por Marco Schneider, Guillermo Francia & LUIZ CLAUDIO LATGÉ*
La historia, el desarrollo y las implicaciones de la inteligencia artificial, tanto en términos técnicos como sociales y económicos
Inteligencia artificial
Si la historia de la tecnología puede ilustrarse hasta cierto punto de manera adecuada con la ayuda de la conocida imagen de Marshall McLuhan (1969), según la cual los medios y otras técnicas serían extensiones del cuerpo humano, las extensiones se convierten en extracciones bajo el régimen del capital, a través de dos modalidades de alienación.
En primer lugar, cuando los productores directos son alienados de sus medios de producción –tierra, talleres y herramientas–, lo que hace que los campesinos sean expulsados de los campos y los artesanos, cuyos talleres no pueden competir con los fabricantes, se conviertan en trabajadores asalariados, en lo que Marx (1985) llama la subsunción formal del trabajo al capital.
En segundo lugar, y es este el punto que aquí nos interesa en particular, cuando son alienados de su conocimiento-trabajo, el cual será subdividido y encarnado en unidades de trabajo independientes y combinadas, para luego ser incorporado a la maquinaria de la industria, proceso que constituye la subsunción real del trabajo al capital (Marx, 1985).
La subsunción real del trabajo bajo el capital es una de las maneras de convertir el trabajo vivo en trabajo muerto. La otra es simplemente la producción de bienes bajo un régimen asalariado, ya presente en la subsunción formal (Marx, 2002).
El proceso de alienación del conocimiento llamado subsunción real del trabajo al capital comenzó en los primeros días de la industria moderna y continúa hasta hoy, a pesar de la complejidad de la nueva división internacional del trabajo. Comienza con la subsunción formal y luego real al capital del llamado trabajo manual y continúa con el trabajo intelectual (Antunes, 2006).
Inicialmente, y en cierta medida aún hoy, la subsunción del trabajo intelectual se produce sólo en términos formales, como en cualquier situación de trabajo intelectual bajo un régimen asalariado – profesores, periodistas, guionistas, etc. Poco a poco, esto ocurre también en términos reales, al menos desde la máquina calculadora –la primera forma de Inteligencia Artificial, nos atrevemos a decir–, cuyas nuevas formas vienen encantando y asombrando al mundo.
Tenemos pues que la Inteligencia Artificial, en una primera aproximación, desde la perspectiva de la crítica de la economía política, es el resultado de una nueva etapa de la subsunción formal y real del trabajo intelectual al capital.
Además, Inteligencia Artificial es un término genérico que designa aproximadamente la capacidad de las máquinas de emular o superar las llamadas acciones humanas inteligentes. Las acciones inteligentes implican comprensión, adaptación (adaptarse a la situación o adaptar la situación a usted), invención, reproducción y transformación. Son capacidades asimilativas, adaptativas e inventivas, dependientes de procesos llamados, en el caso de la Inteligencia Artificial, aprendizaje automático.
Este aprendizaje requiere, además de programadores de algoritmos –cuyo trabajo intelectual está subsumido al capital en términos formales y reales–, inmensas cantidades de datos, alienados de todos los usuarios de las plataformas digitales, a través de procesos de vigilancia, espionaje y captura por parte de los gran tecnología, que operan bajo un régimen oligopólico. Estas corporaciones extremadamente ricas son en su mayoría estadounidenses y, siempre que pueden, se colocan por encima de las leyes del resto del mundo, e incluso de las de Estados Unidos, en algunos casos.
Así, en una segunda valoración, la Inteligencia Artificial es también el resultado de una nueva modulación del viejo imperialismo, sensu lato, ya que genera ganancias estratosféricas y fortalece el poder geopolítico de estas empresas y del Estado estadounidense respectivamente, a expensas de la población mundial, incluida la estadounidense. Estos costos involucran mano de obra semiesclava en minas de oro y niobio en Brasil y África, uberización del trabajo (Bezerra, 2024), desempleo e invasión de la privacidad en todo el mundo.
La inteligencia artificial, por tanto, es el resultado compuesto del conocimiento alienado de los programadores de algoritmos y de la grandes volúmenes de datos, esto producido por la navegación de todas las personas conectadas a las plataformas digitales, en su tiempo libre o en el trabajo, ya sea que trabajen para las plataformas o no.
En este último caso se incluye el trabajo de los directamente responsables de la producción de conocimiento y entretenimiento: científicos, periodistas, guionistas, artistas, etc. –, conocimientos cuyo costo de producción (formación, investigación, creación) y circulación (publicación, difusión, distribución y exhibición) es considerablemente alto, lo que hace que su alienación genere disputas entre viejos y emergentes sectores de las clases dominantes vinculadas a la producción, reproducción y circulación de la información y la comunicación, como las empresas y plataformas periodísticas.
Los medios de comunicación convencionales siguen una lógica de producción, distribución, comercialización y negocio bien definida, que establece todo un proceso, reglas y códigos de valores. En esto se diferencian los periódicos, la radio, la televisión y ahora los medios digitales.
Es posible analizar los medios de comunicación dentro de una hoja de cálculo hipotética, que puede concebirse en su forma más simple, a pesar de la complejidad de cada actividad: producto, tecnología, geografía, sistema de producción, modelo de negocio, métricas y precios.
En el caso de los periódicos impresos, el producto es el diario, una colección de páginas llenas de fotografías y noticias. La noticia debe ser atractiva para el lector, lo que permitirá al periódico vender ejemplares y anuncios. Para ser fabricado, depende de una tecnología, de una impresora. La producción requiere contratar reporteros, fotógrafos y editores, y tiempo de producción. Los periódicos antes tenían ediciones de mañana y de tarde. Culturalmente se estableció como referencia una edición diaria.
El producto tiene un alcance limitado, ya que es necesario transportar el periódico hasta el lector. Esto define tu geografía. Y también el concepto de noticia, de lo que ocurre más o menos cerca y puede tener impacto en la vida del ciudadano.
El proceso de producción también define el tamaño del periódico. ¿Cuántas páginas puede tener? Para producir las noticias se necesitan profesionales y eso tiene un coste. La ecuación entonces es cuántas noticias puedo producir, cuántas páginas puedo entregar, para que el periódico llegue al lector a tiempo y a un costo aceptable. La lógica empresarial debe entonces equilibrar el tiempo de producción, el costo de producción, la cantidad de copias y el precio de venta para que la empresa pueda sobrevivir y obtener ganancias.
