por CARLOS EDUARDO BELLINI BORENSTEIN*
Al cumplir 43 años, siguen presentes dos agendas que marcaron la fundación del PT: la defensa de los más pobres y la democracia
Fundado el 10 de febrero de 1980, el Partido de los Trabajadores (PT), como su nombre indica, nació para representar a los trabajadores. Sin embargo, esta asociación no fue tan automática. Una característica del PT desde su creación es su heterogeneidad interna, ya que sindicalistas, sectores de izquierda que combatieron la dictadura militar y segmentos progresistas de la Iglesia Católica, vinculados a la Teología de la Liberación, así como comunidades eclesiales de base, conforman el principal sectores de apoyo social del partido.
El ascenso del PT fue muy rápido. Nueve años después de su fundación, Luiz Inácio Lula da Silva, fundador y gran líder del partido, disputaba su primera elección presidencial. Lula llegó a la segunda ronda, pero fue derrotado por Fernando Collor. A sus 43 años, el PT, a pesar de ser un partido relativamente joven, sigue siendo el partido de izquierda más grande de América Latina. En Brasil, el partido fue el que más veces eligió Presidente de la República por voto popular –Lula (2002, 2006 y 2022) y Dilma Rousseff (2010 y 2014)– y también el partido que gobernó el país por más tiempo después de la redemocratización.
Ni siquiera las profundas crisis provocadas en el partido por la mensualidad, el Lava Jato, la caída de Dilma Rousseff y la detención de Lula fueron suficientes para hacer tambalear el prestigio del PT. Sin embargo, las contradicciones provocadas por el ejercicio del poder, especialmente a partir de 2005, provocaron cambios en la base social de apoyo al partido.
Cuando se consolidó como la mayor fuerza política del país, en las décadas de 90 y 2000, el PT era el partido de las clases medias en los grandes centros urbanos y con educación media y superior. Aunque contó con el apoyo de los trabajadores asalariados, tuvo dificultades para ganarse a los llamados sectores populares “despolitizados”.
A partir de 2006, lo que el politólogo André Singer definió en el libro Los sentidos del lulismo como realineamiento electoral. Desde entonces, la base electoral del partido ha experimentado un cambio debido a la crisis provocada por la asignación mensual, y también al éxito de las políticas sociales y al crecimiento económico experimentado por Brasil.
En ese momento, al final del gobierno de Lula I, surge lo que André Singer denominó lulismo, con fuerte penetración social en segmentos del electorado con ingresos mensuales de hasta dos salarios mínimos. Esta porción se concentra principalmente en la región Nordeste, especialmente en el interior, el llamado Brasil profundo.
Este cambio en la composición social del electorado del PT transforma al partido en lo que fue su principal objetivo cuando se fundó: ser el Partido de los Trabajadores. Debido a la identificación de los trabajadores con Lula, el PT se convierte en la leyenda de las clases populares al mismo tiempo que se vuelve cada vez más dependiente del lulismo.
Actualmente, los trabajadores que son la base social del lulismo –y en consecuencia del PT– tienen una característica diferente a la clase obrera del llamado “nuevo sindicalismo”, cuando se creó el partido. Usando un concepto marxista, Singer define la base social lulista de hoy como subproletariado, refiriéndose a la fracción de clase desorganizada y por debajo del proletariado en términos de sus condiciones de vida.
Esta definición de subproletariado corresponde a los números de la encuesta que el instituto Datafolha realizó entre el 25 y el 27 de octubre de 2022 sobre preferencia partidaria.
En la encuesta realizada por el instituto, cuando el PT es designado como “Partido Lula”, la preferencia del partido en la opinión pública alcanza el 35%, siendo la más alta del país. Según Datafolha, quienes tienen mayor preferencia por el PT/Partido Lula son los brasileños con ingresos mensuales de hasta dos salarios mínimos (44%). En el rango de ingresos de más de 2 a 5 salarios, la simpatía por el PT es del 29%. En los segmentos de mayores ingresos, sin embargo, la identificación con el PT es menor: más de 5 a 10 salarios (21%) y más de 10 salarios (22%).
Cuando el PT aparece sin la mención “Partido de Lula”, la preferencia llega al 35% en el segmento con ingresos mensuales de hasta 2 salarios. El índice es del 27% en el rango de ingresos de más de 2 a 5 salarios. Y en los segmentos de mayores ingresos, la identificación con el PT es menor: más de 5 a 10 salarios (21%) y más de 10 salarios (22%).
