por LAURO MATEI*
Las reacciones ortodoxas a las propuestas del gobierno de Lula y los puntos críticos de la política propuesta para reindustrializar el país
Introducción
A partir de la crisis económica mundial de 2008-09, el proceso de desaceleración del “auge de las materias primas”, a través de la devaluación de los precios, cuyo ápice ocurrirá en el año 2014. Este escenario afectó el crecimiento económico brasileño, implicando una caída en el superávit comercio del país. Este hecho planteó la cuestión de la inserción de Brasil en el comercio internacional, particularmente en cuanto a los tipos de bienes y productos que estaban siendo exportados. Fue en este contexto que el tema de la desindustrialización comenzó a cobrar mayor relevancia en los debates académicos del país.
Los datos agregados de la economía brasileña desde principios del siglo XXI revelan un patrón de inserción del país en el comercio exterior que podría comprometer, en el largo plazo, la competitividad y el dinamismo económico. Esto porque uno de los aspectos que se destaca es el contenido tecnológico presente en los flujos comerciales del país y sus posibles efectos sobre la estructura productiva.
En general, se observó que este proceso reveló la existencia de una “crisis” en el sector industrial, que se fue generalizando, especialmente en las ramas tradicionales (sectores más intensivos en tecnología), que han venido enfrentando dificultades para competir, tanto en términos del mercado interno y externo, debido al bajo grado de incorporación tecnológica. Este hecho conduce a una baja competitividad de la industria manufacturera y provoca una pérdida de dinamismo en la economía en su conjunto, ya que la falta de ganancias en la productividad industrial impide un crecimiento más robusto del PIB.
En este escenario, el país entró en un proceso de especialización productiva primaria basada en la producción de bienes agrícolas y productos extractivos minerales, concomitantemente con una disrupción del sector secundario, dada la baja capacidad de desarrollo tecnológico del sector industrial, especialmente en el manufacturero. sector. La suma de estos dos factores podría tener impactos muy negativos en el desarrollo económico y social de la nación en su conjunto, a la luz de otras experiencias internacionales.
Al discutir la trayectoria del proceso de desindustrialización en el mundo, PALMA (2014) mostró que en América Latina se acentuó luego de las reformas económicas realizadas en la década de 1990. Como resultado, el autor destaca la existencia de cuatro fuentes responsables de la desindustrialización: (a) una relación de U invertida entre el empleo industrial y el ingreso per cápita, es decir, el empleo industrial cae cuando el país obtiene un determinado nivel de ingresos per cápita; (b) la disminución de la relación entre el ingreso per cápita y empleo industrial; (c) cambios en el ingreso per cápita con una caída de US$ 21 en la década de 1980 a aproximadamente US$ 10 en la década de 1990; (c) “enfermedad holandesa”, que generalmente ocurre debido a las siguientes razones: descubrimiento de recursos naturales; desarrollo de servicios de exportación (turismo, finanzas, etc.); (d) cambios estructurales en las economías.
Con esto, el autor concluyó que en América Latina cuatro países (Brasil, Argentina, Uruguay y Chile) comenzaron a presentar un importante proceso de desindustrialización luego de las reformas estructurales de la década de 1990, y la principal diferencia entre estos países en relación a los países en Asia, fue el proceso de transición entre el modelo de sustitución de importaciones y las reformas económicas, y en el caso de América Latina no hubo una transición combinada entre estas reformas y la dinámica del proceso industrial. Así, a diferencia de América Latina –que sigue teniendo bajas conexiones económicas–, las economías asiáticas están altamente interconectadas a través de sus proyectos tecnológicos y sus relaciones comerciales, tanto entre sí como con otros países de economías avanzadas.
Já OREIRO & MARCONI (2014), questionam as principais teses ortodoxas sobre a desindustrialização e sustentam a ideia de que a desindustrialização brasileira não é uma decorrência natural do processo de desenvolvimento do país, mas que apresenta um caráter precoce que decorre da política cambial adotada nos últimos años. En este sentido, los autores destacan la importancia de este fenómeno para el país en su conjunto, dado el importante papel que aún juega la rama industrial en el contexto económico general.
