posiciones

Imagen: Robert Rauschenberg
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por LUIZ EDUARDO MOTTA*

Prefacio a la nueva edición del libro de Louis Althusser

El libro posiciones Fue publicado originalmente en Francia por Ediciones sociales en 1976. La editorial carioca Graal, fundada por Max da Costa Santos y exdiputado del PSB y también miembro del Frente Parlamentario Nacionalista, destituido en 1964 y fallecido en 1978, publicó el libro en dos partes. Posiciones 1 incluía dos textos que no estaban presentes en la edición original: “Respuesta a John Lewis” y “Elementos de autocrítica”, y el Posiciones 2 reprodujo los textos de la edición francesa a excepción de “Sostenibilidad en Amiens” que se trasladó a la Posiciones 1. Este conjunto de textos configura lo que se denomina la “fase de autocrítica” de Althusser, y sigue a su primera fase marcada por los libros Vierta marx e Lire-le-Capital de 1965, considerada más “teórica”, y antecede a la fase de la “crisis del marxismo” en la que Louis Althusser libró una lucha directa contra las posiciones reformistas adoptadas por el PCF en medio de la ola del llamado “eurocomunismo” .

La segunda etapa de Louis Althussser está marcada por rectificaciones de su obra inicial, pero en ningún momento esto significó el abandono de sus tesis inicialmente formuladas como el corte epistemológico en la obra de Karl Marx, su crítica al humanismo teórico, su énfasis en el materialismo en la obra de Marx y Engels en oposición a las interpretaciones idealistas, la defensa de la pluralidad de contradicciones y determinaciones divergentes a las perspectivas monistas y reduccionistas, y de sus efectos políticos inmediatos como el reformismo o el izquierdismo, sin fundamento en la realidad concreta.

En cuanto a los textos que componen esta colección, “Freud y Lacan” es una excepción, ya que fue escrito en 1965 en la misma fase de Vierta marx e Lire-le-Capital. En este artículo, Louis Althusser destaca la importancia de Freud en la fundación, como Marx, de un nuevo continente científico, el psicoanálisis, y en la construcción de un nuevo objeto científico, el inconsciente. Louis Althusser, a diferencia de Herbert Marcuse, no pretendió fusionar el marxismo con el psicoanálisis, ya que los objetos de análisis son diferentes, sino delimitar la originalidad de Freud en el campo del conocimiento a partir de la lectura establecida por Lacan.

Así como Lacan realizó una defensa de la originalidad científica de Freud, Louis Althusser apuntó lo mismo en relación con la obra de Marx. Y esta defensa del radicalismo científico (y político) de Marx dio proyección internacional a las posiciones de Althusser, lo que también resultó en una avalancha de críticas y oposición a sus posiciones innovadoras en el campo del marxismo. Y no faltaron etiquetas como ser acusado de formalismo, funcionalismo, positivismo, estalinismo, estructuralismo y teorismo. También es importante destacar su empatía por los movimientos revolucionarios del Tercer Mundo, y en particular los aportes de Mao Zedong en el campo teórico, así como la transición china en el contexto de la Revolución Cultural.

En medio de este aluvión de críticas, en su mayoría de contenido acusatorio y desprovistas de un contenido más sustancial, Louis Althusser retomó algunos de estos temas controvertidos (y fueron muchos) e hizo algunas correcciones a su trabajo inicial. Aun así, sus críticos no quedaron satisfechos, ya que para ellos Louis Althusser debería haber renunciado por completo a sus tesis e incorporado lo que consideraban “el verdadero marxismo” con un sesgo idealista y ontologizante basado en la categoría del trabajo enajenado y la centralidad del hombre como el punto de partida del análisis, además de la renuncia a sus posiciones políticas más radicales. De hecho, Louis Althusser rectificó lo que llamó la desviación teórica en sus primeros escritos y acentuó aún más su posición leninista en su producción teórico-política.

