cuatro veces florestan

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por RICARDO MUSSÉ*

Comentarios a cuatro libros del sociólogo paulista

1.

Folclore y cambio social en la ciudad de São Paulo reúne algunos de los primeros artículos de Florestan Fernandes, muchos de ellos fruto de un trabajo de evaluación semestral, cuando cursaba el curso de sociología de la USP a principios de la década de 1940. La calificación intelectual de estos textos, así como el esfuerzo y la dedicación, distinguió al joven Florestan entre sus compañeros, allanando el camino para el reconocimiento de los maestros franceses y la carrera que inició como ayudante de Fernando de Azevedo. Editados por separado entre 1942 y 1959, los artículos se recopilaron en un libro en 1961.

El material folclórico analizado en el libro fue recopilado por Florestan en los primeros años de graduación, de manera casi autodidacta. Posteriormente, bajo la dirección de Roger Bastide y Emílio Willems, perfeccionó sus procedimientos empíricos así como su análisis científico. Conviene aclarar la célebre frase de la “Explicación Previa” que sitúa la obra “a medio camino entre el folklore y la sociología”. Si, por un lado, el libro rescata material “en avanzado proceso de desintegración”, recopilando desde canciones infantiles hasta dichos y proverbios, destaca su preocupación por demostrar la pertinencia de la explicación sociológica de este material.

La combinación de investigación empírica y reflexión metodológica –característica de la primera etapa de la carrera de Florestan– adquiere en Folclore y cambio social en la ciudad de São Paulo un significado muy preciso. Además de sustituir el amateurismo imperante en los estudios del folklore por el rigor metodológico y conceptual, Florestan pretende incorporar este material como materia propia de una disciplina dotada de una autonomía intrínseca, la sociología.

Así, la investigación se centra en las “influencias sociodinámicas” del folclore paulista. Una tarea desarrollada en el análisis de tres preguntas: (a) el papel del folclore en la socialización de los niños, su potencial en el aprendizaje de una experiencia social compleja; (b) el folklore como factor de control social, facilitando la “perpetuación de estados de ánimo y actitudes que aseguran la eficacia de los medios normales de control social”; (c) la función del folclore en la reintegración del patrimonio social, vínculo entre el presente y el pasado capaz de disciplinar los cambios y facilitar la “preservación de los valores sociales que no deben ser destruidos”.

Además del enfoque funcionalista, la metodología explícitamente adoptada por el autor, el libro, a partir del título, está permeado por varios antagonismos. ¿Cómo situar el folclore, por definición, conjunto de “elementos persistentes y visibles de ciertas formas de acción social”, en una ciudad cuyo dinamismo engendra “procesos sociales adversos a la estabilidad y perpetuación”?

No se trata sólo de incorporar el folclore como un tema más explicable sociológicamente. También se esfuerza por ajustar el enfoque en la contracara del proceso de modernización para dilucidar el ritmo del cambio social, la constitución del mundo urbano y la formación de la sociedad de clases en Brasil. El tema del folklore queda así subsumido bajo los temas de la “sociología de la modernización”.

En el itinerario descrito por Florestan, en las últimas décadas, “la evolución cultural de la ciudad […] representa un largo proceso de desintegración de la cultura popular”. La urbanización, intensificada a partir del último cuarto del siglo XIX, debilitó las “relaciones patrimoniales”, favoreciendo la “secularización y racionalización de las formas de actuar y pensar”. El diagnóstico converge a una cultura popular en crisis, empobrecida e incapaz de renovarse y revitalizarse en el centro dinámico de la modernidad.

Esta evaluación no dejó de contribuir a la persistente desconfianza de la sociología paulista –y de casi toda la inteligencia de la USP– en relación con las experiencias culturales y políticas del proyecto “nacional-popular”. El escepticismo de Florestan sobre las condiciones de permanencia de la cultura popular dentro del proceso de modernización brasileño marcó, en gran medida, las reiteradas críticas a las prácticas artísticas promovidas por los CPC de la UNE en el período anterior al 64 y sus consecuencias tras el golpe militar en el cine. música popular, teatro, etc.