Se cuantifican todas las variables: audiencia, ejemplares, precio de portada, valor publicitario. El periódico tendrá dos secciones, veinte páginas, contará con 30 reporteros y fotógrafos, contará con cinco coches reporteros y una tirada de 50 mil ejemplares. Es un ejercicio de contabilidad. El periódico establece entonces que el costo será de R$ 5 y que venderá una página de anuncios por R$ 10 mil. Una hoja de cálculo que se revisará a lo largo del tiempo en función de factores fluctuantes. El papel se encarece, los costes laborales suben, las ventas caen, cualquier cambio requiere ajustes. Pero eso no cambia la lógica del negocio. Ofrecer información, para crear audiencia y vender suscripciones y audiencia.
La televisión tiene otras características únicas, pero sigue la misma lógica comercial. Mientras que la tecnología del periódico era la impresora, la televisión necesita antenas, salas de edición, equipos de transmisión y receptores. Al igual que el periódico, esta tecnología y sus costos de producción serán importantes para definir el negocio. Pero la lógica es la misma: construir una audiencia, a partir de la producción de contenidos audiovisuales, informativos, deportivos, de entretenimiento, que serán consumidos por una audiencia específica, en el área de influencia de la señal electrónica, su geografía.
Así, la televisión abierta vende publicidad. TV Globo, Bandeirantes, Record, todos de la misma manera, en su escala de negocio. El coste de producción, al igual que ocurre con los periódicos, se ajustará a la capacidad de comercialización. Es necesario invertir en tecnología, personal, cámaras, etc. Pero este coste debe encajar en el presupuesto comercial. La televisión crea su propio lenguaje, métricas de audiencia y gráficos de marketing. Si los periódicos venden centímetros, la televisión vende segundos, a la audiencia que es capaz de alcanzar en un área geográfica determinada.
El modelo se puede aplicar a cualquier medio, pero empieza a fallar con los medios digitales. La tecnología rompe varias limitaciones de los medios tradicionales. Populariza la producción y circulación de imágenes, sonido y texto, la suma de todos los demás medios. Es interactivo. Y desmantela cualquier geografía y se puede acceder a él prácticamente desde cualquier lugar del mundo. Esto impone una escala inalcanzable para otros medios, aunque cada uno de ellos puede utilizar nuevas tecnologías para actualizar sus productos y entregas.
Hasta ahora hemos estado hablando de tecnología, y así es como a las plataformas les gusta presentarse, como empresas de tecnología, no como medios de comunicación. Sin embargo, de la misma manera que aquellos conectados a redes. Aquí empiezan las diferencias, porque la esencia del negocio no es despertar el interés del público a través de la circulación de contenidos profesionales, cuya producción o adquisición tiene un coste, sino a través de la circulación permanente de información no pagada, que mantiene conectado al consumidor. Después de algunos intentos erráticos, en los inicios de internet y durante los diez años que siguieron hasta la popularización de los teléfonos inteligentes, las plataformas digitales establecieron su modelo de negocio: conectar al público, ofreciendo un flujo incesante de información.
La conexión universal y el flujo permanente de información es lo que hará viable el nuevo negocio. Con el conocimiento extraído de miles de millones de personas conectadas, ahora es posible ofrecer publicidad programática, cuyo grado de precisión es superior a la publicidad en medios convencionales.[i]
El costo, entonces, se desplaza de la producción de información a los sistemas de vigilancia y procesamiento de datos, a los algoritmos y herramientas de búsqueda y al (re)conocimiento del consumidor. Como el coste de producir información constante sería prohibitivo y las plataformas exigen un flujo infinito de producción, no pueden remunerar esta producción como lo hacían los periódicos o la televisión, pagando a los profesionales y los derechos de emisión. ¿Cómo pagar por un flujo de contenido infinito?
En un ejercicio de matemáticas elemental, la cuestión queda clara. Pagar un centavo por publicación ya sería prohibitivo. Un centavo multiplicado por infinito generaría un gasto impagable de infinitos reales. Tampoco sería viable reducir el contenido al monto pagadero, porque esto interrumpiría el flujo necesario para mantener la conexión. De esta manera, el valor de la información en las plataformas es muy cercano a lo que las plataformas gastan para mostrarla, muy cerca de nada. Tik tok, Whatsapp, Facebook, Instagram, todos compiten con el The New York Times y Nature, con el mismo valor que un clic.
Es cierto que todo el contenido viaja a través de las plataformas, incluido el contenido cualificado de periódicos y otros medios, lo cual es muy caro y por más que lo intenten no les pagarán por ello. Eventualmente, las plataformas podrían llegar a un acuerdo sobre algún tipo de acuerdo. Pero ya han demostrado que si la acusación es importante, prefieren sacar la noticia del aire. Además, la hipotética hoja de cálculo que presentamos sigue siendo válida: las plataformas han construido su lógica de negocio, sus métricas, sus tablas de ventas y compiten por cuota de mercado con los medios tradicionales, con una enorme ventaja.
El impacto de este cambio es mayor que el cambio en el mercado de los medios. Establece un nuevo régimen de información (BEZERRA, 2023), al confundir emisor y receptor, expertos y aficionados, devaluando la calidad de la información, bajo la apariencia de una democratización de la comunicación. De hecho, las plataformas digitales favorecen las narrativas y definen todo un crisol cultural que da forma a nuestra época. Entre los valores destaca la libertad de expresión. Un derecho fundamental del ciudadano y un valor históricamente defendido por la prensa.
Parece ser la misma causa, pero no lo es: lo que se defiende es la posibilidad de equiparar una información consistente con una opinión, aunque esté basada en datos falsos y manipulada intencionadamente para generar clics. La narrativa es que todo ciudadano tiene derecho a expresarse, incluso si eso significa conspirar contra gobiernos democráticos, destruir reputaciones o vender productos falsos a personas enfermas. La narrativa establecerá afinidades electivas, que ya han demostrado estar bien definidas, con el crecimiento de los grupos extremistas, especialmente de extrema derecha, como hemos visto en Estados Unidos, Hungría, Brasil y ahora también en Argentina.
Estas afinidades harán que las plataformas se alineen, preferentemente, con estos grupos, para generar engagement (audiencia) y protección. El mejor ejemplo lo podemos ver en Brasil con la acción de las plataformas en la elección de un bloque de desinformación, que fue elegido difundiendo noticias falsas. La articulación se hizo evidente cuando el gobierno intentó debatir en el Congreso la regulación de las plataformas y medios digitales y Google, entre otros, distribuyó contenidos presentando el proyecto como Ley de Censura. Con el apoyo de la bancada de la desinformación.
No es que los medios tradicionales estuvieran o estén exentos de sesgos y manipulación. Nada de eso. Había, y hay, sin embargo, cierto grado de regulación al respecto, una carácter distintivo papel profesional de los periodistas, una tradición más o menos verdadera de compromiso con el interés público y con la veracidad de las noticias, una reputación de credibilidad que debe salvaguardarse. Además, las empresas periodísticas y de radiodifusión tienen domicilio, CNPJ, responsables y están sujetas a la legislación nacional. Así, independientemente del sesgo ideológico y del interés comercial que puedan tener, existen pesos y contrapesos, mientras que la mediación algorítmica de las plataformas, además de ser opaca y aparentemente sin dueño, tiene como carácter distintivo único, por así decirlo, el margen de beneficio de la publicidad programática.
