por JOSÉ LUÍS FIORI*
Los hombres toman conciencia y se liberan investigándose a sí mismos
“En sociedades cuya dinámica estructural conduce al dominio de las conciencias, la “pedagogía dominante es la pedagogía de las clases dominantes”. Los métodos de opresión no pueden, contradictoriamente, servir a la liberación de los oprimidos. En estas sociedades, regidas por los intereses de los grupos, clases y nacionalidades dominantes, la “educación como práctica de la libertad” postula necesariamente una “pedagogía de los oprimidos” (Ernani María Fiore [ 1 ])
“Dialética y Libertad” es el título de un “documento de trabajo” que escribí en 1967, cuando participé como “joven aprendiz” en una investigación –junto a María Edy Chonchol y Marcela Gajardo– dirigida por Paulo Freire, sobre “el universo tema de los campesinos chilenos”, realizado en el Instituto de Investigación y Capacitación en Reforma Agraria (ICIRA/FAO), con sede en Santiago de Chile. Esta investigación se realizó al mismo tiempo que Paulo Freire escribía su obra clásica, Pedagogía del oprimido (1967-1968) que discutía -casi a diario- con su equipo de investigación y con otros compañeros del propio ICIRA.
En 1973, este pequeño texto introductorio a nuestra investigación, que fue encargado por el propio Paulo Freire, se incluyó en un libro publicado en Bilbao, España, junto con dos artículos de P. Freire y EM Fiori. Mi texto fue escrito originalmente en español, pero como lo releo ahora, después de 54 años, decidí traducir solo una parte y volver a publicarlo libremente, no por su valor intrínseco, sino como un documento de una época que puede ser útil para los estudiosos. de la formación y vida de Paulo Freire, y como una forma de recordar y honrar a Paulo, quien fue para mí un maestro inolvidable, un humanista y un amigo de toda la vida, a pesar de las distancias geográficas y de nuestra diferencia generacional. Los años han endurecido mis ideas y mis esperanzas, pero nunca podré olvidar el perenne optimismo de Paulo, y una lección que me enseñó cuando nos conocimos: “nunca tengas miedo de tus propias ideas, incluso cuando cambien con el tiempo”.
Dialéctica y libertad
Ninguna acción humana puede entenderse fuera del contexto histórico de sus relaciones sociales y culturales, y de sus determinaciones estructurales; relaciones de los hombres con el mundo, y de los hombres con otros hombres, en todo el mundo. Por tanto, la acción humana es siempre interacción, comunicación y transformación. No existe sin un sujeto que lo pretenda, y sin un objeto que sea “intencionado”. Es “praxis” y, como tal, tiene una dimensión “finalista” que se define y orienta por valores que están dinámicamente interconectados, y que constituyen el contenido esencial de toda acción.
A pesar de su inmensa complejidad, es posible hablar y clasificar las acciones humanas en al menos dos grandes tipos, según la posición jerárquica del actor: “acciones masificadoras o dominadoras” y “acciones sensibilizadoras o liberadoras”. En el primero, el hombre es objeto del hombre mismo, ocupando el lugar de “mediador instrumental” entre el hombre y el mundo. En los otros, los hombres se constituyen y construyen dialógicamente como sujetos de un “mundo de objetos”. En un caso, los contenidos y fines son impuestos por un hombre a otro y por un grupo a otro. En el segundo caso, los contenidos y fines de la acción son buscados y realizados conjuntamente por los dos “polos” involucrados en todas y cada una de las relaciones o situaciones concretas.
La inspiración original de esta investigación sobre la “conciencia campesina”, y de este proyecto más amplio de acción pedagógica propuesto por Paulo Freire, nace del reconocimiento de esta dicotomía fundamental, pero no de un reconocimiento pasivo – por el contrario, de una clara y opción definida por los oprimidos. Un proyecto de acción pedagógica transformadora que parte de investigar la realidad cambiante de las personas involucradas y luego regresa a estas personas, tematizando y problematizando sus problemas y desafíos más cruciales. Por tanto, en esta concepción pedagógica, la investigación, la tematización y la problematización se suceden y se articulan dialécticamente como un momento de un mismo proceso de análisis, síntesis y superación. Una acción cultural que parte, por tanto, de una pedagogía dialógica que parte de la investigación misma del “universo temático” de los pueblos.
Luego continúa con la tematización de este universo para volver a las personas en forma de contenidos problemáticos. Este proceso se reinicia y refunda continuamente, a medida que los pueblos superan sus experiencias en el mundo, reflexionando sobre ellas e integrándolas en una visión cada vez más integral y crítica, y en una acción transformadora cada vez más amplia e incluyente. Reflexión y praxis, por tanto, aparecen en esta pedagogía como polos que se implican y se implican mutuamente en una continua superación.
Desde este punto de vista, la educación no es algo que se piensa y estructura en un mundo vacío de meditaciones metafísicas. Es una acción y una intervención que no puede tener lugar fuera de las relaciones concretas de los hombres en todo su mundo. Y en este sentido, la acción pedagógica no puede escapar a la dicotomía propuesta al inicio de este texto. La pedagogía se sitúa en el mundo de las acciones y relaciones humanas y, en estos términos, o es masificadora o liberadora, y no puede ser ambas cosas al mismo tiempo.
