por AMELIA COHN*
La catástrofe climática en Rio Grande do Sul ya no es una tragedia repetida como una farsa, ya que no es la primera inundación que devasta el estado y la capital de Rio Grande do Sul.
1.
La catástrofe climática en Rio Grande do Sul no es sólo una advertencia sobre el cambio climático. En este caso, parece más bien una tragedia repetida como una farsa, ya que no es la primera inundación que devasta el estado y la capital de Rio Grande do Sul. Un Estado económicamente rico, con una presencia relativamente pequeña de gente pobre y extremadamente pobre, especialmente en comparación con otros, y dominado por la agroindustria. Ha sido cuna de movimientos políticos de diversa índole, incluidos modernizadores autoritarios, y ha visto administraciones estatales y municipales de carácter progresista, tanto política como socialmente.
El retroceso de las últimas administraciones es abrumador, marcado no sólo por rasgos radicales de desmantelamiento del Estado y desgobierno ético, con privatizaciones de sectores estratégicos de las políticas públicas, indiscriminadas e inmunes al control público, especialmente la prevención de desastres climáticos. Las consecuencias están ahí. Pero también está la reacción solidaria de la sociedad brasileña que se ha ido extendiendo como la pólvora.
El gobierno federal ha estado haciendo su parte –y muy bien– desde el principio, sin discriminación alguna por criterios ideológicos o políticos. Se destacan aquí la pronta respuesta del Ministerio de Salud, con la disponibilidad de vacunas, medicamentos y servicios médicos y de la Fuerza Nacional SUS; medidas en el área económica, que permitan refuerzos financieros al estado de Rio Grande do Sul y la disponibilidad de beneficios sociales para los afectados por las lluvias, acompañados de servicios de apoyo.
Por lo tanto, se cumple el mandato de que el Estado nacional es responsable de proteger a todos los brasileños, sin discriminación. Esto incluye quilombolas (15 comunidades aisladas, estimando un total de 6,8 mil familias en estas condiciones) y pueblos indígenas (30 mil sufriendo los impactos de las inundaciones, estimando que el 70% de sus territorios fueron afectados).
Es impresionante el grado de movilización de la sociedad ante la catástrofe. Se realizan donaciones, se publicitan formas de organización, tipos de donaciones a través de las redes sociales y finalmente se distribuyen entre numerosos sectores organizados de la sociedad. Aquí vale resaltar que desde el inicio el MST y el MTST vienen distribuyendo comidas, entre otras iniciativas. Y es increíble lo destacado en las redes sociales por el rescate de animales, al fin y al cabo cada vida cuenta, teniendo como símbolo la perseverancia y resiliencia del caballo en el techo, que recibió el nombre de Caramelo, transformado en el ícono de la víctima-héroe de este catástrofe ambiental. Persistencia, resiliencia y sumisión.
2.
Entonces, ¿está todo bien? ¡No! Hay señales preocupantes que van más allá de lo hecho y de que si continuamos en esta dirección hegemónica del proyecto estatal en Rio Grande do Sul, la tragedia se repetirá, como ya viene sucediendo en los últimos años, pero no sólo allá. El primero de ellos es la propuesta del ejecutivo estatal de que los recursos que han sido transferidos por el gobierno federal al estado, en aras de una mayor agilidad en su gestión, sean administrados por una fundación privada. Por tanto, sin control público.
Más aún, si el apoyo financiero, incluida la condonación del servicio de la deuda y su suspensión por un período significativo, no puede ser cuestionado, tampoco puede desconocerse que en este caso la mala gestión política que sigue una línea de privatización estatal descontrolada y radical termina en siendo otorgado por el gobierno federal. Son dos caras de una misma moneda: la ayuda es innegable y obligatoria, pero al mismo tiempo refuerza el mal gobierno en términos de gestión orientada al bien común.
Un segundo y peligroso aspecto de esta segunda cara es que la reconstrucción de la capital de Rio Grande do Sul tendrá un asesoramiento para la elaboración de su plan asignado a una empresa estadounidense, con competencia ya cuestionada en la materia, y que este encargo está justificado. por el hecho de que trabajará durante dos meses sin recibir pago, en un futuro contrato millonario. Es entonces cuando de lo que en realidad estamos hablando es del deliberado desconocimiento de que la universidad pública federal de Rio Grande do Sul es portadora de conocimientos y tecnologías adecuadas para la reforma y reconstrucción de la ciudad. Lo privado –internacional– prevalece sobre el conocimiento público y nacional. Esto, en momentos en que las universidades federales están en huelga en la lucha por su supervivencia como centro de enseñanza y producción de conocimiento.
Un tercer aspecto de este lado oscuro de las iniciativas se refiere al aspecto extraordinario de esta tragedia. Sí, es extraordinario y trágico. Tanto para quienes han perdido a seres queridos como para quienes han perdido todas sus posesiones. No hay nada que lo justifique, ni siquiera los 500 cambios impulsados por el gobernador en la legislación ambiental que regula la exploración del espacio, urbano y rural. Fueron los estadounidenses quienes inventaron el cálculo de las pérdidas humanas, pero no hay ninguna pérdida que pueda justificarse.
