por LUIS FELIPE MIGUEL*
Una breve nota sobre una obsesión mediática
Una obsesión mediática es afirmar que el PT fue el gran perdedor en las elecciones del 15 de noviembre. Otra es dar consejos a Boulos, diciéndole que necesita distanciarse del PT (Vera Magalhães es una experta en eso).
El PT no fue derrotado. Eligió menos alcaldes que en 2016, pero aumentó el número total de votos recibidos. Amplió su presencia en municipios medianos y grandes. Está en más segundas vueltas que cualquier otro partido. Es el partido que más votos obtuvo para concejales en las ciudades de más de 500 habitantes.
Esto no es poca cosa para un partido que ha estado sufriendo tanto durante tanto tiempo. Si hubiera que definir el resultado de la primera vuelta de 2020 para el PT, diría “señales discretas de recuperación”.
Los resultados también muestran que el diálogo entre PT y PSOL es fundamental para la izquierda brasileña.
El PSOL salió de la primera vuelta con pocas alcaldías y pocos concejales, o sea, sigue siendo un partido pequeño, pero está en la segunda vuelta en São Paulo (y también en Belém), lo que marca la diferencia.
Lo más importante es que los dos tienen características complementarias.
El PSOL es capaz de canalizar el entusiasmo de una juventud urbana que, en buena medida, ya no se reconoce en el PT. Pero el PT sigue siendo el principal partido de la clase obrera organizada en el país, un espacio en el que el PSOL, para frustración de sus corrientes socialistas, tiene dificultades para afirmarse.
(Esta, por cierto, es la “astucia” de Vera Magalhães y similares: tratar de distanciar al PSOL del compromiso de clase, fomentando un enfoque liberal de las demandas identitarias de las que se convirtió en vocero).
Al PSOL le resulta difícil actuar como partido, operando más como una federación de causas. El PT, en cambio, rendido al liderazgo indiscutible de Lula, es demasiado centralizador.
Ambos son vulnerables a la tentación del electoralismo, aunque se manifieste de diferentes formas: en el PT, coaliciones oportunistas que pueden incluir incluso al PSL; en PSOL, apuesta por francotiradores sin compromiso programático y estado de naturaleza hobbesiano para los recursos de campaña.
Aun así, la capacidad de acción conjunta del PT y del PSOL es fundamental para la consolidación de un polo de izquierda en la política brasileña, al que, naturalmente, se suman los partidos más pequeños. Y eso presiona, por su propia existencia, a los subtítulos más oportunistas a comportarse de manera más coherente con su discurso.
No se trata de borrar las diferencias, al contrario. Ni siquiera exigir una sola candidatura en 2022, sobre todo porque hay que pensar en la política más allá de las elecciones. Pero teniendo claro que es el mismo campo y que, durante el largo período de resistencia y reconstrucción democrática que tenemos por delante, será necesaria la unidad.
*Luis Felipe Miguel Es profesor del Instituto de Ciencias Políticas de la UnB, donde coordina el Grupo de Investigación sobre Democracia y Desigualdades (Demodê). Autor, entre otros libros, de Dominación y resistencia: desafíos para una política emancipadora (Boitempo).