por Geraldo Oliveira*
La influencia del racismo en la sobrerrepresentación de los negros en los estratos inferiores de la jerarquía social
Reflexionar sobre la situación socioeconómica de la población negra en Brasil, y los correspondientes obstáculos para su ascenso social, y compaginarlo con la cuestión del color, es siempre un desafío. Una de las cuestiones que se ciñe a este entendimiento es que, lejos de la abolición de la esclavitud -ocurrida alrededor de 1888, y del trabajo esclavo, que duró más de 300 años-, sus huellas quedan profundas en la sociedad, especialmente en las expresiones culturales de la población negra y sus descendientes, y su sobrerrepresentación entre los estratos sociales más bajos de la población nacional.
Muchos investigadores han buscado comprender si el tema del color jugó un papel decisivo en su condición de inferioridad en la jerarquía social, o si otros factores están de alguna manera conectados y sirven como explicación. Según Osorio (2004), algunos estudiosos de la relación entre el color y las cuestiones sociales han llegado incluso a afirmar que no existe relación entre ambos, o que si una persona negra se encuentra en una situación social desfavorable, entre las clases bajas, sólo se refiere al factor tiempo de su liberación de la esclavitud. Cuanto antes lograban liberarse del trabajo esclavo, o si salían de esa condición antes de la abolición, mayores eran las posibilidades de un crecimiento social progresivo. Lo que sustenta esta afirmación de la irrelevancia del color en la movilidad social se deriva de la existencia de mestizos entre las élites económicas y políticas, en las primeras décadas del siglo XX, según el texto: […]había mestizos entre las élites económicas y políticas élites, o jugando con el reconocimiento social – ocupaciones prestigiosas[…] (OSÓRIO,2004, P. 8).
Este argumento, todavía muy presente en los albores del siglo XX, influyó mucho en el pensamiento de la época para entender que Brasil sería un paraíso racial, donde la convivencia entre diferentes etnias compartía un espíritu de armonía, libre de conflictos y discriminación racial.
Según (PIERSON citado OSÓRIO, 2004), autor que defendía la preponderancia del prejuicio de clase sobre la raza, y que tuvo influencia entre innumerables científicos sociales nacionales, afirmó que el prejuicio contra los negros estaba dirigido a su condición social, es decir, a que estaban más abajo en la jerarquía social y por lo tanto, no tiene ningún componente derivado de su naturaleza racial. El núcleo de su explicación provino de la sociabilidad entre diferentes grupos étnicos, sin los límites fronterizos como en los EE. UU., donde los negros estaban separados de manera similar al sistema de castas.
Otro autor que también redujo la importancia racial a lo social, a pesar de reconocer la existencia del prejuicio racial (AZEVEDO citado OSÓRIO, 2004) afirmó que la sociedad salvadoreña en la década de 30 era multirracial, y que los negros competían con los blancos por igual, solo diferenciándose por sus habilidades y atributos personales.
Sin embargo, cabe señalar que estos autores que dedicaron investigaciones sobre los negros - auspiciados por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) - eran norteamericanos, que antes de dedicarse al estudio en Bahía, venían influenciados tanto por Gilberto la teoría de la democracia racial de Freyre y por los problemas y conflictos raciales internos de su país. (RIBEIRO, 2017).
Con referencia a Gilberto Freyre, en su libro titulado Sobrados e Mucambos: decadencia del patriarcado rural y desarrollo urbano –que tiene el tema que más nos interesa en este momento-, destaca que las disparidades sociales en Brasil son resultado de la industrialización. que ocurrió poco después de la época colonial, y no como resultado de la discriminación (SILVA; TOBIAS, 2016).
Pero en desacuerdo con los teóricos que niegan la existencia del racismo como factor de barrera para la movilidad social, urge destacar los aportes de (COSTA PINTO citado OSÓRIO, 2004) quien concluye en sus estudios que los negros, además de estar sobrerrepresentados en los estratos bajos, realizando tareas exhaustivas y menos valoradas, cuestionan el mito de la movilidad social de los mulatos, y expresa que la negación de las barreras raciales a la movilidad social, sólo tiene el carácter de reforzar las barreras. Y agrega que la única movilidad social que experimentaron los negros fue el paso de la condición esclava a la proletaria, no ciudadana.
De acuerdo con el mencionado autor, (CARDOSO; IANNI citado OSORIO, 2004) afirman en su investigación realizada en Florianópolis, Santa Catarina, que la discriminación racial no sólo existía, sino que se manifestaba con cierta espontaneidad, y contribuía mucho a la preservación del orden esclavista. Aunque la esclavitud terminó oficialmente, los negros continuaron realizando los mismos servicios que la ideología racial consideraba naturalmente apropiados.
