Ricardo Martínez de la Torre

Martínez de la Torre / Arte de Marcelo Guimarães Lima
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por JEAN-GANESH FARIA LEBLANC*

Entrada del “Diccionario de marxismo en América”

Vida y praxis política

Ricardo Martínez de la Torre (1904-1968) tuvo como padres a Ricardo Martínez (un ingeniero español) y Juana de la Torre. Su familia materna, con un largo linaje de miembros de las élites limeñas, desciende de Juan de la Torre, compañero de Francisco Pizarro.

Desde muy joven, Martínez de la Torre demostró un talento literario precoz. Inicialmente estudió en los jesuitas. colegio de la inmaculada, y completó la escuela secundaria en Colegio Nacional de Nuestra Señora de Guadalupe, donde conoció a algunas de las figuras literarias del momento, como Gamarra Hernández. A los once años, en 1915, escribió la novela Tragedia: la misteriosa la noche – y envió algunos poemas a un joven periodista y crítico literario en ascenso que colaboraba con el periódico. La Prensa, José Carlos Mariátegui.

A partir de entonces, los dos construirán una amistad que llevará a José Carlos Mariátegui a frecuentar la casa de los Martínez, llegando incluso a experimentar una pasión platónica por la pintora Juanita Martínez de la Torre, la hermana mayor de Ricardo. A pesar de la distancia que los separó durante la estancia europea de José Carlos Mariátegui (entre 1919 y 1923), la relación de cariño y cercanía se mantuvo, como lo demuestran las diversas postales dirigidas al joven Martínez de la Torre, desde Italia.

En la universidad estudió contabilidad y, tras graduarse, consiguió trabajo como cajero en una correduría de seguros. Popular, en la capital del país. Cercano al movimiento estudiantil, Martínez de la Torre fue testigo de las grandes manifestaciones de 1918-1919 y de la primera huelga general de la historia peruana. Como otros miembros de la juventud pequeñoburguesa, frecuentaba círculos obreros y estudiantiles que estaban en la vanguardia de las luchas y movimientos sociales liderados por los primeros sindicatos y la Federación de Estudiantes.

De esta conjunción nacería el Universidad Popular Manuel González Prada, en el que Mariátegui pronunció los primeros discursos marxistas ante el público limeño, en 1923 y 1924. Desde entonces, Martínez de la Torre frecuentaba la casa de Mariátegui y sus tertulias, que reunían a artistas, trabajadores e intelectuales, leyendo textos marxistas e interactuando formándose políticamente.

Como muchos jóvenes politizados de la época (Eudocio Ravines, Jorge del Prado, Manuel Seoane, Carlos Manuel Cox), Martínez de la Torre siguió el esfuerzo editorial y organizativo de Mariátegui en la primera mitad de los años veinte, así como la creación de Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), liderado por Víctor Raúl Haya de la Torre – líder estudiantil de Lima, luego exiliado en México. Estos jóvenes intelectuales y activistas formaron la “Generación del Centenario” (en referencia a la Independencia), de la que surgieron los primeros cuadros del partido comunista y del partido aprista.

En 1927, Martínez de la Torre fue llamado por Mariátegui para que lo ayudara con la revista. Amauta, lanzado el año anterior, en el que asumió el rol de gerente, rol en el que desempeñó un trabajo importante para la estabilización financiera del proyecto. Martínez de la Torre asumió entonces la codirección del periódico y organizó, a partir de 1928, la Sociedad Editora Amauta, que abarcaba actividades editoriales y periodísticas; Además de la revista, el grupo liderado por Mariátegui lanzó el periódico Trabajo.

Paralelamente a su actividad como director, Martínez de la Torre contribuyó firmemente a la publicación a través de artículos como “El movimiento obrero en 1919" (1928), y "La teoría del crecimiento de la pobreza aplicada a nuestra realidad”(1929), entre otros; Con más de una docena de artículos, el autor sería uno de los colaboradores más prolíficos de la revista. Miembro importante del grupo más cercano a Mariátegui, participó directamente en las controversias que llevaron a la escisión del APRA en 1928, y en las reuniones que decidieron crear el partido socialista del peru (PSP), entre septiembre y octubre del mismo año -que luego se llamaría Partido Comunista del Perú (PCP).

