por FRANCISCO FERNANDES LADEIRA*
No es casualidad que, tras periodos de crisis económicas más agudas, la extrema derecha registre un crecimiento vertiginoso
Bertolt Brecht -dramaturgo, poeta y director alemán del siglo pasado- en el epílogo de su obra El resistible ascenso de Arturo Ui trajo la siguiente reflexión: “La puta del fascismo siempre está en celo”. Esto quiere decir que ciertas ideas oscurantistas, ligadas a la extrema derecha, por muy latentes que estén en un momento dado, nunca serán eliminadas por completo, pues siempre habrá condiciones para que el fascismo se reproduzca en distintos tipos de organización humana.
Según el pensamiento marxista, el fascismo puede entenderse como una alternativa a la que recurre la clase dominante cuando la llamada “democracia burguesa” ya no es capaz de mantener las ganancias del gran capital. ¡Después de todo, el juego no puede parar! Así, no es casual que, tras periodos de crisis económica más aguda, la extrema derecha registre un crecimiento vertiginoso.
Desafortunadamente, en el momento actual de la historia brasileña, la “perra fascista” no solo está en celo, sino que también se siente libre para reproducir sus discursos de odio y “morder” a todos aquellos a quienes considera sus “enemigos”. Ante esto, es importante reflexionar sobre “quién”, “cuándo” y “por qué” se desató el fascismo por aquí, dado que, según Bertolt Brecht, es una perra que “siempre está en celo”; sin embargo, ciertas condiciones son necesarias para que se manifieste.
En ese sentido, no hay manera de abordar la actual ola fascista en Brasil sin mencionar el antiPTismo y, principalmente, las “Jornadas de junio de 2013” (más precisamente la apropiación de estos movimientos por los sectores conservadores de la sociedad, que tuvieron la participación papel decisivo de los medios hegemónicos).
Como es sabido, las Jornadas de junio de 2013 comenzaron como legítimos movimientos populares, en contra del aumento de las tarifas del transporte público (entre otras demandas vinculadas al tema urbano), pero que, paulatinamente, fueron captadas por la derecha tradicional (principalmente a través de discursos mediáticos) y comenzó a adoptar lineamientos del pensamiento conservador, como la lucha moralista e hipócrita contra la corrupción (solo el Estado, no el mercado), el fin de los partidos políticos, la reducción de la edad de responsabilidad penal y la acusación de la entonces presidenta Dilma Rousseff.
Como bien explica Jesse Souza, en su libro La radiografía de la estafa: comprenda cómo y por qué lo engañaron, los medios brasileños, en particular el National Journal, aprovechó la gran movilización popular que tuvo lugar en todo Brasil en junio de 2013 para “federalizar” las manifestaciones que, hasta entonces, se centraban en cuestiones municipales. Así, estos movimientos, que antes reclamaban demandas históricas del pueblo brasileño, se convirtieron en grandes actos contra el gobierno de Dilma Rousseff.
Para engrosar estas movilizaciones anti-PT se convocó a la perra del fascismo, “siempre en celo”. En consecuencia, todo tipo de oscurantismo podría finalmente salir del armario. Las viudas de la dictadura ya no se intimidaron para salir a la calle a pedir un golpe militar. El discurso de odio contra los pobres se ha vuelto cada vez más común en las redes sociales. Los racistas, los homófobos y los misóginos se sintieron libres de reverberar sus ideas prejuiciosas. Finalmente, la parte más oscura de la personalidad humana, designada por Jung como la “sombra”, salió a la superficie. Recordando una de las consignas de las Jornadas de Junio: el “gigante despertó”, pero era autoritario, excluyente, homofóbico, machista, racista y moralista. ¡Sería mejor si te quedaras dormido!
Mientras tanto -ya sea por ingenuidad política o por mero oportunismo electoral (porque creía que ocuparía el lugar del PT como principal organización del campo progresista)- buena parte de la izquierda se alineó con el antiptismo propagado por la derecha y no no denunciar los peligros que ya se anunciaban en este giro autoritario en la sociedad brasileña (con otro golpe de estado en el horizonte). Indirectamente, desde Caballos de Troya como el movimiento “Não vai ter Copa”, esta izquierda contribuyó al actual ascenso del fascismo en Brasil.
Sin duda, el político que más dividendos levantó con el antiPTismo, con junio de 2013 y el posterior Golpe de Estado de 2016, fue Jair Bolsonaro (hasta entonces parlamentario del bajo clero, más conocido por sus polémicas apariciones en programas populares de televisión, donde, en un manera caricaturesca, propagaba sus ideas extremistas). Sin embargo, esto no fue algo planeado. El objetivo de la campaña contra el PT era el retorno de la derecha tradicional al poder (PSDB, por ejemplo). El expresidente Lula lo resumió bien: “Sembraron a Aécio y cosecharon a Bolsonaro, el subproducto del odio contra el PT”.
Liberada a “morder” a la izquierda, la perra del fascismo no quiere volver atada; ni ser un actor secundario en el escenario político nacional. Su propósito es dictar el curso de la nación. Ante esto, esos mismos individuos que ayudaron a liberar a la puta del fascismo, hoy fingen no tener nada que ver con eso. Pero, recordando una expresión popular, es necesario “nombrar los bueyes”. La prensa hegemónica (vocera de la “derecha tradicional”), en sus noticias, busca demostrar una falsa indignación contra los discursos misóginos de Jair Bolsonaro; pero, de ser necesario, lo apoyará en una posible segunda vuelta ante el PT (como lo hizo en 2018). La izquierda anti-PT, para no admitir a las fuerzas conservadoras actuando como masa de maniobra, reverbera la falaz hipótesis de que las Jornadas de junio de 2013 no fueron responsables del reciente ascenso fascista en Brasil.
El hecho es que, aunque Jair Bolsonaro sea derrotado en las elecciones, el bolsonarismo seguirá siendo un espectro oscurantista que acecha a la sociedad brasileña; ya sea compartiendo noticias falsas en los grupos de WhatsApp, la intolerancia a las religiones de origen africano, negarse a dar comida a los votantes del PT, apuntar con armas a los opositores o eliminar a los que piensan diferente. Lamentablemente, la caja de Pandora fascista está entre nosotros. Abrirlo fue fácil; cerrarlo, en cambio, es mucho más complejo.
*Francisco Fernández Ladeira es candidato a doctorado en geografía en la Unicamp. Autor, entre otros libros, de La ideología de las noticias internacionales (CRV).
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