El punto de inflexión comienza en el texto de “La filosofía como arma de la Revolución”, entrevista concedida a Maria Antonieta Macchiocchi en abril de 1968. Aquí Louis Althusser establece una diferencia en su obra inicial, pues la filosofía ya no se define como la Teoría que admite teorías científicas, pero la representación de la lucha de clases en la teoría. La filosofía es una lucha, y fundamentalmente política, como es una lucha de clases.[i] La filosofía marxista-leninista representa la lucha de clases del proletariado en teoría. Y es en la unión de la teoría marxista y el movimiento obrero que la filosofía deja, en palabras de Marx, de “interpretar el mundo”. Se convierte así en un arma para su “transformación”: la revolución. Y esta nueva definición de la filosofía de Althusser se mantendrá en los siguientes textos.

Esto está bien delimitado en el prefacio escrito por Althusser para el libro de Marta Harnecker Principios elementales del materialismo histórico 1970, titulado “Marxismo y lucha de clases”. En este texto, Althusser critica la lectura genética –de origen y de resultado– como si el proceso tuviera un punto de partida dado. La infraestructura no crea clases sociales (así como el Estado no deriva de la estructura económica), ni la lucha de clases es un simple efecto de la existencia de clases. Para Louis Althussser, es una deformación economicista burguesa dentro del marxismo.

Para Marx, las clases sociales no están restringidas en el último (e incompleto) capítulo de La capital, pero correr a lo largo de este trabajo (por no mencionar su análisis anterior de la 18 brumario), y la lucha de clases no es un efecto, una derivación de la existencia de clases sociales, ya que lucha de clases y existencia de clases sociales son lo mismo. Por lo tanto, Louis Althusser reafirma su tesis anterior presente en Lire-le-Capital de causalidad estructural, ya que nada deriva de una exterioridad, sino que tiene su propia causalidad, su propio origen. Las clases sociales, por tanto, no preexisten a las luchas de clases ya que cuando hablamos de clases sociales, las luchas ya están presentes en su formación. No hay un antes y un después porque las estructuras, las prácticas y las contradicciones se forman simultáneamente. Por tanto, las luchas de clases son el motor del proceso contradictorio y antagónico en el que se entrelazan las clases sociales.

El capitalismo se forjó a través de la violencia, como bien lo destaca Marx en La capital, a través del proceso colonizador para la acumulación de capital. Y Althusser destaca este tema en ¿Cómo leer El Capital? publicado en 1969. La violencia y la brutalidad capitalista no estaban restringidas en su origen, y menos tenían una faceta “humana”, como las experiencias de los Estado de bienestar y gobiernos socialdemócratas. Esta brutalidad se extendió (y aún permanece) en las colonias durante siglos, y Louis Althusser demarcó con precisión las luchas de liberación nacional y las guerras populares en las formaciones sociales del Tercer Mundo.

Si la violencia contra la clase obrera ha disminuido en las “metrópolis”, a su vez esta violencia se ha mantenido en las colonias practicando siempre los mismos métodos de robo, saqueo y masacres en formaciones sociales que están “en los márgenes” de los países centrales. Pero, como él mismo observó, “los pueblos ya no se dejaron masacrar: aprendieron a organizarse ya defenderse, entre otros porque Marx y Lenin y sus sucesores, educaron a los militantes revolucionarios de la lucha de clases. Y es que el pueblo vietnamita está en vías de lograr la victoria en el terreno frente a la agresión de la mayor potencia militar del mundo, gracias a la guerra popular que realizó bajo la dirección de las organizaciones que produjo”.[ii]

El pasaje de este texto de Althusser es significativo, pues a diferencia de otros intelectuales insertos en lo que se denomina “marxismo occidental” (y una de las excepciones fue Jean-Paul Sartre), su inserción en el marxismo no se restringió al mundo europeo, como György Lukács, Karl Korsh, Theodor Adorno, entre tantos otros, pues siempre se ha mantenido ligado a las luchas del llamado Tercer Mundo, como podemos ver en su interés por experiencias socialistas como Cuba, China, Argelia, la guerra popular. en Vietnam, y también sobre las tácticas guerrilleras foquistas (ver su texto sobre la muerte del Che Guevara y su carta a Règis Debray).