Desde entonces, la acción militante ha asumido una gran parte de la actividad de Martínez de la Torre. Involucrado tanto en el Partido (como Secretario de Propaganda) como en el recién nacido Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP), en ese momento mantenía correspondencia con mineros de las grandes minas de cobre y plata en sierra central – apoyarlos en sus esfuerzos sindicales y de organización política. Además, Martínez de la Torre preparó con Mariátegui los documentos para enviar a las dos grandes conferencias convocadas por la Internacional Sindical Roja, en Montevideo, en mayo de 1929, y por la Internacional Comunista (CI), en Buenos Aires, en junio de 1929. .

Estos documentos fueron discutidos extensamente en la conferencia de Buenos Aires, con debates en torno al nombre del Partido (que inicialmente, debido a la correlación de fuerzas en el Perú, debería ser “socialista”, no “comunista”); y las características del imperialismo. La posición del partido fue defendida por sus dos representantes, el médico Hugo Pesce y el sindicalista Julio Portocarrero, con base en el documento, redactado en gran parte por Mariátegui, que ambos presentaron –titulado “El problema de las razones en América Latina.

La muerte de Mariátegui, en abril de 1930, se produjo en un momento de efervescencia en la actividad del Partido, con la caída del gobierno de Augusto Leguía y una dura lucha política contra el APRA. Martínez, en contacto directo con el Secretariado Sudamericano de la Internacional Comunista, miembro del Comité Ejecutivo del PCP, tesorero del Partido y secretario de la Liga Antiimperialista en Perú, también asumió la dirección de la revista. amauta, publicando tres números, antes de que se interrumpiera definitivamente la actividad editorial. Por lo tanto, jugó un papel importante en la dirección política del movimiento, en particular en los esfuerzos de masificación entre los proletarios de Minas Gerais en la región montañosa y en los debates sobre la estructuración nacional de la CGTP.

Sin embargo, la salud de Martínez de la Torre pronto limitaría sus múltiples actividades: con una crisis a finales de 1930 y otra en 1931. Invitado por Universidad Nacional Mayor de San Marcos para enseñar economía marxista, no pudo hacer el trabajo y fue arrestado en junio de 1931, acusado de realizar propaganda política. Para protestar por su arresto, Martínez de la Torre inició una huelga de hambre que lo debilitó enormemente, y terminó abandonando la protesta al no recibir suficiente apoyo del Partido. En conflicto con el secretario general Eudocio Ravines, Martínez de la Torre decidió abandonar el PCP –en julio de este mismo año–.

En la década de 1930, el periplo militante de Martínez de la Torre entró en una fase de intensa actividad propagandística y periodística. Con amigos militantes fundó la revista Frente y el editor Signos, medio independiente del PCP, en el que escribió textos analizando la situación y la intervención teórica en el debate estratégico marxista peruano. Inmerso en controversias contra los apristas, Martínez de la Torre publicó numerosos artículos y textos denunciando la controversia teórica y política durante esa década.

Activo en el activismo comunista, Martínez de la Torre fue arrestado en 1935; Los ejemplares recientemente impresos de su gran obra –que reunía varios estudios sobre las luchas del movimiento obrero peruano, así como textos y documentos de los actores de las luchas– fueron incautados y destruidos, sin embargo se salvaron 20 ejemplares.

A finales de la década de 1930, Martínez de la Torre asumió un papel importante en la campaña del candidato demócrata Manuel Prado a la presidencia, animando comités de movilización en los barrios populares de Lima.

A principios de la década de 1940, el marxista se postuló para diputado en la pequeña ciudad de Chiclayo, donde continuó su labor teórica e ideológica a favor del comunismo –aunque permaneció fuera del PCP. Después de la Segunda Guerra Mundial, con la publicación de su obra más importante, Apunta hacia una interpretación marxista de la historia social del Perú (1947-1949), su actividad política disminuyó –y hay pocos registros sobre su vida desde entonces.

