por ALEJANDRO JULIETE ROSA*
Comentarios sobre la militancia política del escritor, con motivo de los festejos de los 160 años de su natalicio
Los escritores y la República
quien lee la novela Triste final de Policarpo Quaresma debió darse cuenta de cuánto la figura del Mariscal Floriano Peixoto y los hechos de la Revuelta de la Marina marcaron la memoria de la población de Río de Janeiro. Lima Barreto, autora del libro, no fue la única de los grandes escritores cariocas en involucrarse emocional y literariamente con este período crítico de nuestra historia.
Machado de Assis, por ejemplo, publicó en 1904 la novela Esaú y Jacó, y en 1908, su última obra, memorial de aires, ambientada en el período inmediatamente posterior a la Abolición de la esclavitud y la Proclamación de la República. Además de las novelas, algunos cuentos reunidos en reliquias de casas antiguas (1906) traen el contexto bélico de principios de la década de 1890, especialmente “María Cora”, cuya historia transcurre durante el año 1893 y enreda a los personajes en los acontecimientos de la Revolución Federalista.[i]
Mucho se ha escrito sobre el supuesto ausentismo de Machado de Assis y sus obras, de la alienación y hasta de la indiferencia del escritor frente a los problemas sociales que lo rodearon durante casi medio siglo de actividad intelectual. Las dimensiones históricas y políticas de la obra de Machado, como lo señala el crítico José Brito Broca, cuando aparecían en los debates, al menos hasta la década de 1950, estuvieron guiadas por tal ausentismo: “y aún hoy [1952] hay quienes vienen a acusar al escritor de carácter indiferente y ajeno a nuestra realidad sociopolítica”.[ii]
Algunas raras excepciones, como el ensayo de Astrojildo Pereira, de 1939 -año en que se conmemora el centenario del nacimiento del autor de Dom Casmurro.[iii] Este es el primer movimiento teórico e interpretativo fuerte que se levanta contra esta versión equivocada que involucra tanto al hombre Joaquim Maria Machado de Assis como a su obra. A lo largo de las páginas de “Machado de Assis, novelista del Segundo Imperio” encontramos mucho de ese material histórico que subyace en la formulación ficcional de los cuentos y novelas de Machado, material que luego sería desarrollado y ampliado por varios investigadores: patriarcado y relaciones familiares, la esclavitud, la economía de las relaciones y, sobre todo, la política. De las páginas de Machado, comenta Astrojildo, “con igual intensidad y de manera inseparable, lo humano y lo brasileño, lo natural y lo social, lo permanente y lo contingente, emergen con igual intensidad y de manera inseparable, en armónica conjunción de contrastes.”[iv]
Aunque centrado en el período del Segundo Reinado, el ensayo de Astrojildo apunta a la época que más nos interesa: la primera década republicana. Además de dos cuentos, “María Cora” y “Mariana”, Astrojildo interpreta un poco del sentido que la ficción de Machado le dio a la esclavitud, Abolición y el advenimiento de la República y que aparece en las dos novelas antes mencionadas, destacando que el Esaú y Jacó fue la “única novela de Machado de Assis cuyo curso de acción atraviesa los primeros años de la República, aludiendo a los hechos de 1893”.[V] Camino interpretativo que fue madurado por Brito Broca al analizar esta novela, principalmente la pareja Batista y doña Cláudia y el célebre Capítulo LXIII (tabletas nuevas): “Una de las expresiones más perfectas de la sátira de Machado”, a partir de la cual “Machado nos muestra el gran acontecimiento de la proclamación de la República a través de un detalle insignificante”.[VI]
No Esaú y Jacó La historia de los hermanos gemelos, el monárquico Pedro y el republicano Paulo, locamente enamorados de la niña Flora, se remonta a 1871 (año de promulgación de la Lei do Ventre Livre), pero el grueso de la narración se concentra en la Década de 1890, con la lucha de los gemelos "finalmente culmina -una coincidencia que el autor no se molesta en disimular- en la Guerra Civil de 1893".[Vii] Refrendando las observaciones hechas por Astrojildo Pereira, el estudioso John Gledson también recuerda que en el “Esaú y Jacob, la única novela [de Machado] que va más allá de noviembre de 1889, toda la visión que trae de la política y de la historia está condicionada por este hecho [el desarrollo de la Proclamación]”.[Viii]
Machado fue testigo presencial de los hechos del segundo semestre de 1893 y registró en las crónicas que redactó entonces, a su modo característico -irónico y sinuoso- la 'guerra cotidiana' que se prolongó durante varios meses en la entonces Capital Federal.[Ex] Es interesante notar que la primera fase de las crónicas de Una Semana comenzó en abril de 1892, poco después del estado de sitio, y se extendió hasta noviembre de 1893: “Es casi exactamente un tercio de la serie, y termina en un momento significativo, cuando el Gazeta fue suspendido por un mes, desafiando la estricta censura del gobierno durante la Rebelión de la Armada”.[X]
Estudiar la historia de la Primera República a través de las crónicas de Machado de Assis es un recurso metodológico muy interesante: “Los rasgos más incisivos del panorama político nacional e internacional, en los últimos lustros del siglo XIX, los encontramos en los seriales de Machado de Asís, en Boletín de noticias, ahora reunidos bajo el título Una Semana.[Xi] Con respecto a los hechos de 1893, “Todas las acciones de Machado durante el levantamiento naval desmienten cualquier idea de un mero descontento escapista con la política. Por el contrario, casi me sorprendió encontrar expresiones de disgusto y desesperación tan sinceras e intensas: entre líneas, tal vez, pero no lejos de la superficie. Una lectura atenta de las diez crónicas escritas durante la revuelta revela en casi todas ellas una conciencia de la situación, compartida con el lector.”[Xii]
John Gledson, siguiendo la Insights de Brito Broca, percibió perspicazmente algunas importantes afinidades entre historia y ficción, que se dan en la Esaú y Jacó – algunos hechos ya habían sido objeto de análisis para las crónicas de Una Semana: “En el romance [Esaú y Jacó], Batista, el político voluble, que rápidamente pierde pie en el nuevo mundo de la República, apoya el golpe de Estado de Deodoro y pierde su trabajo semanas después cuando Floriano toma el poder. En este nuevo mundo, el viejo sistema, cualesquiera que sean sus defectos o virtudes, ha terminado: la muerte de Flora [Capítulos CVI y CVII] coincide con el estado de sitio impuesto por Floriano en abril [1892]”.[Xiii]
