por LUIS FERNANDO NOVOA GARZÓN*
Bacurau es una versión captada por Kleber Mendonça en su lectura transversal e inversa de Brasil.
Cuando se estrenó la película en 2019, lo que quedó claro en esos años de ascenso del bolsonarismo al seno del Estado brasileño fue la sensación de lanzar un grito ahogado, una pequeña victoria en las pantallas anticipando victorias mayores por venir. Bacurau Fue una venganza estética, una narrativa vengativa (“libro vengador”, como Euclides da Cunha definió el significado singular de los sertones).
Confirmados e incluso superados muchos de los escenarios distópicos presentados en la película, lo que perdura y merece ser revisado es la valentía de comprender la necesidad de resistir. Frente al pacto fáustico de nuestras élites entregando agua, territorios y pueblos al disfrute irrestricto de quien más pueda tomar y pagar, ahí está el chotacabras, el pájaro lúgubre, ahí está Bacurau encarnado como aldea en espera. Con BacurauEn la película, nos vemos y nos vemos como gente del campo periférica, escéptica frente a los procesos formales de representación y, por lo tanto, esperanzada en el conocimiento colectivo experimentado y retenido en la memoria.
En el penúltimo largometraje dirigido por Kleber Mendonça, hay, pues, una solución tejida en la retina, hecha a partir de una trenza de recuerdos. En estos momentos en que los peores pronósticos se cumplen rápidamente, el “modo Bacurau” puede servir como antídoto a las actitudes crédulas y pasivas que apuntan exclusivamente a soluciones institucionales y legales.
Dada la política de olvido que continúa de manera extraoficial, no hay lugar para ningún tipo de silenciamiento. Sí, Bacurau Fue un grito y es muy oportuno repetirlo, porque por un lado Todavía estamos aquíPor otro lado, los agentes de la necropolítica nos persiguen y tienen precio nuestras cabezas.
Si lo que se desea es el desmembramiento de lo vivido y lo recordado, aquí hay versiones de otras realidades, lo más completas posibles. No importa si la versión presentada es la favorita de todos, lo que importa es poder discutir y experimentar con opciones, perspectivas y caminos. Bacurau Se trata de una versión captada por Kleber Mendonça en su lectura transversal e inversa de Brasil.
Así mismo, en Sonido alrededor (2012), su primer largometraje, la trama deduce la ciudad del ingenio azucarero, la riqueza territorial de los terratenientes. En la metrópoli asediada, las zonas urbanizadas enrarecidas se privatizan y se gentrifican. Aquella calle, bajo ataque especulativo y miliciano en la playa de Boa Viagem, es un simulacro del molino y de los ríos de sangre que movieron sus molinos.
La asociación duradera entre las propuestas expansionistas y los discursos de “guerra cultural” revela cuánto se han vaciado los espacios y las proyecciones públicas y cuánto necesitamos delinear, trazar, recordar y prever. Bacurau es una adición al posible repertorio de rebelión que incuba figurativamente una revolución popular brasileña.
Ciencia ficción o documental alegórico, todo comienza con la procesión de doña Carmelita, matriarca de la memoria colectiva resocializada en el ritual. Pero frente al ángel exterminador que actúa bajo los términos de un voraz juego genocida, todas las fuerzas se unen para detener la guerra total. La película revela y hace perceptibles las paradojas de nuestra historia, de nuestra (de)formación. Hay capas arcaico-modernas inseparables, un palimpsesto de revueltas sofocadas, no resueltas, de las muchas cosas que podríamos ser.
No estamos ante la deshidratación de un supuesto Estado de derecho ni ante un alejamiento de los “valores democráticos”. La fórmula constitutiva para la recuperación de las “posiciones perdidas” en términos comerciales, geopolíticos y culturales anunciada en la sede del Imperio (por ejemplo el lema MAGA – Hacer de Estados Unidos Gran nuevo) –y que se generaliza a sus fronteras– es la utilización de “estándares abiertos” para que los particularismos puedan ser “libremente” estandarizados como interés general.
Es necesario, por tanto, dar paso a imaginarios utópicos y literalmente palpables, en los que importan los afectos y las sensibilidades. La orden, por ser “de hecho”, no quiere decir que sea válida, ¿qué hay, quién dijo que será?
Es por eso que las canciones y los sonidos juegan un papel tan crucial en la filmografía de Kleber Mendonça. El cancionero popular brasileño del siglo XX fue, según José Miguel Wisnik (2012), “el lugar que mejor abrigó a Brasil. […] allí […] la vida brasileña se podía reconocer en canciones […] que nos daban esa sensación […] de participar de la misma experiencia”.
Bueno, si somos capaces de cantarnos a nosotros mismos, entonces existimos; Pronto podremos cantar lo que podemos ser. En estas canciones, que desaparecen y resurgen al mismo tiempo, se requiere “una escucha concentrada de lo que se dice y se canta y de la relación entre lo que se dice y la música misma”, como dice Artur Nestrovski (2012).
Son evocaciones, en la interpretación de Fernando Barros e Silva, de “rastros de una extraña civilización” que “los buceadores vendrán a explorar”, parafraseando la canción “Futuros amantes” de Chico Buarque (1993): “alguien oirá la canción que se hundió en el mar” (BARROS E SILVA, 2009, p. 27).
Em Bacurau, la canción de apertura, dice lo que precede y procede al levantamiento popular filmado: “Voy a hacer una canción de amor para grabar en un platillo volante. Una canción que le dice todo, que sigo solo, enamorado. Lanzar al espacio exterior. “Mi pasión brillará de noche en el cielo de un pueblo del interior” (Caetano Veloso, 1969).
En un lugar no identificado, disputar los significados de lo experimentado es disputar los significados de lo que se puede experimentar. El pasado es un repertorio interminable de atajos hacia otros futuros que deben ser recorridos en el tejido de conversaciones, relaciones, destellos de sueños y pesadillas. Al reinterpretar las interpretaciones de Canudos, nave nodriza de casi todas nuestras utopías, Joana Barros propone “reescribir esta historia y esta tradición de lucha y de vida no a través de una avenida recta, sino a través de pequeños caminos en los que nos perdemos y aprendemos a encontrarnos colectivamente” (2019, p. 33).
Los caminos trazados por Kleber Mendonça en Bacurau Por eso siguen siendo una invitación a trazar y retrazar nuestra historia.
*Luis Fernando Novoa Garzón Es profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Federal de Rondônia.
Referencias
EL FINAL DE LA CANCIÓN: Luiz Tatit, Zé Miguel Wisnik y Arthur Nestrovski. Dirigida por Daniel Augusto. Brasil: 2012. São Paulo: Selo Sesc SP, 2012. [DVD]. (76 min.), color.
BARROS, Joanna. Desarrollo y narrativas del atraso: la campaña contra Canudos y los caminos de resistencia. En BARROS, JOANA, PRIETO Gustavo, MONTEIRO, Caio (orgs). Backlands, Backlands: repensando contradicciones. Reconstruyendo caminos. Nueva York: Oxford University Press, 2019
SILVA, Fernando. El final de la canción (alrededor del último Chico). Sierra de mano, Sao Paulo, v. 3, 2009.
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