor y el lenguaje; ambos tienden trampas a la misma presa: el ser humano).
10.
Tacha esta palabra presenta al lector el poema como un lugar al que pueden llegar las palabras. Sin embargo, cuando lleguemos allí, tendremos que borrarlos para poder contemplar el florecimiento de las cosas colocadas “ante nuestros ojos” –o también contemplar las escenas que han florecido en la memoria.
* José Feres Sabino es estudiante de doctorado en el Departamento de Filosofía de la Universidad de São Paulo (USP).
referencia
Ana Martín Marqués. Tacha esta palabra. São Paulo, Companhia das Letras, 2021, 120 páginas. [https://amzn.to/4c1LgJV]

Bibliografía
Brodsky, José. Menos que uno. Traducido por Sergio Flaksman. São Paulo, Companhia das Letras, 1994. [https://amzn.to/3KP5A5k]
Brodsky, José. Sobre el dolor y la razón. Nueva York, Farrar, Straus y Giroux, 1995.[https://amzn.to/3XrkgPh]
Marqués, Ana Martín. El libro de las similitudes.. São Paulo, Companhia das Letras, 2015.[https://amzn.to/3VvDsJ4]
Marqués, Ana Martín. Del arte de las trampas. São Paulo, Companhia das Letras, 2011. [https://amzn.to/3zh17Wc]
Wittgenstein, Ludwig. Tractatus Logico-Philosophicus. Traducción, presentación y ensayo introductorio de Luiz Henrique Lopes dos Santos. São Paulo, Edusp, 1993. [https://amzn.to/4b4zq09]
Notas
[i] Cuando este texto estuvo listo, vi la conversación (una entrevista) que la poeta Marília García tuvo con Ana Martins Marques en el Blog de la empresa (“Puertas de salida: una conversación con Ana Martins Marques”, 21/06/2023). Marília García señala que el significado “golpear” en el título también sugiere el de “encender una cerilla”, “encender, iluminar”. Entonces “tachar una palabra” puede significar “mostrar”. Mi garabato entonces es el resultado de tu sugerencia iluminada.
[ii] No Tours a la isla, Carlos Drummond de Andrade relaciona al poeta con la luz. Así dice: “[…] el poeta no es el portador del fuego sagrado, sino el cauteloso poseedor de una antorcha de bolsillo, que se abre paso en la oscuridad del diccionario”. Tendríamos así tres tipos de poeta: los que llevan el fuego sagrado, los que encienden cerillas y los que utilizan una linterna de bolsillo.
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