Evidentemente, la novela de Machado, así como algunos cuentos y muchas crónicas de ese período, no constituyen un mero rastreo ficcional de la realidad, procedimiento, por cierto, poco del agrado del escritor. Por otra parte, es innegable la influencia de los acontecimientos políticos y el influjo de la historia, tanto aprehendida al calor del momento, en el caso de las crónicas, como recordada en la escritura de las novelas. Esta pregunta fue muy bien respondida por Astrogildo Pereira, un marxista que buscó obstinadamente el sentido social de la obra de Machado, encontrando en la Política “una preocupación permanente y poliédrica, que el narrador Machado acertadamente trasladó a la intriga novelesca y el cronista abordó directamente en el comentario. de periodico Era su forma de hacer política, tan legítima como cualquier otra, e incluso la que mejor se adaptaba a su forma de ser ya su capacidad de escritor. No es exagerado concluir que fue en la capacidad específica de un escritor, haciendo crítica política de la sociedad brasileña, que Machado de Assis participó eficaz y excelentemente en la vida política del país. Tampoco debemos olvidar que la crítica, sea la que sea, tiene un carácter totalmente contrario a cualquier tipo de 'absentismo' o 'indiferencia'. E quem não vê, nem percebe, nem sente, na obra machadiana, esta feição crítica, patente e constante em toda ela, não compreende aquilo que me parece constituir uma de suas melhores características, aquilo que a vincula indissoluvelmente às coisas vividas e observadas de su tiempo."[Xiv]
Lima Barreto era un adolescente cuando estalló la Revolta da Armada y sintió en carne propia las penurias de la guerra civil.[Xv] Machado, el escritor más renombrado de la época, vio cerrado por la censura de Floriano el periódico en el que escribía, uno de los más respetados e importantes de Río. Incluso se le acusó de participar en una conspiración monárquica que pretendía un golpe de Estado restaurador. El acusador fue Diocleciano Mártir, principal líder de los jacobinos, quien entregó personalmente una lista, “en una denuncia llevada en 1894 al jefe del Gobierno, con los nombres de funcionarios públicos que conspiraron contra las instituciones”.[Xvi]
Machado de Assis también sería testigo de la persecución, detención y destierro de muchos de sus compañeros, como Olavo Bilac, por ejemplo, encerrado durante cuatro meses en la Fortaleza de Lage, en Río, por ser un feroz crítico del gobierno de Floriano. Peixoto, principalmente a través de la sección “Vida Fluminense”, que escribió en el diario el combate. Es el propio poeta quien relata: “El 10 de abril de 1892, a las 11 de la noche, como había estallado una revuelta, un motín o algo parecido en Río, me encontré arrestado, interrogado durante cuatro horas seguidas en la secretaría de policía, enviado primero al cuartel de Barbonos, luego al Arsenal de Guerra, luego a bordo del Aquidaba, y finalmente a la fortaleza de Lage, desde entre cuyos muros observé barcos durante cuatro meses. Al final de esos cuatro meses en prisión, me liberaron. ¿Por qué me soltaron? ¿por qué me arrestaron? Estas dos preguntas aún hoy se enroscan en mi alma, sin respuesta”.[Xvii] Después de su arresto, Bilac aún soportó un largo exilio en la ciudad de Ouro Preto: “En dos años consecutivos, 1892 y 1893, Bilac se dio cuenta de que un nuevo régimen no se implementaba sin dolor, incluso si su simpatía por la causa republicana era manifiesta”.[Xviii]
Raúl Pompeya
Nada se compara con la experiencia vivida en ese momento por el escritor Raul Pompéia (1863-1895); uno de los casos más emblemáticos y trágicos de la participación de los escritores en aquella convulsa primera década republicana. El famoso autor de O Ateneo, a los dieciocho años, ya era un destacado militante abolicionista. El biógrafo Eloy Pontes nos cuenta que desde el ingreso del escritor a la Facultad de Derecho de Largo de São Francisco y un contacto más estrecho con los intelectuales de Boletín de noticias, su vida dio un giro: “Como era natural, Raúl Pompéia se unió a la banda [de Gazeta] Republicano, ateo y abolicionista apasionado, había encontrado su camino. Incluso las influencias del hogar ya no torcerían su destino. Durante las vacaciones [1881-1882] se le apareció la vida paulista, con sus perspectivas de luchas, abriendo caminos y rasgando velos. Desde allí, la imagen enérgica de Luís Gama, héroe y líder intrépido, hizo señas. De ahí la aparición del periódico. ¡Ira!, en agosto de 1882, con un programa audaz, órgano del Centro Abolicionista de São Paulo. Editores: Alcides Lima, Raul Pompéia, Ernesto Correia, Macedo Soares y Brasil Silvado.” [Xix]
En São Paulo, en un acto de propaganda de la Caixa Emancipadora Luís Gama, al estilo de las conferencias-conciertos abolicionistas, “cuando había una fiesta de la libertad en el Teatro São José, el orador era Raúl Pompéia”.[Xx] Eso fue unas semanas antes de que falleciera Luís Gama. Pompéia ya había sido dominada decisivamente por la militancia: “A estas alturas se enfrentaba a dos espantapájaros: las dependencias de los esclavos y el trono. Estuvo expuesto a dos anuncios: el republicano y el abolicionista. Fernandes Figueira, un colega de las bancadas de la escuela secundaria, escribió que Pompéia 'militaba en Çà Ira!; y como conspirador: recuerdo la cara muy excitada con la que, en ocasiones, transmitía la contraseña'”.[xxi]
Con la muerte de Luís Gama [24 de agosto de 1882], Raúl Pompéia siguió los pasos de Antônio Bento y de los caifazes: “Él pertenecía al grupo, con otros compañeros, burlándose de los riesgos, apareciendo en los puntos apuntados, poniendo mucha gracia en ocupar los puestos de prueba.[xxii] Los caifazes dirigidos por Antonio Bento usaban un lenguaje cifrado, lleno de códigos y contraseñas: “los esclavos eran 'fardo', 'pavo' o 'cochinillo', y los abolicionistas se reconocían usando la CA [Confederación Abolicionista] en la solapa izquierda . Raúl Pompéia, por ejemplo, robó un esclavo en São Paulo y lo envió a Río de Janeiro, donde lo esperaba un miembro de la CA en la Central. La comunicación se hizo por telegrama 'Sigue el tren de equipajes'. Luego, el prófugo fue llevado a la casa de un abolicionista, donde esperó el momento de ser transportado nuevamente a Ceará”.[xxiii]
Después del 13 de mayo de 1888, año en que escribió O Ateneo, Pompéia canalizó toda su energía militante hacia el republicanismo radical: “Por acto del gobierno provisional, desde enero de 1890, Pompéia había asumido las funciones de secretario de la Escuela de Bellas Artes y profesor de Mitología. Siempre dividido entre la literatura y las artes plásticas, a partir de entonces su actividad en el campo de las letras sería cada vez menos relevante. Entre 1889 y 1890 le dio la última capa a su canciones sin metro, que diez años después sería publicado en una edición patrocinada por la madre y preparada por el periodista y amigo João Andréa.”[xxiv]
El desarrollo de los acontecimientos posteriores al 15 de noviembre de 1889 empujó al escritor aún más hacia el radicalismo. El golpe de Estado del 03 de noviembre de 1891 -la disolución del Congreso por Deodoro- resquebrajó de una vez por todas una fractura que se venía formando desde la Asamblea Constituyente. A partir de entonces, las cosas fueron cuesta abajo para siempre. Lo que podemos llamar 'sociedad organizada', luego de la renuncia de Deodoro y el ascenso a la presidencia de Floriano –el 23 de noviembre de 1891– se dividió en dos mitades prácticamente irreconciliables: florianistas y antiflorianistas; con repercusiones en prácticamente todos los ámbitos de la sociedad.
