por MICHEL GOULART DA SILVA*
El Festival Latinoamericano de la Clase Obrera (Felco) de 2004, celebrado en Buenos Aires, mostró películas de diversas luchas sociales de América Latina y promovió debates sobre cuestiones políticas y audiovisuales.
Se celebró hace poco más de veinte años, a finales de noviembre de 2004, la Festival de la clase trabajadora latinoamericana (Felco), cuyas principales exposiciones tuvieron lugar en la ciudad de Buenos Aires. Además de un proceso de selección pública, el festival realizó proyecciones públicas durante todo el año, presentando películas de Brasil, Uruguay, Argentina, Bolivia y México. Los organizadores de la Fiesta del Trabajo de San Francisco (Estados Unidos) y Corea del Sur.
Se realizaron diversos debates sobre cine, la situación política en Argentina y otros países, la cuestión de la mujer, entre otros. Además, después de cada proyección se debatieron las películas y las temáticas planteadas en ellas. Hubo una gran participación de las poblaciones locales en las exposiciones realizadas en todo el país, además de las centrales, en Buenos Aires, a las que asistieron alrededor de cuatro mil personas.
Uno de los integrantes de la organización del festival describió, de manera muy ilustrativa, las exposiciones en Buenos Aires: “Los carteles de Felco pegados en las avenidas y especialmente en los cines de la ciudad, las decenas de entrevistas radiales realizadas por distintos integrantes de Ojo del trabajador, y la nota de casi una página del mismo jueves en el diario Página / 12, dio a este acontecimiento cultural-militante pionero una importante difusión y trascendencia. (…) Treinta producciones procedentes de siete países latinoamericanos, sin tregua, ocho horas diarias y durante tres días, fueron una muestra elocuente de la lucha de los pueblos latinoamericanos”.[i]
El festival, que contó con alrededor de cuatro mil espectadores, fue concebido por Ojo del trabajador, un grupo militante de producción audiovisual que existía en ese momento en Argentina. En su construcción participaron otras organizaciones y cineastas, entre ellos el colectivo porteño medios independientes, caracterizando una experiencia muy rica en el sentido de una construcción colectiva, incluso a partir de diferentes puntos de vista políticos e ideológicos.
Como parte de las actividades locales del festival, según los organizadores, “se realizaron reuniones para discutir las condiciones de producción de nuestro cine”.[ii] El festival, entre otras cosas, nació como un espacio de discusión sobre políticas y programas para el sector audiovisual argentino, buscando consolidar una red de cooperación entre productores y grupos militantes del cine. Se entendió que los recursos necesarios para subsidiar la producción y exhibición debían ser extraídos del Estado, a través de la Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Instituto Nacional de Acreditación de Acreditación).
El contexto en el que se organizó la FELCO estuvo marcado por movilizaciones en todo el mundo, en un escenario abierto por las movilizaciones de Seattle contra la reunión de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en noviembre de 1999. En América Latina, como en otras partes del mundo, las principales luchas libradas por los trabajadores recibieron especial atención por parte de los grupos de cineastas.
En el año 2000, Ecuador fue sacudido por grandes movilizaciones de masas, lideradas por el Parlamento Popular, un órgano amplio y democrático de debates y deliberaciones, que contó con una gran participación de la población local. Una insurrección el 21 de enero provocó el colapso del gobierno nacional, logrando el apoyo incluso de parte de las Fuerzas Armadas. Ese día se instaló el Parlamento Popular en el Congreso Nacional y se eligió un nuevo gobierno, la Junta de Salvación Nacional, controlada por el coronel Lucio Gutiérrez.
Sin embargo, alegando respetar la jerarquía de las Fuerzas Armadas, entregó el poder al alto mando de las fuerzas militares. Una vez restablecido el orden constitucional, Lucio Gutiérrez fue elegido presidente en 2002, pero fue derrocado por el descontento popular.
Al mismo tiempo, los estudiantes de la Universidad Autónoma de México (UNAM) realizaron una huelga de diez meses contra el cobro de cuotas en la universidad, logrando parte de sus demandas. Esta huelga ganó el apoyo de los trabajadores mexicanos y la solidaridad en varias partes del mundo.
En Bolivia, la lucha victoriosa contra el aumento de las tarifas del agua en abril de 2000 dio origen a organizaciones similares al Parlamento Popular Ecuatoriano, además de constituir al Movimiento al Socialismo (MAS) y al líder cocalero Evo Morales, elegido presidente en diciembre de 2005, como principales dirigentes de la izquierda del país. Bolivia también volvió a la escena política en 2003, inicialmente con una serie de huelgas, incluidas las de la policía, pero principalmente con el llamado “Octubre boliviano”, contra la entrega del control del gas del país al capital extranjero.
En diciembre de 2001, en Argentina, se produjo el episodio conocido como argentinozo, cuando el movimiento piquetero, en unidad con sindicatos y organizaciones de izquierda, derrocó al gobierno de Fernando de la Rúa. Fue en esa época cuando se formaron las Asambleas Populares y fue en esos días cuando fueron derrocados por la fuerza surgida de las calles los distintos presidentes que asumieron el gobierno del país. Aunque los sucesivos derrocamientos de presidentes han cesado, las luchas en el país nunca han dejado de suceder, e incluso se han intensificado, ya sea en la unidad entre los “ocupados” y los piqueteros, o en las ocupaciones de fábricas.
En ese momento, en Venezuela, los persistentes intentos de Estados Unidos por derrocar al presidente Hugo Chávez resultaron infructuosos, ya que la abrumadora mayoría de la población apoyaba al presidente y a la llamada Revolución Bolivariana. Este fue posiblemente el proceso político más importante del momento en la región, aunque estuvo estancado por los límites de su dirección y las presiones del imperialismo.
En estos procesos políticos se formaron grupos de activistas que utilizaron las cámaras como sus principales objetos de lucha. Algunos de los más conocidos forman parte de los colectivos de medios independientes. Estos colectivos estaban presentes no sólo en América Latina, sino también en Estados Unidos, su país de origen, y en Europa. Además de la cobertura escrita, publicada en sitios web o en espacios impresos, como periódicos, también se produjeron informes audiovisuales de estas luchas. A menudo, los colectivos de medios independientes sufrió cierta represión, siendo un hecho emblemático el ocurrido en 2004, en Europa, cuando el FBI confiscó discos duros de ordenador a dos de los proveedores de la medios independientes.
En Brasil se destacó el trabajo de Carlos Pronzato, argentino radicado en Bahía, quien se hizo conocido por su trabajo en Revolta do Buzu, sobre la lucha de los estudiantes bahianos contra el aumento de las tarifas de los autobuses en Salvador, en 2003. Carlos Pronzato también realizó películas sobre las fábricas recuperadas en Argentina, el movimiento de los sin techo en Brasil, las luchas en Bolivia, el contradictorio gobierno de centroizquierda elegido en Uruguay, entre otras.
Sin embargo, fue en Argentina donde se pudo observar el principal proceso de organización de estos grupos. Los diversos grupos activos (Ojo del trabajador, Imagen del contador, medios independientes, Cine insurgente, Argentina arde, entre muchos otros) eran extremadamente heterogéneos. Otro país que estuvo marcado por un grupo de activismo audiovisual fue Bolivia.
La FELCO constituyó una especie de cúspide de este proceso de organización de grupos de cine militante. Uno de los resultados de las reuniones realizadas en la primera edición del festival fue la construcción de una red internacional, que englobaría a los países representados.
Desde un punto de vista más político, la declaración final del festival afirmó que la crisis que vive la humanidad es “el resultado de la descomposición de un régimen social agotado que sólo puede encontrar una salida a su crisis terminal a través de la guerra y la opresión de los pueblos”.[iii] También se denunció el papel que juegan las principales organizaciones de izquierda en el rescate de las instituciones contra las cuales se oponen las movilizaciones de masas, como ocurrió en Argentina y Bolivia.
El documento también destacó el papel jugado por esta misma izquierda en países como Brasil y Uruguay, donde desvió el descontento obrero hacia el terreno electoral, dando origen a gobiernos cuyas políticas no eran congruentes con los programas de los movimientos sociales que decían representar, e incluso colaborando “militarmente con Bush en la ocupación de Haití”.[iv]
Los realizadores presentes en la sesión plenaria se pronunciaron por “profundizar la perspectiva abierta por las rebeliones populares impulsando una movilización independiente”, en el sentido de construir unidad entre las diversas luchas de los trabajadores (obreros, campesinos, piqueteros, cocaleros, mujeres, etc.), buscando “una salida política propia”.[V] Finalmente, definen claramente su papel en estas luchas: “Consideramos que nuestra actividad, el cine militante, es una contribución concreta al proceso revolucionario. Nuestras cámaras deben cumplir este propósito”.[VI]
Otro hecho importante a destacar fue la campaña internacional realizada en apoyo a la FELCO, que recibió el apoyo de alrededor de trescientas firmas de cineastas, intelectuales, organizaciones políticas y movimientos sociales. Entre otros, firmaron en apoyo a FELCO cineastas argentinos como Fernando Birri y Otavio Getino, además del uruguayo Mario Handler, el brasileño João Batista de Andrade y el británico Ken Loach. El Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra (MST) de Brasil, a través de su sector de comunicaciones, también firmó la declaración. Esta campaña requirió apoyo logístico y financiero del INCAA para el festival. Luego de una gran presión, actos públicos y recolección de firmas, la respuesta del organismo cinematográfico del gobierno argentino llegó con gran demora, haciendo varias promesas, algunas de las cuales se cumplieron.
Una segunda edición del festival se realizó en Bolivia a finales de octubre de 2005, y la tercera en 2006 en Brasil, con proyecciones en São Paulo, además de una edición brasileña del festival. Bajo el impacto de la Comuna de Oaxaca, los presentes en la plenaria final afirmaron en diciembre, en el documento final de la edición 2006: “[…] Oaxaca nos muestra que los levantamientos populares siguen recorriendo América Latina, uniendo a capas cada vez más amplias de la población y apelando a métodos de acción directa. Mientras millones de latinoamericanos están sumidos en la pobreza y el desempleo, los trabajadores salen una y otra vez a defender sus condiciones de vida, sus salarios, sus libertades democráticas, el derecho a la vivienda, a la tierra y a la educación”.[Vii]
En los años siguientes, el festival se realizó de manera irregular, aunque llegó a su décima edición, celebrada en Argentina en 2016. El debilitamiento de esta iniciativa se asocia en gran medida a la llamada “ola de gobiernos progresistas” que marcó a América Latina. En ese contexto, la extrema izquierda denunciada en los comunicados del festival se convirtió en gobierno y, por tanto, en gestor de la crisis social y económica que azotaba al continente.
La convocatoria de la décima edición de 2016 afirmaba: “Las rebeliones populares que recorrieron el continente a finales de los años 1990 y principios de los años 2000, barriendo a los partidarios del ‘neoliberalismo’, no lograron el objetivo de la independencia. Los regímenes nacionalistas o de centroizquierda que surgieron después de estas rebeliones exacerbaron las economías primarias basadas en el saqueo de los recursos naturales, la contaminación ambiental y el trabajo precario. Fueron una celebración de las mineras contaminantes, del avance de la soja, de la dependencia del petróleo y del reconocimiento de la deuda”.[Viii]
FELCO fue el producto de una época de revueltas y rebeliones, mostrada en la pantalla por sus propios participantes. Desde el levantamiento antiimperialista de Seattle que impulsó la creación de la medios independientes, pasando por las rebeliones en Ecuador, Bolivia, Argentina y otros países, se vio una América Latina rebelde, a través de imágenes captadas por directores audiovisuales. En noviembre de 2004, reunidos en Buenos Aires, estos cineastas llevaron a la pantalla lo que los grandes medios de comunicación e incluso la izquierda oficial, cómoda en sus posiciones de gobierno, como en Brasil y Uruguay, intentaban ocultar.
Esta operación de borrado aún permanece en las narrativas oficiales, considerando que se habla más de las coaliciones de partidos de izquierda con sectores de la burguesía que llegaron al poder en distintos países que de las rebeliones obreras ocurridas en todo el continente a principios de los años 2000. Estas imágenes, llevadas a las salas de cine, son el legado de una época en la que los trabajadores no solo intentaron construir su propio poder sino que también buscaron capturar esta perspectiva en imágenes.
*Michel Goulart da Silva Tiene un doctorado en historia por la Universidad Federal de Santa Catarina (UFSC) y un título técnico-administrativo del Instituto Federal de Santa Catarina (IFC)..
Notas
[i] Hernán Vasco. Impactante acontecimiento político y cultural: 4000 personas pasaron por Felco. Prensa Obrera, Buenos Aires, n. 879, 2 de diciembre de 2004, pág. 8.
[ii] Ojo del trabajador. El camino se abre. Prensa Obrera, Buenos Aires, n. 871, 7 de octubre de 2004, pág. 10.
[iii] Festival de la Clase Trabajadora Latinoamericana. Declaración, noviembre. 2004.
[iv] Festival de la Clase Trabajadora Latinoamericana. Declaración, noviembre. 2004.
[V] Festival de la Clase Trabajadora Latinoamericana. Declaración, noviembre. 2004.
[VI] Festival de la Clase Trabajadora Latinoamericana. Declaración, noviembre. 2004.
[Vii] Declaración del III Festival Latinoamericano de la Clase Trabajadora (FELCO), 10 de diciembre de 2006.
[Viii] Frente de Artistas. Devuelve el Felco. Prensa Obrera, Buenos Aires, n. 1411, 18 de mayo de 2016.
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