Ricardo Martínez de la Torre murió en 1968, a los 64 años.

Aportes al marxismo

Hay pocos datos disponibles sobre la vida y obra de Ricardo Martínez de la Torre. A pesar de estar relativamente ausente de los informes sobre el marxismo latinoamericano –habiendo sido invisibilizado por la historiografía dominante durante décadas– el legado de Martínez de la Torre marca un momento fundamental en la historia del movimiento revolucionario en Perú. Figura de los años inaugurales del comunismo peruano, destaca su labor en las décadas de 1920 y 1930, como intelectual y militante, junto a José Carlos Mariátegui; y, más tarde, como historiador que documentó las luchas de clases en el Perú.

Más que cualquier otro aspecto de su obra, Martínez de la Torre destacó como historiador de las luchas sociales de las primeras décadas del siglo XX. A pesar de no haber pertenecido nunca a la academia, su producción profundamente original introdujo en la historiografía nacional métodos y objetos hasta entonces inéditos. Mezclando documentos de organizaciones militantes, testimonios y contexto socioeconómico, sus textos buscan dibujar un relato elaborado a partir de la experiencia de los actores de la lucha: los trabajadores.

Estos textos aportan datos esenciales para la historia de los sindicatos peruanos, los movimientos huelguistas de 1918-1919, el movimiento de Reforma Universitaria, las huelgas mineras de finales de los años 1920, la cuestión de la vivienda en Lima, la miseria de las clases subalternas y de la cultura popular. . El carácter recopilatorio de datos y documentos de la época, combinado con su innovadora propuesta interpretativa, otorga validez a los escritos históricos de Martínez de la Torre como fuente fundamental para la historia del movimiento obrero peruano.

Como intelectual comunista, además de aportes históricos e historiográficos, los textos de Ricardo Martínez de la Torre se dividen en escritos controvertidos y consideraciones sobre economía y cultura. Muy influenciado por el pensamiento amplio y riguroso de José Carlos Mariátegui, el autor privilegia escritos relativamente breves destinados a ser publicados en periódicos, revistas, folletos o como intervenciones políticas. Siguiendo a Mariátegui, busca acercar conocimientos al incipiente movimiento obrero peruano, participando activamente en el esfuerzo colectivo que realiza el grupo que trabajó en torno a la revista. amauta – publicación cuyo objetivo era promover la formación política de la clase trabajadora y de los intelectuales, pero también servir como herramienta de conocimiento sobre el Perú, compensando la falta de datos e interpretaciones disponibles.

Martínez de la Torre se inscribe, pues, tanto en la acción militante como en la producción de conocimiento –en el cruce de la teoría y la práctica– al informar, por ejemplo, del movimiento de 1919. Sus textos económicos buscan demostrar científicamente el carácter dependiente de la economía peruana, y revelar su papel en la acumulación de capital por parte de los países imperialistas. Estos artículos más extensos y detallados son contribuciones fundamentales a los campos de la historia y la economía y brindan información que se ha convertido en referencia en los estudios académicos. Declarado revolucionario, Martínez de la Torre niega cualquier posibilidad de salir de la situación de dependencia a la que está sometido el Perú por el imperialismo, salvo mediante una revolución popular, dirigida contra el imperialismo, la gran burguesía y los terratenientes.

A lo largo de la década de 1930, la oposición entre marxistas y apristas no se enfrió. Una parte considerable de los textos de Martínez de la Torre están dedicados a la lucha contra los apristas, llamados “socialfascistas” y acusados ​​de llevar a cabo una política pequeñoburguesa oportunista. Respondiendo a las acusaciones de europeísmo que padecía el marxismo, Martínez de la Torre cuestionó el fundamento policlasista de la retórica aprista, muy personalizada en la figura de Haya de la Torre, que pretendía defender los intereses nacionales sin denunciar la contradicción entre burguesía y clase trabajadora. .