Raúl Pompéia se puso del lado de Floriano Peixoto. un pasaje de La vida inquieta de Raul Pompéia da buena medida del carácter comprometido del escritor: “El filtro de la política no se le metió en la sangre sólo por la abolición. Raúl Pompeya estaba emocionado. No conocía el término medio, los compromisos, las actitudes dudosas. En sus trabajos inéditos recogemos estas advertencias: 'El término medio es el statu quo de la cobardía. En lógica es el temor a la consecuencia, desentrañado en deducciones por la pendiente del argumento. En la vida corriente es una tímida duplicidad, ante las consecuencias energéticas del carácter”. Tomó partido en todo. Nunca fue un espectador tranquilo, sereno, indiferente. Prefería alistarse en las fuerzas de combate. No se dejaría reclutar. Se definió a sí mismo. Una vez que se había definido, iba a las últimas consecuencias, sin importar qué. Más bien romper que torcer”.[xxv]
Cerró filas con los florianistas y escribió con furia contra la oposición, contra los hostigadores de la presidencia de Floriano, muchos de ellos sus propios amigos, rompiendo así viejas amistades, rompiendo círculos de amigos que venían desde hacía mucho tiempo: “La prensa estaba extremo en partidos sin prudencia. Los amigos de Eve se separaron. Colegas de largos años se destrozaron unos a otros. Los hombres de letras, provenientes de las academias, siempre unidos, formando grupos de la mayor cordialidad, veían ahora rotos los viejos lazos. […] La política, en aquellos tiempos crueles, había borrado las viejas estimas. Los antiguos colegas literarios se dividieron en campos resentidos. Las simpatías personales fueron olvidadas. Los compromisos que años de buena camaradería imponen a los hombres sensibles han sido pisoteados. El vendaval de los odios políticos había llegado, destruyéndolo todo. […] Los grupos dispersos perdieron su vivacidad. O club ralellais, que Raul Pompéia había inventado, con el objetivo de reunir a los amigos, se había disuelto. […] La lucha civil lo devoró todo. Es que la guerra civil adquirió aspectos lamentables, escritores extremos. […] Los opositores no se reconciliaron. La vieja camaradería tenía poca influencia. Las amistades de todos los tiempos, rotas por las diferencias políticas de la guerra civil, no serían reconstituidas, extremadas en juicios injustos. Raúl Pompéia había sido víctima de una intoxicación. El ambiente propicio empeoraba, día a día, el estado de salud moral”.[xxvi]
Para tener una idea del grado al que han llegado las cosas, dos grandes amigos incluso se pelearon en una pastelería en plena Rua do Ouvidor; no eran otros que Raúl Pompéia y Olavo Bilac. Las escaramuzas pasaron de los periódicos a los hechos. A principios de 1892, más precisamente el 19 de enero, empezó a circular el combate, periódico fundado por los republicanos Pardal Mallet y Lopes Trovão y cuyo objetivo principal era oponerse a Floriano Peixoto. Los desodorantes no estaban dispuestos a ceder los puntos. Intentos de sedición militar, principalmente en la Armada –como el motín en la Fortaleza de Santa Cruz, que había sido tomada por el sargento Silvino Honório de Macedo con la intención de dar un golpe de Estado contra Floriano–; intentos en el Congreso de presentar una demanda acusación o para impugnar la legalidad del gobierno; campaña en la prensa para la realización de nuevas elecciones, dado que Deodoro había renunciado antes de cumplir dos años en el cargo –la Constitución no aclaraba este tema–; movilización civil en las calles, conspiración en los cuarteles, etc. El ambiente era tenso y el generalísimo estaba muy enfermo.
Pompéia venía escribiendo la sección “Lembranças da Semana” desde julio de 1890, en el Diario del Comercio. Se trataba de una enormidad de temas y entre ellos, la política. En la edición del 7 de marzo de 1892, escribió su crónica de costumbre y decidió tratar los hechos que venían desestabilizando la presidencia de Floriano. El texto sorprendió a muchos, pues traía grandes elogios a la figura de Deodoro y más aún porque no había aceptado tomar la delantera en los intentos de los últimos meses: “Deodoro –escribe Raúl Pompéia– sería exaltado en nombre del crimen . Si cometió la debilidad de acceder al deseo de los conspiradores de la deshonra pública, ¿adónde irían a parar los laureles del gran día de noviembre? ¿Cómo se iba a pronunciar la voz de la historia respecto al legendario soldado del XV? El gran hombre entendió lúcidamente el oscuro desastre moral al que estaba siendo invitado, y rechazó la invitación. Nadie ignoraba, además, que esta invitación no sería aceptada”.[xxvii]
En el periodico el combate estaba la sección “Vida Fluminense”, escrita por Olavo Bilac, bajo el seudónimo de Pierrot; “sección donde se enlazaban sátiras, verrines y pasquinades”.[xxviii] Según Antonio Dimas: “Usando el seudónimo de Pierrot, Bilac estuvo a cargo de la sección 'Vida Fluminense' y a través de ella atormentó a Floriano entre enero y abril de 1892”.[xxix] Al día siguiente de la publicación de la crónica de Raúl Pompéia en el Diario del Comercio apareció el siguiente comentario en “Vida Fluminense”: “La recuerdos de la semana, folletín Diario del Comercio, bien merecen una mención especial en nuestra crónica. El autor es funcionario público, profesor de Mitología en la Escuela de Bellas Artes. Este joven bien podría ganar y comer su salario por completo, sin envilecimiento de carácter y sin alusiones indignas. Él, sin embargo, prefiere comer este pan que el diablo ha amasado, pasándolo por la manteca del servilismo y la adulación. Es muy pretencioso cuando piensa que al enfurecer al mariscal Deodoro lo arrastra a las bandas florianistas, donde reina la deshonra. Tal vez no sea pretensión, tal vez sea ablandamiento moral, porque Raúl Pompéia se masturba y le gusta, a altas horas de la noche, en una cama fresca, recordar con amor y sensualidad todas las bellezas que ha visto durante el día, para luego contar las tablas desde el techo donde vaporizan. vals."[xxx]
La agresión fue tan baja que, en su momento, incluso atribuyeron el texto al periodista Oscar Rosas. Nadie creía que Bilac fuera capaz de ser tan malo con ese viejo amigo.[xxxi] Y me dolió aún más que el combate estará a cargo de Pardal Mallet, amigo de la infancia de Raúl Pompéia y con quien viajó en un largo camino de estudio, compañerismo y militancia republicana. En abril de 1889 habían fundado incluso un periódico: Bilac, Raul Pompéia, Luís Murat y Pardal Mallet. Fue llamado En Rua, un diario de folletos y uno de los primeros en mencionar la propaganda “francamente socialista”; la guerra de exterminio contra las instituciones burguesas tan fielmente representada por el Sr. D. Pedro II…”[xxxii]
El golpe dio en el blanco. Según Eloy Pontes, “Raúl Pompéia reprimió la afrenta durante una semana. Personas de la familia refieren que estuvo la semana sin comer y bajo control del insomnio”.[xxxiii] La respuesta llegó el 15 de marzo, sin embargo, sin dejar espacio para que la disputa se extendiera: “No hubo respuesta a tal agresión. Salpicaduras de barro puede haber cambio? Ni siquiera se despreciaba a sí mismo: eso sería manchar el desprecio”.[xxxiv] La herida no había sido curada. El encuentro personal entre los dos escritores, en la confitería Cailteau, terminó en una escena violenta: “Hubo idiotas, se intercambiaron pelos peludos y se levantaron los brazos”. […] Raúl Pompéia decidió que sólo la compensación por las armas podía corregir las afrentas”.[xxxv] Propuso un duelo, que fue aceptado de buena gana por Bilac. Los dos escritores, elevados a la gloria literaria en 1888, Bilac con Poesía y Pompeya con O Ateneo – simplemente no se enfrentaron espada en mano en el último momento, porque el árbitro del duelo, Francisco Mattos, propuso una apelación – ya habían ido allí; probaron que eran hombres de honor: “¿Por qué ir más lejos? Les pidió que pusieran fin a la disputa, con satisfacción para todos. A estas palabras, y obedeciendo a la conducta nominal, Olavo Bilac respondió: “Yo fui el infractor. Estoy satisfecho". Extendió la mano, que Raul Pompéia estrechó con vergüenza, dando la palabra a sus testigos. Esa fue la reunión”.[xxxvi]
