por FERNANDO NOGUEIRA DE COSTA*
¿Es incoherente transponer una visión religiosa a una visión económica pragmática, basada en negociaciones fructíferas para ambas partes?
1.
La diferencia en la relación con la riqueza entre los judíos y los primeros cristianos tiene raíces teológicas, históricas y socioculturales. Posteriormente, influyó en la disidencia entre protestantismo y catolicismo, analizada por Max Weber en el libro La ética protestante y el espíritu del capitalismo. Este pensamiento se desarrolló en EE.UU., donde los protestantes adoptaron una visión más cercana a la cultura judía en su relación con el dinero.
En el judaísmo, la riqueza no se considera un obstáculo espiritual, sino una bendición de Dios si se adquiere éticamente y se utiliza para el bien de la comunidad. Esta visión se basa en textos sagrados, que enseñan que el trabajo y la prosperidad son valorados, incluso porque patriarcas como Abraham, Isaac y Jacob eran ricos y considerados bienaventurados.
La riqueza es una responsabilidad. El judío debe practicar la justicia social y la caridad, ayudando a los necesitados.
Para los judíos, extraer intereses del dinero no es inmoral. Si esto no se puede hacer entre judíos es por solidaridad, y no por prohibición moral. El dinero debe ser un medio de sustento y no de explotación, fomentando negocios productivos.
Desde una edad temprana, se anima a los judíos a valorar la educación financiera y a entender el dinero como una herramienta para la independencia. Este enfoque de “sin culpa” contribuyó al éxito de los judíos en los negocios y las finanzas cuando históricamente se les prohibía poseer tierras en los países cristianos.
El cristianismo primitivo adoptó la pobreza como predestinación, virtud y salvación. Los primeros cristianos veían la riqueza con sospecha, influenciados por las enseñanzas de Jesús de separarse del dinero: "Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el reino de Dios".Mateus 19: 24).
La realidad social de la época era muy importante porque los primeros cristianos vivían en comunidades donde compartían bienes, es decir, una economía de trueque sin moneda. La pobreza era vista como un camino de salvación, ya que evitaba el apego material y fomentaba la confianza en un ser sobrenatural, omnipresente, omnipotente y omnisciente, como “el mercado”…
El martirio y la abnegación eran valorados como ideales de la vida espiritual. Esta mentalidad se mantuvo fuerte en el catolicismo medieval, reforzada por la valorización de la vida monástica y del celibato. Ambos predicaban el desapego de los bienes materiales.
Esta obsesión por la esterilidad del dinero también remite al odio a la sensualidad, prohibida fuera del matrimonio. Para esa religión nada debería ser fértil fuera de lo creado por Dios. Hacer que el dinero genere intereses es equivalente a fornicar…
2.
De ahí surgen las diferencias entre ambas doctrinas económicas. En ambos se cree en las virtudes de la caridad, la justicia y la ofrenda. Pero para los judíos es deseable ser rico, mientras que para los cristianos es aconsejable ser pobre.
Para los judíos, la riqueza es un medio para servir mejor a Dios. Para los cristianos sólo puede ser perjudicial para la salvación.
Para los judíos, el dinero puede ser un instrumento de bien. Para los cristianos, los efectos son siempre pecaminosos.
Para los judíos, todo el mundo puede disfrutar de un dinero bien ganado. Para los cristianos, esto –una “cosa sucia”– no debería acumularse en nuestras manos.
Para los judíos, morir rico es una bendición, si el dinero fue adquirido moralmente y la persona ha cumplido con todos sus deberes hacia los pobres de la comunidad. Para los cristianos, morir pobremente es la condición necesaria del sufrimiento para la salvación.
Con la Reforma Protestante (siglo XVI), especialmente con Juan Calvino, surgió una disidencia que consideraba la riqueza como un signo de predestinación. En esta nueva visión del dinero, el trabajo duro y el éxito serían signos de la gracia o predestinación de Dios.
La riqueza dejaba de ser condenada si se utilizaba racionalmente y sin ostentación. Se alentaba a que las ganancias se reinvirtieran en la economía, en lugar de gastarlas en lujos o donarlas a la Iglesia. Esta ética protestante se extendió a países como Holanda, Inglaterra y Estados Unidos, donde el capitalismo estaba más desarrollado.