Según Martínez de la Torre, esta línea política es demagógica porque no entiende el papel de la burguesía de un país dependiente, ni toma en cuenta el papel de la totalidad capitalista en la que estaba inserto el Perú. Para los marxistas, el aprismo representaba un bloqueo, un vestigio del pasado peruano que impedía la formación de una verdadera conciencia de clase entre las masas trabajadoras. Esta rivalidad se volvió aún más feroz en el contexto de la campaña de Manuel Prado (en 1939), cuando Martínez de la Torre asoció el aprismo con el fascismo por su composición pequeñoburguesa: una expresión local del fascismo anticomunista a escala global.

A lo largo de la década, Martínez de la Torre desarrolla una extensa producción polémica, donde destaca el papel del PCP en la organización de la clase y critica los esfuerzos del APRA, al que reduce a intentos de toma del poder, como es el caso de la revolución de 1932. insurrección, reprimida con mucha sangre y prisiones. El papel de los marxistas junto a los trabajadores, en el Partido y en los sindicatos en lucha, aparece como el buque insignia de las propuestas tácticas y estratégicas de Martínez de la Torre, en convergencia con las posiciones de la Internacional Comunista.

Cabe destacar, a raíz de las posiciones destacadas, el destacado papel de Martínez de la Torre en la defensa del legado de Mariátegui: tanto ante las críticas apristas a su supuesto “europeísmo”, como ante las acusaciones de populismo transmitidas por la dirección del PCP entre 1933 y 1938.

Martínez de la Torre también trabajó en el campo de la estética, desarrollando un enfoque materialista del arte y del papel del artista en la sociedad capitalista. Opuesto a la concepción de un arte “puro”, insiste en su carácter de “producto social” y, como tal, expuesto a la dominación burguesa –como todas las demás relaciones sociales en el capitalismo. Para Martínez de la Torre, “servir a la revolución es servir al arte y a los artistas”, porque en el socialismo la obra puede superar la individualidad para luego dar voz a una expresión artística colectiva, en la que el artista es el “intérprete de lo genérico a través de lo particular”. . El artista es, por tanto, un “ser social”, y no un individuo excepcional que ofrece su genio a la sociedad.

En otras palabras, Martínez atribuye al artista un papel de traducir y comunicar –a través de su propia expresión– la realidad de su clase. Así, toda obra tiene un contenido ideológico y el artista revolucionario es aquel que se identifica con los dolores y demandas de los oprimidos. Desde esta perspectiva, ve cada posición de exaltación de la “personalidad” del artista como una defensa del individualismo burgués, que para expresar su arte se cierra a la sociedad; identifica un sesgo reaccionario y antihistórico en la postura individualista. Finalmente, destaca la conexión entre arte y sociedad en la simultaneidad de la crisis del capitalismo y la crisis del arte, que percibe en la multiplicación de las escuelas artísticas y su efímera; Entiende que el entusiasmo por lo nuevo en el campo artístico expresa la crisis orgánica del capitalismo.

Como otros jóvenes activistas e intelectuales de su generación, Martínez de la Torre estuvo muy influenciado por la figura de Mariátegui. La estrecha colaboración que ambos desarrollaron convierte a Martínez en uno de los directores de Amauta – cuyo legado se reivindica a lo largo de varios de sus textos. Pese a ello, aspectos importantes de la obra de Mariateguiana progresivamente dejaron de aparecer en su obra, como es el caso del indigenismo, que Martínez reivindicó en los años veinte, pero que desapareció a principios de los treinta; o las referencias al sindicalista revolucionario francés Georges Sorel, cuya teoría de los “mitos” fue bastante recurrente en los textos publicados en la revista amauta, pero que cesó después de 1932.

