por ANGELITA MATOS SOUZA*
La teoría de la dependencia debe ser la perspectiva más internacional que produzcan las Ciencias Sociales latinoamericanas
El principal efecto político del proceso de desarrollo capitalista desigual a escala mundial es la configuración de un Estado dependiente en los países del Sur global. Durante años hemos buscado desarrollar una reflexión sobre el problema del Estado dependiente, argumentando que su singularidad proviene, fundamentalmente, del hecho de que los intereses extranjeros pesan en la elaboración de las políticas de Estado, notablemente en la política económica.
Se podría objetar que los estados de los países dominantes también tienen que considerar los intereses externos en la elaboración de sus políticas. Ciertamente, pero el Estado actúa para defender los intereses de sus capitalistas. Por ejemplo, el Estado francés debe considerar los intereses financieros internacionalizados, bajo la égida del capital financiero de los EE.UU., pero para defender a “sus banqueros”, en la medida en que los intereses se articulan internacionalmente, a pesar de la competencia en el mercado mundial.
Un gobierno en Francia difícilmente consideraría vender un gran banco público a grupos norteamericanos, como se conjeturó aquí para vender Banco do Brasil. Lo más probable es que el Estado actúe para evitar la adquisición de cualquier banco francés relevante, público y/o privado, por parte de grupos extranjeros. En efecto, en el caso de las relaciones entre poderes, bien podríamos hablar de interdependencia.
Parece obvio, pero hay que decirlo. Así como la idea de que el esquema de base y superestructura, en el que la base sería el determinante, es insuficiente para entender el capitalismo, incluso el dependiente. Para superar este punto de partida, ayuda leer el libro Capitalismo en debate, de Nancy Fraser y Rahel Jaeggi, pues consiste en una propuesta sugerente para entender el capitalismo como una totalidad social compleja cuyo principal objetivo es el esquema base-superestructura.
En este punto, nos gustaría señalar que al menos dos veces las opiniones sobre nuestros artículos han acusado una falta de comprensión de la teoría de la dependencia, sobre la base de que la centro de la teoría residiría en el aspecto económico, siendo consecuencia la dependencia política y financiera. Lo que entendemos perfectamente, solo proponemos que la teoría de la dependencia sea repensada a partir de la superación de este supuesto.
Como argumentan Nancy Fraser y Rahel Jaeggi, incluso si la “historia oficial” del capitalismo intenta ocultarlo, la esfera económica depende de la esfera política para reproducirse. Del mismo modo, diríamos que el capitalismo dependiente depende del Estado para reproducirse.
La teoría de la dependencia debería ser la perspectiva de mayor alcance internacional producida por las Ciencias Sociales latinoamericanas. Sus dos corrientes principales se sitúan en el campo marxista o marxista-amigable, la vertiente relacionada con la obra de Fernando Henrique Cardoso y Enzo Faletto, al priorizar las relaciones de clase en el análisis de la dependencia; y la Teoría Marxista de la Dependencia (TMD) al enfatizar los efectos de las relaciones económicas internacionales desiguales (imperialismo).
En este siglo se ha retomado en particular el TMD, acompañando el retorno de la problemática del imperialismo a la teoría crítica del capitalismo. Sin embargo, algunos analistas acusan la insuficiencia de la teoría de la dependencia (generalmente referida a la TMD) para comprender las experiencias exitosas del desarrollo capitalista tardío, especialmente en Asia, debido al peso atribuido a las restricciones externas. El surgimiento de China agudizó las críticas: la teoría de la dependencia quedaría sepultada por los casos exitosos de desarrollo en Asia, con China al frente.
Aún existe el problema de la falta de un cuerpo teórico sistematizado, por lo que algunos prefieren hablar de escuela/foco en la adicción (abordamos el tema en Souza, 2021). Por nuestra parte, defendemos que la teoría es productiva incluso para comprender los éxitos asiáticos y la existencia de un “hilo conductor” que autoriza la calificación de la teoría. En el caso de China, sus dos principales corrientes teóricas serían productivas para aprehender su éxito, ya que la experiencia combina la revolución nacional-popular como punto de partida y la asociación productiva con el capital extranjero en las últimas décadas.
En cuanto al “hilo conductor” o núcleo común de la teoría de la dependencia, se trata, en primer lugar, del punto de partida: la teoría del desarrollo desigual y combinado del capitalismo a escala mundial (teoría del imperialismo). Correspondientemente, existe una preocupación por la periodización, ya que si es posible distinguir los regímenes de acumulación en la historia del capitalismo (capitalismo monopolista liberal-competitivo organizado por el Estado; capitalismo neoliberal), también es necesario diferenciar las fases en las relaciones de dependencia.
A su vez, el mayor legado de la teoría de la dependencia reside en el método de abordaje propuesto, que para nosotros es lo que garantiza la pertinencia de la perspectiva. Las dos corrientes convergen en la defensa del análisis integrado, dirigido a explicar las formas de articulación entre factores internos y externos, en el que la dimensión interna importa tanto como las limitaciones externas. Sin embargo, no es un método fácil de practicar, incluso en las dos corrientes principales de la teoría, existen diferencias de énfasis. La corriente cardosiana valora la vida política doméstica en la modulación de formas de dependencia; TMD enfatiza las limitaciones externas.
En cuanto al Estado, predomina el enfoque societal (o sociocéntrico), centrado en las relaciones internas de clase (cardosiana) o en las relaciones económicas internacionales desiguales (TMD). Sin embargo, el tema del estado dependiente no ocupa un lugar destacado en las dos corrientes principales de la teoría de la dependencia. En este aspecto encontramos su principal limitación.
