Primavera en un espejo roto

Ivana Radovanović, No es país para jóvenes, 2017
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por ALESSANDRO ATANES*

Un libro de filología y literatura comparada publicado por un investigador en el exilio en 1946 y un libro de ficción con personajes en el exilio publicado en 1982

Primavera con una esquina rota, un hermoso título de Mario Benedetti que nos recuerda que la victoria del Frente Amplio en Uruguay no cambia mucho en esta primavera latinoamericana llena de esquinas rotas y espejos rotos.

La novela transcurre durante la última dictadura uruguaya (1973-1984) y seguimos la trayectoria de un preso político y su familia en el exilio. La narración se compone de capítulos en primera y tercera persona y se divide entre las perspectivas del preso político, su padre, su esposa Graciela y su hija Beatriz, de alrededor de siete u ocho años.

Me gustan mucho los capítulos narrados por el niño en este libro, como las estaciones, en el que Beatriz sospecha la existencia del otoño.

“Graciela, o sea mi madre, insiste e insiste en que hay una cuarta estación que se llama otoño. Le digo que podría ser pero nunca lo he visto. Graciela dice que en otoño hay gran abundancia de hojas secas. Siempre es bueno que haya abundancia de algo, aunque sea en otoño. El otoño es la más misteriosa de las estaciones porque no hace ni frío ni calor y por eso la persona no sabe qué ropa ponerse. Probablemente por eso nunca sé cuándo es otoño. Si no hace frío creo que es verano y si no hace calor creo que es invierno. Pero era otoño. Tengo ropa para invierno, verano y primavera, pero no creo que me sirva para otoño. Ahorita ha llegado el otoño donde está mi padre y me escribe muy contento porque las hojas secas pasan por los barrotes y se imagina que son cartitas mías”.

en el capitulo Heridos y heridos (Acciones políticas), la conversación entre madre e hija está atravesada por la historia. Escrito en forma de diálogo entre ambos, comienza así:

– Graciela, dijo la niña, con un vaso en la mano. – ¿Quieres un poco de limonada?
[...]
– Ya te dije que no me llamaras Graciela.
- ¿Por qué? ¿No es ese tu nombre?
– Por supuesto que es mi nombre. Pero prefiero que me llames mamá.
– Está bien, pero no entiendo. No me llamas hija, sino Beatriz.
– Es diferente.
– Está bien, ¿quieres limonada?
– Sí, gracias.

El capítulo es breve, de tres páginas. A este diálogo inicial, la autora pospone una descripción de la madre (treinta y dos, treinta y cinco años), que regresa al libro que estaba leyendo antes de la interrupción de su hija. Sale de la habitación de su madre, pero regresa poco después para contar que se había peleado en la escuela con su amiga Lucila. No era la primera vez, pero ahora era algo serio. Lucila dijo en el colegio que el padre de Beatriz debía ser un delincuente ya que estaba preso. Beatriz reacciona diciendo que su padre era un preso político, a lo que su amiga responde que su padre había dicho que los exiliados políticos le quitan el trabajo a la gente. Es entonces cuando, sin más respuesta, Beatriz golpea a Lucila. Al escuchar el relato, Graciela comenta: “Así ahora su padre podrá decir que los hijos del exilio golpearon a su pequeña hija”.

La madre le dice a su hija que no debería haber hecho eso, aunque agrega que el padre de Lucila no debería haber dicho esas cosas, sobre todo porque tiene “cultura política”. En este conflicto narrado por la hija –una simple pelea escolar entre niños menores de 10 años– vislumbramos toda la carga histórica de un momento marcado por dictaduras en el Cono Sur (Brasil, Chile, Argentina y Uruguay), pero sobre todo vemos el impacto que los hechos históricos provocan en la vida íntima de las personas.

La hija debe crecer para ocupar el lugar vacante en el núcleo familiar. Por eso llama a su madre por su nombre y toma la iniciativa de hacer limonada para consolar a Graciela, como si el impacto de la pérdida los hubiera igualado, incluso en el rol de víctimas.

