por GILBERTO LOPES*
En el aniversario 51 del triunfo de la Unidad Popular, Chile cruza el puente sobre el largo torrente neoliberal
Salvador Allende ganó las elecciones presidenciales en Chile el 4 de septiembre de 1970, en medio de una gran tensión política que despertó el interés mundial por lo que entonces se conoció como “la vía chilena al socialismo”. Karina Oliva, ahora candidata a senadora por “aprecio la dignidad”, coalición del Frente Ampla con el Partido Comunista, habla de lo ocurrido hace 51 años: se refiere a una “muy potente acumulación de fuerzas de los sectores populares”, que decidió dar vida al gobierno de la Unidad Popular (UP) . “Significó un proceso de cambio contrahegemónico en el que las clases subalternas decidieron dejar de serlo, para ser parte de un gobierno”, dice.
Un ciclo que fue “brutalmente interrumpido por el golpe militar y la dictadura cívico-militar, que cambió la estructura del Estado e instaló en Chile un modelo neoliberal, no solo en términos de matrices económicas, sino también culturales. Los ciudadanos fueron marginados de la política y el Estado fue desmantelado, quedando subordinado al poder económico, tanto nacional como transnacional”.
Durante dos días, en vísperas del 51 aniversario del triunfo de la UP, una veintena de participantes se dieron cita virtualmente para recordar “Chile medio siglo después de Allende: la lucha por la democracia y la Asamblea Constituyente”. La pandemia impidió que el evento se realizara el año pasado, como estaba previsto, cuando se cumplió el 50 aniversario del triunfo de la UP.
Seminario organizado por el Centro de Estudios Latinoamericanos Avanzados María Sibylla Merian (CALAS), con sede en la Universidad de Guadalajara y con tres sedes regionales (en San José, Quito y Buenos Aires). Fue con el Centro de Investigaciones Históricas de América Central (CIHAC), de la Universidad de Costa Rica, que se dio la conversación. Una plataforma de diálogo, un puente que unió, sobre el largo torrente neoliberal, poco más de 50 años de historia. Dos períodos de especial renovación política: el del gobierno de la Unidad Popular (1970-73) y la celebración de la Asamblea Constituyente actualmente en curso en Chile. Parte de sus informes fueron recogidos en este artículo.
Un oasis de democracia
Hasta 2019, Chile era visto como un oasis de democracia, como dijo el presidente Sebastián Piñera en vísperas del estallido social de octubre de 2019. “Hay muchas explicaciones para el descontento social. Pero la razón principal son las fracturas que surgieron con el derrocamiento de Salvador Allende”, dice Natalia Morales. Habla de Valparaíso. Dice que hace frío. Es abogada, Licenciada en Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Chile, y Magíster en Derechos Humanos y Democratización de la Universidad de San Martín de Argentina.
Hay muchas narrativas que unen los dos períodos: la recuperación de la dignidad, la justicia social, una política inclusiva. La recuperación de conceptos como “pueblo” y “revolución”. El rescate de la simbología de la era de la Unidad Popular, “importante para contextualizar el contenido de estas demandas”, como la canción “El derecho a vivir en paz”, de Víctor Jara -torturado y asesinado por la dictadura cívico-militar-, repetida una y otra vez por los manifestantes. “Hay un profundo carácter democratizador del momento vivido desde octubre de 2019, con el desarrollo de un proceso constituyente sin precedentes”, dice. ¿Cómo dialoga este periodo con la UP? “El rescate de estas ideas obedece a un recurso de memoria. La UP fue un momento de ampliación de los límites de la democracia, redistribución económica y participación de grupos tradicionalmente excluidos”.
“Se destaca ampliamente el aspecto legal de la iniciativa de la UP”, recuerda Morales, pero no se trataba solo de los aspectos formales, sino también de los aspectos sustantivos de la democracia, la transformación del orden económico y político, la expropiación de tierras, la nacionalización del cobre y bancos.
Los Mapuche, con el carreras de asedio, se sintieron convocados por la UP y la posibilidad de recuperar sus tierras. Fue un momento democratizador, vivido en aquellos mil días. No era un proyecto de futuro, asegura, sino un logro real que “fue frenado drásticamente por el golpe de Estado, por la dictadura cívico-militar, un modelo que era absolutamente opuesto a lo que había sido el gobierno de la UP. promoviendo".