El garrote del gobierno de Floriano siguió apretándose. El año 1893 sería decisivo. En febrero estalló la revolución federalista en los estados del sur. En la Capital Federal, el ambiente era de intensa conspiración. En defensa del gobierno, de los jacobinos, ultranacionalistas y dispuestos a todo: “La Rua do Ouvidor era el punto de encuentro diario. Allí, Raúl Pompéia se unió a todos los demás, promoviendo disturbios, exponiéndose a allanamientos y propagando, con nerviosismo, los principios de un nacionalismo. a ultranza. [a toda costa, en exceso]”[xxxvii] Escritor extremadamente fructífero, Pompéia escribió copiosamente en la prensa, en medio de todo ese tumulto. Y dibujó. Fue un excelente caricaturista, rasgo poco conocido de su vida: “Raúl Pompéia, todos los días, dibujaba cargos, que fueron exhibidos en Café Londres y Confeitaria Cailteau, en Rua do Ouvidor”.[xxxviii] Su estilo adquirió “grandes cualidades de claridad y penetración. En medio del desorden material y moral, expuesto al influjo de sentimientos contradictorios, dominado por la diátesis del fanatismo político, Raúl Pompéia seguía escribiendo. Pero se perdió en el arte”.[xxxix]
Data de febrero de 1893 su famoso Carta al autor de las Fiestas Patrias, prólogo que escribió para el libro de Rodrigo Otávio, Fiestas Nacionales, y que puede leerse como un testimonio del pensamiento político de Raúl Pompéia.[SG] Como observó el escritor alagoano Lêdo Ivo, “En la carta prólogo a la primera edición del libro Fiestas Nacionales de Rodrigo Otávio, publicado en 1893, se resumen sus ideas [sobre Pompéia], que le aseguran un lugar excepcional entre los pioneros de nuestro nacionalismo político y económico y lo sitúan entre los que pensaron sobre Brasil y reflexionaron sobre el desafío de su emancipación. ”[xli] Pero el prólogo había sido considerado demasiado radical: “Criticado incluso por nacionalistas como Araripe Júnior, por el tono excesivamente xenófobo en un libro destinado principalmente a lectores escolares, Rodrigo Otávio decidió suavizar el tono de la segunda edición, eliminando el prólogo de Pompéia, que ni siquiera bajó la guardia. En una actitud muy propia, hizo editar el prefacio en una placa [un librito] que había repartido por las calles y entre sus compañeros republicanos de lucha”.[xlii]
Cuando finalmente estalló la Rebelión de la Armada, el 6 de septiembre de 1893, Raúl Pompéia estaba metido hasta el cuello en la defensa del gobierno: “Los hechos exaltaron más a los escritores y periodistas, expuestos a las toxinas del odio. El 7 de septiembre hubo un mitin cívico, junto a la estatua de José Bonifácio, en el Largo de São Francisco. Ponente: Raúl Pompeya. Estaba en medio de su discurso cuando un aparte en la multitud dijo que deberían pedir armas al gobierno. La mecha estaba fulminante. ¡A Itamaraty! Con el orador a la cabeza, la multitud corrió por la Rua Larga de São Joaquim. El mariscal [Floriano] escuchó y aceptó la solidaridad, que tuvo como intérprete a Raúl Pompéia. Desde el palacio se dirigieron al cuartel general del ejército, recibiendo armas, alistándose para la lucha. Esta pelea fue una de las que desencadenaría los mayores sobresaltos en el ánimo público. Durante un año y medio, los brasileños lucharon entre sí con más crueldad, haciéndose pedazos”.[xliii] Pompeya era uno de esos entusiastas de los batallones patrióticos, de los cuales el Tiradentes fue el más famoso. Recordemos que el Mayor Quaresma, de la novela de Lima Barreto, se había enrolado en uno de estos batallones...
En marzo de 1894, la Revuelta de la Armada fue sofocada: “Floriano había ganado la lucha contra Custódio de Melo y había salido muy fortalecido. Todos lo reconocieron como un gobernante decidido: la prensa, el Parlamento, la opinión pública lo aclamaron como el héroe que había impedido el colapso de las instituciones”.[xliv] Ese mismo mes, el primer día, hubo elecciones para presidente, senado y cámara. El 22 de junio, el Congreso reconoció la victoria del paulista Prudente de Moraes, quien debía asumir el cargo el 15 de noviembre de ese mismo año. “A partir de agosto circularon rumores de que Floriano no asumiría Prudente: buscado por Lauro Sodré, que había apoyado la candidatura de São Paulo, Floriano dice que no le gusta el candidato victorioso y 'pese a que varios de sus amigos quieren la dictadura, él estaba dispuesto a dejar el gobierno el 15 de noviembre. Después de todo, el 15 de noviembre de 1894, sin la presencia de Floriano Peixoto, el primer presidente civil es juramentado como presidente”.[xlv]
El cuatrienio de Prudente de Morais fue tan tumultuoso como el de su antecesor: “Con la salida de Floriano, los jacobinos también se sienten despojados del poder y comienzan a mirar con hostilidad al nuevo gobernante”.[xlvi] Fueron ellos, los jacobinos, quienes estuvieron al frente del florianismo: “Influenciados por el jacobinismo de la Revolución Francesa, estos grupos sustentaron tesis que los acercaron a los militares positivistas; generalmente ilustrados, compartiendo así las mismas demandas que los militares. Influyentes en la opinión pública, ya que, además de funcionarios, reunían a periodistas, intelectuales y comerciantes, entendieron el cambio de régimen como una solución a sus conquistas como ciudadanos. Esta aproximación del jacobinismo civil de los florianistas de cuartel creó las bases para la aparición del primer movimiento político, más o menos organizado, que se constituyó en la República. Se comprometieron a defender el gobierno del Mariscal Floriano y no dudaron en elegirlo como símbolo de grandeza nacional. Después de que Floriano dejó el gobierno, e incluso después de su muerte prematura, el florianismo continuó agitando la república, incluso participando en intentos de golpe de estado”.[xlvii]
Fue en el parlamento, a través de la actuación de algunos diputados; en la prensa, con los diarios El Jacobino, El Nacional, La Bomba, La República, entre otros; en los clubes y, finalmente, en el reuniones, que tuvo lugar el grupo que más se destacó en el escenario político brasileño entre 1893 y 1897. Floriano Peixoto, especialmente después del estallido de la Revolta da Armada: “el tono incendiario de los discursos fue el rasgo distintivo de la reuniones jacobinos, así como las marchas que las acabaron y en las que se incitó a los participantes a acciones radicales, que resultaron en agresiones físicas, destrucción de particulares, atasco de periódicos”.[xlviii]
Para entonces, Raúl Pompéia se había convertido en una de las principales figuras del jacobinismo florianista. Había recibido el grado honorario de Teniente Coronel del Ejército, además de haber sido designado por el propio Floriano Peixoto para el cargo de director de la Biblioteca Nacional. Se dedicó con fervor al puesto de “agitador” en el Clube dos Jacobinos de Río de Janeiro: “Estableció algo así como un vínculo entre intelectuales y activistas jacobinos, afirmando de manera convincente su nacionalismo a través de la prensa y en la prensa. reuniones de discursos incendiarios.”[xlix] Había esperanzas por parte de muchos jacobinos en un posible regreso del mariscal al poder, por lo que la agitación se mantuvo y se encendió con cada medida que tomaba el nuevo presidente.