Además, entienden que la desindustrialización brasileña se deriva del hecho de que Brasil comenzó a desindustrializarse con un nivel de ingresos per cápita muy por debajo del nivel de ingresos de los países desarrollados. En consecuencia, cabe señalar que en la última década el proceso de desindustrialización del país ha ido acompañado de una reprimarización de la canasta exportadora, siendo la apreciación del tipo de cambio real uno de los principales factores que explican la pérdida de competitividad de la economía. industria manufacturera brasileña.
Propuestas del gobierno de Lula para reindustrializar el país
En el artículo “Neoindustrialización para el Brasil que queremos”, difundido el día de la celebración de la Industria (25.05.23), el presidente Lula y su vicepresidente Geraldo Alckmin expusieron un conjunto de principios y puntos que deben dar lugar a una nueva política industrial del país. El supuesto inicial es que una economía basada en el conocimiento no puede prescindir de un sector industrial fuerte y competitivo. Y esto, según los autores, trae consigo el primer desafío: interrumpir el proceso de desindustrialización en curso en el país a través de nuevos paquetes de inversión en la industria nacional con el objetivo de garantizar la soberanía en sectores estratégicos, destacando las áreas de salud, comunicaciones, energía y defensa
Para ello, el documento señala que es necesario adoptar una política industrial inteligente para enfrentar los desafíos de los nuevos tiempos, tanto en términos de construcción de cadenas productivas más resilientes como para enfrentar las exigencias del cambio climático. Por lo tanto, según los autores, “la neoindustrialización brasileña requiere iniciativa, planificación y gestión”.
En este escenario, hubo una ola de políticas públicas que contarán con la presencia de los principales actores sociales, tanto en su concepción como en su implementación. Como paso inicial en esa dirección, se reactivó el Consejo Nacional de Desarrollo Industrial (CNDI), el cual tendrá como función, junto con el Gobierno Federal y otras instituciones, diseñar las nuevas funciones destinadas a la industria en el sentido de abastecer a los necesidades de la sociedad brasileña.
Tal escenario se complementará con dos políticas esenciales. Por un lado, con miras a implementar una nueva tributación más eficiente y justa, se priorizará la reforma tributaria para desbloquear y simplificar procesos que perjudican el buen desempeño de la industria. Por otro lado, se rescatará la política comercial como actividad complementaria imprescindible en el ámbito de la nueva política industrial, con el objetivo de aprovechar las nuevas oportunidades que se abren para el país.
Con ello, los autores creen que en los próximos años la industria será el eje rector de una política económica también encaminada a la generación de empleo y renta, incluso con efectos positivos en el sector servicios. Y eso significará un futuro con crecimiento económico e inclusión social.
Puntos críticos en las propuestas de “neoindustrialización”
Desde hace décadas, investigadores de diversos organismos internacionales vienen advirtiendo sobre los riesgos de mantener un sistema económico basado en bases energéticas insostenibles. Por ello, desde principios del siglo XXI se ha hecho evidente la necesidad de una transición hacia una economía baja en carbono y ambientalmente sostenible. Por lo tanto, el desafío es cada vez más evidente, considerando que sin abordar el problema mayor que conduce al cambio climático, será difícil construir modelos económicos de desarrollo sostenibles de manera efectiva.
Al respecto, no quedó claro en el documento presidencial cuál es realmente el tipo de industrialización que se pretende impulsar en el país con las nuevas propuestas presentadas. Es evidente que el actual modelo económico del país basado en el trípode “explotación intensiva de los recursos naturales, baja productividad y alta dependencia de los precios de las materias primas en el mercado internacional” no es sostenible. Además del vacío anterior, es claro que la nueva política industrial presentada no contiene un marco más amplio que sea capaz de incorporar y contemplar nuevos sectores, especialmente los relacionados con la economía baja en carbono.
