Preguntas del mundo espiritual

Whatsapp
Facebook
Twitter
Instagram
Telegram

por LEONARDO BOFF*

En todo el mundo existe una demanda de valores inmateriales.

Hay muchos que están hartos de los bienes materiales y del consumismo de nuestra cultura. Como contrapunto, quiero situar el tema de los bienes espirituales en el contexto dramático, peligroso y esperanzador en el que se encuentra actualmente la humanidad, especialmente la humanidad humillada y ofendida que vive en el Sur Global, víctima de 18 regiones en guerra, particularmente en la de Gaza con un sesgo de genocidio a cielo abierto, sin olvidar a las numerosas víctimas de la guerra entre Rusia y Ucrania.

Nuestra reflexión pretende captar el surgimiento del mundo espiritual y enfatizar su apremiante relevancia ante las amenazas de desaparición de las especies y liquidación de la biosfera, ya sea por una guerra nuclear, un calor excesivo debido al cambio climático o cualquier factor. causando desequilibrio en el propio planeta Tierra. Eventualmente podrían poner en duda el futuro común de la Tierra y la humanidad.

 En momentos tan dramáticos, el ser humano profundiza en sí mismo y se hace preguntas básicas: ¿Qué estamos haciendo en este mundo? ¿Cuál es nuestro lugar en el grupo de los seres? ¿Cómo podemos actuar para garantizar un futuro esperanzador para todos y para nuestra Casa Común? ¿Qué podemos esperar más allá de esta vida? Estas son preguntas del mundo espiritual.

Es en este contexto que debemos plantear la cuestión del mundo espiritual, es decir, de la espiritualidad. El mundo espiritual es una de las fuentes primarias, aunque no la única, de inspiración para lo nuevo, de esperanza esperanzadora, de generación de sentido pleno y de capacidad de autotrascendencia del ser humano. Porque el ser humano sólo se siente plenamente humano cuando busca superarse a sí mismo. La razón radica en que se vive como un proyecto infinito, lleno de virtualidades que, en parte, tienen lugar en la historia y, en su conjunto, más allá de ella.

Esta preocupación por el mundo espiritual es recurrente en nuestra cultura, no sólo en el contexto de las religiones, que es su lugar natural, sino también en el contexto de las actividades humanas tanto de jóvenes como de intelectuales, científicos famosos y –para nuestra sorpresa–, de grandes empresarios. He hablado en los últimos años, aquí y en el extranjero, con personas vinculadas a estos grupos.

El hecho de que los grandes empresarios hagan preguntas relacionadas con el mundo espiritual, es decir, la espiritualidad, da testimonio de las dimensiones de la crisis que nos azota. Significa que los bienes materiales que producen, las lógicas productivistas y las competencias que alientan el universo de valores comerciales (todo se ha convertido en mercancía) que inspira sus prácticas no abordan las cuestiones antes mencionadas. Hay un profundo vacío, un inmenso agujero dentro de tu ser. Por eso pienso que sólo el mundo espiritual puede cumplirlo.

 Es importante, sin embargo, mantener siempre nuestro espíritu crítico, porque con el mundo espiritual, con la espiritualidad, también podemos ganar mucho dinero. Hay empresas reales que gestionan discursos de espiritualidad que, muchas veces, les hablan más a sus bolsillos que a sus corazones. Hay líderes neopentecostales que son una expresión del mercado con su predicación del evangelio de la prosperidad material y, recientemente, del dominio. Conquistan a los fieles, religiosos y de buena fe, para los intereses de sus pastores.

Sin embargo, los portadores permanentes del mundo espiritual son personas consideradas comunes, que viven la rectitud de la vida, el sentido de la solidaridad y cultivan el espacio de lo Sagrado, ya sea en sus religiones e iglesias, o en su forma de pensar, actuar e interpretar. vida y cuidar la naturaleza.

Lo que importa, sin embargo, es que en todo el mundo existe una demanda de valores no materiales, de una redefinición del ser humano como un ser que busca un significado pleno, que busca valores que proporcionen alegría de vivir. En todas partes encontramos seres humanos, especialmente jóvenes, indignados con el destino previamente definido en términos económicos, cuando se dice que “no hay otra alternativa” (TINA – No hay alternativa), el sistema de mercado, bajo el cual nos vemos obligados a vivir, que se niegan a aceptar los caminos que los poderosos obligan a seguir a la humanidad.

Estos jóvenes dicen: “No permitiremos que nos roben el futuro. Merecemos un destino mejor, necesitamos beber de otras fuentes para encontrar una luz que ilumine nuestro camino y nos dé esperanza”.

Por eso es importante, desde el principio, introducir una distinción –sin separar, sino distinguir– entre el mundo religioso, la religión, y el mundo espiritual, la espiritualidad. De hecho, el Dalai Lama lo hizo de una manera extremadamente brillante y esclarecedora en el libro. Una ética para el nuevo milenio (Sextante). Son términos que utilizamos sin saber exactamente qué significan.

Me permito citar un tema de este libro de cuya comprensión participo y hago mía: “Creo que la religión (el mundo religioso) está relacionada con la creencia en el derecho a la salvación predicada por cualquier tradición de fe, creencia que tiene como uno de sus aspectos principales la aceptación de alguna forma de realidad metafísica o sobrenatural, incluyendo posiblemente una idea de paraíso o nirvana. Asociados con esto están las enseñanzas o dogmas religiosos, los rituales, las oraciones, etc.

“Considero que espiritualidade (mundo espiritual) esteja relacionada com aquelas qualidades do espírito humano – tais como amor e compaixão, paciência e tolerância, capacidade de perdoar, contentamento, noção de responsabilidade, noção de harmonia – que trazem felicidade tanto para a própria pessoa quanto para los otros".

“El ritual y la oración, junto con las cuestiones del nirvana y la salvación, están directamente relacionados con la fe religiosa, pero estas cualidades internas no tienen por qué estarlo. Por lo tanto, no hay razón por la que un individuo no pueda desarrollarlos, ni siquiera en un alto grado, sin recurrir a ningún sistema religioso o metafísico” (p. 32-33).

Como se puede observar, estas reflexiones son meridianamente claras, pues muestran la necesaria distinción entre el mundo religioso, la religión, y el mundo espiritual, la espiritualidad. Una vez distintos, pueden relacionarse y coexistir, pero sin que uno dependa necesariamente del otro.

Vivir el mundo espiritual con los valores señalados por el Dalai Lama, que son también los mismos valores del Jesús histórico, puede señalar caminos que nos muestren una posible salida a la crisis actual.

*Leonardo Boff Es teólogo, filósofo y escritor. Autor, entre otros libros, de Espiritualidad: camino de transformación (Vozes).


la tierra es redonda hay gracias a nuestros lectores y seguidores.
Ayúdanos a mantener esta idea en marcha.
CONTRIBUIR

Ver todos los artículos de

10 LO MÁS LEÍDO EN LOS ÚLTIMOS 7 DÍAS

Ver todos los artículos de

BUSQUEDA

Buscar

Temas

NUEVAS PUBLICACIONES

Suscríbete a nuestro boletín de noticias!
Recibe un resumen de artículos

directo a tu correo electrónico!