En Estados Unidos, los protestantes se identifican con los valores culturales judíos debido a la valoración del espíritu emprendedor y la inversión. La riqueza llega a ser vista como un signo de trabajo duro y mérito.
La educación financiera y la filantropía constituyen una responsabilidad moral. Esta cultura financiera condujo a una fuerte presencia de judíos y protestantes en el mercado financiero y al apoyo de Estados Unidos a Israel, consolidando esta afinidad.
La relación entre el judaísmo y el dinero siempre ha sido pragmática y ética, mientras que el cristianismo primitivo veía la pobreza como un ideal. La Reforma Protestante rompió con esta visión, acercando a los protestantes al pensamiento judío sobre la riqueza. En Estados Unidos, esta afinidad ayudó a dar forma al espíritu capitalista.
3.
La condena del interés (usura) en las tres grandes religiones monoteístas —cristianismo, judaísmo e islam— tiene raíces éticas, morales y económicas, relacionadas con el ideal de justicia social y la aversión a la explotación financiera. Pero existen diferencias en cómo cada religión interpreta y aplica esta restricción.
Entre las razones de la prohibición del interés en estas religiones hay una cuestión moral y ética, ya que el interés es visto como una forma de explotación de los necesitados. Aquellos que necesitan crédito generalmente se encuentran en una situación frágil.
Cobrar intereses sin participar en los riesgos puede considerarse una ganancia sin esfuerzo productivo. Contradice los principios religiosos de justicia económica.
La lógica del interés puede concentrar la riqueza en manos de los acreedores, profundizando las desigualdades. La preferencia por compartir riesgos y beneficios busca un modelo económico donde todos los involucrados en la financiación tengan responsabilidad por el éxito o el fracaso de la inversión.
El interés permite al acreedor obtener beneficios incluso sin contribuir activamente –solo con pasivos (deuda)– a la generación de riqueza, mientras que la financiación basada en la asociación (beneficios y riesgos compartidos) exige implicación y compromiso conjunto con la empresa. El modelo asociativo prioriza la productividad real sobre el rentismo improductivo.
El judaísmo practica la moderación interna y se adapta al mercado prohibiendo el cobro de intereses entre los judíos, pero permitiendo el cobro de intereses sobre préstamos a los no judíos. Para sortear esta limitación, se crearon contratos para transformar el préstamo en un acuerdo de asociación, compartiendo riesgos y beneficios. Históricamente, se alentó a los judíos a crear bancos en la Europa cristiana, donde se les permitía prestar dinero con intereses.
La Iglesia católica medieval condenó la usura basándose en pasajes como Lucas 6:35: “Presta sin esperar nada a cambio” [?!]. A medida que el comercio y las finanzas crecieron, la prohibición se relajó.
En el siglo XVI, la Reforma Protestante permitió un interés moderado si era justo y productivo. Actualmente, la Iglesia Católica acepta el interés, siempre que no sea abusivo (Desgaste), como en la legislación brasileña.
En el Islam, la prohibición del interés es absoluta, basada en la Corán (2:275): “Dios permitió el comercio, pero prohibió la usura”. El sistema financiero islámico funciona compartiendo ganancias y pérdidas o riesgos. Los bancos islámicos utilizan estructuras como la venta con un margen de beneficio predefinido, arrendamiento Valores islámicos y respaldados por activos islámicos.
¿Es incoherente transponer una visión religiosa a una visión económica pragmática, basada en negociaciones fructíferas para ambas partes? La condena del interés por estas religiones pretende haber surgido como protección contra la explotación y la desigualdad.
Con el tiempo, el judaísmo y el cristianismo relajaron sus posturas, mientras que el Islam mantuvo el sistema financiero sin intereses. El modelo de asociación de riesgos y ganancias se alinea con la idea de que el dinero sirve a la producción y al crecimiento económico real, y no sólo al enriquecimiento del acreedor. Es curioso que la izquierda comparta esta crítica religiosa a la “financiarización”.[ 1 ]
*Fernando Nogueira da Costa Es profesor titular del Instituto de Economía de la Unicamp. Autor, entre otros libros, de Brasil de los bancos (EDUSP). Elhttps://amzn.to/4dvKtBb]
Nota
[1] Descargue gratuitamente la colección de artículos sobre las tres funciones básicas del sistema financiero: Fernando Nogueira da Costa- Tres Entidades: Pagos-Financiamiento-Enriquecimientos – Marzo de 2025
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