por JEAN PIERRE CHAUVIN*
Un voto de protesta contra el nefasto discurso sobre la dura, incomprendida y devaluada profesión de maestro
Una de las noticias más tristes de los últimos años ha sido ver la existencia de compañeros que no solo votaron por el mitómano especializado en matar,[i] pero seguir defendiéndolo en el 2023, a pesar de todo lo que negó, tergiversó, corrompió y deshizo; a pesar de todas las ignominias que ha cometido; a pesar del desenfreno absoluto con que manejó mal a las personas, las cosas, las culturas, las leyes y las cuentas del país, en favor de sí mismo y de sus secuaces, todos ellos situados muy por debajo de la mediocridad.
Ahora bien, si ni la hecatombe sanitaria por negligencia federal logró sensibilizar a algunos docentes durante la pandemia, ¿qué podría despertar el discurso desenfadado de su hijo? Es lo que vengo reflexionando desde que la diputada comparó a los “profesores doctrinantes” con los “traficantes” –en perjuicio moral de los educadores–, el fin de semana, en un acto que “coincidió” con los seis meses del atentado a las tres Poderes de la República, el 8 de enero de 2023.
Alguien objetará que es inútil proponer cualquier forma de diálogo con este nefasto grupo; pero, persevero.
Comencemos con la sospecha de que pocas personas recuerdan o saben que entre los antiguos romanos, el verbo "adoctrinar" subyacía en el acto de enseñar, o sea, era una práctica inherente a la relación entre Maestro y Discípulo (ver lo que dice Antônio Geraldo Cunha enseñado en tu diccionario etimologico portugues).
Sin embargo, el transcurso de los siglos, el cambio de regímenes, las nuevas formas de concebir el mundo, dieron un carácter peyorativo al término adoctrinamiento. Si hasta finales del siglo XIX la doctrina traducía un conjunto de preceptos y, por extensión, la idea de sistema, lo cierto es que la palabra asumió un carácter negativo a lo largo del siglo XX, especialmente cuando pasó a ser utilizada como sinónimo de perversión, desviación ética y/o intelectual de los alumnos “puros”, por obra del maestro “adoctrinador”.
Si recuperar la etimología de doctrina puede resultar en un argumento inconsistente (dado que se han atribuido muchas capas de significado a esta palabra a lo largo de los siglos), consideremos el uso que hace Paulo Freire de ella en Pedagogía del Oprimido – Publicado en 1968. Contrariamente a lo que dicen sus detractores sin haberlo leído, nótese que en ningún momento defendió el papel doctrinario del docente, sino su propósito libertario en el trabajo con los alumnos.
Una posible explicación. La concepción de enseñanza-aprendizaje de Freire presuponía la solidaridad frente al antagonismo; educación crítica en lugar de escolarización ingenua. En suma, la superación de la contradicción oprimido-opresor implicaría la relación horizontal entre educador-alumno y aprendiz-educador.
La lección puede sonar obvia para colegas familiarizados con el extenso trabajo de Paulo Freire; pero probablemente será condenado como una pieza de pedagogía “doctrinaria” por la extrema derecha y sus partidarios, especialistas en el resentimiento que fingen creer en los disparates que ellos mismos crean y difunden, en nombre de quimeras como “Patria” ( patio trasero de Estados Unidos), “Dios” (de la prosperidad), “Familia” (de las apariencias) y “Propiedad” (de los latifundios improductivos), etc.
Lo que los seres de este linaje pretenden olvidar es que no hay maestro neutral, ni enseñanza libre de parcialidad. ¿Qué tendrían que decir sobre entrenadores apologistas del neoliberalismo, que transfieren toda la parte del fracaso al individuo “fracasado”? ¿Sobre los instructores que “enseñan” el emprendimiento como si fuera un valor absoluto, ajeno a los límites individuales e intolerantes con las asimetrías sociales? ¿Sobre líderes “religiosos” que saquean a los creyentes más pobres para su propio beneficio? ¿Sobre sujetos de la política que se divierten y se dirigen a profesionales de la educación?
¡Maestros, uníos!
Aquí esta la enlace a registrar su voto de protesta contra el nefasto discurso sobre nuestro duro, incomprendido y devaluado oficio: https://lucienecavalcante.com.br/foraeduardobolsonaro/#form
*Jean Pierre Chauvin Profesor de Cultura y Literatura Brasileña en la Facultad de Comunicación y Artes de la USP. Autor, entre otros libros de Siete discursos: ensayos sobre tipologías discursivas.
Nota
[i] Testimonio realizado en 2017. Cfr. https://www.nytimes.com/pt/2022/03/31/opinion/bolsonaro-brazil-amazon.html
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