En 1970 se publicó seguramente su texto más conocido, Ideología y Aparatos Ideológicos de Estado. Ya he tratado este texto con más detalle en otra ocasión y, por tanto, no me detendré en sus detalles.[iii]. Pero es importante señalar que el artículo publicado en el número 51 de la revista El pensamiento había sido extraído del manuscrito y publicado póstumamente, acerca de la reproducción. La primera parte del artículo es una condensación de casi cien páginas en las que Althusser aborda el problema del Aparato Ideológico en sus diversas vertientes (escuela, sindicatos, derecho, partidos políticos, transición revolucionaria).

Al limitarse en el artículo al papel de los aparatos ideológicos escolares, Althusser fue blanco de varias críticas por la falta de imprecisión en su análisis, y por ser (des)clasificado como reproduccionista, funcionalista (muy presente en las críticas de Alain Badiou y Nicos Poulantzas), e incluso omitiendo el papel de la lucha de clases. Althusser respondió a estas críticas en un texto publicado en 1976 “Apuntes sobre los Aparatos Ideológicos de Estado” donde enfatizaba la primacía de la lucha de clases dentro de la AIE. Sin embargo, el tema de la primacía de la lucha de clases ya estaba presente en el texto original, que recién se publicó en 1995.

En cualquier caso, este texto marcaba una posición asumida por Louis Althusser, al retomar la concepción del Estado ampliado de Antonio Gramsci (término acuñado por Christine Buci-Glucksmann en su libro Gramsci y el Estado) y darle un sesgo más leninista al sustituir categorías derivadas del pensamiento burgués moderno, como sociedad civil y sociedad política, por aparatos de Estado. Althusser enfatiza la ruptura entre la teoría marxista y el pensamiento moderno al ampliar por completo el concepto de Estado y definirlo no sólo en aspectos coercitivos y legales, sino también ideológicos, y no restringiéndose espacialmente a los límites legales de la modernidad burguesa. Por otro lado, Althusser aportó una nueva definición del concepto de ideología que ya había sido esbozada desde su libro Vierta marx. Además del aspecto imaginario de la ideología frente a la “falsa conciencia”, y su materialidad práctica, Louis Althusser inserta la cuestión de la interpelación ideológica en la constitución de sujetos a partir de un Sujeto (la macro-ideología) en una relación especular, inspirada en La teoría de los espejos de Jacques Lacan.

La crítica dirigida a Louis Althusser por ser un autor “reproductivista” es incluso simplista. ¿Cómo pensar la transformación y la ruptura si no se conocen los mecanismos de reproducción? Para Althusser, siempre existe la primacía de la lucha de clases sobre las funciones y el funcionamiento de los aparatos estatales. Una primacía que suena completamente incompatible con cualquier forma de funcionalismo, así como con el “estructuralismo”. La reproducción de la ideología dominante no es una simple repetición, ni una simple o ampliada, automática, mecánica reproducción de los aparatos ideológicos definidos por sus funciones, sino la lucha por la unificación y renovación de elementos ideológicos anteriores, dispares y contradictorios, en un unidad conquistada en la y por la lucha de clases, contra formas anteriores y nuevas tendencias contradictorias y antagónicas a la ideología dominante.

Los siguientes tres textos, "Respuesta a John Lewis", "Elementos de autocrítica" y "Sostenimiento en Amiens" forman el núcleo de su fase de autocrítica.[iv] y se publicaron en 1973, 1974 y 1976, respectivamente.

