por FRANCISCO FERNANDES LADEIRA*
Nunca la futilidad humana ha encontrado un terreno tan fértil para su propagación.
Cuando internet se hizo popular, en el cambio del siglo XX al XXI, los entusiastas de este (revolucionario) medio decían que uno de los principales puntos positivos de la world wide web era rescatar la importancia de la escritura para la vida cotidiana de los ciudadanos comunes y corrientes. ciudadanos, algo que se había perdido con el advenimiento de la televisión, cuando las relaciones humanas se volvieron cada vez más mediatizadas por las imágenes y los significados que éstas conllevan, en lo que Guy Debord describió oportunamente como “la sociedad del espectáculo”. De hecho, en su momento, el espacio virtual se caracterizó por el predominio de actividades esencialmente vinculadas a la escritura, como foros de discusión, salas de chat y blogs. Las imágenes y fotos, por otro lado, debido a ciertas limitaciones de conexión, eran más raras.
Sin embargo, esta estrecha relación entre internet y el lenguaje escrito se vio fuertemente sacudida con los avances tecnológicos, con la creación de YouTube, con los dispositivos móviles con conexión continua y, sobre todo, con la irrupción de las redes sociales.
Orkut, la primera red social de gran atractivo, fue uno de los hitos importantes en esta transición del “internet que privilegia la palabra” al “internet que privilegia la imagen”. Su estructura contemplaba características de lenguajes escritos y visuales. Al mismo tiempo que había testimonios de otros sobre perfiles de usuarios, chats y las famosas comunidades donde se discutían los más diversos tipos de temas, los álbumes de fotos en Orkut también tuvieron bastante éxito entre los usuarios (principalmente el público joven).
El proceso iniciado con Orkut fue intensificado por Facebook. Por supuesto, en esta red social tenemos las conocidas e interminables discusiones de carácter político-ideológico, pero también existe la posibilidad de compartir más imágenes y videos que en relación con Orkut. Otra victoria de la imagen sobre la palabra.
Parafraseando al gran pensador contemporáneo Bruno Henrique, con Instagram, la imagen se elevó a otro nivel, con palabras reducidas a pies de foto. Ser “instagrammable” es ser visto, no ser leído. No importa quién eres o lo que piensas, importa quién pareces ser.
Como nada es tan malo que no puede empeorar, aquí llega Tik Tok, una app para crear y compartir videos cortos (generalmente con coreografías insípidas, que recuerdan los peores momentos de aquellos bailes de música axé de los 90). Nunca la futilidad humana ha encontrado un terreno tan fértil para su propagación. En Tik Tok, las palabras se han vuelto completamente innecesarias. Es la muerte de la escritura.
Así, para aquellos que creían que internet representaría el regreso triunfal de la palabra sobre la imagen, lo que hemos observado, de hecho, en las redes sociales es una especie de regreso a los inicios de nuestra especie, siendo la comunicación entre los individuos hecho esencialmente por medios no verbales. Un atavismo cultural sin precedentes. Guy Debord ciertamente se asombraría de tal banalización de la realidad.
*Francisco Fernández Ladeira es candidato a doctorado en geografía en la Unicamp. Autor, entre otros libros, de La ideología de las noticias internacionales (CRV).
O el sitio la tierra es redonda existe gracias a nuestros lectores y seguidores. Ayúdanos a mantener esta idea en marcha.
Haga clic aquí para ver cómo