2.

La revolución burguesa en Brasil (1974) es uno de los libros clásicos de la sociología histórica brasileña, estirpe que tiene sus momentos cumbres en Casa Grande y Senzala (1933), de Gilberto Freyre; Raíces de Brasil (1936), de Sérgio Buarque de Holanda y Los dueños del poder (1958), de Raymundo Faroo.

Florestan emplea el concepto de “revolución burguesa” como “tipo ideal”, es decir, como principio heurístico e hilo de investigación del origen, naturaleza y desarrollo del capitalismo en Brasil. Este no es un estudio empírico ni siquiera una comparación de las vicisitudes del proceso brasileño con los modelos de revolución francés, inglés o norteamericano. La ausencia de una sucesión de eventos de impacto, de una revolución misma, no impidió el desarrollo del capitalismo en Brasil, pero dictó su propio ritmo y una condición particular. La idea de revolución burguesa se presta así como un guante para determinar las etapas del proceso y, sobre todo, para comprender el tipo de capitalismo predominante en el país.

El libro fue escrito en diferentes momentos: las dos primeras partes (“Los orígenes de la revolución burguesa” y “La formación del orden social competitivo”) en 1966, y la tercera parte (“Revolución burguesa y capitalismo dependiente”) en 1974 Este último ensayo complementa los demás bloques, adelantando al presente el acompañamiento histórico anterior, que se detuvo en la época de la abolición de la esclavitud. Pero también trae algunos cambios relevantes en cuanto a la atribución de sentido al proceso histórico.

Los ensayos de 1966 siguen la periodización tradicional. La independencia allanó el camino para el surgimiento de la sociabilidad burguesa –ya sea como un tipo de personalidad o como una formación social–, hasta entonces bloqueada por la combinación del estatus colonial, la esclavitud y las grandes cosechas de exportación. La simple ruptura con la condición colonial, la autonomía política engendra una “situación nacional” que desarrolla el comercio y la vida urbana, sustenta el Estado y prepara para la modernización.

El mantenimiento del sistema esclavista, sin embargo, polarizó al país entre una estructura heterónoma (cuyo prototipo es la gran cosecha de exportación) y una dinámica autonomizadora (centrada en el mercado interno). Socialmente, los agentes burgueses, en simbiosis con el marco imperante, se organizan más como “estamento” que como clase, situación que sólo se romperá con la irrupción del “inmigrante” y el “caficultor” en el campo agrícola. frontera.

La introducción del trabajo asalariado y la consolidación del “orden económico competitivo” a fines del siglo XIX no liberaron por completo el potencial de la racionalidad burguesa. Más bien, promovieron un acomodo de formas económicas opuestas, generando una sociedad híbrida y una formación social, “capitalismo dependiente”, marcada por la coexistencia e interconexión de lo arcaico y lo moderno.

En el último ensayo, escrito en 1974, el concepto de “capitalismo dependiente” queda determinado por la asociación de la burguesía con el capital internacional. Con ello cambia el peso de la dinámica del sistema capitalista mundial y la propia periodización, marcada por el surgimiento y expansión de tres tipos de capitalismo: el moderno (1808-1860), el competitivo (1860-1950) y el monopolista ( 1950).-…).

La revolución burguesa habría llevado a Brasil, por lo tanto, a la “transformación capitalista”, pero no a la esperada “revolución nacional y democrática”. A falta de una ruptura definitiva con el pasado, ésta cobra su precio en cada momento del proceso, generalmente en clave de una “conciliación” que se presenta como negación o neutralización de la reforma. La monopolización del Estado por la burguesía -tanto económica como social y política- estaría en la raíz del modelo autocrático, de la “democracia restringida” que marca el siglo XX brasileño.

Sin embargo, sería un grave error atribuir algún tipo de determinismo a este diagnóstico. El doble carácter de los conceptos, las contradicciones que Florestan detecta a cada paso, en fin, la dialéctica como método deja el campo libre para la acción histórica de agentes y clases sociales.