Por lo tanto, pueden ¿Pueden considerarse las plataformas digitales herramientas neutrales, pura tecnología para la conexión y la navegación libre y sin dirección? La forma en que emplean y fomentan el uso de la Inteligencia Artificial, por ejemplo en escándalos como el de Cambridge Analytica, Brexit, las elecciones estadounidenses de 2016 y las brasileñas de 2018, entre muchos otros casos conocidos, sugieren que no es así.
En términos puramente descriptivos, la Inteligencia Artificial es un área de la Ciencia de la Computación. El término fue utilizado por primera vez por John McCarthy durante una conferencia en la Dartmouth College, en 1956 (IBM).
Básicamente, aunque emula la inteligencia humana, la inteligencia artificial realiza tareas que los humanos no pueden realizar a la misma velocidad, aumentando la productividad y optimizando los procesos (Bengio, 2023; He y Degtyarev, 2023). También realiza tareas que los humanos somos perfectamente capaces de realizar, con mayor eficiencia que la Inteligencia Artificial –como en el caso de los servicios de respuesta automática telefónica o de WhatsApp–, pero a costes mucho menores.
Aunque parezca nuevo, la inteligencia artificial comenzó a desarrollarse en la primera mitad del siglo XX y actualmente se utiliza en diversos sectores de la sociedad, tanto civil como militar. Media desde las relaciones interpersonales hasta las económicas y políticas, incluida la desinformación digital en la red (Schneider, 2022).
La inteligencia artificial no se limita al software informático, sino que se aplica igualmente al hardware. El llamado Internet de las cosas (IoT), los coches autónomos, la publicidad programática (microfocalización) y los sistemas biométricos (huella dactilar, reconocimiento facial, reconocimiento de voz, etc.) son algunos ejemplos de actividad de Inteligencia Artificial, entre un sinfín de otras posibles.
Aprendizaje automático (máquina de aprendizaje), aprendizaje profundo (deep learning) Y grandes volúmenes de datos son términos clave cuando hablamos de Inteligencia Artificial. Esto se debe a que este aprendizaje, que es lo que en última instancia permite que la Inteligencia Artificial funcione, sólo es posible con un volumen considerable de datos que alimentan los algoritmos, otro elemento inseparable de este conjunto. A partir de los datos analizados y organizados por estos últimos (los algoritmos), la máquina aprende.
El término “máquinas que aprenden” apareció por primera vez en el artículo “Máquinas de computación e inteligencia”, de Alan M. Turing, en octubre de 1950. Guiado por la pregunta “¿Pueden pensar las máquinas?”, Turing propuso una prueba para verificar si un ordenador, cuando se encontraba en una situación de competencia con un ser humano, tendría un rendimiento satisfactorio.
Turing (1950) concluyó que, dependiendo de la capacidad de almacenamiento, procesamiento y programación:
Las partes de las máquinas modernas que pueden considerarse análogas a las células nerviosas trabajan aproximadamente mil veces más rápido que éstas [células nerviosas, léase “neuronas”]. Esto debería proporcionar un “margen de seguridad” que pueda cubrir las pérdidas de velocidad que puedan surgir de diversas maneras. (Turing, 1950, p. 455, nuestro comentario).
Para comprender mejor el proceso de aprendizaje automático, vale la pena introducir el concepto igualmente importante de “redes neuronales”. Turing (1950) menciona estas redes en sus conclusiones, pero es Hopfield (1982) quien se centra estrictamente en este tema, explicando, desde la perspectiva de la ingeniería química, la analogía entre las neuronas y los “sistemas físicos con capacidades computacionales”, los chips.
La Inteligencia Artificial, por tanto, desde su concepción, imita la capacidad cognitiva humana. Se ha desarrollado exponencialmente en la última década y se ha convertido en un tema de expectativas y preocupaciones para las poblaciones y los gobiernos de todo el mundo, debido a sus beneficios y daños conocidos e imaginarios. Entre los daños conocidos, tenemos la difusión de desinformación en las elecciones, a veces con el uso de falsificaciones profundas, también utilizado para simular pornografía, mezclando caras, cuerpos y voces; la uberización de las relaciones laborales (Bezerra, 2024); la sustitución del trabajo humano por Inteligencia Artificial, fomentando el desempleo, etc. Entre las incógnitas, se especula con que la Inteligencia Artificial se salga de control y se vuelva contra las personas, en una actualización de Frankenstein, Golem y otros miedos reactivos a los cambios tecnológicos radicales.
No nos ocuparemos aquí de lo desconocido. En las Consideraciones Finales, sin embargo, volveremos a la crítica de los conocidos efectos nocivos de la Inteligencia Artificial, con el objetivo de problematizar la noción misma en lo que tiene de ideológicamente falaz, sugiriendo usos alternativos. Para apoyar el argumento, incorporaremos al debate una breve revisión de la apropiación crítica que Marx hace de la dialéctica hegeliana y del materialismo de Feuerbach, para discutir las nociones mismas de inteligencia, razón y astucia.
Razón dialéctica
Algo inteligente debe ser racional. Pero ¿qué significa exactamente ser racional? En sentido común, no actuar de forma absurda, incoherente y que cause daño (¿a quién?). También se trata de calcular con precisión.
La inteligencia implica Logos e Metis (Capurro, 2020), usualmente traducido como razón y astucia.
Logotipos se refiere esencialmente a la noción de verdad; Metis, a la de la eficacia.
Algo es verdadero en el sentido de máxima equivalencia entre el entendimiento y la cosa entendida. Razón significa, entre otras cosas, la facultad subjetiva de establecer esta equivalencia, con la mediación de los sentidos, del lenguaje o de ambos. Pero esta cosa entendida puede ser un objeto más o menos indiferente de contemplación o el resultado de una acción planificada. Incluso puede ser el objetivo de una acción vital. En el caso de una acción planificada, su verdad reside en la eficacia de su resultado en relación con el objetivo. ¿Pero quién lo planeó? ¿Cómo afecta el resultado a quienes no planificaron? ¿Para quién es razonable?
Según Herbert Marcuse, la Revolución Francesa introdujo en la historia el lema de un orden social regido por la razón. Los principales filósofos alemanes de la época, con Alemania política y económicamente por detrás de Francia e Inglaterra, ahondaron en esta cuestión, divididos, por un lado, entre la admiración por los avances de la Revolución, los logros de la ciencia y la técnica y la creciente libertad individual y, por otro, el rechazo al Terror, la miseria de las masas, el deshilachado de los lazos sociales y lo que más tarde sería llamado por Max Weber el “desencanto del mundo”.