En “Respuesta a John Lewis”, Louis Althusser ratifica aún más la leninización de la práctica teórica (filosófica y científica) que ya venía demarcando en sus textos anteriores. A pesar de haber elegido a un oscuro intelectual del Partido Comunista de Gran Bretaña, con poca proyección internacional, Althusser respondió implícitamente a otras críticas que ya le habían hecho con anterioridad, a pesar de haber refutado algunas de ellas en su libro La controversia sobre el humanismo. En este artículo publicado por marxismo hoy , Althusser vuelve a su crítica visceral del llamado “humanismo teórico” defendido con prontitud por John Lewis. Para Lewis, el marxismo tiene como núcleo estos tres principios: (a) el hombre hace la historia; (b) el hombre hace historia trascendiendo la historia; (c) el hombre sólo sabe lo que hace.

Louis Althusser refuta punto por punto los principios defendidos por John Lewis: (a) “las masas hacen la historia” y no el hombre, extraña categoría criticada por Marx en sus textos posteriores a 1845; (b) “la lucha de clases es el motor de la historia”, porque este motor es movido por contradicciones. Como dice Louis Althusser “las masas son varias clases, estratos y categorías sociales agrupadas en un todo complejo y móvil (las posiciones de las diferentes clases y estratos, así como las fracciones de clases dentro de las clases, cambian en el curso del mismo período) .proceso histórico o revolucionario).[V] Si son las masas las que hacen la historia, tienen como primacía la lucha de clases precisamente porque es el motor que mueve, que hace avanzar la historia y produce las revoluciones, y no una categoría idealista como “hombre”. Para Louis Althusser, esta tesis es decisiva, pues traza una línea de demarcación radical entre quienes defienden la vía revolucionaria y los defensores de la vía reformista; (c) "uno sólo sabe lo que es" frente a la tesis de John Lewis de que "el hombre sólo sabe lo que hace". Es la tesis materialista fundamental de la primacía del ser sobre el pensamiento. Esto quiere decir que el principio de toda existencia es la materialidad y toda existencia es objetiva, es decir, anterior a la subjetividad que la conoce e independiente de ella. Según Louis Althusser, la tesis de la primacía de la práctica sobre la teoría sólo tiene sentido sujeto a la tesis de la primacía del ser sobre el pensamiento (posición ya explicada por Althusser en Vierta marx e Lire-le-Capital). Y es gracias a la práctica que se puede saber lo que es: la primacía de la práctica sobre la teoría. Pero, como dice Louis Althusser, nunca se conoce nada que no sea lo que es: primacía del ser sobre el pensamiento.

“Respuesta a John Lewis” aún contiene dos posiciones demarcadas por Althusser: la crítica al “culto a la personalidad” y al “proceso sin sujeto ni fin(es)”. La primera es una crítica a la categoría importada del pensamiento liberal burgués, en la que todos los problemas y desviaciones que se produjeron en los diferentes procesos de transición, así como en el comportamiento de los PC, fueron responsabilidad de un solo individuo: Stalin. Nada es más extraño al marxismo que este tipo de reducción. Incluso si hubiera problemas y desviaciones en el contexto de Stalin, sería una completa tontería reducir todo a un individuo y darle un significado ubicuo. Además, el principal efecto de este análisis reduccionista y simplista, por no decir burgués, es ocultar el análisis de la primacía de las relaciones de producción en los procesos de transición.

Es sobre este concepto que la teoría marxista se centra en la comprensión de los diferentes procesos históricos y las diferentes formas de transición, dado que el marxismo se ocupa de todas las contradicciones que involucran prácticas, no solo económicas, sino también políticas e ideológicas. La otra consecuencia de esta visión reduccionista fue el surgimiento de una corriente hasta entonces inexpresiva en el seno de la izquierda: el trotskismo en sus diversas variantes. De hecho, fue él quien más se benefició del uso de esta categoría cuando se usó en el XX Congreso del PCUS (y ya lo usaban las corrientes trotskistas). Paradójicamente, al emplear la categoría de “culto a la personalidad”, esta corriente política marcada por las desviaciones pequeñoburguesas, también la emplea en su práctica política e ideológica ya que reduce el marxismo a la figura de León Trotsky, pero no del lado de la “satanización”. , sino por la “santificación” de todas sus acciones relativas al período de la Revolución Rusa, y en el período que siguió hasta su muerte.