Además de los segmentos de ingresos mensuales de hasta 2 salarios, Datafolha señaló que la preferencia por el PT también es alta entre otros sectores sociales que también componen las capas más pobres de la sociedad: asalariados sin registro (36%), desempleados ( 46%) y amas de casa (36%). A ellos se suman los segmentos que históricamente votan por el PT: estudiantes (43%) y funcionarios (37%).
Por otro lado, para fines de comparación, vale mencionar que, entre los empresarios, la preferencia por el partido es sólo del 16%, lo que simboliza la preferencia por Lula y el PT tiene una fuerte relación con los ingresos.
En esta encuesta, Datafolha llama la atención sobre el hecho de que entre la población con ingresos mensuales de hasta dos salarios mínimos, hay una diferencia en la preferencia por el PT cuando se menciona el "Partido de Lula" en relación con la cita del pie sin mencionando a Lula, reforzando que esta identificación de los más pobres con el partido está directamente relacionada con la figura del presidente.
Sobre la importancia de contar con el apoyo de las clases populares, vale recordar una entrevista a Lula concedida al libro Sin miedo de ser feliz, organizado por André Singer, realizado en 1990.
Al evaluar las elecciones de 1989, Lula afirmó: “La pura verdad es que quienes nos derrotaron, además de los medios de comunicación, fueron los sectores menos ilustrados y más desfavorecidos de la sociedad […]. Tenemos con nosotros grandes sectores de la clase media, una parte muy grande de la función pública, los intelectuales, los estudiantes, la gente organizada en sindicatos, el llamado sector medio de la clase obrera. Mi lucha siempre es esta: llegar al segmento de la sociedad que gana el salario mínimo. Hay una parte de la sociedad que está ideológicamente en contra de nosotros, y no hay razón para perder el tiempo con eso: no tiene sentido tratar de convencer a un empresario que está en contra de Lula para que se ponga del lado del trabajador. Tenemos que ir a la periferia, donde hay millones de personas que se dejan seducir por la fácil promesa de la vivienda y la comida” (Sin miedo de ser feliz, Scritta, pág. 98-99).
Con base en esta frase de Lula, es posible considerar que la búsqueda del apoyo de las clases populares siempre ha sido un objetivo del presidente, principalmente porque la elección de 1989 terminó perdida precisamente en ese segmento del electorado.
Este vínculo con los más pobres fue elogiado por Lula, a través de un post en su cuenta de Twitter, el pasado viernes 10 de febrero: “Fundamos el PT para combatir las desigualdades en Brasil y defender la democracia. En nuestros gobiernos hemos demostrado que es posible cuidar a las personas. Hoy volvemos a celebrar 43 años juntos, por lo mejor de Brasil y por los que más lo necesitan”, publicó Lula.
La frase “cuidar de la gente” ganó fuerza en las elecciones del año pasado y está relacionada con el compromiso de Lula con los más pobres. No es casualidad que la prioridad establecida por el gobierno de Lula III sea la lucha contra el hambre.
También en la campaña de 2022, durante el debate sobre la TV Bandeirantes, todavía en la primera vuelta, Lula se enfrentó con la senadora Soraya Thronicke (União Brasil), lo que también muestra la fuerza de la relación de Lula con los más pobres. Luego de que Soraya Thronicke afirmara que no había visto el Brasil al que se refería Lula -el período entre 2003 y 2010-, el presidente declaró: “Tu chofer lo vio. Tu jardinero lo vio. Tu criada vio que este país había mejorado, que podía almorzar y cenar todos los días, vio que su hijo podía ir a la universidad. Y así será de nuevo. Los pobres volverán a ser respetados”.
Otro tema prioritario –y que también está conectado con la historia del PT– es la defensa de la democracia. Fundado en medio de las luchas sociales libradas contra el régimen autoritario de 1964-1985, el surgimiento de Lula como líder sindical y político se produjo en medio de la transición de Brasil a la democracia. Y en 2023, en el primer año de gobierno de Lula III, y en los 43 años del PT, el presidente y el partido serán los líderes del amplio frente político y social de la reconstrucción democrática.
Al cumplir 43 años, siguen presentes dos agendas que marcaron la fundación del PT: la defensa de los más pobres y la democracia. Sin embargo, la influencia de sectores de la izquierda socialista en el partido ha ido reduciéndose y perdiendo terreno frente al lulismo, que se caracteriza por la reducción de las desigualdades a través de un proyecto político, que si bien opone ricos y pobres, no opera en la radicalización política.
*Carlos Eduardo Bellini Borenstein é Estudiante de maestría en Comunicación Social en la Pontificia Universidad Católica de Rio Grande do Sul (PUC-RS).
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