El idealismo alemán fue considerado la teoría de la Revolución Francesa. Esto no significa que Kant, Fichte, Schelling y Hegel desarrollaron una interpretación teórica de la Revolución Francesa, sino que, en gran medida, escribieron sus filosofías como respuesta al desafío que venía de Francia de reorganizar el Estado y la sociedad sobre bases racionales, de modo que las instituciones sociales y políticas se ajustaran a la libertad y a los intereses del individuo. A pesar de sus severas críticas al Terror, los idealistas alemanes acogieron unánimemente la Revolución como el amanecer de una nueva era y, sin excepción, asociaron sus principios filosóficos básicos con los ideales que había promovido. (Marcuse, 1978, pág. 17)
¿Pero cuál sería una base racional para el Estado y la sociedad? El mundo debería convertirse en un orden de razón.
Los ideales de la Revolución Francesa encontraron apoyo en los procesos del capitalismo industrial. El imperio de Napoleón había eliminado las tendencias radicales de la Revolución al tiempo que consolidaba sus consecuencias económicas. Los filósofos franceses de ese período asociaron la realización de la razón con la expansión de la industria. La creciente producción industrial parecía capaz de proporcionar todos los medios necesarios para satisfacer las necesidades del hombre. Así, en la época en que Hegel desarrollaba su sistema, Saint-Simon, en Francia, ensalzaba la industria como el único poder capaz de conducir a los hombres a una sociedad libre y racional. El proceso económico apareció como el fundamento de la razón. (Marcuse, 1978, pág. 18)
¡Qué lejos estamos hoy de esos horizontes aurorales, para utilizar un término querido por Bloch! Hoy en día, existe el temor de que la inteligencia artificial, tataranieta de la máquina de vapor y del telar mecánico, domine o destruya a la humanidad. Por lo menos, se presta a usos muy negativos desde el punto de vista de la democracia y los derechos humanos. Y ya nadie tiene fe en la economía capitalista en términos del bien común. En el mejor de los casos, se afirma que no existe una opción mejor. Y la idea de que el proceso económico sería la base de la razón suena extraña, absurda, excepto para los ricos o los ultra ricos.
Poco después de que Napoleón liquidara “las tendencias radicales de la Revolución”, Auguste Comte se propuso liquidar las tendencias radicales de la Ilustración francesa, formulando una noción de razón positivista, que deliberadamente opaca el filo crítico de la razón, es decir, su propiedad de negar lo que es irracional en un estado de cosas dado, limitándose a negar lo que ya estaba muerto, la Ancien Régime. Así, con el triunfo de la burguesía y la subordinación de las clases populares en términos capitalistas, se instaura una nueva racionalidad dominante (Marcuse, 1978, p.309-325), coronada por el binomio idealista y conservador “orden y progreso”, inscrito en nuestra bandera nacional y cuya vocación autoritaria tan bien conocemos en Brasil.
Frente a la racionalidad de tipo positivista y su fundamento, tenemos la razón dialéctica: “En la visión de Hegel […] el hombre llegará a ciertas concepciones que revelarán que la razón está en conflicto con el estado de cosas existente. Llegará a comprender que la historia es una lucha constante por la libertad, que la individualidad del hombre, para realizarse, requiere que posea alguna propiedad y que todos los hombres tienen igual derecho a desarrollar sus propias facultades. Pero en realidad prevalecen la servidumbre y la desigualdad; Muchos hombres no tienen ninguna libertad y están privados de la última migaja de propiedad. Por consiguiente, la realidad “no racional” debe modificarse hasta que se ajuste a la razón”. (Marcuse, 1978, pág. 19)
Hay, sin embargo, una dificultad: “[…] Lo que los hombres consideran verdadero, justo y bueno debe realizarse en la organización real de su vida social e individual. Pero el pensamiento varía de un individuo a otro, y la diversidad de opiniones individuales resultante no puede proporcionar un principio rector para la organización común de la vida. Si el hombre no posee conceptos y principios de pensamiento que designen normas y condiciones universalmente válidas, su pensamiento no puede pretender gobernar la realidad. Siguiendo la tradición de la filosofía occidental, Hegel cree en la existencia de tales conceptos y principios objetivos, y llama a su totalidad razón”. (Marcuse, 1978, págs. 19-20)
La razón, entonces, es el conjunto de conceptos objetivos y principios del pensamiento que denotan condiciones y normas de validez universal, que deben ser implementadas, porque: “Para Hegel […] la razón no puede gobernar la realidad, a menos que la realidad se haya vuelto racional en sí misma. Esta racionalidad es posible gracias a la irrupción del sujeto en el contenido mismo de la naturaleza y de la historia”. (Marcuse, 1978, pág. 21)
Para el positivismo, el fin de Ancien Régime Debería llevar consigo el fin del pensamiento como negación de la irracionalidad de lo existente. El progreso llegaría con el tiempo. Hegel, a lo largo de su vida, vivió la tensión entre la negación racional de lo existente irracional y el rechazo de los idealismos fantásticos.
En todo caso, ¿cómo podemos hacer racional la realidad si nuestra época pretende renunciar a condiciones y normas universales –como el fin de la explotación del hombre (y de la mujer) por el hombre– y está marcada, por el contrario, por la disputa de los más variados particularismos, algunos progresistas y libertarios, otros reaccionarios y autoritarios, o incluso oportunistas, pero todos resistentes a la idea misma de razón, acusada por algunos de totalitaria, por otros de blasfema?
Es esta disputa la que ha educado, por así decirlo, a la Inteligencia Artificial, ganando terreno el segundo grupo.
Excepto en situaciones en las que los intereses corporativos se ven amenazados por la ciencia, como en el caso de las industrias contaminantes de combustibles fósiles o pesticidas, la razón positivista no tiende a confrontar la statu quo, ya sean liberales o autoritarios. Ésta sigue siendo la tarea de la razón dialéctica, que se desarrolló, a partir de Marx, como una crítica del conocimiento contemplativo, una crítica sintetizada en su 11 tesis sobre Feuerbach.
Se sabe que las personas famosas Tesis Son notas personales de Marx, posteriormente publicadas por Engels. Son postulados breves y poderosos, que sirvieron de orientación al propio Marx en la elaboración de su sistema. Sin embargo: “[…] a veces parece que las frases cortas se pueden cubrir más rápidamente de lo que realmente es. Y a veces es típico de las frases célebres que, muy contra su voluntad, ya no provoquen reflexión o que se las trague todavía muy crudas. […] ¿Qué se entiende exactamente por tesis 11? ¿Cómo debe entenderse en el sentido filosófico siempre preciso de Marx? No debe entenderse, o mejor dicho, mal emplearse de ninguna manera mezclado con pragmatismo”. (Bloch, 2005, pág. 271)
Ernst Bloch aclara que hubo mucho debate sobre el orden de Tesis. Según él, la naturaleza no sistemática de las notas personales indica que su orden es aleatorio y se puede identificar una estructura subyacente que puede ordenarse en términos de un grupo epistemológico, que discute la contemplación y la actividad (tesis 5, 1 y 3); un grupo histórico-antropológico, que se ocupa de la autoalienación y del verdadero materialismo (tesis 4, 6, 7, 9 y 10); un grupo de teoría-praxis, que discute la cuestión de la prueba y validación del conocimiento (tesis 2 y 8); El 11 es la coronación, la conclusión.
