por LUIZ MARQUÉS*
La comprensión de que la resiliencia plural es capaz de enfrentar el modelo hegemónico de sociedad, basado en el ultraliberalismo de la guerra de todos contra todos, es per se un factor de politización de las masas.
La neoyorquina Jodi Dean, profesora de teoría política y teoría feminista, en Camarada: un ensayo sobre la pertenencia política (Boitempo), estudia los afectos en torno a la identidad política, la lealtad al programa de superación del statu quo y la fraternidad diaria de quienes comparten sueños revolucionarios. La palabra “compañero” condensa en el tratamiento lo que proyecta en las relaciones sociales, haciendo presente el futuro y poniendo en práctica una utopía, aquí y ahora.
En la presentación, Christian Dunker destaca: “Bajo este significante de resistencia confluyen múltiples formas de vida e identidades caracterizadas por una condición común, de lucha por la igualdad y la solidaridad. Comunistas, socialistas, anarquistas, cooperativistas son todos camaradas; pero aunque puede ser cualquiera, no cualquiera puede ser camarada. La diferencia entre ser igual y desear en la misma dirección se vuelve crucial. El compañero es inductor de la experiencia de lo común, experiencia guiada por la fidelidad a una verdad”. Tiene convicción y ofrece pruebas.
La etimología latina de camarada se remonta a cámara, habitación o bóveda, el espacio que establece la división entre quién está dentro y quién está fuera. En francés, camarada Indica un cuartel, algo compartido por los soldados. En alemán, Genoso está vinculado al verbo disfrutar, que indica el disfrute colectivo de un inmueble. En ruso, tovarish, viene de tovar, quien reporta a hermanos en el oficio. En chino, tongzhi reemplaza las designaciones de jerarquía y género por vectores igualitarios. Para Slavoj Žižek, “es el grado cero del comunismo, el presupuesto del nuevo orden social”.
hasta la victoria
Jodi Dean compara al chico con una multitud. Ambos tienen la misma sustancia, una “igual descarga”. El igualitarismo es la contraseña. La diferencia es que en una multitud las vibraciones intensas son momentáneas; en camaradas, permanente. Esto corresponde a un ideal de sí mismo con la expectativa de una intervención para modificar la realidad, junto a quienes marchan y cantan. El internacional.
“Mientras luchamos juntos por un mundo libre de explotación, opresión e intolerancia, debemos poder confiar y contar unos con otros. La palabra camarada da nombre a esta relación”. El sonido que la identifica tiene un carácter igualador y antijerárquico, superando las diferencias de sexo, raza o clase que persisten en el capitalismo. Además, genera actitudes: (a) disciplina; (b) alegría; (c) coraje y; (d) entusiasmo. Ser de izquierda, por supuesto, significa comprometerse con una transformación radical. Para lograrlo, es fundamental el compañerismo entre quienes unen sus manos en la lucha. hasta la victoria.
La palabra equivalente de la izquierda global a “compañero” expresa utopismo. La impresión experimentada de que la unidad de acción en las organizaciones anticapitalistas anticipa la sociedad socialista se debe al contraste con lo que existe allí. El peligro reside en minimizar la necesidad de reeducación para superar la barrera de la “libertad moderna”, centrada únicamente en la vida privada.
El sujeto político
"Cuando la gente dice 'camarada', cambian el mundo". La declaración evoca el cuento de Máksim Górki, del mismo título, también publicado por Boitempo. En la historia, cuando el llamado resuena en una ciudad hostil a los más pobres, los vulnerables toman conciencia de su fuerza y rompen las cadenas de la esclavitud ideológica. Llama mucho la atención la escena en la que una prostituta siente una mano en su hombro y al escuchar la declaración se echa a llorar. Señala el momento en el que deja de ser objeto sexual de consumo, para convertirse en sujeto político de cambios en un destino funesto.
Jodi Dean destaca la transición de la melancolía a la euforia, con la cita deLos condenados de la tierra, de Frantz Fanon, que combina la obra anticolonialista seminal con la oda a quienes desempeñan el papel de parteras de otro mundo: “Por Europa, por nosotros mismos y por la humanidad, camaradas, debemos cambiar nuestro procedimiento, desarrollar una nueva forma de pensar, poner un hombre nuevo”.