En una edición del diario El tiempo, el escritor-tribuno es citado en estos términos: “Anteayer, en el 'Centro Republicano Radical da Lagoa', frente a un elegido y muy distinguido auditorio, tuvo lugar su segunda conferencia a cargo del ilustre y notable escritor público, Dr. Raúl Pompéia, una de las organizaciones políticas más bellas y honestas de la República”.[l] La conferencia giró en torno a los temas queridos por Pompeya; nacionalización del comercio, educación de la juventud, opinión pública e industrialización del país.
La muerte de Floriano Peixoto, el 29 de junio de 1895, convirtió al expresidente en un verdadero objeto de culto. De entrada, el golpe fue inmenso en las huestes florianistas. Los procesos fúnebres del mariscal se convirtieron en una especie de ceremonia cívica apoteótica: “El cadáver fue trasladado a la plaza Argentina, en São Cristóvão, donde lo embalsamó el doctor Costa Ferraz. Una vez hecho esto, con gran pompa, los restos fueron a parar a la Iglesia Cruz dos Militares. Allí, por el espacio de cuatro días, se dispusieron a piedad de las multitudes, en desfile. Una emoción formidable dominó los espíritus. El traslado, a pie, al cementerio São João Batista fue una apoteosis. El traslado fue seguido por cientos de carros, llevando las flores que se conseguían por doquier y coronas de flores de todos los tamaños. El florianismo tomó expresiones místicas.”[li] Hasta ese momento, nadie podría haber imaginado el tamaño de la popularidad del mariscal: “Solo el paso del féretro por la Rua do Ouvidor atrajo a cerca de 30 mil personas, un número considerable para la época. La ciudad miró de luto cómo la procesión llegaba al cementerio. Nunca se había asistido a un funeral tan multitudinario. Fue, sin duda, el cortejo fúnebre más emotivo y participativo de Río, rivalizando sólo con el de Getúlio Vargas, en un Río diferente al de fines del siglo XIX”.[lii]
El cuerpo de Floriano fue depositado provisionalmente en la capilla de la necrópolis de São João Batista. El gobierno se había comprometido a construir un mausoleo en forma de monumento, para el entierro definitivo, que tuvo lugar en septiembre de ese año. Mientras tanto, Raúl Pompéia “continuaba su campaña nerviosa contra los portugueses y contra Prudente de Moraes en cafés, pastelerías y teatros. Finalmente, en septiembre, cuando la tumba de mármol estuvo lista, el gobierno decidió proceder con un entierro solemne”.[liii] Además del Presidente de la República, en la ceremonia estuvieron presentes varias autoridades. Como era de esperar, tras el entierro definitivo estallaron los discursos, uno más enardecido que otro y, no pocas veces, hostiles al séquito de gobierno y al propio presidente. Entre los ponentes, Raul Pompéia. La ceremonia se convirtió en una pelea; los jacobinos y la caballería policial se enfrentaron en las calles aledañas al cementerio. Los diarios, ya al día siguiente, cerraron la agenda al condenar la conducta de los simpatizantes del expresidente. Raúl Pompéia había sido destituido del cargo de Director de la Biblioteca Nacional y “ha admitido con firmeza el acto de su renuncia”.[liv]
Pompéia hizo citar su nombre en algunos periódicos como uno de los agresores verbales que hablaron en el entierro de Floriano Peixoto. Acudió a la prensa para informar de lo que realmente había sucedido. En un artículo publicado en la “Sección Libre”, del diario el país, con el título 'Evil Cry', el escritor rebatió “los falsos comentarios con que [los periódicos] han calumniado las palabras que, en su oportunidad, pronuncié”. Sostuvo que era “absolutamente falso que hubiera pronunciado la más mínima palabra de ofensa personal a alguna autoridad de la República” y que su discurso “excluía por completo a personalidades y trataba de propuestas políticas teóricas, expuestas con lealtad y franqueza, como es mi costumbre y escucha atenta de los protagonistas presentes, en la inmensa asamblea – hasta la última frase.”[lv]
El jacobinismo no retrocedió, incluso después de la muerte de su principal ídolo. Raúl Pompéia se mantuvo firme en las trincheras, aunque, como demostró Camil Capaz, “no quería en absoluto un dictador eterno en el poder. Apostaba a la política de consolidación de la República, quería la educación y politización del pueblo, unido en torno a un Partido Nacionalista, con un programa de fomento de la industria y con la transferencia de las actividades comerciales a manos de los brasileños. Esas fueron las coordenadas que siguió predicando aún después de la sustitución del presidente, a través de la prensa, mítines y conferencias bajo techo, por considerarlas esenciales para el bien del país”.[lvi]
Por esa época, el escritor participó en la empresa que resultó en la fundación de un periódico, El Nacional, junto al historiador Aníbal Mascarenhas y otros militantes jacobinos. Se pensó, en base a este diario, agitar un programa de fundación del Partido Nacionalista, con un “programa rojo, xenófobo y oposicionista”. En las páginas deEl Nacional, Pompéia se mantendría firme en la propaganda de las doctrinas: “Muerto el mariscal Floriano, le quedaba valor y tenacidad para mantener una actitud de resistencia a las asechanzas que lo rodeaban”.[lvii] La prensa insistió en el tema de los disturbios ocurridos durante el entierro de Floriano. Y fue en esta tormenta que una herida en el alma de Raúl Pompéia, que nunca se curó, fue revuelta con un hierro al rojo vivo una vez más. A tres días de la publicación de 'Clamor Maligno', Olavo Bilac, bajo el seudónimo Fantasio, publica una sarcástica crónica retratando a los jacobinos, a los que compara con la Hidra, un ente mitológico que, “abandonado en la calle Ouvidor, donde le costaba mover a voluntad sus siete cabezas en medio de una multitud compacta – ahora decidida cambiar su campo de acción por los cementerios.”[lviii]