Disputado entre apristas y comunistas en la década de 1930, Martínez de la Torre defendió la figura de Mariátegui como la de un marxista decidido y opuesto al aprismo. Para el autor, Mariátegui representó una rectitud comunista militante –aunque no exenta de errores– y una perspectiva teórica inquebrantable que buscaba ajustar dialécticamente la praxis revolucionaria al conocimiento.

Sin embargo, se puede observar un cierto giro entre el pensamiento de Martínez de la Torre de finales de los años veinte, estrechamente alineado con el análisis de Mariátegui, y su concepción más economicista de las dos décadas siguientes. Si sus textos de 1920 abrieron la posibilidad de una revolución socialista e indígena dirigida por trabajadores, en cuyo proceso no habría una etapa “capitalista” o “democrática burguesa”, sus escritos de 1929 y 1942 afirman el carácter necesario de alianzas con “sectores progresistas” de la llamada “burguesía nacional” para “liquidar” las supuestas huellas de “feudalismo” en la economía peruana en una “fase capitalista” inicial de la revolución.

En el análisis del imperialismo, Martínez de la Torre se distancia del planteamiento de Mariátegui (que defendía una posición de autonomía de clase) para adoptar una clave de interpretación lineal, según la cual el imperialismo impone una “deformación” al rumbo “normal” de la economía nacional. Ser antiimperialista, para Martínez, implicaría entonces brindar apoyo político a fuerzas burguesas que él creía que eran “nacionalistas”, las cuales supuestamente participarían en la lucha por la soberanía económica de la nación.

Además, en oposición al texto “Punto de vista antiimperialista(1929) de Mariátegui, Martínez de la Torre, en 1943, retoma el debate sobre la cuestión nacional del Perú, a partir de una definición de Josef Stalin (El marxismo y el problema nacional y colonial, 1941). Puntos como la defensa del derecho a establecer un Estado nacional indígena separado, así como la exaltación del modelo soviético de federación multinacional, se oponen a la propuesta mariateguiana de un Estado socialista multiétnico –basado en una redefinición socioeconómica de la peruanidad–. Además, Martínez de la Torre abandona la idea de reivindicar la tradición colectivista de las comunidades campesinas originarias (ayllus), para restringir la participación indígena en la Revolución Peruana sólo a los “trabajadores rurales” –ya no a los “comuneiros”. 

Pese a estas divergencias, cabe finalmente mencionar las palabras del propio Mariátegui, en la introducción al importante artículo de Martínez de la Torre, “Movimiento obrero en 1919(1928), en el que Amauta afirma que “los conquistadores, los virreyes, los caudillos, los generales, los literatos, las revoluciones de este país, encuentran fácilmente abundantes biógrafos, aunque no siempre estimables”, pero la “crónica de los trabajadores” 'lucha” –gran aportación de Martínez de la Torre– “está a punto de escribirse”. Ricardo Martínez de la Torre ocupó este cargo: como actor e historiador de las luchas proletarias y campesinas en el Perú de la primera mitad del siglo XX.

Comentar la obra

Ricardo Martínez de la Torre ha escrito poemas y textos literarios desde niño -como ocurre con la citada novela- Tragedia (s/l: s/e, 1915). Posteriormente debutaron otras producciones literarias: lámpara de oro (Lima: s/e, 1925), compuesta de poemas; Es El amor de la limusina (Lima: s/e, 1925), novela lírica. Más adelante en la revista amauta se publicaron sus últimos textos poéticos, como “Pogrom”, de 1928 (evocación de la miseria y la esperanza proletaria); y el “Himno Vitarte”, de 1930 (himno dedicado a los trabajadores de la fábrica textil Vitarte).