– Anda, tráeme un poco de limonada.
– Sí, Graciela.

Son estos dos puntos del lenguaje (la hija llama a su madre por su nombre tanto en la primera como en la última palabra del capítulo) los que forman el nudo, es decir, el punto de intersección entre literatura e historia. Y esto sólo ocurre porque Mario Benedetti utiliza el lenguaje de una manera más eficiente que simplemente denunciar o explicar el momento histórico. Es ahí, en estos momentos, más allá del mensaje, donde la ficción le habla al mundo.

Literatura y exilio

La inspiración para señalar una sola escena –la hija llamando a su madre por su nombre– para trazar relaciones entre historia y literatura tiene nombre y apellido: surgió de la lectura del capítulo “Un calcetín marrón”, de Mímesis: la representación de la realidad en la literatura occidental, un clásico de 1946 del alemán Erich Auerbach. En “La media marrón”, Erich Auerbach también aborda una relación familiar, en la que la señora Ramsay, la protagonista de al faro (1927), de Virginia Woolf, le pone y mide a su hijo menor James, de unos seis años, unos calcetines que estarían destinados al niño de la familia que cuida el faro. En este simple acto, se despliega todo un universo.

Pero también se aplica lo contrario: invertimos la relación y podemos leer el Mimetismo a través de la lente de Primavera con una esquina rota. El tema del exilio en el libro de Benedetti ilustra las condiciones en las que se produjo el libro publicado en 1946, ya que, como judío alemán, Auerbach estuvo exiliado en Estambul después de perder su puesto en la Universidad de Marburg en 1935 con el ascenso del nazismo.

Auerbach no pudo trasladar su biblioteca personal a Turquía (sólo una pequeña parte) y tampoco tuvo acceso a las bibliotecas en las que podría haber ampliado su investigación. Así, la limitación que suponía el exilio pasó a formar parte de la configuración propia de la obra. Veamos qué escribió el autor en el epílogo del libro.

“Aquí no hay una biblioteca bien surtida de estudios europeos; las comunicaciones internacionales quedaron paralizadas; Hasta tal punto que tuve que renunciar a casi todas las publicaciones periódicas, a la mayoría de las investigaciones más recientes y, a veces, a ediciones críticas fiables de mis textos. Por tanto, es posible e incluso probable que muchas cosas hayan pasado desapercibidas para mí, muchas cosas que debería haber considerado y que, en ocasiones, afirme algo que ha sido refutado o modificado por investigaciones más recientes. Espero que entre los errores probables no haya ninguno que afecte el significado central de las ideas presentadas. También es resultado de la escasez de literatura y publicaciones periódicas especializadas que este libro no contenga notas; Aparte de los textos, cito relativamente poco, y este poco se introdujo fácilmente en el texto. De hecho, es muy posible que este libro deba su existencia precisamente a la falta de una gran biblioteca especializada; Si hubiera podido informarme sobre todo lo que se ha hecho sobre tantos temas, tal vez nunca lo hubiera escrito”.

Un libro de filología y literatura comparada publicado por un investigador en el exilio en 1946 y un libro de ficción con personajes en el exilio publicado en 1982, como casi siempre ocurre, acabaron hablando entre sí simplemente porque estaban muy juntos en la estantería o porque Fueron elegidos juntos, no sé qué motivos para llevarlos a un viaje de fin de semana. Lo sabrás...

*Alessandro Atanes Es periodista y tiene una maestría en historia social por la USP. Autor de Rincones del mundo: ensayos sobre historia y literatura desde el puerto de Santos. [https://amzn.to/3BLimAU]

referencia


Mario Benedetti. Primavera con una esquina rota. Madrid, Punto de Lectura, 2008. [https://amzn.to/3VQyWGc]

Bibliografía


Erich Auerbach. Mímesis: la representación de la realidad en la literatura occidental. São Paulo: Perspectiva, 2007. [https://amzn.to/3VVI1gV]


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