La tesis del “proceso sin sujeto ni fin(es)” es una de las mayores contribuciones de Louis Althusser en este contexto de su autocrítica. Esta tesis hace implosionar los preceptos idealistas y teleológicos que pueblan cierto marxismo impregnado de idealismo burgués. Para Louis Althusser no existe un sujeto ya dado en la historia que sea portador de una verdad absoluta, ni un fin ya dado. Sí hay sujetos en la historia, y representan las diferentes coyunturas y contradicciones específicas en las diferentes formaciones históricas de las diferentes temporalidades.[VI] ¿Cómo pensar las revoluciones china y cubana sin el papel del campesinado que representaba la mayoría de la masa explotada? ¿O el movimiento negro estadounidense en la década de 1960?

El mismo cambio en las relaciones de producción y en las fuerzas productivas indica nuevos sujetos en el escenario actual del capitalismo en articulación con el proletariado del siglo XXI, lo que indica la formación de nuevas alianzas y nuevas estrategias. Tampoco hay sujeto que soporte una verdad preconcebida con una visión totalizadora. Sería caer en la trampa del discurso judeocristiano, impregnado de idealismo y sin materialismo, donde ya habría una telos definido. El propio comunismo aparece como una posibilidad y no como un fin histórico ya dado (como el propio pensamiento liberal ha tratado en las últimas décadas con el llamado “fin de la historia” de Francis Fukuyama, en el que no habría alternativa más allá del liberalismo). De ahí la necesidad de volver a Engels y Marx cuando nos dicen que el proceso histórico está marcado por los accidentes y el azar. Tampoco puede definirse el comunismo como un “nirvana” carente de sociabilidad, como insisten aquellos defensores de la idea del comunismo como el “fin de la política y la ideología”. Un mundo sin clases no necesariamente pondría fin a múltiples contradicciones. Además, apostar por esta concepción teleológica es someterse a dictados idealistas, sin realismo político alguno, y sin fundamento en la perspectiva materialista.

En “Elementos de autocrítica”, Louis Althusser ratifica -y también rectifica- algunos de los puntos defendidos en sus obras pasadas. El corte epistemológico, así como la formación de un nuevo continente científico por parte del marxismo, aún se mantiene en Althusser. La rectificación es que la ciencia marxista no rompe con la ideología en general, sino con la ideología burguesa que siempre está presente dentro del propio marxismo, tanto en el aspecto teórico debido al idealismo humanista y al reduccionismo económico, como en la práctica política de algunos comunistas. y partidos socialistas.

A pesar de ser una ciencia, el marxismo tiene un carácter revolucionario. Pero aun así, es una ciencia para disgusto de quienes niegan el carácter científico del marxismo, no sólo por parte de opositores de clase empapados de concepciones neoinstitucionalistas o liberales, sino también dentro del marxismo que rechazan toda idea de teoría científica, y incluso la palabra ciencia, bajo el pretexto de que toda ciencia o incluso toda teoría sería en esencia “reificante”, “alienante”, y por lo tanto burguesa.

También en este texto, Louis Althusser refuta la etiqueta de “estructuralista” tan propagada por sus “críticos”. La impresión que dan estos llamados “críticos” es que no saben nada del llamado “estructuralismo” francés, así como de los textos de Louis Althusser. De hecho, hubo una alianza tácita entre Althusser y Lévi-Strauss, Foucault y Lacan en su crítica del humanismo y el antropocentrismo de Sartre en general. El uso de Ferdinand Saussure también parecía ser una “herejía” para estos críticos, como si la lingüística no tuviera importancia y no fuera posible un diálogo con la ciencia de la historia.