No se puede ignorar que fueron los municipios que votaron masivamente por Jair Bolsonaro en las últimas elecciones los que más sufrieron las lluvias e inundaciones. Como fueron los municipios que más votaron por Jair Bolsonaro en la penúltima elección los que tuvieron más muertes por Covid 19. Hay en esto una asociación que no debe ser ignorada. Y no se trata de reducir el tema a la polarización política, sino de alternativas presentadas como proyectos de sociedad: inclusivos o excluyentes.
Un cuarto aspecto que hay que destacar es el de no dejar el pasado en el olvido: las campañas de lucha contra el hambre, como la de Betinho en 1993, movilizaron a la sociedad, pero de forma socialmente no diversificada. Ahora el abanico de diversidad de los movilizados es mucho mayor, pero marcado por la emergencia no reconocida en el caso del hambre. El lema de Betinho era “el que tiene hambre tiene prisa”, que se aplica a la situación actual.
Pero el objetivo entonces era ser un movimiento permanente que no se limitara a las prisas, sino que abarcara también medidas de carácter más estructural y de medio y largo plazo. Ahora el inmediato es el que marca las reglas. El mediano y largo plazo corresponde a los gobiernos oponerse a las medidas de donación, ya que hoy, 15 de mayo, el gobernador de Rio Grande do Sul pidió la suspensión de las donaciones porque, según él, estarían perjudicando la economía local.
3.
Esta faceta del lado oscuro, u oscuro, de las acciones positivas que deben y están llevando a cabo el gobierno central y la sociedad, se contrasta con la inexistente reacción de la sociedad, o su desconocimiento, ante el hambre crónica, sequía permanente, lluvias que arrasan otras zonas del país, aunque no de esta magnitud (para quienes pierden seres queridos y/o todo, no importa el tamaño de la calamidad). Es como si estas dimensiones trágicas y estructurales de nuestra sociedad fueran “naturales”, cuando se naturalizan, como si no se pudiera hacer nada.
Son concebidos como naturales o característicos de los brasileños pobres por su inacción, por no ser emprendedores, o de la sociedad, que siempre lo ha sido y debe seguir siéndolo, ya que el mercado es el amo. Tanto es así que el agronegocio, uno de los principales responsables de la catástrofe ecológica en Rio Grande do Sul, así como en el resto del país, también será cubierto por “ayudas” gubernamentales. Y el Congreso Nacional en este mismo momento sigue votando leyes antiecológicas, suspendiendo los vetos presidenciales.
La situación en Rio Grande do Sul es catastrófica, sus ciudadanos merecen toda la empatía, solidaridad y apoyo, pero no hay manera de ignorar que estas acciones del gobierno federal, obligatorias como tales, terminan teniendo el sabor amargo de “ recompensar una incompetencia decidida y bien dirigida de los malvados gobiernos estatales y municipales. La pregunta que esto nos plantea no es simplemente intentar responder por qué hasta ahora sólo el 30% de los municipios de Rio Grande do Sul han solicitado fondos federales para combatir las inundaciones, ya que la gran mayoría son opositores al actual gobierno. ¿Vale más la rivalidad política que la solidaridad con la población?
Al nombrar legítimamente un coordinador para orientar y controlar el destino de los fondos federales asignados al estado, el gobierno federal es blanco de las más diversas críticas, principalmente porque estamos en un año de elecciones locales. Este caso no se trata de apropiación política de acciones federales en el estado; sino que éstas no pueden presentarse como iniciativas estatales o locales. Debe hacerse público que las privatizaciones estatales indiscriminadas, la expansión incontrolada de los agronegocios y la explotación económica urbana no planificada son perjudiciales para la vida humana y animal.
En resumen, el desafío político es cómo garantizar que la buena racha –la acción responsable del gobierno federal liderado por el Presidente Lula– no se vuelva contra el brujo: es decir, cómo movilizar y abrir los ojos de la población a cuestiones urgentes y cosas terrenales, sin prometer la compra de un lugar en el cielo con diezmos, pero sí garantizando a los gobiernos proyectos para construir una sociedad justa y solidaria.
Madonna recuperó la camiseta verde y amarilla, los surfistas -y los bomberos- recuperaron la moto acuática como herramienta de rescate para los varados y aislados por las inundaciones, ahora la sociedad debe recuperarse para los buenos gobiernos, comprometidos con el bien común y la preservación de la vida. Aquí está el desafío. ¡Ya están aquí las elecciones municipales!
*Amélia Cohn, sociólogo, es profesor jubilado de la Facultad de Medicina de la USP. Autor, entre otros libros, de Cartas al presidente Lula: Bolsa Família y derechos sociales (azogue editorial).
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