No hay espacio aquí para discutir en detalle la exégesis blociana de Tesis. Sin embargo, analizaremos la cuestión del conocimiento contemplativo, así como también llamaremos la atención sobre la crítica que Bloch dirige a las lecturas erróneas de la Tesis, en particular el 11, que conducen a confusiones teóricas, epistemológicas y políticas irracionalistas y potencialmente reaccionarias. Nuestra intención con esto no es añadir algo nuevo a los estudios sobre Marx, sino defender la relevancia de la crítica de Ernst Bloch al pragmatismo y al pragmatismo para el debate contemporáneo en torno a la Inteligencia Artificial.
Por practicistas Ernst Bloch se refiere a una cierta tendencia voluntarista y antiintelectualista, presente en su tiempo y en el nuestro: “En lo que respecta a los “practicistas” del movimiento socialista, es obvio que moralmente ciertamente no tienen nada en común con los pragmáticos; Su voluntad es transparente, su intención revolucionaria, su objetivo humanitario. Sin embargo, cuando dejan la cabeza de lado, entonces nada menos que toda la riqueza de la teoría marxista, junto con la apropiación crítica del legado cultural por ella hecha, termina emergiendo, con ocasión de la “método de prueba y error”, del diletantismo, del “practicalismo”, esa cruel falsificación de la tesis 11, que metodológicamente se asemeja al pragmatismo. […] Los “practicalistas”, que a lo sumo dan un crédito coyuntural a la teoría, […] introducen en la esencia luminosa del marxismo la oscuridad de su propia ignorancia privada y del resentimiento que tan fácilmente se asocia con la ignorancia. […] el esquematismo de la falta de reflexión vive también en la propia antifilosofía inactiva. De este modo, sin embargo, se puede hacer aún menos referencia a la preciosa tesis sobre Feuerbach; El malentendido entonces se convierte en blasfemia. Por esta razón, hay que subrayar continuamente que, en Marx, un pensamiento no es verdadero porque sea útil, sino útil porque es verdadero”. (Bloch, 2005, pág. 273)
Ernst Bloch ataca aquí una lectura errónea de la Tesis 11, según la cual, según Marx, la filosofía ya habría cumplido su papel y sólo la acción revolucionaria sería válida, como si ésta pudiera prescindir de la teoría revolucionaria, como lo expresa la famosa frase de Vladimir Lenin. En palabras del propio Bloch: “Por mucho que el antipragmatismo de los grandes pensadores de la praxis [… proporcione puertas abiertas, éstas pueden ser cerradas repetidamente por una interpretación errónea e interesada de la tesis 11. Por una interpretación que, de manera grotesca, cree poder detectar en el triunfo máximo de la filosofía –que se da en la tesis 11– una abdicación de la filosofía, precisamente un tipo de pragmatismo no burgués”. (Bloch, 2005, pág. 273-4)
Es decir, si la praxis lo requiere Metis, también requiere Logos: “[…] si la destrucción de la razón nos hace hundirnos de nuevo en la irracionalidad bárbara, la ignorancia de la razón nos hace hundirnos en la irracionalidad imbécil; Este último no derrama sangre, sino que arruina el marxismo. Así pues, la banalidad también es contrarrevolucionaria en relación con el propio marxismo; “porque ésta es la realización (no la norteamericanización) de las ideas más avanzadas de la humanidad”. (Bloch, 2005, pág. 274)
A XI Tesis sobre Feuerbach No es un rechazo de la filosofía. Se trata a la vez de una crítica al elemento meramente contemplativo de casi toda la filosofía que la precedió, y de una invitación a una actualización permanente de la filosofía y del pensamiento crítico en su conjunto a través de la praxis, es decir, de la retroalimentación de la teoría y de la práctica, en una perspectiva transformadora, tributaria tanto de la historia de las luchas humanas por la justicia y la libertad como de su mejor expresión teórica en la filosofía: “[…] contra los filósofos precedentes se levanta la acusación, o mejor: se identifica en ellos, como una barrera de clase, el hecho de que sólo interpretaran el mundo de manera diferente, no el hecho de que filosofaran. La interpretación, sin embargo, es similar a la contemplación y se deriva de ella; Por lo tanto, el conocimiento no contemplativo se distingue ahora como el estandarte que verdaderamente conduce a la victoria. Pero como bandera del conocimiento, la misma bandera que Marx desplegó –por supuesto con acción, no con tranquilidad contemplativa– en su principal obra de investigación erudita. Esta obra principal es pura instrucción para la acción; Sin embargo, se llama La capital, y no una guía para el éxito o incluso propaganda a favor del acto; No es una receta para hazañas heroicas […], sino que reside […] en el análisis cuidadoso, en la investigación filosófica de las interrelaciones dentro de la realidad más complicada, tomando el camino de la obligación comprendida, del conocimiento de las leyes dialécticas del desarrollo de la naturaleza y de la sociedad en su conjunto. […] Sin duda, Marx pronunció palabras hirientes contra la filosofía, pero no lo hizo contra la filosofía contemplativa pura y simple, siempre que se tratara de una filosofía relevante de épocas importantes. Lo hizo precisamente en contra de un cierto tipo de filosofía contemplativa, a saber, la de los epígonos de Hegel de su tiempo, que era más bien una no-filosofía”. (Bloch, 2005, pág. 274-5)
La noción de filosofía contemplativa a la que se refiere Bloch concierne, según el propio Bloch, prácticamente a toda la historia de la filosofía anterior a Marx, en un sentido más general, y a la crítica de Marx a Feuerbach, más específicamente.
Marx habría sido el primer pensador serio en colocar la transformación, o más bien, la articulación entre la teoría y la práctica transformadoras, en el centro de su sistema. Pero la idea misma de transformación no es válida en sí misma. No toda transformación conduce a una mejora. Y lo que debe guiar la transformación fue postulado por lo mejor de la filosofía, reconoce Marx (2005) en Introducción a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel, donde elogia los grandes logros de la filosofía, particularmente de la filosofía clásica alemana.