Pero estaba en las páginas del periódico monárquico. Comercio en Sao Paulo, que el también excompañero de Raúl Pompéia, Luiz Murat, al final de una serie de tres textos contra los jacobinos, acabaría desencadenando la gran crisis.[lix] En el artículo 'Un loco en el cementerio', el nombre de Raúl Pompéia aparece vilipendiado por ese discurso pronunciado en el funeral de Floriano. El recuerdo del casi duelo con Olavo Bilac, revivido de manera deshonesta, dolió profundamente al escritor: “¿En qué país nació el Sr. ¿Cree Raúl Pompéia que lo somos? ¿Qué diablos de república quieres? ¿Quizás quiere que se prolongue el régimen sanguíneo? Pero sólo pueden aspirar a tal régimen quienes tengan la firme voluntad y el coraje de empuñar una escopeta y salir a las calles a defender, en el caso excepcional de una revolución legítima, los intereses de la Patria. Pero S. Sa., que hasta faltó valor para repeler un insulto gravísimo, en medio de la Rua do Ouvidor, que faltó valor, después de ordenar a sus padrinos que se entendieran con el ofensor, que se midieran con él, en el momento en que aquéllos estaban por dar la señal de combate, y quien, en vez de pelear en represalia por su honor, seriamente comprometido, se arroja en brazos del adversario, llorando, olvidando la afrenta..."[lx]
Eloy Pontes y Camil Capaz, en sus biografías dedicadas a Raul Pompéia, muestran, con apoyo de varias fuentes, que el artículo de Luiz Murat tuvo consecuencias devastadoras en la ya bastante atormentada psique del autor deO Ateneo: “Recién a principios de diciembre [1895] el novelista se enteraría del artículo. La noticia tuvo un efecto devastador, arrojándolo violentamente al abismo. ¿Qué pensarían sus conocidos de su silencio, durante un mes, sin una respuesta digna de la agresión?”.[lxi]
Pompéia, muy alterada por los nervios, había iniciado una colaboración para el periódico La noticia, donde escribiría únicamente sobre literatura. En una nota, el periódico anunciaba “la colaboración de uno de nuestros más ilustres hombres de letras, que desea ocultar su nombre, no estando firmados los artículos ni con seudónimo ni iniciales. El Plan de esta colaboración es muy interesante: cada artículo será un escorzo literario de un libro notable; el primer escorzo literario es sobre una obra de Tolstoi.”[lxii]
El artículo sobre Tolstoi apareció en la edición del 12 de diciembre de 1895, que lamentablemente no consta en los archivos de la hemeroteca digital de la Biblioteca Nacional; Tampoco lo encontré entre los textos de prensa que componen los volúmenes organizados por Afrânio Coutinho da Obras completas de Raul Pompéia. Unos días después, el escritor envía un nuevo artículo sobre el libro. galilea, por Pierre Loti: “Por alguna razón, el periódico retrasó su publicación. El hecho más banal tuvo una influencia imprevista en el estado de ánimo de Pompeya. Desde que vio el artículo de Luiz Murat no había estado más tranquilo. Se sintió deshonrado en todas partes. En casa, a veces, dejaba el silencio y la tristeza abrumadora, a los llamados de las hermanas, para exclamar, con las manos en el aire: ¡Me deshonran! ¡Estoy deshonrado!” […] Los confidentes de Raúl Pompéia afirmaron que este repitió durante días que 'o mató' al autor del agresivo artículo, 'o se suicidó'. Como el segundo artículo no se publicó inmediatamente, poco después de que se devolvieran las pruebas revisadas, vio de hecho la conspiración general triunfante. ¿Por qué? Solo porque me deshonraron, con el artículo de Luiz Murat”.[lxiii]
Al ver enemigos por todos lados, enfermo de nervios, demasiado celoso de su propio honor, sintiéndose abandonado y burlado después de un artículo escandaloso escrito en un periódico monárquico de São Paulo, “el retraso en la publicación del texto sería la gota que colmó el vaso para desencadenar una profunda crisis depresiva en Pompeya, aumentando aún más la confusión interior en la que estaba sumido”.[lxiv] En la mañana de Navidad del 25 de diciembre de 1895, el escritor escribió una nota dirigida al periódico que había retrasado la publicación de su artículo:La noticia. Cumplo con el deber de informarles que, al no haber sido publicado el segundo artículo de mi colaboración, el cual es aceptado en términos benévolos, considero sin efecto esta aceptación y agradezco la inserción del primero – 25 de diciembre de 1895 – Raúl Pompéia.”[lxv] Alrededor de la 13 pm volvió a su oficina para redactar otra nota: “A las Notícia y al Brasil declaro que soy un hombre de honor”. Se tumbó en la chaise longue y se pegó un tiro en el corazón.
La noticia de la muerte del escritor a los 32 años, más aún en estas circunstancias, causó una enorme conmoción en la “República de las Letras”. Los diarios, además de informar del hecho, traían intentos de explicarlo. Algunos columnistas intentaron análisis basados en teorías psiquiátricas de la época, basados en libros como crimen y locura (1874), por ejemplo, del psiquiatra inglés Henry Maudsley, un autor muy popular en la época. Un caso muy expresivo de estas elucubraciones fue el artículo escrito por el periodista literario Alves de Faria: “Hay un destino para los hombres que sus antepasados les han hecho, dice Maudsley, probando la enajenación hereditaria por transmisión de sangre. ¿Raúl Pompéia tuvo en su familia a hombres desorganizados, locos apasionados, criminales por accidentes, monomaníacos o alcohólicos? No lo sé, pero preveo esta gradación descendente de vicios orgánicos deteniéndose en Pompeya que se suicida”.[lxvi]
El mismo Eloy Pontes ensayó algunas explicaciones a la tragedia, a través de una especie de genealogía del temperamento de Raúl Pompéia: “Agresivo y delicado, lleno de entusiasmo incondicional y aversiones inflexibles, brusco y extremadamente suave, al mismo tiempo, con crisis de misticismo, mezclando If tenía una especie de sensualidad reprimida, tendría, para los actos de la vida, una conducta capaz de justificar las innobles hipótesis que sobre él levantan los groseros observadores.”[lxvii]
Lo cierto es que la embriaguez política de ese período había contaminado al escritor, especialmente después de la Revolta da Armada, acabando por catalizar toda su complejidad psíquica. Cuando intentó volver a la literatura, ya era demasiado tarde. Su último texto, que por razones triviales terminó sin publicarse en la fecha señalada, saldría al día siguiente de su muerte, a raíz de un desolador artículo de su amiga de la Facultad de Derecho, Oliveira Rocha, “Rochinha”, directora de la periódico La noticia.[lxviii]
*Alejandro Juliete Rosa tiene una maestría en literatura brasileña del Instituto de Estudios Brasileños de la Universidad de São Paulo (IEB-USP).