Su vasta producción ideológica, económica y política se recoge en los cuatro volúmenes de la voluminosa antología. Apunta hacia una interpretación marxista de la Historia Social del Perú (Lima: Empresa Editora Peruana, 1947-1949). La primera edición de esta obra (Lima: Empresa Editora Peruana, 1935) había sido confiscada en la década anterior por la policía, quedando sólo unos pocos ejemplares; así, después de la Segunda Guerra Mundial, la obra se volvió a publicar en una edición ampliada.

apuntes es una recopilación que incluye textos de Martínez de la Torre, José Carlos Mariátegui y varios documentos del movimiento obrero y del marxismo peruano de la primera mitad del siglo XX. Símbolo de su lucha en el campo intelectual, la edición contiene gran parte de los escritos de Martínez de la Torre, incluyendo relatos de luchas, huelgas y enfrentamientos desde la década de 1910 hasta 1948, así como elementos históricos y documentos de inmensa importancia para la historia de La lucha de clases en el Perú.

El primer volumen contiene relatos de la lucha por la jornada laboral de 8 horas (en particular el movimiento de 1919); un panorama histórico del surgimiento de partido socialista del peru; y elementos de la polémica que llevó a la división entre el APRA y los socialistas. El segundo volumen presenta las tesis ideológicas de Mariátegui; correspondencia entre Mariátegui y Haya de la Torre; y documentos sobre la fundación del PSP. El tercer volumen recopila documentos relativos al surgimiento y primeros años de Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP). Finalmente, el cuarto volumen trae documentos y artículos que abordan el proceso de sindicalización en el Perú, así como varios episodios de las luchas obreras y campesinas.

Entre los textos de Martínez de la Torre presentes en apuntes, hay artículos sobre los temas más variados. Las obras que comentamos a continuación son algunas de las más significativas en términos teóricos e historiográficos (aunque también cuenta con importantes textos sobre cuestiones cíclicas y tácticas).

En el primer capítulo del volumen I se encuentra el texto más conocido del autor, “El movimiento obrero en 1919”, publicado en la revista amauta (nº17, 18, 19) y como libro de Editorial Amauta (Lima, 1928). En él, Martínez de la Torre describe detalladamente el proceso de lucha que condujo a la primera huelga general en la historia del Perú, ofreciendo a historiadores y activistas un documento de gran valor historiográfico y político.

Todavía en este volumen, en “La teoría del crecimiento de la pobreza aplicada a nuestra realidad”- publicado originalmente en amauta (n. 23, 24, 25, 26, 27) –, el autor aporta numerosos datos socioeconómicos sobre la realidad peruana, así como un panorama de la penetración imperialista en la economía y la política del país. El extenso texto trae al debate peruano numerosos datos provenientes de publicaciones de la Internacional Comunista y propuestas teóricas de Marx y pensadores marxistas (Karl Radek, Karl Kautsky), así como discusiones con producciones indígenas (Hildebrando Castro Pozo, Dora Mayer de Zulen).

Em Por 'servicio colectivo', publicado por Ediciones Frente (s/l) en 1932, Martínez desarrolla un amplio análisis de la situación en la que caracteriza el lugar dependiente del Perú en la economía capitalista mundial y sus efectos en la conducción de la lucha de clases por parte de los organismos sindicales y partidos revolucionarios en el nivel nacional; en particular, desarrolla el ejemplo de una huelga de tranvías en Lima.

En su volumen inicial, apuntes También contiene una recopilación de escritos de Martínez de la Torre, publicados anteriormente por la revista amauta y por Ediciones frontales Páginas antiapristas (1933)-, en los que hay artículos dedicados a criticar a figuras del aprismo y su doctrina, de carácter “policlasista”, “pequeñoburgués” y “demagógico”.

También está el texto “Con la CGTP de Mariátegui"(La Tribuna, 25-29/09/1934), en el que Martínez de la Torre reivindica el legado de este gran pensador marxista peruano contra lo que identifica como una deriva “oportunista” y “reformista” dentro del sindicato –en particular el enfoque del aprismo de la CGTP. , lo que le lleva a distanciarse de la corriente de masas radical defendida por el Partido Comunista. Martínez de la Torre produce una refutación del “aprismo” en nombre del marxismo-leninismo y del legado mariateguiano.

Ya en su largo ensayo”Reflexiones políticas sobre el arte.” –aparentemente inédita, escrita entre 1936 y 1937–, el autor desarrolla un análisis materialista de la obra de arte y el papel del artista en la revolución y el socialismo.

