Reconstituir el sujeto

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por LUIZ MARQUÉS*

Para acabar con la costumbre y la superstición inherentes al servilismo, basta con rebelarse en lugar de consentir.

El tema del “sometimiento” pasa por Etiénne de La Boétie, en servidumbre voluntaria (1577). Escrito en latín y posteriormente en francés, el estudio se remonta al autor que en ese momento tenía 18 años; tras la derrota del pueblo contra el nuevo impuesto a la sal. Tuvo como objetivo comprender por qué y cómo un pequeño grupo de personas prevalece sobre la mayoría para establecer una relación de dominación y subordinación. Es una denuncia de la tiranía, con una receta para la emancipación. Para acabar con la costumbre y la superstición inherentes al servilismo, basta con rebelarse en lugar de consentir. “Soyez donc résolus à ne plusserve et vous serez libres” (“Estad, pues, decididos a no servir más y seréis libres”).

En nuestro tiempo, la servidumbre presupone un control ideológico público (instituciones estatales) y privado (partidos políticos, iglesias, sindicatos, movimientos). Medios corporativos, redes sociales cibernéticas y algoritmos informáticos. Big Tech Consumo directo y opciones electorales. A su vez, la visión del mundo de las elites económicas consolida el bloqueo contra la formación moral e intelectual con un sesgo igualitario. La reproducción social de los privilegiados se cierra en un círculo de hierro para garantizar la perpetuación de la statu quo, con la riqueza en manos de las clases hegemónicas.

Los ricos inscriben a sus hijos en una red confesional católica, luterana, metodista, etc. Las bendiciones trascendentales afianzan la cima de la jerarquía, que ora por los intereses del capital en la sociedad. Correspondió a la dictadura cívico-militar promover el desmantelamiento de un derecho y sustituirlo por un servicio remunerado con el doble propósito de: (a) absorber la demanda de jóvenes con el cordón umbilical vinculado a segmentos sustentadores del autoritarismo y; (b) legitimar una perspectiva elitista y segregadora con aprendizaje formal. Después de todo, bajo el capitalismo es mejor ser capitalista.

Las investigaciones muestran que la diferencia entre las escuelas públicas periféricas y las escuelas privadas en zonas exclusivas no radica en el contenido, sino en los valores adoptados en clase. Los primeros enfatizan la disciplina y la obediencia; Preparan a los estudiantes para respetar la tarjeta de tiempo y al jefe aceptando la alienación. No es culpa de los profesores, cuyos esfuerzos tropiezan con obstáculos materiales; Se reprimen las manifestaciones que piden mejores condiciones para la profesión.

Los segundos fomentan la capacidad de iniciativa y creatividad en las aulas (startups, preferentemente), para ejercer mando en funciones directivas y empresariales. La respuesta a la pedagogía de los oprimidos es el totalitarismo del opresor.

La mercantilización del conocimiento continúa ahora con la privatización de la gestión administrativa de las escuelas públicas en unidades de la federación. “La crisis educativa es un proyecto”, según el antropólogo Darcy Ribeiro, creador del Parque Indígena Xingu y primer rector de la Universidad de Brasilia (UnB), concebido en colaboración con el educador Anísio Teixeira – sin propiedad de las cátedras.

Vida psíquica de poder.

Para la pensadora feminista Judith Butler, en La vida física del poder. (1997) (La vida psíquica del poder.), la “sujeción” de estar a merced de una autoridad superior surge al nacer con tutela externa. “Estamos acostumbrados a pensar en el poder como algo que presiona al sujeto desde fuera, lo somete y lo relega a un orden inferior”. Se escapa que el poder actúa al sujeto: “determina la condición misma de su existencia y la trayectoria de su deseo”. En la infancia lo interiorizamos.

El sometimiento consiste en la dependencia de un discurso que no elegimos y que, paradójicamente, inicia y sustenta nuestra acción. La iniciación como sujeto está atravesada por la sumisión primaria. Con lo cual la teoría del poder va de la mano con la teoría de la psique. Su forma psíquica está marcada, ya sea por la imagen del retorno al momento topológico fundacional (nostalgia), o por el movimiento de liberación para referirse a lo que aún no existe (el futuro). La regresión condena los impulsos emancipadores y justifica el restablecimiento de la estabilidad mediante el uso de la fuerza. La progresión enciende el faro de la libertad.

Nadie se convierte en sujeto sin el tamiz de la “subjetivación” (sujeción, en francés). El poder que inicia al sujeto pierde continuidad con el poder que es la acción del sujeto. Tal ambivalencia contrasta lo que actúa sobre él y lo que él pone en acción. Las apariencias ocultan la operación anterior, dando la impresión de que la acción siempre se opone al poder. “Que haya hoy para tanto ayer”, para evocar una sátira del tiempo. La descolonización condensa un esfuerzo de disociación afectiva para configurar una identidad autónoma, digna de avances y logros más allá de las tradiciones.