La Convención Constitucional, que se desarrolla hoy, “es uno de los momentos más democráticos que ha vivido Chile”, dice. Considera que existe una relación entre el proceso de la UP y el de Chile en 2019, dos períodos separados por la larga duración de un modelo neoliberal que, a su juicio, se profundizó en el período de transición a la democracia.
El final de una experiencia.
“La dictadura puso fin a la experiencia del camino chileno al socialismo. Impuso una nueva racionalidad económica, sin preocuparse por los costos sociales. Justificó el uso de la violencia política”, recuerda Alejandro Cárcamo, doctor en historia de la Universidad Libre de Berlín y profesor de historia y geografía en la Universidad de Los Lagos, en el sur de Chile. La dictadura se justificaba por la lucha contra el comunismo.
Para Cárcamo, el control aéreo de la Fuerza Aérea de Chile, el bombardeo de La Moneda, la fuerza utilizada contra la legalidad “son el punto de partida, el verdadero secreto revelado, desvelando el arcano de violencia que sustenta la democracia neoliberal”. El principio de crueldad, el dispositivo de terror que comenzó en 1973, "no ha cesado". “El régimen democrático neoliberal ha gobernado olvidando el programa del gobierno popular”, dice.
La junta militar creó un nuevo Estado, estableció nuevas prácticas sociales, creó una nueva verdad: la de Chicago Boys, un modelo económico que buscaba un escenario político que le permitiera aplicar sus recetas, que uniera a economistas neoliberales con militares autoritarios. Se destruyó el Estado anterior, se instauraron nuevas prácticas sociales que buscaban romper toda resistencia.
La dictadura saqueó empresas estatales como la Corporación del Cobre (CODELCO), la aerolínea LAN, el sistema de pensiones, salud y educación. En el sistema de pensiones se prometía una rentabilidad del 70% o del 80%, pero los que empezaban a jubilarse se encontraron con que en realidad solo obtenían el 30%. “Tendrían que vivir su vejez en la pobreza”, dice Karina Oliva.
“Esta nueva concepción se puede ver en la declaración de principios de la Junta de Gobierno”, dice Cárcamo. No existe un reconocimiento a la diversidad cultural en Chile. Hay un chileno único, con una historia única.
Un texto conocido como “el azulejo", en el que la Chicago Boys presentan su proyecto al candidato de la derecha, Jorge Alessandri, en las elecciones de 1970. Para los asesores de Alessandri, tal proyecto solo podría implementarse gradualmente. Pero Alessandri no ganó. Quedó en segundo lugar, con 1.036.278 votos. Con 1.075.616, Allende ganó por 1,5%. El demócrata cristiano Radomiro Tomic quedó en tercer lugar, y luego jugaría un papel clave en la ratificación del triunfo de la UP en el Congreso. “Con el triunfo de Allende, este proyecto quedó archivado hasta 1973”, dice Cárcamo. Tú Chicago Boys necesitaban condiciones políticas que permitieran su implementación y la dictadura aceptó la propuesta.
malestar acumulado
El retorno de la democracia no se produjo en el vacío. Para Oscar Ariel Cabezas, Ph. El proyecto UP nunca ocupó espacio tras el regreso de la izquierda al poder. Al contrario -dice- se ha destruido la memoria de aquellas luchas.
Para Karina Oliva, el modelo de retorno a la democracia, similar al español, de una transición pactada a través del plebiscito de 1988, generó una democracia tutorada. Pero los ciudadanos comenzaron a acumular malestar. “Se ha iniciado lo que podríamos llamar un 'proceso de despido'”, dice Oliva.
El ciclo neoliberal, que se había instalado trágicamente en Chile, comenzó a ser cuestionado en las manifestaciones estudiantiles de 2011. Toda la crisis se acumula en 2020, a la que se suma la pandemia. “El gobierno se encuentra rodeado de una movilización tan grande que hasta el día de hoy no se detiene y los partidos acuerdan impulsar una nueva constitución”.