Al postular una educación que nace del pueblo y define sus contenidos y fines con el pueblo, Paulo Freire defiende una pedagogía “del pueblo”, y no “para el pueblo”. “Una pedagogía en la que el oprimido sea capaz de descubrirse y conquistarse reflexivamente a sí mismo, como sujeto de su propio destino histórico.”1 Una pedagogía que, investigando y tematizando el mundo junto con el pueblo, haga del mundo del pueblo un “ continua retoma de reflexivos de sus propios caminos de liberación”.2 En definitiva, una pedagogía que sensibilice, se asuma y se defina plenamente como una acción “desmasificadora” y liberadora, y como una investigación que se proponga ser dialéctica y política, en la medida en el que sitúa la liberación como un objetivo ético y una búsqueda permanente.
La propuesta básica de la investigación de Paulo Freire es hacer una investigación que sea pedagógica y una pedagogía que sea al mismo tiempo investigativa. El proceso educativo, según Freire, implica investigación y la trasciende al mismo tiempo, pero en la medida en que la investigación es parte del proceso educativo, también debe ser concebida y pensada dialécticamente. Por eso mismo, la investigación nunca trata de encerrar la realidad en un espacio de tiempo limitado; por el contrario, busca adaptar su método y técnicas al movimiento dinámico de la realidad misma. Proponiendo el objetivo de capturar históricamente una sociedad en permanente movimiento, se relaciona con el movimiento mismo de esta sociedad, contrariamente a la antropología tradicional y la metodología clásica de la sociología empírica.
Sin aceptar jamás la “objetivación” del hombre y de su mundo, al proponer la necesidad de hacer “pseudo-investigado” al propio pueblo, el verdadero sujeto es un investigador de su mundo y de su forma de pensar sobre este mundo. La investigación, al captar y objetivar junto con la comunidad sus propias situaciones y desafíos existenciales estratégicos, permite a la propia comunidad objetivar y criticar su propia situación en este mundo a través del diálogo y el ejercicio de la reflexión crítica.
Primero, se codifican ciertas situaciones existenciales, que luego se proyectan y discuten en los “círculos de investigación”. Después, es el pensamiento mismo de las personas expuesto a través de los diálogos el que se recodifica en forma de “temas recurrentes” y cruciales que son re-presentados y propuestos para la discusión del grupo en nuevos y sucesivos “círculos de cultura”. Y es así, a través de codificaciones existenciales y decodificaciónes dialógicas, que avanza la investigación, buscando insertarse dinámicamente en la realidad comunitaria e histórica del grupo. De esta forma, los “círculos de investigación” y los “círculos de cultura” se suceden continuamente, constituyendo el método por el cual la investigación y la actividad pedagógica avanzan juntas, codificando, decodificando y recodificando la vida de la comunidad y el mundo “externo”. , junto con los investigadores.
De esta forma, las distinciones entre los dos tipos de “círculos”, impuestas por la propia cronología del proceso investigativo y educativo, van desapareciendo progresivamente, transformándose los círculos de investigación y cultura en una sola realidad, en un solo “círculo”, en el que la investigación y la educación tienen lugar al mismo tiempo y en el mismo lugar.
Los participantes de los “círculos de investigación”, en cambio, al discutir sus situaciones existenciales, comienzan a distanciarse y a criticar su propio pensamiento y su visión de su propio mundo, que está siendo objetivado y cuestionado en su forma de ser anterior al el inicio del proceso investigativo-educativo. Así, los participantes, juntos, acaban objetivando su propia forma anterior de expresar su mundo, asumiendo una nueva conciencia de sí mismos y del mundo que les rodea, sin ver ni poder decir lo que en realidad estaban viviendo. De esta forma, la comunidad se asume como investigadora de sí misma, y esta nueva actitud se desarrolla cada vez más en los “círculos de la cultura”, donde la comunidad crítica supera reflexivamente sus propias condiciones inmediatas, capacitándose para transformar juntos su mundo real.
Paulo Freire diría que la comunidad emerge de su “conciencia ingenua”, asumiendo cada vez más la postura propia de una “conciencia crítica”. Esto sería una reproducción, en menor escala, del mismo proceso universal de constitución dialéctica de la conciencia, como conciencia histórica movida por la pulsión existencial e histórica de la libertad. Por lo tanto, la actividad de investigación debe ser ya – en sí misma – interactiva y transformadora, haciendo de los hombres “investigados” sujetos de su propia superación y realización. Y por eso se puede decir o proponer que los hombres toman conciencia y se liberan investigándose a sí mismos.
Deste ponto de vista, o papel do investigador “profissional” termina em um determinado momento, mas a investigação continua na direção do futuro, nas mãos da própria comunidade investigada, e dos pedagogos que seguirão junto com a comunidade, pesquisando e se educando enquanto transformam el mundo. Y es en este sentido que se puede decir que la “investigación temática” se convierte en una práctica permanente de libertad. Es decir, el proceso de investigación y educación prepara a los hombres para la toma de decisiones sucesivas. Pero hay una decisión previa que inspira toda la investigación y que está presente en todas las etapas de este proceso que tratamos de describir: la opción y la decisión de permanente desarrollo de la conciencia crítica y liberación de los hombres oprimidos.[ 2 ]
* José Luis Fiori Profesor del Programa de Posgrado en Economía Política Internacional de la UFRJ. Autor, entre otros libros, de El poder global y la nueva geopolítica de las naciones(Boitempo).
Notas
[1] FIORI, Ernani María. “Aprender a decir tu palabra”. En: Freire, P.; Fiori EM y Fiori JL Educación liberadora. Bilbao: Cero SA, 1973, p. 9.
[1] FIORI, José Luís. “Dialéctica y Libertad”. En: Freire, P.; Fiori EM y Fiori JL Educación liberadora. Bilbao: Cero SA, 1973.