La revolución burguesa en Brasil cierra el ciclo de interpretaciones generales del país. Pero, al mismo tiempo, sirvió de marco para una serie de estudios específicos posteriores que abordaron temas decisivos como la resistencia de los “de abajo” antes y durante el surgimiento de las clases, los cambios en el estatus de las naciones en el mundo- o las rupturas en el patrón de acumulación bajo el capitalismo.

3.

La impugnación necesaria –un libro póstumo, organizado en vida de Florestan– busca establecer un balance de los éxitos y fracasos teóricos y prácticos de la lucha política socialista en Brasil, en un momento en que, según él, la globalización de la economía y las transformaciones del Estado provocó “cuestiones sobre el papel de los intelectuales en los movimientos sociales o sobre el destino de su producción”.

La obra reúne perfiles de intelectuales y activistas políticos -en su mayoría artículos coyunturales- articulados, con largas introducciones justificativas, en tres bloques: “El intelectual y la radicalización de las ideas”, “Práctica política radical” y “Reforma Educativa”. Dos cosas llaman inmediatamente la atención del lector: la inclusión de Lula en el primer bloque y la ausencia de sus ex asistentes que llegaron al poder en 1994.

Apoyándose en el concepto creado por Gramsci del “intelectual orgánico”, Florestan privilegia en Lula sobre todo “al trabajador como inventor de ideas”, lo que va bien con el significado del perfil del dirigente del PT. Centrada en su historia de vida –en esencia similar a la del propio Florestán: victoria sobre las vicisitudes de la pobreza y compromiso con la represión de la barbarie–, busca mostrar cómo, a pesar de la brutal dominación de clase, los sectores explotados generan, a través de un complejo proceso de la rebeldía, sus defensores. A su vez, la no inclusión de Lula entre los políticos radicales se debe a las indecisiones de la trayectoria del PT que Florestan no deja de señalar.

No hay ninguna referencia a la ausencia de sus ex asistentes, salvo una frase -que explica por qué Lula no llegó allí- que lo dice todo: “En ambas ocasiones [1989 y 1994] las maniobras que lo apartaron de ocupar la presidencia involucraron manipulaciones por los partidos del orden y los dueños del poder económico, propios del clientelismo más agudo”.

A lo largo de los perfiles se esboza una meditación sobre las condiciones y límites de una práctica política radical en Brasil. Tenemos, en un primer modelo, el caso de la inquebrantable integridad política de los individuos que sólo puede explicarse por factores de orden psicológico, desvalidos al estar sustentados en un fuerte movimiento colectivo. Es el caso de trotskistas como Hermínio Sacchetta, quien introdujo a Florestan en la militancia política.

Una segunda situación peculiar es la de Luís Carlos Prestes que, en lugar de ir, como era habitual en el movimiento internacional, del comunismo a la revolución, “saltó de la revolución al comunismo”. El rebelde, roto con su clase y ya en lucha armada, debía ajustarse al marco estricto de un partido y una organización de la incipiente clase obrera. El tercer modelo, personificado por Lula, es el del trabajador llevado por el avance en la organización obrera, sucesivamente al estatus de líder sindical y líder político.

Entre los muchos “hallazgos” de alcance sociológico o teórico presentes en estos perfiles, destaco solo uno. Comentando el libro de Richard Morse sobre São Paulo, Florestan –a contrapelo de la Ilustración progresista que asocia la madurez cronológica, o incluso la complejidad, con la autonomía– advierte que, dado que en la historia brasileña lo más importante se determina “desde fuera ”, “la comunidad llegó a tener una mayor cantidad de autodeterminación (principalmente en la periferia de nuestro mundo colonial) que la sociedad (o la metrópoli)”.

4.