También parece que otras políticas no han recibido la debida atención. Entre estos, destaca la clara ausencia de la definición de políticas educativas, científicas y tecnológicas que sean capaces de romper con el proceso de dependencia de los combustibles fósiles y, al mismo tiempo, impulsar la transición hacia la construcción de un modelo de desarrollo sostenible. . Esto implica ir más allá de las acciones tradicionales restringidas a la definición de incentivos fiscales específicos y subsidios localizados. Además, la política de financiamiento de la “neoindustrialización” no recibió detalles específicos, es decir, ¿se puede subsidiar esta política para algunos sectores que serán priorizados?
En síntesis, es posible que el debate sobre la reindustrialización del país deba enfrentar un tema aún más amplio que atañe a los fundamentos de la política macroeconómica que se viene gestando en el país desde hace décadas.
Primeras reacciones ortodoxas a las propuestas del gobierno Lula-Alckmin
Luego de que el presidente Lula y su vicepresidente Geraldo Alckmin presentaran el artículo sobre la desindustrialización y señalaran algunas vías para retomar la reindustrialización del país, las reacciones de algunos economistas ortodoxos no se hicieron esperar. En un artículo publicado en el diario Folha de S. Pablo El 28.05.2023 de mayo de XNUMX, el columnista Samuel Pessôa –investigador del IBRE(FGV) y de la JBFO– reaccionó a la propuesta del actual gobierno con el artículo “Agenda equivocada en la industria: programa para automóviles va contra la agenda ambiental y ajuste de cuentas públicas”.
Después de presentar datos sobre la caída de la participación de la industria en el PIB brasileño en las últimas décadas y discutir algunas razones para tal ocurrencia, el autor pasó a defender la idea de que “la caída de la participación de la industria en el PIB es un fenómeno normal”. fenómeno y compartido por innumerables economías”. A continuación, Samuel Pessôa critica a los economistas “heterodoxos y desarrollistas” porque, según él, tales profesionales sólo “enfatizan la política industrial y la existencia de subsidios otorgados por los bancos de desarrollo”, además de olvidar dos factores fundamentales: la altísima tasa de ahorro de los asiáticos economías y sistemas públicos de educación primaria de alta calidad.
Con eso, el autor concluyó que esos factores “explican mucho mejor la alta participación de la industria en el PIB que su BNDES”. Claramente, se intenta abrir la ventana a futuras críticas sobre la posible reanudación, por parte del gobierno de Lula, de nuevos planes de inversión liderados por el BNDES para estimular la producción industrial del país. Al final –y haciendo uso de temas que claramente no tienen muchos dominios– el autor afirma que las medidas anunciadas para reducir los impuestos a los automóviles para la clase media van a contrapelo del ajuste de las cuentas públicas y colocarán al país “en la vanguardia del atraso”.
En la misma línea -y el mismo día- Arminio Fraga -otro economista ortodoxo- publicó un artículo en el diario El Estado de São Paulo titulado “Neoindustrialización: importante, pero ¿cómo?”. Inicialmente, el autor informa que pretende tener un debate constructivo a la luz de las proposiciones de Lula y Alckmin sobre la reanudación de la industrialización del país. Para ello, presenta varios datos sobre la caída de la participación del sector industrial en el PIB del país, así como la caída de la participación de la producción industrial brasileña en el PIB industrial mundial. En este punto, sus argumentos se unen a los del autor anterior, dejando claro que el problema de la desindustrialización es un fenómeno mundial, sin hacer mención alguna a la desindustrialización natural y prematura.
Inicialmente, defiende la tesis de que el sector industrial hace tiempo que recibe crédito subsidiado del BNDES, protección contra la competencia e incentivos fiscales, elementos que promovieron la creación de un círculo de atraso tecnológico. Pero al mismo tiempo, reconoce que es un sector muy gravado, situación que podría resolverse con una buena reforma tributaria, que redundaría en un aumento de la productividad.
Finalmente, reconoce que las tasas de interés se encuentran en niveles muy altos y que el nuevo marco fiscal llega en un buen momento, ya que, de cumplirse, irá en la dirección correcta para construir un régimen fiscal robusto. Es decir, ante cualquier intento de promover subsidios y abrir nuevos créditos a los sectores productivos, es necesario controlar las cuentas públicas de acuerdo con la ley.