Marcuse, a su vez, al situar la filosofía clásica alemana en su choque con el empirismo británico, nos ayuda a entender mejor las formas en que Marx es heredero y crítico de ambas corrientes: “El idealismo alemán defendió a la filosofía de los ataques del empirismo inglés, y la lucha entre las dos escuelas no significó simplemente el choque entre dos filosofías diferentes, sino una lucha en la que estaba en juego la filosofía como tal”. (Marcuse, 1978, pág. 28)
También fue un choque ético-político. Es cierto que el carácter materialista del empirismo era importante para Marx. El problema era su aspecto contemplativo: “Si la experiencia y el hábito fueran las únicas fuentes del conocimiento y de la fe, ¿cómo podría el hombre actuar contra el hábito, cómo podría actuar de acuerdo con ideas y principios todavía no aceptados ni establecidos? La verdad no podía diferir del orden establecido, ni la razón podía contradecirlo. Esto generó no sólo escepticismo sino también conformidad. El empirismo, al limitar la naturaleza humana al conocimiento de lo “dado”, eliminó el deseo de trascenderlo […]” (MARCUSE, 1941, p. 31-2)
Es bien conocida la apropiación crítica que hace Marx de la economía política británica, así como del socialismo francés. Nos centramos aquí en su relación con el idealismo alemán, también ampliamente estudiado, pero con un enfoque particular, mediado por el estudio de Marcuse sobre Hegel y su fortuna crítica, particularmente en el pensamiento de Marx, junto con la exégesis de Ernst Bloch de 11 tesis. El objetivo de este enfoque, tal vez valga la pena recordarlo en este punto de la exposición, es explorar elementos que nos permitan discutir la Inteligencia Artificial, como noción y fenómeno, a la luz del marco teórico que surge de esta tradición crítica.
La dialéctica hegeliana y su atención a la contradicción inherente a la realidad histórica misma como fuerza impulsora detrás de su transformación ocupan un lugar destacado. Pero también vale la pena destacar el imperativo categórico kantiano de que los sujetos no pueden ser tratados como objetos, articulado con la crítica de Feuerbach a la religión, como se puede leer en el elogio de Marx al radicalismo de la “teoría alemana”, pues concluye la crítica de la religión “con la doctrina de que el hombre es el ser supremo para el hombre mismo”, conduciendo al “imperativo categórico de derrocar todas las condiciones en las que el hombre aparece como un ser humillado, esclavizado, abandonado, despreciable”. (Marx, 2005, pág. 151)
La crítica de Ludwig Feuerbach a la religión denuncia la inversión entre creador y criatura en la relación del hombre con la divinidad, pero permanece en la esfera abstracta y contemplativa:
La “crítica antropológica de la religión” de Feuerbach derivó la esfera trascendente en su conjunto de la fantasía deseante: los dioses son los deseos del corazón transformados en seres reales. Al mismo tiempo, a través de esta hipóstasis del deseo, surge una duplicación del mundo en un mundo imaginario y otro real, y el hombre transfiere su mejor esencia del aquí y ahora a un más allá supraterrenal. (Bloch, 2005, pág. 259)
La más famosa de las Tesis, la 11, es precisamente la que afirma que los filósofos se han limitado a contemplar el mundo y que ha llegado el momento de ir más allá, transformándolo. Esto sería al mismo tiempo el fin y la culminación de la filosofía, así como la realización de sus mayores logros. ¿Y cuáles serían estos? Concluimos que el mundo debe convertirse en un orden de razón, que la esencia de la razón es la libertad y que ésta debe tener imperativamente validez universal, es decir, ser válida para todos:
[…] La continuación que Marx hace de la antropología de Feuerbach, como crítica de la autoalienación religiosa, no es sólo una consecuencia, sino un renovado desencanto del propio Feuerbach o de la fetichización última, la antropológica. De este modo, Marx conduce al hombre ideal-genérico, a través de los meros individuos, al terreno de la humanidad real y de la posible postura humanitaria.
Para ello, fue necesario examinar los procesos que están realmente en la raíz de la alienación. Los hombres duplican su mundo no sólo porque tienen una conciencia desgarrada y deseante. Esta conciencia, junto con su reflejo religioso, proviene más bien de una división mucho más cercana, es decir, la división social. Las relaciones sociales mismas están desgarradas y divididas, revelan un abajo y un arriba, muestran luchas entre estas dos clases e ideologías nebulosas de los arriba, de las cuales la religiosa es sólo una entre muchas. Para Marx, el trabajo que aún quedaba por hacer era precisamente encontrar aquello que estaba más próximo al fundamento mundano, algo inmanente en relación con el inmanente abstracto-antropológico de Feuerbach. (Bloch, 2005, pág. 261-2)
El proletariado, como clase universal, subordinada a la irracionalidad de la explotación, privada de propiedad y de libertad más allá de la letra de la ley –libertad formal–, sería el sujeto social encargado de transformar un orden social irracional –pese a los logros de la Revolución Francesa, pues seguía basándose en la explotación del hombre sobre el hombre– en un orden racional, en el que la libertad individual y la colectiva no estarían en contradicción, sino que se condicionarían mutuamente. Esto implica necesariamente una transformación del régimen de propiedad, con el fin de la propiedad privada sobre los medios de producción, etc.
“[…] sin el partidismo de la posición de clase revolucionaria sólo hay idealismo retrógrado en lugar de praxis avanzada. Sin la primacía de la cabeza hasta el final, sólo quedan los misterios de la disolución en lugar de la disolución de los misterios. Así pues, en la conclusión ética de la filosofía del futuro de Feuerbach, tanto la filosofía como el futuro están ausentes; La teoría de Marx, en términos de praxis, puso ambas en funcionamiento y la ética finalmente se hizo carne”. (Bloch, 2005, pág. 270)
Sin embargo: “[…] ¿qué fue lo que descubrió el punto de partida de las Once Tesis, es decir, la filosofía incipiente de la revolución? No se trata sólo de la nueva tarea del proletariado, por mucho que éste se haya alejado de la contemplación, por mucho que no se haya permitido aceptar o incluso eternizar las cosas tal como son. No se trata sólo del legado crítico-creativo recibido de la filosofía alemana, la economía política inglesa y el socialismo francés, por necesarios que fueran estos tres fermentos, especialmente la dialéctica de Hegel y el materialismo renovado de Feuerbach, para la formación del marxismo. Lo que condujo definitivamente al punto de Arquímedes y, por tanto, a la teoría-praxis, no ha aparecido todavía en ninguna filosofía […] Hasta ahora todo conocimiento se refería esencialmente a lo pasado, ya que sólo esto es contemplable. Así, lo nuevo quedó fuera de su comprensión; el presente, donde el devenir de lo nuevo tiene su primera línea, constituye una vergüenza”. (278-9)
Hemos intentado arriba resumir el paso de una racionalidad crítica pero todavía contemplativa a la noción de praxis, con el objetivo de contribuir al debate en torno a la crítica de los artificios de astucia que componen la llamada Inteligencia Artificial y que la hacen esencialmente irracional, y por tanto no inteligente, desde el punto de vista de sus víctimas, víctimas directas de fraudes, trabajadores explotados, usuarios vigilados, multitudes engañadas, derechos difusos atacados, democracias amenazadas.