En busca del socialismo reúne artículos periodísticos, presentaciones de libros, entrevistas e incluso textos de cursos, todos unificados por una perspectiva o tema exclusivamente marxista. La mayoría de los textos buscan, en afinidad con la tradición intelectual del marxismo, superar las especializaciones y la división del trabajo propias del saber burgués. Aparte de pequeños deslices como llamar a Marx “científico social” o lamentarse de que Caio Prado Jr. no había profundizado en la sociología, es evidente el esfuerzo de Florestan por superar su anterior preocupación por la delimitación de la sociología como ciencia autónoma.

En este sentido, su introducción de 1946 al libro Contribución a la crítica de la economía política de Marx - reproducido en este En busca del socialismo – es ejemplar. Si entonces el marxismo ya era, como nos recuerda Antonio Candido (“Revista Praxis”, v. 5), un “río subterráneo”, el sesgo bajo el cual se presenta –a la manera weberiana como solución a la antinomia entre naturalista e histórico método – sigue siendo parte del esfuerzo de Florestan por dominar todas las técnicas y metodologías imperantes en las ciencias sociales.

El paso de académico a militante, de erudito para el publicista, además de hacer más fluido y legible su texto, que adquiere un marcado carácter didáctico, también cambia por completo sus intereses teóricos y bibliográficos.

En el apartado dedicado a las presentaciones de los clásicos del marxismo, el enfoque político con el que concluye los textos sobre Marx ya presagia el énfasis en la cuestión de la conquista del poder, de la revolución, que lo acerca a la obra de Lenin. Así continúa, en menor escala, la empresa iniciada con las introducciones a los volúmenes Marx/Engels e lenin de la Colección de Grandes Científicos Sociales (volúmenes 5 y 36, Attica), luego reunidos en el volumen Marx, Engels, Lenin: historia en proceso (Expresión popular).

La profundidad de la comprensión del marxismo por parte de Florestan sólo puede medirse dentro del marco de su interpretación de la especificidad de la sociedad brasileña. El marxismo-leninismo del que se reconoce tributario explica, sin embargo, las limitaciones de su visión de la historia del socialismo. Es sorprendente que su presentación de El Estado y la Revolución No digamos que este libro de Lenin –y la concepción de la dictadura del proletariado que en él se detalla– fue el eje de una larga polémica sobre el carácter (no)democrático del Estado soviético en la que participaron, entre otros, Karl Kautsky y Rosa Luxemburg. estaban involucrados. O tomar como base para evaluar lo que estaba sucediendo en la URSS en 1989 solo el libro de … Mikhail Gorbachev.

Si no podía entender lo que estaba pasando allá afuera, su comprensión del presente histórico brasileño era, sin embargo, cada vez más aguda. Un buen ejemplo es su diagnóstico de la crisis surgida en el Partido de los Trabajadores con la derrota electoral de 1994. Según él, en los últimos años y especialmente en las elecciones presidenciales de 1994, hubo un cambio político e ideológico del PT al centro. Se intentó ganar a los segmentos más conservadores de las clases medias en lugar de disputar el voto de la “chusma”.

En palabras de Florestan: “¡Los camaradas que más necesitan al PT fueron dejados al apetito ya la insensibilidad de la demagogia del poder, que promete todo para no perder las elecciones y no hace nada! Fue la única vez que me sentí perturbado como miembro del PT, ya que encontré que la cultura política eurocéntrica contra la lumpen y los desarraigados encontraron cobijo en el trópico, bajo la bandera redentora del PT” (pp. 244-45). Además de la justa indignación de un intelectual de las clases populares, vale destacar la pertinencia de señalar la línea política que, al ser adoptada por el PT, le garantizaba cuatro mandatos presidenciales.

*Ricardo Musse es profesor de sociología en la USP.

Referencias


Florestán Fernández. Folclore y cambio social en la ciudad de São Paulo. Sao Paulo, Martins Fontes, 2004.

Florestán Fernández. La revolución burguesa en Brasil. São Paulo, Contracorriente, 2020.

Florestán Fernández. La respuesta necesaria. Retratos intelectuales de inconformistas y revolucionarios. Sao Paulo, Ática, 1995.

florestán fernandes. En busca del socialismo. Últimos escritos y otros textos.

São Paulo, Xamã, 1995.

 

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