Finalmente, el primer volumen de apuntes Termina con un texto de gran importancia historiográfica, escrito a principios de los años 1930: “Así se conquistó la jornada de 8 horas”. En él, Martínez de la Torre hace una historia del movimiento sindical peruano desde sus inicios, a principios del siglo XX, trayendo numerosos documentos, folletos, discursos y relatos de luchas hasta 1919. Este artículo fue publicado nuevamente en 1978. , como complemento a la reedición (en formato libro) del texto El movimiento obrero en 1919 (Lima: Ediciones Cronos, 1978).

Respecto al segundo volumen de apuntes, contiene varios escritos del período 1939-1945, cuando Martínez de la Torre participó activamente en la campaña electoral del demócrata liberal Manuel Prado, ocasión en la que libró duras polémicas contra el aprisma. En Tareas fundamentales de nuestro movimiento (s/l: Ediciones Frente, 1942), el autor sostiene que la tarea de los comunistas es luchar por la democracia burguesa y contra el fascismo, junto con sectores de la pequeña burguesía. Muy marcado por el contexto de la lucha antifascista de la Segunda Guerra Mundial, el texto defiende un amplio frente de acción policlasista contra las fuerzas reaccionarias del espectro político peruano y global.

También hay un ensayo en el volumen titulado “¿Es el Perú una nación?” –publicado años antes (s/l: Ediciones Frente, 1943)–, en el que Martínez de la Torre se aleja de las ideas de Mariátegui sobre la cuestión nacional, y refiriéndose a los escritos de Stalin, rechaza como “populismo” la propuesta de alianza estratégica entre el campesinado (de tradición colectivista indígena, fundado en el ayllus) y el proletariado industrial o rural.

El escrito "La reforma universitaria en Argentina”(vol. II) fue publicado previamente en amauta (n. 30, 31, 32) y, próximamente, por Ediciones Frente (1943); Tiene la particularidad de contar con comentarios del comunista argentino Paulino González Alberdi, escritos durante su estancia en Lima como asesor del PCP y representante de la Internacional Comunista, en 1930.

Finalmente, se menciona que en el cuarto volumen de apuntes Hay una sección titulada “¿Por qué renunció al Partido Comunista?”, en el que varias cartas escritas a finales de 1931, acompañadas de notas a pie de página, presentan los conflictos entre el autor y la dirección del Partido.

Artículos de Ricardo Martínez de la Torre en la revista amauta están disponibles en el portal Revistas culturales (https://revistas-culturales.de), desde Universidad de Tubinga (Alemania). Y su homenaje póstumo a Mariátegui, de 1932, está disponible en el portal Marxistas (www.marxistas.org).

*Jean-Ganesh Faria Leblanc es historiadora, doctora en Estudios Latinoamericanos por la Universidad de Lyon.

Publicado originalmente en el Núcleo de Praxis-USP.

Referencias


COLL, Edna. Índice de información de la telenovela hispanoamericana (v. 5). San Juan: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1974. Disp.: https://books.google.com.br.

FLORES GALINDO, Alberto, La agonía de Mariátegui: la polémica con la Comintern, Lima: DESCO, 1980.

GUADALUPE, Sebastián, “Ricardo Martínez de la Torre y la historiografía peruana del movimiento obrero”. Revista del Instituto Seminario de Historia Rural Andina, No. 8, 2022. Disp.: https://revistasinvestigacion.unmsm.edu.pe.

JIEFETS, Lazar; JIEFETS, Víctor. América Latina en la Internacional Comunista, 1919-1943 – Diccionario biográfico. Santiago de Chile: Ariadna Ediciones, 2015.

RUILLON, Guillermo. La creación heroica de José Carlos Mariátegui (tomo I): la Edad de Piedra. Lima: Arica, 1975.

______. La creación heroica de José Carlos Mariátegui (tomo II): la época revolucionaria. Lima: Alfa, 1984.


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