Notas
[i] Este cuento se publicó originalmente a principios de 1898, el 15 y el 31 de enero; 28 de febrero; 15 y 30 de marzo – en el suplemento literario del periódico La estación, y tenía por título “Relógio Parado”. Comparando la publicación original con la composición final preparada para la colección, se pueden observar algunos cambios, como el nombre del personaje, que fue María Rita, en 1898, y pasó a ser María Cora en 1906. Los cambios, sin embargo, no alteran sustancialmente el historia, por lo que pude ver, porque la copia digital del 30 de marzo no está en la hemeroteca. Dejo aquí el enlace a la edición del 15 de enero, para los interesados:
https://memoria.bn.br/DocReader/DocReader.aspx?bib=709824&pagfis=1893
[ii] José Brito Broca. “Periodismo Político”. En: Machado de Assis y la política y otros estudios. São Paulo: Editora Polis, 1983, p. 27. El texto fue publicado originalmente el 24 de agosto de 1952 en el suplemento literario 'Letras e Artes', del periódico Mañana, de Rio de Janeiro.
[iii] Gran parte de la información que aquí traigo proviene del texto “Astrojildo Pereira, lector de Machado de Assis”, escrito por la profesora Sílvia Maria Azevedo y publicado en la revista Nuevas direcciones, en el segundo semestre de 2021. Enlace para acceder al expediente:
https://revistas.marilia.unesp.br/index.php/novosrumos/article/view/12900/8423
[iv] Astrojildo Pereira. “Machado de Assis, novelista del Segundo Imperio”. En: Hacha de Asís. São Paulo: Fundación Astrojildo Pereira / Boitempo, 2022, p. 38-9. La primera versión del ensayo fue publicada en Revista de Brasil, en junio de 1939, volumen dedicado al centenario del nacimiento de Machado de Assis.
[V] Astrojildo Pereira. Op.cit., pág. 57.
[VI] José Brito Broca. “Batista y Doña Claudia”. Op.cit., pág. 76.
[Vii] Juan Gledson. Machado de Assis: Ficción e Historia. Río de Janeiro: Paz e Terra, 1986, p. 203
[Viii] Ídem, pág. 205.
[Ex] Machado publicó crónicas en la sección Una Semana, del diario Boletín de noticias, entre 1892 y 1897. Solía hacer comentarios sobre la semana pasada, de ahí el nombre de la columna: “Desde hace como cinco años les vengo contando aquí los domingos lo que me pasa por la cabeza, respecto a la semana que acaba de terminar y aún sin propósito.” –escribió Machado en su crónica de despedida– “Parece hora de descansar tanto mi tanto. Si el resto es corto o largo, no puedo decirlo; Estiraré estas extremidades cansadas y dormiré mi siesta”. las cronicas de Una Semana están disponibles desde el enlace:
https://machado.mec.gov.br/obra-completa-lista/itemlist/category/26?order=year&start=12
Os dejo aquí un enlace directo a la última crónica de la serie en Boletín de noticias, para los curiosos: http://memoria.bn.br/DocReader/docreader.aspx?bib=103730_03&pasta=ano%20189&pesq=&pagfis=15839
[X] Juan Gledson. "Introducción". En: Machado de Assis. La Semana – crónicas (1892 – 1893). São Paulo: Hucitec, 1996, pág. 11. El episodio que determinó la censura del diario ocurrió luego de la publicación de una crónica de Ferreira de Araújo [director del Gazeta], el 27 de noviembre de 1893. Aquí está el enlace al texto:
http://memoria.bn.br/DocReader/DocReader.aspx?bib=103730_03&Pesq=%22A%20Semana%22&pagfis=9309
[Xi] José Brito Broca. “Semana política de Machado”. Op.cit., pág. 183.
[Xii] Juan Gledson. "Introducción". En: Machado de Assis. La Semana – crónicas (1892 – 1893). São Paulo: Hucitec, 1996, pág. 33-4.
[Xiii] Juan Gledson. "Introducción". En: Machado de Assis. La Semana – crónicas (1892 – 1893). São Paulo: Hucitec, 1996, pág. 15. El estado de sitio fue instituido por Decreto No. 791, del 10 de abril de 1892. Según Edgard Carone: “Con el pretexto del homenaje a Deodoro, la oposición busca desencadenar un movimiento revolucionario, pero un incidente perturba las intenciones iniciales : es la súbita enfermedad del Generalísimo [como se llamaba a Deodoro], que hizo que no asistiera al mitin realizado en su honor. Sin saber lo que estaba pasando, la multitud comenzó a llegar a Largo da Lapa después de las 18 de la tarde; poco después, el teniente coronel Mena Barreto pide que se posponga el homenaje por el empeoramiento de la salud de Deodoro. A él se dirigen gritos y aplausos, y 'muere a la tiranía', a Floriano. JJ Seabra, Pardal Mallet, Clímaco Barbosa y otros pronuncian discursos a favor del Generalísimo. Luego, la multitud se dirige al Morro de Santo Antônio, Rua do Ouvidor, Campo de Aclamação y, finalmente, al Palacio de Itamarati [sede de la presidencia]. Se lanzan insultos y amenazas contra el gobierno, se aclama (en vano) al 7° BI [Batallón de Infantería] y se arresta a los exaltados por tropas del Ejército. Al enterarse del hecho, Floriano Peixoto se dirige, de civil, a Itamarati; cuando se acerca al palacio, ve a la multitud y al teniente coronel Mena Barreto dando un discurso. Llega sigilosamente y ordena su arresto: él, sin pestañear, se dirige al Ministerio de la Guerra, donde se entrega. Los civiles y los soldados se dispersan. Naquela mesma noite, Floriano redige decreto, datado do próprio dia 10, em que declara estado de sítio para o Distrito Federal e suspende as garantias individuais por 72 horas, 'por ter sido cometido o crime de sedição, saindo cidadãos a depor o chefe do Gobierno federal…" (La Antigua República II - evolución política. Río de Janeiro / São Paulo: DIFEL, 1977, p. 93-4.)
[Xiv] Astrojildo Pereira. “Crítica y Política Social”. Op.cit., pag. 96-7.
[Xv] Escribí un poco sobre los impactos de la Revolta da Armada en la vida de la adolescente Lima Barreto. El texto está disponible en el enlace: https://dpp.cce.myftpupload.com/triste-fim-de-policarpo-quaresma/
[Xvi] Lucía Miguel Pereira. Machado de Assis: estudio crítico y biográfico. Belo Horizonte: Itatiaia, 1988, p. 208. La primera edición de este libro es de 1936.
[Xvii] Olavo Bilac. "Límite". En: Crónicas y Novelas (1893 – 1894). Rio de Janeiro. Cunha & Irmão Editores, 1894, p. 10. El libro se puede leer desde el enlace:
https://digital.bbm.usp.br/bitstream/bbm/4474/1/002905_COMPLETO.pdf
[Xviii] Antonio Dimas. BILAC, el Periodista - Ensayo. São Paulo: Prensa Oficial / Edusp / Editora Unicamp, 2002, p. 45.
[Xix] Eloy Puentes. La vida inquieta de Raul Pompéia. Río de Janeiro: José Olympio Editora, 1935, p. 89. Algunos textos antológicos publicados por Pompéia en el Çà Ira!, como “Sra. esclavistas”, “¡Ira!” (artículo de programa de periódico) y “Sobre la esclavitud” fueron recopilados en el libro Raúl Pompéia – Escritos políticos. Obras completas de Raúl Pompéia, vol. 5, organizado por Afrânio Coutinho. Río de Janeiro: Civilización Brasileña, pp. 59 a 85.