En un acuerdo del 15 de noviembre del año pasado se decidió consultar a la población si querían una nueva constitución y cómo estaría integrada la Convención Constituyente. “Uno de los momentos más significativos en términos democráticos, en 2020, es el reconocimiento de una nueva constitución de carácter paritario (con no más del 55% de un sexo); y el plebiscito inicial”, “en el que se consulta a la población si quiere formar una constituyente”, dice Oliva. Los que estuvieron de acuerdo ascendieron al 88%, siendo todos los delegados elegidos popularmente. También se reservaron sillas para los pueblos indígenas.
El proceso constituyente
El proceso “destituyente” comienza entonces a caminar paralelo a un ciclo “constituyente”. Uno de los actos más significativos de esta constituyente es la decisión de elegir como presidenta a la mujer mapuche Elisa Loncón.
La derecha no tiene más del 20% de representación en la Asamblea Constituyente. La Democracia Cristiana tiene un solo representante. Lo que está ocurriendo es una explosión de candidaturas de sectores populares. Este es el nuevo Chile que emerge.
“Entonces comienza un debate sobre los elementos de democracia que deben garantizarse en la nueva constitución”, dice Oliva. “Empiezan a analizar la necesidad de volver a las demandas del campo popular, para que la política no sea construida exclusivamente por las élites”. Trabajan por la creación de un Estado plurinacional que reconozca los derechos de los diferentes pueblos ancestrales.
Una disputa muy dura
La Convención Constituyente tiene que entregar el texto constitucional entre octubre y diciembre de 2022. Luego habrá dos o tres meses para informar a la población y realizar el “plebiscito de salida”, en el que se aprobará o rechazará. “Estimamos que esto sería en la segunda mitad de 2023”, dice Oliva.
Luego se convocarían elecciones generales. Pero no se descarta que el gobierno que se elija en noviembre (o en diciembre, en una posible segunda vuelta) sea autorizado para terminar el ciclo presidencial de cuatro años. “Estas son, en todo caso, parte de las preguntas para las que aún no tenemos respuesta”, dice. “El Chile de hoy es muy diferente al del 17 de octubre de 2019. Cosas que pensábamos que eran correctas ya no se consideran correctas. Las verdades han cambiado. Hay retroalimentación del público”.
El próximo gobierno enfrentará un contexto económico de crisis, agravado por la pandemia. “En Chile, la pérdida de empleo es mucho más crítica de lo que ves, hay una caída dramática en los ingresos”. “Nuestro programa de gobierno busca crear las condiciones para que Gabriel Boric sea electo, pero también para que tenga fuerza en el Congreso”.
"aprecio la dignidad” es la coalición que brinda mayor certeza para gobernar a los ciudadanos, porque detrás de esta propuesta política hay un proyecto de país. “No sucede lo mismo con la candidatura de Yasna Provoste, una demócrata cristiana del antiguo mundo deconcertacion, la coalición que gobernó Chile en varios períodos después de la dictadura”, dice.
La convención en la queValoro la Dignidad” eligió a su candidato atrajo a más personas que todas las demás convenciones. Gabriel Boric ganó las primarias con más de un millón de votos. Daniel Jadue, que quedó en segundo lugar, obtuvo más votos que el candidato más votado en las primarias de derecha. “Hoy somos una coalición que tiene una sola lista parlamentaria, cosa que no pasa con los demás sectores. Los ciudadanos ven en nosotros la posibilidad de ser gobierno, pero también la capacidad de diálogo, a pesar de las diferencias”, dice Oliva.
“Estamos preparando la campaña, trabajando para fortalecer el programa. Creemos que es fundamental que tengamos un programa que no solo genere estabilidad, sino que también dé respuestas políticas a las demandas ciudadanas”. “Va a ser una carrera muy dura, y por eso las elecciones parlamentarias son importantes. Esperamos duplicar nuestra representación en el Congreso, lo que nos permitirá sostener la campaña en la segunda vuelta y mostrar nuestra capacidad de gobierno”, concluye Oliva.
*Gilberto López es periodista, doctora en Estudios de la Sociedad y la Cultura de la Universidad de Costa Rica (UCR). autor de Crisis política del mundo moderno. (Uruk).
Traducción: Fernando Lima das Neves.