En el país, el ataque a las instituciones republicanas es un componente de la estrategia de vasallaje a un régimen de excepción. El respaldo radica en la tolerancia del cuerpo social ante los crímenes de genocidio, corrupción y violencia contra el sistema democrático. El atractivo del “mito” para el gobierno militarmente equivalente al codo de la entrenador en la cola de la ilusión. En la necropolítica, el tema es sectario. Simplemente repite la posición de las piezas en el tablero, sin imaginar alternativas al juego amañado. La reacción política lampedusiana arma a los rebeldes a su favor, “cambiándolo todo para que todo siga igual”. Vida que continúa.

El reaccionarismo reactualiza modalidades heredadas de la esclavitud –la precariedad del trabajo, la subcontratación– para naturalizar las desigualdades. El golpe-acusación, la posterior detención del líder absoluto en la intención de voto de los electores y la milicia vinculan durante cuatro años la servidumbre voluntaria a la discreción de los poderosos. Urge un mecanismo consensuado que promueva el desarrollo integral de la voluntad colectiva-nacional, hacia la civilización moderna. Con diversidad, igualdad y espíritu militante para superar la dialéctica de dominación y subordinación – “imaginación al poder”.

Sobre acciones colectivas

La duda está inscrita en el “amarillismo-verde” que está en la raíz de las actividades agrarias y extractivas, entre la Independencia y la desaparición de la Antigua República. La idea nunca fue competir con los países centrales, sino llenar los vacíos económicos en la división internacional del trabajo con la exportación de ., destaca la filósofa Marilena Chaui, en Brasil: mito fundacional y sociedad autoritaria (2007). El agronegocio es la punta de lanza de la ideología que carnavaliza los colores de la civilidad para aplicar un falso nacionalismo a los designios del imperialismo estadounidense. "Nuestra bandera nunca será roja". Que sea norteamericano. Los mestizos patrióticos de turno aplauden.

Sin raíces en la cultura country, la música country sirve como banda sonora de la falta de soberanía. La tríada de Jair Bolsonaro (fascismo), Paulo Guedes (neoliberalismo) y Silas Malafaia (conservadurismo) lapida el desarrollismo nacional, con participación y reindustrialización sostenible. Con lenguaje soez abraza gestos hostiles. Los insultos y malas palabras “bolsolavistas” dañan la convivencia plural y la democracia. En ausencia de un ejemplo crítico, la retórica del odio y la disonancia cognitiva regida por noticias falsas mientras los payasos sociópatas brotan sobre el asfalto. Los atentados terroristas en Brasilia, en vísperas de la reunión del G-20, señalan el error de no cortar la cabeza a la serpiente maligna.

La extrema derecha quiere volver a una autoridad original. Anhela el regreso del sonido de las botas. ensayado golpes el 7 de septiembre y el 12 de diciembre de 2022, y el 8 de enero de 2023. El tema del retraso es unidimensional, de mercado, refractario a las regulaciones. Cosecha las tontas certezas paralelas a las ruinas del sentido común. Rechaza la solidaridad institucional con las mujeres, los negros, los grupos LGBTQIA+ y los pobres. Deshumaniza, desdemocratiza, se convierte en el resentimiento y la ira del perro guardián de la barbarie social y el ecocidio. Como si el terror hubiera plantado las semillas de la concordia.

Una sociedad con miles de trabajadores sin hogar, apiñados en plazas y parques, no representa una esperanza de vida generalizable. Al final, no habría más plazas ni parques. La creciente reducción de puestos de trabajo por parte de la inteligencia artificial amenaza con una ruptura entre personas y subpersonas y, por tanto, con una inevitable inseguridad social. La crisis climática y el fracaso de las Naciones Unidas (ONU) para evitar el caos requieren medidas correctivas radicales. La izquierda y el gobierno del presidente Lula deben desafiar el miedo de la población a los molinos imaginarios, para que los responsables de la instalación del apocalipsis salgan a la luz, en pleno apogeo.

A pesar de la exaltación del emprendimiento por parte del “yo”, el cambio estructural es una tarea del “nosotros”. Los bienes comunes que necesitamos virtud por la reconstitución del sujeto de transformación con un programa político de esperanza y combate. El amor es la compañía favorita del lucero de la mañana. “La utopía está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte recorre diez pasos. ¿Para qué sirve la utopía? Para no dejar de caminar”, nos enseña el cineasta Fernando Birri, citado por Eduardo Galeano, en Las palabras andantes (2001).

* Luis Marqués es profesor de ciencia política en la UFRGS. Fue secretario de Estado de Cultura de Rio Grande do Sul durante el gobierno de Olívio Dutra.


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