Además, se afirma que la reactivación del Consejo Nacional de Fomento Industrial, que asigna nuevas misiones a la industria, es vaga y representa “una vieja idea con una nueva forma”. Esto le permite afirmar categóricamente que “ha vuelto el desarrollismo fallido” porque el artículo de Lula y Alckmin “solo menciona temas pomposos, como la complejidad y diversidad de la economía, la resiliencia, el contenido nacional y los sectores estratégicos”, lo que revela cierto grado de desconocimiento de la importancia de algunos de estos temas en el debate económico contemporáneo.
En la misma línea crítica y en línea con un autor anterior, se afirma que “el modelo asiático funcionó porque tiene un alto nivel de ahorro e inversión y fue exitoso en educación y producción para la exportación”. Por lo tanto, insiste en que dicho modelo no es adecuado para Brasil. En ese sentido, concluyó que, para no repetir los errores del pasado, la salida sería una reforma tributaria que luche contra el Custo Brasil aliado a las políticas ambientales y sociales, temas que normalmente escapan a sus típicos análisis convencionales.
Consideraciones críticas sobre estas interpretaciones ortodoxas
Un primer punto que impregna la interpretación de los dos autores es que la desindustrialización, tanto en Brasil como en otros países, es un fenómeno natural.[i] En este caso, los dos artículos citados en la sección inicial de este estudio revelan la importancia de distinguir la desindustrialización natural de la desindustrialización prematura.
Un segundo aspecto es que no basta con señalar que la industria ha perdido participación en el PIB del país, tratando de atribuir este desempeño decadente al exceso de subsidios destinados al sector, que terminaron fomentando el “atraso tecnológico”. En este caso, ambos olvidan mencionar que la apreciación del tipo de cambio durante décadas fue el principal factor que impulsó la pérdida de competitividad de la industria manufacturera y, en consecuencia, contribuyó a impulsar la desindustrialización del país.
Un tercer punto se refiere a la asociación, indebida en nuestra opinión, de la política industrial con el “desarrollismo fallido”, como si la desindustrialización brasileña entre 2003 y 2014 fuera obra de la política industrial. No se mencionan las altas tasas de interés y un tipo de cambio apreciado. Sólo una nota sobre el aumento de la carga tributaria, que efectivamente se produjo, pero que no es el único factor determinante en este caso.
En síntesis, los dos artículos cuestionan los argumentos y proposiciones sobre una nueva política pública con el propósito de interrumpir el proceso de industrialización en curso, alertando que la prioridad en este momento es la construcción de un “marco fiscal robusto” y que cualquier otra acción desarrollista en la esfera industrial representaría la “vanguardia del atraso”.[ii]
*Laura Mattei Es profesor del Departamento de Economía y Relaciones Internacionales y del programa de posgrado en Administración de Empresas, ambos de la UFSC..
Referencias
FRAGA, A. Neoindustrialización: importante, pero ¿cómo? Periódico El Estado de São Paulo, 28.05.2023.
GOBIERNO FEDERAL DE BRASIL. Neoindustrialización para el Brasil que queremos. Brasilia (DF): Gobierno Lula/Alckmin, 25 de mayo de 2023.
OREIRO, JL; MARCONI, N. Tesis equivocadas en el debate sobre desindustrialización y pérdida de competitividad en la industria brasileña. revista NECAT, año 3, n.5, p.24-48, ene-jun 2014.
PALMA, JG Desindustrialización, desindustrialización prematura y la enfermedad holandesa. revista NECAT, año 3, n.5, p.07-23, ene-jun 2014.
PESSÔA, S. Agenda equivocada en la industria: programa para automóviles va en contra de la agenda ambiental y ajuste de cuentas públicas. Periódico Folha de S. Pablo, 28.05.2023.
Notas
[i] Podríamos aludir a esta interpretación en el ámbito social afirmando que el hambre y la pobreza son también fenómenos naturales y no el resultado de relaciones sociales perversas, como explicaba Josué de Castro.
[ii] El autor agradece los comentarios y sugerencias del profesor Luiz Fernando de Paula sobre una versión preliminar de este artículo
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