[Xx] Ángela Alonso. Flores, votos y balas: el movimiento abolicionista brasileño (1868-88). São Paulo: Companhia das Letras, 2015, pág. 138.
[xxi] Eloy Puentes. Op.cit., pág. 104.
[xxii] Ídem, pág. 105.
[xxiii] Ángela Alonso. Op.cit., pág. 313.
[xxiv] Camilo Capaz. Raúl Pompéia – Biografía. Río de Janeiro: Gryphus, 2001, pág. 168-9.
[xxv] Eloy Puentes. Op.cit., pág. 49.
[xxvi] Ídem. Los extractos citados se pueden encontrar en las páginas 238, 242, 252, 253, 255, 277 y 288.
[xxvii] Raul Pompéia (quien firmó bajo el seudónimo “Y”). “Memorias de la Semana – Boletín del Jornal do Comércio”. Diario del Comercio, Río de Janeiro, 7 de marzo de 1892, pág. 1. Enlace para acceder al texto:
https://memoria.bn.br/DocReader/docreader.aspx?bib=364568_08&pasta=ano%20189&pesq=&pagfis=6803
[xxviii] Eloy Puentes. Op.cit., pág. 241.
[xxix] Antonio Dimas. BILAC, el Periodista - Ensayo. São Paulo: Prensa Oficial / Edusp / Editora Unicamp, 2002, p. 43.
[xxx] Olavo Bilac (Pierrot). “Vida Fluminense”. el combate, Río de Janeiro, 8 de marzo de 1892, pág. 1. Enlace para acceder al texto:
http://memoria.bn.br/DocReader/DocReader.aspx?bib=348112&pagfis=189
[xxxi] Según Antonio Dimas, la crónica pertenece realmente a Olavo Bilac. Es el único seleccionado por el estudioso, de los publicados enel combate, bajo el seudónimo de Pierrot, que aparece en la antología BILAC, el periodista – Crónicas, Tomo 2. São Paulo: Prensa Oficial / Edusp / Editora Unicamp, 2002, pp. 71-3.
[xxxii] Extracto del editorial inaugural de La calle, Río de Janeiro, 13 de abril de 1889. Citado por Antonio Dimas en el libro BILAC, el Periodista - Ensayo, pág. 38.
[xxxiii] Eloy Puentes. Op.cit., pág. 242.
[xxxiv] Raúl Pompéia (“Y”). “Memorias de la Semana – Boletín del Jornal do Comércio”. Diario del Comercio, Río de Janeiro, 15 de marzo de 1892, pág. 1. Enlace para acceder al texto:
https://memoria.bn.br/DocReader/docreader.aspx?bib=364568_08&pasta=ano%20189&pesq=&pagfis=6879
[xxxv] Eloy Puentes. Op.cit., pag. 243-4.
[xxxvi] Ídem, pág. 249.
[xxxvii] Ídem, pág. 256.
[xxxviii] Ídem, pág. 258.
[xxxix] Ídem, pág. 259.
[SG] Los dos Carta de Raúl Pompeia, así como el libro de Rodrigo Otávio, se puede leer en el enlace:
https://www2.senado.leg.br/bdsf/item/id/185598
[xli] Ledo Ivo. El universo poético de Raul Pompéia. Campinas: Editora da Unicamp, 2013, p. 23
[xlii] Camilo Capaz. Op.cit., pág. 211.
[xliii] Eloy Puentes. Op.cit., pág. 257.
[xliv] Suely Robles Reyes de Queiroz. Los Radicales de la República. São Paulo: Brasiliense, 1986, pág. 27.
[xlv] Edgar Carone. La Antigua República II – evolución política. Río de Janeiro / São Paulo: DIFEL, 1977, p. 148.
[xlvi] Suely Robles Reyes de Queiroz. Op.cit., pág. 31.
[xlvii] Lincoln por Abreu Penna. ¿Por qué somos florianistas? Río de Janeiro: E-papers Editora, 2002, p. 24-5.
[xlviii] Suely Robles Reyes de Queiroz. Op.cit., pág. 81.
[xlix] Ídem, pág. 115.
[l] “Conferencias Republicanas”. El tiempo, Río de Janeiro, 22 de mayo de 1894, pág. 1. Enlace para acceder al artículo:
https://memoria.bn.br/DocReader/docreader.aspx?bib=218731&pasta=ano%20189&pesq=&pagfis=3987
[li] Eloy Puentes. Op.cit., pág. 269.
[lii] Lincoln por Abreu Penna. Op.cit., pág. 85.
[liii] Eloy Puentes. Op.cit., pág. 270.
[liv] Ídem, pág. 272.
[lv] Raúl Pompeya. 'Grito malvado'. el país, Río de Janeiro, 03 de octubre de 1895, pág. 4. Enlace para acceder al artículo:
[lvi] Camilo Capaz. Op.cit., pág. 228.
[lvii] Eloy Puentes. Op.cit., pág. 274.
[lviii] Olavo Bilac (Fantasio). 'El Cambio de la Hidra'. Boletín de noticias, Río de Janeiro, 06 de octubre de 1895, pág. 1. Enlace para acceder al texto:
[lix] El primero de estos artículos se titula 'El odio jacobino', fechado el 10 de octubre de 1895, y se puede acceder desde el enlace:
https://memoria.bn.br/DocReader/DocReader.aspx?bib=227900&pagfis=3158
La segunda, 'La desesperación del terror', es del 13 de octubre, y se puede leer en el enlace:
https://memoria.bn.br/DocReader/DocReader.aspx?bib=227900&pagfis=3172
[lx] Luis Murat. 'Un loco en el cementerio'. Comercio en Sao Paulo, São Paulo, 16 de octubre de 1895. Enlace para acceder al texto:
https://memoria.bn.br/DocReader/DocReader.aspx?bib=227900&pagfis=3180
[lxi] Camilo Capaz. Op.cit., pág. 239.
[lxii] La noticia, Río de Janeiro, 4-5 de diciembre de 1895, p. 1. Enlace para acceder a la nota:
https://memoria.bn.br/DocReader/docreader.aspx?bib=830380&pasta=ano%20189&pesq=&pagfis=947
[lxiii] Eloy Puentes. Op.cit., PAG. 283 y 285.
[lxiv] Camilo Capaz. Op.cit., pág. 240.
[lxv] Eloy Puentes. Op.cit., pág. 285.
[lxvi] Faría Alves. "Desde la Capital". Comercio de Sao Paulo, 31 de diciembre de 1895, pág. 01. Enlace para acceder al artículo:
https://memoria.bn.br/DocReader/docreader.aspx?bib=227900&pasta=ano%20189&pesq=&pagfis=3428
[lxvii] Eloy Puentes. "Historia de un temperamento". En: La vida inquieta de Raul Pompéia, P. 336.
[lxviii] Enlace para editar La noticia, de 26 de diciembre de 1895:
https://memoria.bn.br/DocReader/DocReader.aspx?bib=830380&pagfis=1015
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