A continuación menciona Homenaje a Cataluña, de George Orwell, que conmemora la Barcelona de 1936 en la Guerra Civil Española con una camaradería utópica. “Las formas de tratamiento serviles y ceremoniales habían desaparecido temporalmente. Nadie más dijo'señor','dom','usted'; todos se llamaban'camaradaestú', y dijeron 'salud!' en vez de 'Buenos días"' - un brindis.
La Comuna de París
El compañerismo va más allá de la hermandad entre hermanos. Según Frida Kahlo, va incluso más allá del amor, en alusión a su relación con Diogo Rivera: “Diogo no es marido de nadie ni lo será nunca, pero es un gran camarada”. Ni la sangre ni el matrimonio sirven como medida. Tampoco las herencias por parentesco, que eliminan el vínculo material donde unos se necesitan unos a otros. La unidad en la batalla tiene connotaciones políticas; el amor y la amistad expresan la relación interpersonal. En situaciones polarizadas, la política, el amor y la amistad entran en conflicto y se fragmentan en lugar de armonizarse.
En 1866, en un texto dirigido a la Asociación Internacional de Trabajadores, Marx corrobora los vínculos de afecto: “Es uno de los grandes propósitos de la asociación hacer que los trabajadores de los diferentes países no sólo se sientan, sino que actúen como camaradas en la lucha. ejército de emancipación”. No basta con compartir un programa político, de verdad práctica transformador.
Os comuneros de la Comuna de París equivalen al “camarada genérico”. En una revolución popular eficaz estaban en la misma trinchera, hombro con hombro. El término fue adoptado por los socialistas a finales del siglo XIX en Alemania. En Inglaterra se difunde en el sentido de Walt Whitman, quien – sobre la base del homosocialismo – destaca la estrecha interconexión entre complicidad y camaradería. En cualquier época o geografía, para ser camarada hay que empatizar con el sufrimiento de los demás.
Imaginación al poder
Hoy, en la agitación totalitaria del neoliberalismo que eclipsó las movilizaciones y sancionó el hiperindividualismo, el espíritu de mercado se ha vuelto universal junto con el resentimiento contra una política del bien común, reducida a una Realpolitik de negociaciones en la institucionalidad. Se trata de luchar por una sociedad que no considere a los seres humanos como una fracción económica miserable, desechable como un peón de ajedrez, como lo hace el sistema capitalista y sus grupos de reflexión reducir cabezas con la desregulación de los órganos estatales de control sobre la majestuosidad del mercado.
La “fenomenología de los afectos” revela el dogmatismo de los antiguos partidos comunistas y la elisión de los soviets en la antigua URSS. Si la subjetividad del camarada genérico es socavada por la burocracia del aparato del partido, entonces el proceso de burocratización ha logrado destruir los vínculos de la crítica. En su lugar, se creó un vacío de pensamiento sin la aspiración de un nuevo orden social. Semejante tropiezo encaja con la traición a la dialéctica en los años 1930 y el asesinato de Trotsky. Toda fe determinista en la historia rompe con el marxismo abierto y los valores emancipadores, ya que suspende la autonomía individual.
El futuro depende de la combinación de socialismo y democracia. Este es el significado del eslogan de los sesenta la imaginación al poder (imaginación al poder). Esto es lo que distingue al verdadero militante. Es decir, el “profeta” en el sentido del Primer Testamento bíblico de quien señala caminos alternativos para abrir el horizonte de la mañana. La historia de las ideas políticas explica el ejercicio del poder a través de diferentes figuras: el príncipe, el señor, el ciudadano, el burgués, el general, el presidente. Jodi Dean, al elogiar las mentes y los corazones de quienes luchan por ideales asociativos, civilizadores y poscapitalistas, rinde homenaje al protagonismo de un tema injustamente olvidado; si camarada.
De lo político a lo social
Rio Grande do Sul comenzó Camino de la Cruz en medio de los cambios climáticos que afectan a Asia y África. Los neoliberales hicieron una enorme contribución a la tragedia: por parte de un gobernador que sigue el camino depredador del desgobierno bolsonarista, en la flexibilización de las leyes de protección ambiental “para dejar pasar al rebaño”; y por parte del alcalde de Porto Alegre que convierte el medio ambiente en un bien monetizable, en los parques. Anunciada en las Conferencias Internacionales sobre el Clima, la catástrofe encontró las compuertas abiertas en el triste otoño de Rio Grande do Sul, debido al negacionismo científico de Tucano y a la negligencia que relegó a los instrumentos municipales de prevención.
