por SIMONÍA DOS ANJOS*
El nuevo alcalde de São Paulo tiene un historial de posiciones reaccionarias y conservadoras
En la lista de palabras prohibidas para el nuevo alcalde de São Paulo, el género es el número uno. Ricardo Nunes (MDB) tiene una trayectoria conocida por defender valores del ala más reaccionaria y conservadora de la Iglesia Católica. Defiende la Escuela sin partido y es enemiga de las mujeres. Desde la discusión del Plan Municipal de Educación (PME) de la ciudad de São Paulo, en 2015, el entonces concejal Ricardo Nunes ha sido un férreo defensor de la eliminación de la palabra género del documento, y en consecuencia contrario a los derechos humanos de una parte importante de nuestra ciudad: mujeres, personas lgbtqia+ y otras minorías sociales.
Incluso estableció persecución pedagógica en escuelas municipales que instauraron este debate con sus alumnos y familias en la comunidad escolar. Defendiendo una escuela sin partido y con una ideología prejuiciosa, persecutoria y acrítica. El ingreso de Ricardo Nunes, por la muerte de Bruno Covas, desató una nueva alerta además de las evidencias de delitos cometidos como agente público, dados los procesos a los que responde el alcalde -entre ellos esquemas de corrupción con guarderías asociadas a la Ayuntamiento de Sao Paulo.
La advertencia a la que me refiero es que Ricardo Nunes se alinea con uno de los mayores problemas que estamos viviendo en la crisis democrática que atravesamos: el fundamentalismo religioso. Sabemos que un Estado Laico es fundamental para garantizar los derechos de las minorías sociales: como las mujeres, las personas LGBT y la población negra. Los fundamentalistas religiosos son capaces de proponer un verdadero sistema de tortura para las mujeres violadas y encontradas embarazadas por el abusador –como el propio PL 352/2019 (PATRIOTA) del propio Fernando Holiday que impuso ecografías y asistencia religiosa a las mujeres que tenían derecho a la permisividad legal del aborto
O como la Ley PL N° 5435/2020, del Senador Eduardo Girão (PODEMOS), que propuso una beca para mujeres que obligatoriamente deben tener hijos de sus violadores. Aún así, cargos como el de la Ministra de la Mujer, la Familia y los Derechos Humanos, que llegó a decir que las niñas en Ilha do Marajó fueron violadas porque no llevaban ropa interior.
Los fundamentalistas siguen figurando en la defensa de la agroindustria, la especulación inmobiliaria, la banca y la industria armamentista. Figuran en las defensas contra la diversidad religiosa, contra la diversidad de género y abusan de la libertad religiosa para difundir discursos de odio. Decir que los cuerpos trans, los cuerpos negros, los cuerpos femeninos son criminalizables, que deberían tener menos derechos y apoyo de las políticas públicas.
En el Manifiesto à Nação, elaborado por parlamentarios evangélicos en 2018, los ejes de los fundamentalistas religiosos fueron: Estado mínimo, escuela meritocrática y valores familiares para conducir la nación. La pregunta que hago es: ¿Qué familia? El mismo Ricardo Nunes está acusado de cometer violencia contra su esposa, acusaciones que fueron retiradas por su esposa, las cuales fueron silenciadas y negadas, en muchas ocasiones.
Lo peor es que la táctica de los fundamentalistas es naturalizar como inherentes a las políticas públicas, morales que son religiosas y no políticas públicas. Naturalizar las nociones conservadoras de la familia y la libertad individual es una herramienta para invisibilizar que la Iglesia no está separada del Estado. Durante la discusión del PME, en 2015, Nunes afirmó: “Pero no hablen tanto de este tema de la Iglesia, porque no es de religión, pero ¿cómo puede alguien decir 'no hay que darle un cochecito a un niño y un muñeca a una niña? ' ¿Esto está mal? ¿Quién tiene un hijo que no es la niña? Por eso se pone una muñeca” Y bajo el amparo de que “El Estado puede ser laico, pero no ateo”, el entonces regidor defendió que su cosmovisión y religiosidad debe primar sobre los derechos de las mujeres y de las personas LGBTQIA+. Esto es a lo que nos vamos a enfrentar en los próximos años, por lo tanto, es necesario combatir el fundamentalismo religioso en la política. La laicidad del Estado implica leyes que defiendan la vida de todas las personas, todas las formas de familia y la autonomía de la mujer sobre su cuerpo. Estemos atentos a las sutilezas de los fundamentalismos, una de ellas es la de aparecer la discusión de los Derechos Humanos y sustituir las formulaciones serias sobre el tema, por discursos que pretenden mantener la estructura de privilegios de quienes no quieren renunciar al poder político. y actuar en beneficio propio.
* Simonía de los Ángeles es candidato a doctorado en antropología en la USP. Es miembro del Colectivo “Evangélicos por la Igualdad de Género”, de la Red Evangélica de Mujeres Negras.