Esto se debe a que el estudio de los obstáculos al desarrollo, engendrados por el proceso de desarrollo desigual y combinado del capitalismo a escala global, necesita dilucidar las convergencias y coaliciones de intereses entre los capitalistas nativos y sus pares extranjeros, el papel del Estado en siendo crucial organizar estas convergencias y coaliciones. Es en este papel del Estado que debemos buscar la principal explicación de los éxitos o fracasos del proceso de industrialización en los países de desarrollo capitalista tardío, desde la perspectiva de conquistar posiciones más ventajosas en el orden capitalista mundial.
Como decíamos, el Estado dependiente se distingue por tener muy en cuenta los intereses extranjeros en la elaboración de sus políticas. Implica decir que estos intereses son parte del bloque de poder, y pueden ser los intereses hegemónicos, defendidos por las clases/fracciones nacionales dominantes. Una situación promisoria para la imposición de diversas restricciones a la actuación de los Estados, especialmente en la conducción de la política económica.
Aun así, el Estado dependiente no debe ser visto como el mero comité ejecutivo de los asuntos comunes de los capitalistas extranjeros y los socios locales, aunque esta descripción puede servir en muchos casos, en general las relaciones son más complejas y ayuda en su comprensión la noción de autonomía relativa del Estado, sobre la que no volveremos aquí (ver Souza, 2021).
Lo que nos gustaría señalar es que la ausencia de un estado dependiente (en un país del Sur global) es llamativa en la experiencia china. Por el contrario, el éxito chino puede atribuirse a la capacidad del Estado para planificar y coordinar el proceso de desarrollo económico, asociado al capital extranjero (Souza; Braga, 2023). En este proceso, el estado no solo creó la clase capitalista china sino que la mantuvo (mantiene) bajo control.
Algo posible porque el punto de partida revolucionario preveía la configuración de un Estado no dependiente, factor sin el cual sería difícil entender la autonomía estatal en la conducción del exitoso proceso de inserción de la economía china en la economía mundial. Evidentemente esto no lo explica todo, los procesos revolucionarios en otros países no condujeron a un Estado no dependiente, ni resultaron en un desarrollo vía asociación con el capital extranjero (ineludible).
China se vio favorecida por la globalización de la producción y los consiguientes reordenamientos territoriales, en medio de transformaciones geopolíticas y científico-tecnológicas desde fines de la década de 1970. La oferta de mano de obra abundante y barata, las expectativas de expansión de los mercados (con consumo en la propia China) , y factores relacionados con los intereses geopolíticos de EE.UU. auspiciaron la inserción de China en la economía mundial como fábrica del mundo. En este proceso, los grupos extranjeros ciertamente impusieron sus condiciones a los chinos, pero el Estado trazó planes y estrategias para mejorar las condiciones de negociación y condujo a un resultado sorprendente.
Finalmente, vale la pena mencionar casos más modestos de estados no dependientes. De acuerdo con la definición de Estado dependiente brindada anteriormente, es posible afirmar que la economía venezolana sería dependiente (de las exportaciones de un producto primario), pero el Estado busca afirmarse como no dependiente (y esta afirmación no implica defensa del régimen político). Una realidad que, por cierto, refuerza la necesidad de abordar la dependencia en una dimensión política.
Agregaríamos también Bolivia bajo los gobiernos de Evo Morales y Argentina bajo los gobiernos de Kirchner como intentos de engendrar un Estado no dependiente. En el caso de Argentina, el péndulo volvió al neoliberalismo, con la elección de Mauricio Macri, y en Bolivia la situación actual es muy complicada.
El caso brasileño es diferente por la existencia de un Estado dependiente, que se endeudó excesivamente en la década de 1970, en un momento de liquidez en que los bancos internacionales querían prestar, y en la década de 1990 obedeció de manera subordinada a las recomendaciones de los organismos financieros internacionales. instituciones, a través de los procesos de renegociación de la deuda externa. Esto fue definitivo para el retroceso de la economía industrial desde entonces.
Para concluir, un breve comentario sobre la experiencia de desarrollo en Corea del Sur, marcada por el protagonismo estatal, como Brasil. Dos casos exitosos dentro del modelo de desarrollo dependiente y asociado que se explican por la capacidad del Estado para conducir este proceso. Sin embargo, Corea del Sur se benefició mucho más de la geopolítica estadounidense durante la guerra fría.
De hecho, EE. UU. permitió y patrocinó el desarrollo de Corea del Sur por razones geopolíticas. El resultado fue la formación de grandes grupos económicos internacionalizados (a partir de una robusta burguesía interna), lo que dificulta reducir al Estado surcoreano al papel de representante de burgueses que prefieren las ganancias derivadas de la asociación subordinada a los intereses foráneos.
En resumen, insistimos en la centralidad del Estado para repensar la dependencia e, igualmente, para comprender los éxitos asiáticos. Entendemos que la teoría de la dependencia sigue una fructífera aproximación al análisis del problema del desarrollo en los países de capitalismo tardío, siempre que se avance en el campo de la teoría política o de la reflexión sobre el Estado dependiente.
*Angelita Matos Souza es politólogo y profesor del Instituto de Geociencias y Ciencias Exactas de la Unesp.
Referencias
FRASER, N.; JAEGGI, R. Debatiendo el capitalismo. Una conversación en teoría crítica. São Paulo: Boitempo, 2020 (https://amzn.to/3E14srI).
SOUZA, AM; BRAGA, S. Relaciones Brasil-China en la perspectiva de la “teoría de la dependencia”. Serie Documentos de Trabajo (MPS) de la REDCAEM, núm. 34 de mayo de 2023.
SOUZA, AM Gobiernos de dependencia y del PT. Curitiba: abril de 2021 (https://amzn.to/45f7l4h).
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