Fueron notables los trabajos, investigaciones y avances brindados por Michel Pêcheux, y en Brasil por Carlos Henrique Escobar, cuando abordaron la lingüística desde la perspectiva del marxismo. Y nada más ajeno al llamado “estructuralismo” que la multiplicidad de contradicciones, y su sobredeterminación, enfatizadas por Louis Althusser a lo largo de sus obras. Y, como enfatiza Althusser, el marxismo no se distingue del estructuralismo por la prioridad del proceso sobre la estructura, sino por la primacía de la contradicción sobre el proceso. Otro tema omitido por sus críticos, posiblemente por desconocimiento filosófico, es la influencia de Spinoza en Louis Althusser en la construcción del concepto de causalidad estructural (causalidad en sí misma), y de la relación imaginaria con el mundo real.

Spinoza está lejos de ser un autor ajeno a Marx y al marxismo, véanse los cuadernos de Marx en su juventud sobre Spinoza, y la influencia de Spinoza en el método de economía política de 1857 (separación entre el concepto y la realidad concreta), además de las referencias del Filósofo materialista de Plejánov y Bujarin. Para estos críticos, el marxismo es una mera inversión de Hegel sobre sus pies. Si, en efecto, Hegel está presente en la obra de Marx, esto no significa una dilución del marxismo en el idealismo hegeliano, y de su originalidad como teoría y ciencia. ¿Cómo podemos negar también la influencia de Rousseau y Maquiavelo en Marx? Basta vincular los conceptos de dictadura del proletariado con la “voluntad general” de Jean Jacques Rousseau, o con la definición del Estado fundado por la fuerza, como entiende Maquiavelo. La práctica teórica marxista reutiliza categorías anteriores y las transforma dándoles un nuevo significado conceptual. Y por ser un tema abierto, y no terminado ni cerrado, el marxismo siempre trae consigo nuevos conceptos frente a nuevos temas emergentes.

Finalmente, “Apoyo en Amiens” fue escrito en 1975 y publicado en posiciones en 1976. En esta intervención, Althusser retoma las tesis defendidas en Vierta marx, como la determinación última, el proceso de conocimiento y el humanismo teórico. No me detendré en los detalles de este texto, ya que algunos aspectos ya han sido abordados anteriormente. Sin embargo, cabe destacar la importancia del concepto de todo complejo articulado frente al de totalidad. Es en él que Marx demarca radicalmente su diferencia de todo tipo de mecanismo, e inaugura el papel de las diferentes instancias en la determinación, el lugar de una diferencia real donde se inscribe la dialéctica.

A tópica, portanto, significa que a determinação em última instância pela base econômica só pode ser pensada em um todo diferenciado, complexo e articulado, onde a determinação econômica fixa a diferença real das outras instâncias, sua autonomia relativa e seu próprio modo de eficácia sobre la base. Las instancias se interpenetran a través de contradicciones y prácticas articuladas. Nada podría ser más diferente de la perspectiva esencialista de la “totalidad”, tan reproducida por la visión idealista presente en el marxismo brasileño. La preferencia de Althusser por el todo y no por la totalidad es que dentro de la totalidad siempre se corre el doble riesgo: el de considerarla como una esencia actual que abarca exhaustivamente todas sus manifestaciones, y la de descubrirla como un círculo, un centro que es su esencia. Por tanto, la figura del último recurso implosiona la figura del círculo al afirmar diferencias de efectividad. Si el círculo se cierra, no se puede ver lo mismo en la construcción de infraestructura y superestructura, ya que hay diferencias e irreductibilidades entre ellas, sin mencionar la desigualdad de contradicciones que permean estas estructuras y prácticas.

Esta edición también contiene los prólogos originales de Manoel Barros da Motta y Severino Bezerra Cabral Filho, que a pesar de no estar ya vinculados a la perspectiva althusseriana, formaron parte de la primera generación que trató y difundió la obra del filósofo franco-argelino. El prefacio publicado en Posiciones 2 es bastante interesante porque contextualiza la escisión chino-albanesa dentro de los partidos comunistas marxista-leninistas que se oponían a los partidos comunistas prosoviéticos, además de resaltar la influencia de Mao Zedong y la Revolución China en las intervenciones políticas y teóricas de Louis Althusser en la década de 1970. Además, también busca poner en diálogo la obra de Althusser y la de Foucault en ciertos aspectos relacionados con las relaciones de poder reproducidas por los aparatos de Estado, como lo plantea Althusser, o los dispositivos, en palabras de Foucault.