Para romper con los bloqueos impuestos por la élite blanca y lograr escalar en la escala social, la persona negra tendría que someterse a un proceso de blanqueamiento psicosocial y moral, y renunciar de una vez por todas a sus raíces ancestrales. Pero el dilema de este señuelo de supuesta movilidad social no estaba reservado a todos, sino sólo a aquellos con un fenotipo muy cercano al blanco, y que significa, al mismo tiempo, ser víctima y medio de la propaganda racista de la igualdad social. (FERNANDES citado OSORIO, 2004).
Aún según el autor citado, la personalidad y estado El estatus social de los negros estaba muy entrelazado con su pasado esclavista, y eso dificultaba su ascenso social. La respuesta para eliminar estas barreras producidas por las diferencias étnicas, raciales y culturales estaría en un tipo de sociedad, donde prevalezcan los principios de integración estructural. Y esta tendencia se daría en una sociedad libre bajo dominación capitalista, donde la relación entre color y posición social, característica del orden esclavista, perdería sentido. Pero lo que hemos visto es que tanto la industrialización como el fenómeno de la expansión urbana no han destrabado la condición de negros estancados en la baja escala social.
En las décadas de 50 y 80, Brasil atravesó un período de crecimiento económico que alteró profundamente la tasa de movilidad social. Según estudios, el 58% de la población o más de la mitad se encontraba en una posición social diferente a la de sus padres. Tal permeabilidad social fue provocada por los cambios provocados por la industrialización y el fenómeno de la urbanización, en el que los estratos socioeconómicos más bajos, como los descendientes de trabajadores rurales o del azadón, y los pequeños propietarios rurales experimentaron movilidad social.
Pero este crecimiento estructural no fue suficiente para mejorar la calidad de vida de la población, ni para mitigar las desigualdades sociales, especialmente entre los negros. (OSORIO, 2004).
Sin embargo, estudios realizados por la Encuesta Nacional por Muestreo de Hogares (PNAD), entre las décadas de 70, 80 y 90, incluyendo seis estados de la región sur, demostraron, según el análisis de (HASENBALG citado RIBEIRO, 2006), que los blancos tienen más movilidad social ascendente que los no blancos, y esto puede ser interpretado por barreras raciales y discriminación en el proceso de movilidad intergeneracional.
Sin ánimo de analizar el modelo metodológico de la investigación, pero para destacar sus resultados, el estudio elaborado por Ribeiro (2006), muy similar al del citado autor, señala que la menor ascensión social de negros y pardos se debe a su mayor población presencia entre las clases bajas y su bajo nivel socioeconómico. Y también enfatiza que no hay desigualdad racial en las posibilidades de movilidad ascendente entre las personas de clases más bajas. Pero el prejuicio racial se vuelve relevante a medida que la persona negra asciende en la jerarquía social. Las personas negras en rangos más altos en la escala social tienen más posibilidades o desventajas de no permanecer en la alta jerarquía social que los blancos. Con esto, se concluye que la desigualdad de oportunidades sociales es racial, y se manifiesta entre las clases altas, tal como lo expresa el autor: […] la desigualdad de oportunidades de movilidad social es racial sólo en las clases altas […] .](RIBEIRO, 2006, p. 855)
No diferente de la conclusión anterior, el autor Guimarães (2002) destaca, con base en el análisis de una encuesta de la PNAD de 1989 a 1999, realizada en el entorno de la industria brasileña, que existe una correlación entre la diferenciación racial y la renta en el mercado de trabajo . Esta distinción, que menosprecia la cualificación y sobrevalora las cuestiones raciales, hombres y mujeres blancos frente a hombres y mujeres negros, tiene un impacto decisivo en la renta y la diferenciación social.
Según el citado estudio, a pesar de ser de las décadas de 80 y 90, si se tiene en cuenta el género y la raza, el mundo de la industria está marcado por una masiva presencia masculina y blanca, llegando a triplicar el número de mujeres. Si destacamos el tema del color y la calificación, las mujeres negras, aunque tengan una calificación superior a la de los hombres blancos, ganan menos que estos últimos. Por otro lado, descartando las diferencias regionales, la diversidad de actividades económicas y las relaciones laborales formales, el autor referenciado destaca que las diferencias en el salario por hora de los hombres blancos en relación con los hombres y mujeres negros son exponenciales. La conclusión del autor es que, descontando las cuestiones antes mencionadas, las diferencias en los salarios por hora solo pueden computarse como discriminación racial.
