Por un Tribunal Russell sobre el Genocidio Yanomami

Imagen: Eugene Liashchevskyi
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por GÉNERO TARSO & MARCELO CARNEIRO DA CUNHA*

Esta comisión dirá cómo fue posible, por qué sucedió y quiénes son los responsables políticos -directos e indirectos- de lo sucedido

Ciertos hechos históricos pueden ser emblemáticos para entender una época. Tanto para los que pretenden superar sus crueldades en un futuro próximo, como para comprender sus fundamentos en el pasado, porque en cada presente inmediato ya no es el mismo. Partamos de un punto simple y claro: la nación brasileña tiene derecho a saber, de manera simple y clara, qué pasó con los yanomami, cómo pasó y quién es responsable de lo sucedido.

El derecho a saber, en el caso del genocidio yanomami, va más allá de las investigaciones judiciales y las denuncias periodísticas, pues ese saber es un proceso de pedagogía ciudadana, para un país que debe conocerse cada vez mejor, para superar una cultura que valora más la sublimación histérica del presente que la historia real de nuestra nación inconclusa. “Saber”, en el caso de los yanomami, es la voluntad de reconocernos como pueblo vulnerado por una libertad mal nacida.

Y ese conocimiento no se refiere sólo al presente, sino sobre todo, cómo fue posible que la nación brasileña, en las omisiones de su Estado, permitiera que lo sucedido violara una etnia, una cultura, una comunidad de personas que tienen vivió siempre en su territorio – sobre el que prevaleció el Brasil moderno, sin el reconocimiento de su forma de vida y de su dignidad étnica, como manda la Constitución del país. Si todos somos responsables, por acción o clemencia, tenemos el derecho y el deber de “saber”, tanto las causas de la tragedia como quiénes son realmente los responsables.

Si esto es cierto, la pregunta es cómo llegamos a este punto simple y claro. ¿Cómo garantizar la mejor información posible, organizada y contrastada, traducida en significados que transformen lo existente en conocimiento abierto y compartible, para que un pueblo, independientemente de los cargos de Gobierno, pueda apropiarse de esta realidad y juzgarla políticamente, en el ámbito de la conciencia nacional.

Parece seguro que se instalarán uno o más CPI, y que actuarán uno o más Tribunales, en Brasil y en Tribunales internacionales. Estas iniciativas tendrán su alcance, objetivos y misiones, y deberán seguir su curso. El punto simple y claro, sin embargo, que creemos esencial -fuera del ámbito del Sistema de Justicia- puede ser alcanzado por una construcción simple y clara, con el objetivo de decir qué pasó, cómo pasó, por qué pasó y quién. son la mayor responsabilidad: una especie de Russell Court de la posmodernidad, en la que predomina una función educativa y cívica, en el marco de una cultura política que avanza hacia la vida democrática.

Inicialmente, la causa de la tragedia fue la invasión ilegal de áreas reservadas y protegidas. El objetivo de esta invasión también parece claro: la extracción ilegal de minerales y madera, acogida por el incumplimiento -voluntario o no- de los sistemas encargados de hacer cumplir la ley, promover la preservación de la reserva yanomami y brindar apoyo a sus habitantes. No puede ser tan difícil ofrecer una visión clara de lo que pasó con el pueblo brasileño y señalar a los responsables de las políticas criminales que llevaron a la tragedia.

El gobierno debe iniciar un nuevo proceso político: debe ser partícipe, ofrecer sus recursos y acceder a lo que sólo él puede saber, sin renunciar al control de los demás procesos institucionales que se relacionan con él. Y debe hacerlo por respeto a la necesidad de saber lo que hay que saber, sin servir a los intereses de uno u otro centro de poder.

Lo que proponemos es organizar una estructura formal de voces, respetadas y conscientes -con poder de acceso a la información- cuya misión sería ofrecer rápidamente una lista de elementos que están en oscuros rincones del Estado y en el subsuelo de la sociedad civil, que pasan a formar parte de la memoria pública. Para que esto nunca vuelva a suceder. Las imágenes que vimos no pueden naturalizarse, sino fijarse en la memoria universal como vergüenza y dolor.

Se trata de una Comisión análoga a la Corte Russell que, en este caso, no “juzgará” por analogía con el Sistema de Justicia, sino que ofrecerá elementos fundacionales para una comprensión profunda de los hechos. