Por Luis Felipe Miguel*
Desde principios de 2014 hasta finales de 2018, el diario Folha de S. Pablo disputó, con todo el resto de la gran prensa brasileña, el título de “Gaceta Oficial de Lava Jato”.
Ensalzó a Sergio Moro ya Deltan Dallagnol como los salvadores de Brasil, se embarcó feliz en cualquier denuncia que afectara a Lula, sostuvo una reunión con policías y fiscales para criminalizar al PT ya la izquierda. Incluso fue el precursor de lo que ahora se conoce como la "doctrina Gebran de la propiedad", con las infames "primicias" que informan sobre los botes a pedal y el "yate de hojalata".
Cuando su campaña por la victoria de ese hombre santo, Aecio, no tuvo éxito, el Folha Inmediatamente se unió a la idea de un golpe de Estado.
Frente a Bolsonaro hoy, Folha dice: hay que contenerlo. Frente a Dilma, dijo: hay que derrocarla.
Basta con comparar las noticias de un momento a otro. quien lee el Folha En los últimos años de Dilma se veía un país camino del caos. Moneda devaluada, aumento de precios, desempleo, escaso crecimiento económico y un gobierno involucrado en escándalos de corrupción.
Hoy tenemos una moneda devaluada, precios altos, desempleo y escaso crecimiento económico, pero la Folha no retrata a la economía como tambaleándose al borde. Al contrario, no se cansa de elogiar la política económica de Guedes. Se denuncian escándalos de corrupción, pero de forma intermitente. Y el involucramiento del más alto nivel del poder con la delincuencia común está prácticamente escondido en las noticias.
Cuando triunfó el golpe de 2016, la Folha saludó al gobierno de Temer. Fiel a su estilo, con alguna que otra crítica, pero apoyando con fuerza la congelación del gasto social, la entrega de bienes nacionales, la reducción de los derechos laborales. Nunca descuidó negar el golpe de Estado y expresó su simpatía por los intentos de censura de quienes intentaron debatir el carácter ilegítimo del derrocamiento de Dilma.
A Folha respaldó la condena falsa y el encarcelamiento inconstitucional de Lula. Su adhesión a las reglas de la democracia resultó ser tan laxa que estuvo dispuesto a participar en el fraude electoral –la destitución ilegal del candidato favorecido– para garantizar una fachada de legitimidad al golpe que había apoyado.
En las elecciones de 2018 insistió en la ridícula tesis de los “dos extremos”, equiparando al amigo de milicianos y entusiasta de torturadores Jair Bolsonaro con un político de impecables credenciales democráticas (y también muy apetecible para los grupos liberales), Fernando Haddad. Sigue apretando el mismo botón, de hecho, como muestra el lamentable artículo de Hartung, Lisboa e Pessôa, con artículo de portada en la edición del 01 de diciembre, cuyo título, en la edición digital, es “Brasil vive entre la extrema derecha- ala riesgos y recaída lulista”- y cuyo resumen es que el país “necesita retomar el diálogo para evitar el radicalismo”.
Con Bolsonaro en el poder, la Folha trabajó activamente para frenar la discusión de las políticas destructivas de Paulo Guedes.
La “democracia” que defiende el diario es compatible con la prohibición de la participación de la clase obrera en el debate público y la restricción de sus organizaciones.
Es la misma Folha, no olvidemos, que hasta hoy no ha podido hacer ni uno mea culpa hipócrita de su apoyo, incluso material, al golpe de Estado de 1964 ya la dictadura militar. ella lo hará mea culpa de su participación activa en la destrucción del orden definido por la Constitución de 1988? Ciertamente no.
Los ataques de Bolsonaro a Folha son, sin duda, demostraciones reprobables de autoritarismo. Pero la solidaridad que merece el diario, aun con todos sus vicios, por el principio de libertad de expresión que nos gustaría ver extendido también a colectivos históricamente silenciados, se ve frenada por la repugnancia ante su desvergonzado intento de promocionarse como mártir de la democracia brasileña.
Como ya escribí el otro día: si es para dar plata a favor de la pluralidad de la información, que sea para portales alternativos, para la Red actual de Brasil, para el Brasil de traje, para la TVT. En cuanto a Folha, que es apoyada por aquellos a quienes quiere dar voz: la burguesía “ilustrada” de São Paulo, la derecha “civilizada”, los conservadores “cool”. Quienes, por cierto, tienen condiciones materiales más que suficientes para mantener su gabinete de prensa, si así lo desean.
*luis felipe miguel es profesor de ciencia política en la UnB.
Publicado originalmente en https://www.facebook.com/luisfelipemiguel.unb