por RENATO DAGNINO*
La tragedia aumentó la percepción de que la forma más rápida y eficaz de reconstruir el Estado es movilizar las redes de Economía Solidaria.
Como era de esperarse, las quejas sobre las causas políticas de la catástrofe que aqueja a los riograndenses han ido creciendo, especialmente en la izquierda. Paralelamente al esfuerzo por aliviar el dolor de los más pobres, que son los que más sufren, estas denuncias tenderán a derivar en el castigo de los responsables y en acciones gubernamentales para evitar que se repita.
También existe una creciente conciencia de que no son los que pertenecen a la clase trabajadora, sino los que componen la clase propietaria, sus políticos y sus empresas (en particular las del agronegocio y la especulación inmobiliaria), los responsables de empeorar el efecto. de las lluvias.
La materialización de esta conciencia debe evitar que, al contrario de lo que normalmente ocurre, “a medida que el agua baja”, las empresas se beneficien, a través de la explotación de la clase trabajadora, del proceso de reconstrucción.
Sabemos que, cada vez que termina una guerra, son aquellos que derrotaron a los pueblos que la sufrieron los que se benefician del beneficio que les proporciona la reconstrucción.
Muchos siguen creyendo que es a través de procesos que suceden a la “destrucción creativa” provocada por la guerra entre empresas, que los innovadores, poniendo en el mercado los bienes y servicios que los menos capaces dejaron de producir, son los que se benefician. la reconstrucción que explota a la clase trabajadora.
No es razonable que en este momento de dolorosa concienciación en la sociedad, la izquierda esté exenta de implementar una reconstrucción alternativa que materialice el deseo de todos, de favorecer a los que más sufren, a los que, literalmente, “lo perdieron todo”. Son ellos los que mejor saben identificarse, sobre todo porque, a diferencia de lo que ocurre con la clase propietaria y sus empresas, ellos todavía saben operar de manera solidaria, autogestionaria, participativa y en interés del colectivo, lo que necesita ser priorizado.
Y, además, a juzgar por datos empíricos, como que el 70% del cemento que se produce en el país se vende “en picadillo”, es decir, en esfuerzos conjuntos, quienes pueden con ventajas en relación a las empresas (que se apropian de la casi 18% del PIB procedente de contratación pública), participan en la reconstrucción.
Lo cual debe llevarse a cabo como ya ocurre en la agricultura familiar en la que el MST, con su personal exquisitamente calificado, ha ido rediseñando la tecnociencia capitalista en la dirección de la Tecnociencia Solidaria.
Generalizando, cabe mencionar muchas ventajas que tiene la Economía Solidaria. Por un lado, los asociados a la limitación de beneficios abusivos, la evasión fiscal, la corrupción, el despilfarro, el irrespeto a las normas técnicas, etc. que caracterizan el comportamiento empresarial.
De otro lado, aquellas que privilegiando las redes de producción, consumo y financiación de la Economía Solidaria, el Estado podría reorientar su poder adquisitivo, dotar a la sociedad de: los de carácter social, económico, ambiental, etc. Sin olvidar los de carácter político, ideológico, gobernanza del gobierno electo, etc.
No es razonable que se desperdicie esta conciencia y que los recursos públicos destinados a la reconstrucción fluyan hacia quienes ya absorben el 6% del PIB del servicio de la deuda pública, el 5% de las condonaciones de impuestos, el 10% de la evasión fiscal, etc.
No es razonable que en una época en la que la gente buena todavía está centrada en aliviar el dolor del pueblo, se permita a los poderosos ser libres de, como lo hicieron durante el Covid, “pasar el rebaño” para sacar provecho de las desgracias que ayudaron a causar. .
Está creciendo el apoyo a la creación inmediata de un grupo de trabajo compuesto por agentes gubernamentales y miembros del movimiento de Economía Solidaria para formular e implementar un Plan de Reconstrucción Solidaria.
Su primera actividad, la formulación, será: (i) la identificación de bienes y servicios cuya producción y distribución pueden ser realizadas de manera inmediata por redes de Economía Solidaria y (ii) la que, en el corto plazo, puede ocurrir con la participación de mujeres. trabajadores y trabajadores de instituciones públicas de enseñanza e investigación (en particular, debido al compromiso que ya tienen, de los Institutos Federales).
Al mismo tiempo, se iniciarán las actividades de implementación a través de la movilización de agentes gubernamentales, miembros del movimiento de Economía Solidaria y organizaciones dispuestas a participar en las actividades a realizarse. Para facilitar la asignación directa de recursos públicos a los trabajadores involucrados en la producción y distribución (cuando corresponda) de bienes y servicios y, en muchos casos, su consumo inmediato, se utilizará la red de bancos comunitarios.
Está creciendo la percepción de que la forma más rápida y eficaz de reconstruir es movilizar las redes de Economía Solidaria para, a través de compras públicas, producir los bienes y servicios necesarios.
La Economía Solidaria puede ser decisiva para la reconstrucción de Rio Grande do Sul ¡Por la creación de un grupo de trabajo para la Reconstrucción Solidaria de Rio Grande do Sul!
*Renato Dagnino Es profesor del Departamento de Política Científica y Tecnológica de la Unicamp. Autor, entre otros libros, de Tecnociencia solidaria, un manual estratégico (luchas contra el capital).
la tierra es redonda hay gracias a nuestros lectores y seguidores.
Ayúdanos a mantener esta idea en marcha.
CONTRIBUIR