por FRANCISCO LOUÇA*
Análisis de las elecciones portuguesas y la mayoría absoluta ganada en las urnas por el PS
Las elecciones del 30 de enero de 2022 en Portugal dieron al Partido Socialista la mayoría absoluta de diputados. La izquierda sufrió una gran derrota, arrastrada por el espectro de una bipolarización anunciada en las encuestas que resultaron ser falsas. La derecha tradicional sufrió una nueva derrota, al no lograr concentrar los votos y abrir el camino a la nueva y vieja extrema derecha, Chega y la Iniciativa Liberal.
Ante las últimas encuestas, con PS y PSD en empate técnico, y ante el coqueteo del PSD con Chega (extrema derecha populista y racista) y la Iniciativa Liberal (derecha liberal radical), proclamando el fin del salario nacional mínimas y otras barbaridades, la gente de izquierda corrió a votar por el Partido Socialista. Gente que se enteró el domingo, asustada, de que al fin y al cabo la diferencia eran 13 puntos y que se convirtieron en comadronas de la mayoría absoluta, resultado que el PS recién logró en 2005, todavía con José Sócrates. El resultado está marcado por los desplazamientos electorales de última hora y la polarización del electorado en el centro detrás de António Costa.
Aunque todavía estamos viviendo los últimos días de la pandemia, con el 10% de la población en aislamiento, hubo un aumento en la participación electoral (58% de los votos en el total nacional, participación aún mayor en algunos casos, como en Lisboa con 62%). El PS subió 350 votos, la izquierda bajó de unos 900 a poco menos de 500. En esta disputa, el voto útil resultó fatal: el Bloco de Esquerda perdió la mitad de su base electoral y pasó de 19 a 5 diputados; el Partido Comunista Portugués tuvo su peor resultado en votaciones y mandatos (perdió la mitad de los diputados, algunos fueron referentes importantes). Ecologistas del Partido Ecologista “Os Verdes” (un satélite de la coalición comunista) y del CDS-Partido Popular (derecha conservadora tradicional) desaparecieron del parlamento. El PAN [Pessoas Animais Natureza] (partido ecologista liberal y animalista) quedó reducido a un diputado (tenía 4) y Livre (verdes federalistas) mantuvo un mandato.
El parlamento tiene menos izquierda y menos partidos. Así, para el Bloque, el nuevo ciclo será de movilización de luchas sociales que respondan a la fractura en el país, en la salud, en la precarización, en la igualdad, en la transición climática. Luchar por el protagonismo de una sólida oposición parlamentaria es tan fundamental como siempre, pero el enfrentamiento social toma nuevos contornos, pues en estos cuatro años deberá movilizar más bases sociales y militantes. Esta será la forma de hacer frente a la mayoría absoluta que, en Portugal, siempre ha dado lugar a gobiernos autoritarios con la sociedad y más vulnerables a los potentados económicos.
Hay quien se apresura a ver en estos resultados un fracaso retroactivo del “modelo portugués” (que, siendo portugués, nunca quiso ser modelo), que consistía en un acuerdo parlamentario entre la izquierda y el PS, pero sin participación en el gobierno, dadas las diferencias programáticas y de diseño.
Para que el debate sea riguroso, cabe señalar que este acuerdo parlamentario se firmó en 2015 y finalizó en 2019. En las elecciones de ese año, el Bloque se quedó con los 19 diputados. Pero, al día siguiente, el Partido Socialista rechazó un contrato por otros cuatro años, que proponía el Bloque de Izquierda, y así acabó con el “artilugio”. Es en este contexto, luego de dos años de oposición, en que el Bloque votó en contra de dos presupuestos del Estado (el PCP solo votó en contra del último), dado que no permiten dar respuestas adecuadas a la emergencia social, en particular en los servicios de salud. , que este enfrentamiento y esta derrota electoral.
Así, estas elecciones se producen después de dos años en los que el Partido Socialista rechazó acuerdos parlamentarios en nombre de los avances en materia sanitaria, laboral o como respuesta a la crisis, buscando someter a la izquierda. La intransigencia que condujo a la derrota de los Presupuestos del Estado, y la artificial crisis política que originó, fue una exitosa estrategia de bipolarización y del “voto útil” contra la derecha. La agencia Fitch se apresuró a saludar la victoria del PS ya proclamar que, así, este partido no cederá a las presiones de la izquierda para cambiar la ley laboral o ampliar la sanidad pública.
A la derecha, el mapa ha cambiado. Es cómodo para Chega e IL usar este impulso en la oposición, sin que sus políticas sean probadas: la mezcla de propaganda y agresividad tiene así un campo abierto. El cambio de orientación y liderazgo del PSD estará influido por este nuevo mapa, que hace más probable un acercamiento a esta extrema derecha, la vieja y la nueva. Lo correcto va bien, es la Ley Trump.
El ciclo de mayoría absoluta para los próximos cuatro años es un peligro, sobre todo en dos áreas: en los servicios públicos, considerando el antagonismo entre el Partido Socialista y la escuela pública o su apuesta por proteger la sanidad privada; y en la economía, considerando que el PS blinda el negocio de las grandes empresas y utiliza el sistema tributario para transferir recursos al capital, como puede volver a hacer, por ejemplo, para compensar el aumento del salario mínimo.
La inflación, aunque aún corta, ya erosiona los ingresos laborales, en muchos casos castigada también por el aumento del costo de la vivienda. Por ello, será nuevamente en la vida social donde se jugará la supremacía o erosión de esta mayoría absoluta. Alcanzando la cima de su poder, António Costa ahora enfrenta todas las dificultades que creó, ignoró o intensificó. Por nuestra parte, la izquierda construirá su fuerza sobre la energía de su movilización, frente a la mayoría absoluta.
Francisco Louça fue coordinador del Bloque de Izquierda (2005-2012). Autor, entre otros libros, de La maldición de Midas: la cultura del capitalismo tardío (Alondra).