Resultado: 458 municipios afectados; 320 en emergencia por perder parcialmente las condiciones de respuesta institucional; 46 en calamidad, con los ayuntamientos completamente incapaces de responder a la desgracia, incluida la Capital y la Región Metropolitana; 500 mil habitantes desplazados de sus hogares; 80 mil en refugios públicos o improvisados –escuelas y universidades, especialmente Unisinos, que acogieron a 6 mil criaturas indefensas. A los 155 muertos se suman 90 desaparecidos. El duelo fluye a través de la pregunta angustiada de un poeta: “¿Y ahora qué, José? / Con la llave en la mano / quieres abrir la puerta, / la puerta no existe. / Si te cansaste / si moriste. / ¡Pero tú no te mueres, / eres duro, José!”
En una interpretación laxa, el poema dialoga con las profecías de José Lutzenberger, fundador de la visionaria Associação Gaúcha de Proteção ao Ambiente Natural (AGAPAN, 1971) y, también, autor de ¿Fin del futuro? Manifiesto ecológico brasileño (1976). Hubo advertencias sobre la irracionalidad de un industrialismo destructivo, envuelto en la dinámica insaciable del beneficio. La violencia contra la naturaleza y la expansión desordenada de los centros urbanos, a orillas de ríos y lagos, fueron presagios de desgracias.
El gobierno federal y el presidente Lula demuestran empatía al servir a los “nuevos trapos”, con medidas concretas. Miembros de la Defensa Civil, de Alagoas, llevan drones avanzados para mapear zonas de riesgo en caso de lluvia, con la experiencia adquirida en el cataclismo provocado por la empresa Brasken, en la extracción de sal gema del subsuelo de Maceió. El pueblo realiza acciones solidarias con alimentos, medicinas, ropa, toallas, productos de higiene, toallas sanitarias, cepillos de dientes, colchones y cariño a las víctimas sobrevivientes. La Oficina de Correos se encarga de la distribución de forma gratuita.
La conmoción sacude la realidad paralela, que reacciona con noticias falsas para desorganizar el trabajo, enfriar los ánimos y difundir la confusión cognitiva. Es de interés repudiar el Estado participativo y la solidaridad, obstáculos a la gentrificación, expulsar a los pobres de lugares codiciados y profundizar las privatizaciones, como parte de la reconstrucción posterior a las inundaciones. Fenómeno analizado por Naomi Klein, en La doctrina del shock: el auge del capitalismo del desastre. Con sus asesorías financieras, los amigos de la acumulación de oportunidades prevén el disfrute de Babel, para radicalizar el libre mercado.
Mientras tanto, miles de voluntarios buscan con embarcaciones las calles sumergidas para salvar los cuerpos del abandono, en las islas de Guaíba y en los barrios de Canoas. Además de personas, el rescate incluye mascotas (gatos, perros) y el caballo Caramelo. No hay registros del cuidado de los animales en la gran inundación de 1941. La incipiente conciencia sobre las consecuencias sociales del “racismo ambiental”, que afecta a las poblaciones afectadas, se extiende por las comunidades periféricas. Quienes más sufren y desesperan son aquellos que siempre estuvieron en la trayectoria supremacista del continente brasileño.
En el caos instalado, actores humanitarios anónimos amplían y trasponen la noción de “camarada” de la esfera política a la esfera social. No importa que la percepción sea infinita sólo mientras dure la epifanía del rescate. La comprensión de que la resiliencia plural es capaz de enfrentar el modelo hegemónico en la sociedad, basado en el ultraliberalismo de la guerra de todos contra todos, es per se un factor de politización de las masas. El movimiento de fusión sociopolítica recuerda la esperanza estampada en el lema del Foro Social Mundial (FSM), que RS acogió en las ediciones inaugurales del evento alter-world: "Otro mundo es posible". Incluso tiene nombre de pila: Ecosocialismo.
* Luis Marqués es profesor de ciencia política en la UFRGS. Fue secretario de Estado de Cultura de Rio Grande do Sul durante el gobierno de Olívio Dutra.
referencia

Jody Dean. Camarada: un ensayo sobre la pertenencia política. Boitempo. 208 páginas. [https://amzn.to/4aanf37]
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