Consideraciones finales
La noción de inteligencia debe pensarse en términos teleológicos, relacionados con medios y fines. Como primera aproximación, una acción debe considerarse inteligente si los medios empleados favorecen o aseguran la consecución del fin deseado. Esto es incuestionable, pero no resuelve la cuestión de hasta qué punto los fines merecen ser descritos de manera inteligente.
Nada es ni puede ser puramente artificial, ya que nada existe más allá de la naturaleza, excepto los procesos mediados por la acción humana basada en la naturaleza. De la piedra tallada y la hoguera a los algoritmos. Artificial es, por tanto, una indicación de que hubo interferencia humana en ese resultado, o más bien, significa algo que no habría sido el caso sin esa interferencia. No es, pues, algo ajeno a la naturaleza, sino el resultado de la mediación humana.
En el caso de la Inteligencia Artificial, esto involucra a ingenieros, programadores, productores y consumidores, sin olvidar a los dueños y accionistas de las plataformas, cuyas telos DM-D' sigue siendo la mediación decisiva en medio del complejo de mediaciones intervinientes en la acción.
“Sólo el hombre tiene el poder de autorrealización, el poder de ser un sujeto autodeterminante en todos los procesos de devenir, porque sólo él tiene una comprensión de lo que son las potencialidades y el conocimiento de los “conceptos”. Tu propia existencia es el proceso de actualizar tu potencial, de adaptar tu vida a las ideas de la razón. Encontramos aquí la categoría más importante de la razón, es decir, la libertad. La razón presupone la libertad, el poder de actuar de acuerdo con el conocimiento de la verdad, el poder de ajustar la realidad a las potencialidades. […] La libertad, a su vez, presupone la razón, pues sólo el conocimiento amplio permite al sujeto conquistar y ejercer este poder”. (Marcuse, 1978, pág. 22)
La libertad se entiende entonces como el poder de actuar de acuerdo con el conocimiento racional de la verdad y el poder de moldear la realidad según sus potencialidades. Logotipos e Metis Se mezclan aquí, mediando la libertad y siendo mediados por ella.
Sin embargo, la libertad de los accionistas y propietarios de plataformas para subsumir el trabajo intelectual y el ocio del mundo de forma gratuita para enriquecerse, indiferentes a las consecuencias de su Frankenstein turboalimentado, es pura Metis y poco Logos. Al mismo tiempo, ¿los partidarios de la Tierra plana o de ilusiones más peligrosas estarían ejerciendo efectivamente su libertad de expresión al difundir tonterías en las redes digitales? ¿O estarían dirigidos por oportunistas, en la mayoría de los casos partidarios del irracionalismo, o incluso fascistas?
¿Es concebible la libertad sin la verdad, el deseo, el coraje, el miedo, el dolor y el placer? ¿Es concebible una inteligencia sin estas cosas, salvo una inteligencia abstracta, puramente formal o meramente instrumental?
Una máquina, esencial y eternamente incapaz de estas cosas, porque no es orgánica, porque no está viva, no puede poseer inteligencia ni libertad concretas, ni siquiera astucia. Sólo puede actuar en el complejo de mediaciones sociales para satisfacer las demandas más influyentes.
Ciertamente, los procesos mecánicos edulcorados como Inteligencia Artificial son el resultado de la acción humana sobre los poderes y las cosas naturales. ¿Quiénes son estos humanos? ¿Cuando y donde operan? ¿De qué manera? ¿Con qué resultados? ¿Para quién?
Quiénes: mineros de oro, columbita y tantalita; ingenieros; propietarios de minas; políticos que legislan las relaciones de propiedad y de trabajo en relación con las actividades mineras, el procesamiento, circulación, compra, venta y aplicación de los resultados mineros, que mucho antes y al mismo tiempo que es fuente de datos, es “[…] de minerales valiosos, como el coltán y el oro, para la industria electrónica. El coltán, una mezcla de dos minerales, la columbita (de donde se extrae el niobio, que tiene propiedades superconductoras) y la tantalita (de donde se extrae el tántalo, utilizado en la fabricación de pequeños condensadores), es un mineral metálico utilizado en la mayoría de los dispositivos electrónicos, como teléfonos inteligentes, portátiles y otros ordenadores. […] Como la legislación brasileña, hasta 2023, se basaba en la declaración de buena fe del vendedor para legitimar la venta de oro brasileño en el mercado, es difícil determinar el porcentaje de oro extraído ilegalmente de reservas indígenas (como los Yanomami) que hay en cada teléfono inteligente”. (Bezerra, 2024, pág. 49-50)
Cuándo: en un momento de crisis de la hegemonía estadounidense, de fortalecimiento de China y de ascenso de la extrema derecha en todo el mundo. Dónde: África, tierras Yanomami. De qué manera: bajo trabajo semiesclavo y/o incluso bien pagado, obteniendo ganancias astronómicas del plustrabajo de los dos agentes anteriores, mineros y programadores, distribuyendo dividendos al siguiente grupo de agentes en los estados burgueses, lacayos políticos del capital, y a los responsables de la circulación, lo que a su vez implica una compleja división del trabajo y de la propiedad propia.
La inteligencia artificial, o mejor dicho, los artificios de la astucia, se distribuyen de forma desigual, así como la cadena de mando y ejecución de las acciones necesarias para su existencia, sin olvidar los resultados más o menos gratificantes o catastróficos para los distintos agentes implicados, incluidos los usuarios de los sistemas.
Entre las catástrofes, de las que no se habla lo suficiente en la esfera pública, se encuentra una infraestructura sociotécnica compuesta por materiales extremadamente costosos y ecológicamente destructivos. los centros de datos, que consumen enormes cantidades de electricidad y agua. ¡Cuánta inteligencia, cuántos trucos! ¿Puede existir una inteligencia irracional? ¿Puede haber una razón estúpida, es decir tonta y brutal? La inteligencia es irracional y la razón es estúpida desde el punto de vista de sus víctimas: nadie considera que ser engañado, estafado, explotado, mutilado, masacrado sea un resultado inteligente o racional.
La inteligencia artificial es un nuevo tipo de artificio utilizado por personas inteligentes y astutas. O, para decirlo de manera más formal, la Inteligencia Artificial, como se ve, es el resultado más reciente de la tendencia histórica de subsumir el trabajo bajo el capital, tanto formal como real. Este fenómeno, unido a la tendencia del capital constante (trabajo muerto) a crecer en relación al capital variable (trabajo vivo) en la composición orgánica del capital, genera simultáneamente un aumento de la productividad, un desempleo y una caída de la tasa de ganancia, ya que reduce la presencia activa de la única fuente de valor añadido en el proceso de producción, ya sea material o simbólico: el capital variable, el trabajo vivo.