Es interesante resaltar que la desigual distribución geográfica de los grupos raciales en el territorio nacional es también un factor que ayuda a explicar las desventajas y la desigualdad racial de la población negra. Según (HASENBALG en al. citado SANTOS, 2005) los negros están geográficamente distribuidos en regiones menos desarrolladas, siendo en gran parte resultado de la geografía previa de la esclavitud, la migración europea y su historia reproductiva. Además de estos factores geográficos, conocidos como desventajas de origen, cabe destacar la discriminación en la educación y el mercado laboral.
Los estudios desarrollados por (VALLE SILVA citado SANTOS, 2005), subrayan, según datos de la década de 90 elaborados por el PND, que la discriminación racial existe en el mercado laboral, y su impacto en los ingresos de los negros y pardos es aterrador. Segundo esses estudos, a renda dos pretos em decorrência da discriminação rebaixa em 36%, enquanto que a dos pardos em 21%, aliado a isso, se soma a baixa escolaridade, o que os levam as menores chances ocupacionais, de carreira e mobilidade no mercado de trabajo.
En cuanto a la alfabetización, los datos más recientes divulgados por el Instituto de Geografía y Estadística (IBGE) 2019, señalan que la población blanca entre 18 y 29 años en 2017, que logró completar la educación básica, alcanzó alrededor del 74,4%, y en 2018 hubo un ligero aumento a 76,2%, mientras que para negros y marrones, el aumento fue de un mínimo de 58,3% a 59,8%. (MORÉNO, 2019).
Ante esta realidad, podemos destacar que no se trata de una alta población negra, ni de desajustes mentales, de inferioridad, ni de falta de interés por aprovechar las oportunidades creadas. Por el contrario, la pobreza, incluida la pobreza extrema, el racismo, el abandono y la ausencia de políticas públicas los arrojó a una condición cuyos orígenes se encuentran en los períodos finales de la esclavitud y se perpetúan hasta nuestros días, porque poco se ha hecho.
En este desafío, la población negra se encuentra en dos situaciones: abrir caminos para enfrentar la realidad socioeconómica, y diseñar estrategias para escapar de una situación hostil y degradante, que es el racismo fenotípico.
* Gerardo Oliveira Magíster en Ciencias Sociales de Puc-Minas.
Referencias
GUIMARÃES, Nadya Araújo. Los desafíos de la equidad: reestructuración y desigualdades raciales y de género en Brasil. cuadernos pagados, No. 17-18, pág. 237-266, 2002. Disponible en: http://www.scielo.br/scielo.php?pid=S0104-83332002000100009&script=sci_abstract&tlng=pt
MORENO, Ana Carolina. Tasa de jóvenes negros en educación superior avanza, pero sigue siendo la mitad de la tasa de blancos. Río de Janeiro: G1, 2019. Disponible en: https://g1.globo.com/educacao/noticia/2019/11/06/taxa-de-jovens-negros-no-ensino-superior-avanca-mas-ainda -y-media-tasa-de-blancos.ghtml.
OSORIO, Rafael Guerrero. “La movilidad social de los negros brasileños”. Texto para Discusión N. 1033, IPEA, 2004. Disponible en: https://www.ipea.gov.br/portal/index.php?option=com_content&view=article&id=4230
RIBEIRO, Carlos Antonio Costa. Clase, raza y movilidad social en Brasil. Revista Datos, Río de Janeiro, vol. 49, núm. 4, pág. 833-873, 2006 Disponible en:
RIBEIRO, Carlos Antonio Costa. CONTINUO RACIAL, MOVILIDAD SOCIAL Y “BLANQUEAMIENTO”. Rdo. sostenes ci. Soc., Sao Paulo, v. 32, núm. 95. 2017. Disponible en
SANTOS, José Alcides F. “Efectos de clase sobre la desigualdad racial en Brasil”. datos, v. 48, núm. 1, págs. 21 al 65 de 2005. Disponible en: http://www.scielo.br/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0011-52582005000100003
SILVA, Roberto da; TOBÍAS, Juliano da Silva. Educación para las relaciones étnico-raciales y estudios sobre el racismo en Brasil. Revista del Instituto de Estudios Brasileños, n. 65, pág. 177-199, diciembre. 2016. Disponible en: http://www.scielo.br/pdf/rieb/n65/2316-901X-rieb-65-00177.pdf.