La editorial Ciência Revoluárias juega un papel importante en el relanzamiento de esta obra que fue publicada hace 43 años y nunca ha sido relanzada en nuestro mercado editorial, llenando así un importante vacío en el campo marxista brasileño, especialmente para el público que reconoce en el marxismo no sólo una superación del modo de producción capitalista, sino su ruptura sin conciliación, con la formación de nuevas prácticas, y una mirada siempre renovada y dinámica de la teoría marxista.

*Luis Eduardo Motta es profesor de ciencia política en la UFRJ. Autor, entre otros libros, de A favor de Althusser: revolución y ruptura en la teoría marxista (Contracorriente).

referencia


Luis Althusser. Posiciones. São Paulo, Editora Raízes da América \ Ciencias Revolucionarias, 2022, 426 páginas.

Notas


[i] Como observa Nicole-Edith Thévenin en su libro Revisionnisme et philosophie de l'alienation (1977) la filosofía no es una simple “técnica” ya que produce efectos prácticos, y nunca es neutral, aun cuando quiera hacerlo creer. La filosofía siempre está tomando partido (cf. p. 229).

[ii] ALTHUSSER, Luis. Posiciones 2: pag. 148.

[iii] Ver el capítulo 3 de mi libro. A favor de Althusser, “Sobre el concepto de ideología” publicado en 2021 por Contracurrent. En cuanto al concepto de ideología en Althusser, existen otros indicios importantes sobre este tema, ver ESCOBAR, Carlos Henrique Ciencia de la historia y la ideología.. Río de Janeiro: Grial, 1978; PIRES, Eginardo. “Ideología y Estado en Althusser: una respuesta” en reuniones con Civilización Brasileña, n° 6. Río de Janeiro: Civilização Brasileira, 1978; LACLAU, Ernesto. Política e ideología en la teoría marxista. São Paulo: Paz e Terra, 1979; CLENNAN, Gregor y HALL, Stuart et al. de ideología. Río de Janeiro, Zahar, 1983; ZIZEK, Slavoj (org.) Un mapa de la ideología. Río de Janeiro: Contrapunto, 1996; EAGLETON, Terry. Ideología. São Paulo: Boitempo, 1997; SAMPEDRO, Francisco. “La teoría de la ideología en Althusser” en NAVES, Márcio Bilharinho (ed.) La presencia de Althusser. Campinas: UNICAMP, 2010; ALMEIDA, Lúcio Flávio de ALMEIDA. “Un texto discretamente explosivo: Ideología y Aparatos Ideológicos de Estado” en Luchas sociales vol. 18, n° 33, São Paulo: PUC, 2014; Lúcio Flávio de, “Ideología, ideologías, lucha de clases: Althusser y los aparatos ideológicos (de Estado)” en PINHEIRO, Jair (org..) Leer Althusser. Marília: Cultura Académica, 2016.

[iv] No incluí el texto “Ideología y Aparatos Ideológicos de Estado” en esta lista por dos motivos: el primero porque tenía su propia edición de Graal y tenía varias ediciones, además de haber sido publicado también en el libro organizado por Zizek El mapa de la ideología; segundo, por editar el manuscrito acerca de la reproducción que es la versión completa de este texto, y está disponible en portugués en Vozes.

[V] ALTHUSSER, Luis. Posiciones 1 pág. 26.

[VI] Como observa Pierre Macherey, “si hay un sujeto en la historia, no es el sujeto que hace la historia, sino el sujeto que hace la historia” en WALDLOWSKI, Aliocha por Althusser, São Paulo: Martins Fontes, 2022, pág. 140.

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