Esta tendencia, sin embargo, no es una fatalidad de orden místico o cosmológico, como el apocalipsis o la explosión del sol, sino de un sistema sociohistórico que comenzó, creció en medio de tantas crisis, vive otro momento de contradicción entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las actuales relaciones de producción, y debe ser superado por uno mejor. O no. Depende en parte de nosotros, que discutimos estas cosas.
El marco presentado plantea desafíos jurídicos, relacionados con el debate regulatorio sobre las plataformas y la propia Inteligencia Artificial, que tocan temas sensibles como la libertad de expresión, que a su vez confronta las nociones de libertad individual y colectiva, especialmente ante crecientes olas de desinformación o fraude masivo.
Existen desafíos económicos relacionados, que involucran la desmonetización y posible imputabilidad de agentes de desinformación en una escala que representa un riesgo para las democracias y los derechos difusos de las minorías, dada la concentración de poder de las plataformas, con sus ejércitos de abogados y representantes en congresos conservadores.
Hay desafíos narrativos, porque lo que está en juego es la verdad histórica misma, junto con la credibilidad de instituciones reconocidas desde la modernidad como autoridades cognitivas: la prensa, la ciencia, el Estado de derecho, que obviamente no deben ser protegidas de la crítica, pero la crítica no es lo mismo que la calumnia, la difamación, el sabotaje. Es importante, por tanto, afrontar también el problema de la verdad y de la libertad, sin perder de vista el consejo de Heller (2004) de no confundir la necesaria prudencia en el trato con la verdad, debido a la falta de certeza absoluta, con una entrega al relativismo.
Para abordar este conjunto de desafíos es necesario buscar sinergias entre las acciones constantes, virtuosas pero insulares, de académicos, gobiernos y activistas; denuncia y presión política para la regulación de las plataformas digitales que se benefician de la desinformación en sus formas más perniciosas: racismo, misoginia, LGBTQIA+fobia, negacionismo, revisionismo, todo ello junto en el paquete neofascista; promoción de la competencia crítica en información y comunicación a gran escala; el establecimiento de soberanías digitales nacionales y populares, a través de la inversión en plataformas públicas.[ii]
*Marco Schneider Es profesor del Departamento de Comunicación de la Universidad Federal Fluminense (UFF). Autor, entre otros libros, de La dialéctica del gusto: información, música y política (Circuito).
*William Francia es periodista y estudiante de doctorado en Ciencias de la Información en el Ibcit-UFRJ.
*Luiz Claudio Latgé es periodista y tiene una maestría en Medios y Vida Cotidiana de la UFF.
Versión ampliada de un artículo publicado originalmente como capítulo de libro en el Instituto de Filosofía de Cuba.
Referencias
ANTÚNES, Ricardo. Los sentidos del trabajo. Ensayo sobre la afirmación y negación del trabajo. São Paulo: Boitempo, 2006. 261 p.
TERNERO, Arthur Coelho. Régimen de información y luchas de clases: reconstrucción de un concepto a la luz de la crítica de la economía política. En: Ci.Inf.Rev., Maceió, v. 10, n. 1/3, pág. 1-14, 2023. Disponible aquí.
TERNERO, Arthur Coelho. Tecnología y trabajo precario: una crítica de la economía política del capitalismo digital. En: Lo social en cuestión – Año XXVII – nº 58 – Ene a Abr. /2024, p. 37-56. Disponible aqui.
BLOCH, Ernst. El principio de la esperanza. Volumen 1. Río de Janeiro: EdUERJ; Contrapunto, 2005.
BLOCH, Ernst. Comentario a las tesis sobre Feuerbach. En: El principio de la esperanza. Sin fecha. Disponible aquí.
CAPURRO, Rafael. Pseudangelia – Pseudangelos. Sobre mensajes falsos y mensajeros en la antigua Grecia. Contribución al Seminario virtual con el Prof. María Bottis (Profesor de Ética y Derecho de la Información) y colegas de la Universidad Jónica (Corfú, Grecia), 21 de abril de 2020. (pdf). Preguntas de los estudiantes y respuestas tentativas (pdf). En: Información 25(1), 2020, págs. 106-131.http://www.capurro.de/pseudangelia_english.html.
HE, J. & DEGTYAREV, N. IA y átomos: cómo la inteligencia artificial está revolucionando el material nuclear. La bala de los científicos atómicos, 2023. Disponible aquí.
HELLER, Agnes. La vida cotidiana y la historia. São Paulo: Paz e Terra, 2004.
HOPFIELD, JJ Redes neuronales y sistemas físicos con capacidades computacionales colectivas emergentes. Actas de la Academia Nacional de Ciencias, v. 79, n. 8 de abril de 1982, pág. 2554-2558. Disponible aquí.
Empresa ¿Qué es la Inteligencia Artificial (IA)? Disponible aquí.
KANT, Emanuel. Fundamento de la metafísica de las costumbres. Nueva York: Routledge, 2009.
MARCUS, Herbert. Razón y revolución. Hegel y el surgimiento de la teoría social. Londres: Routledge & Kegan Paul Ltd, 1941.
MARCUS, Herbert. Razón y revolución: Hegel y el advenimiento de la teoría social. Río de Janeiro: Paz y Tierra, 1978.
MARX, Carlos. Capítulo VI Inédito de El Capital. Resultados del proceso de producción inmediata. Nueva York: Routledge, 1985. 169 págs.
MARX, Carlos. Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel. São Paulo: Boitempo, 2005.
MARX, Carlos. La capital. Libro I, v. 1. Río de Janeiro: Civilización Brasileña, 2002. 576 p.
MARX, Carlos. La capital. Libro I, v. 2. Río de Janeiro: Civilización Brasileña, 2003. Pp. 577-929.
MLUHAN, Marshall. Los medios de ccomunicación ccomo extensiones del hombre. São Paulo: Cultrix, 1969.
SCHNEIDER, Marco. La era de la desinformación. Posverdad, noticias falsas y otras trampas. Río de Janeiro: Garamond, 2022.
TURING, A.M. Computing Machinery and Intelligence. Mente, Volumen LIX, Número 236, octubre de 1950, pág. 433–460. Disponible en aquí.
Notas
[i] Existen otros modelos de negocio de plataformas digitales, como Uber y Airbnb. Se trata aquí de los modelos de empresas como Amazon, Google y Meta, que pueden considerarse nuevos medios.
[ii] Nos gustaría agradecer a Faperj, CNPq y Capes por las becas de apoyo a la investigación.
la tierra es redonda hay gracias a nuestros lectores y seguidores.
Ayúdanos a mantener esta idea en marcha.
CONTRIBUIR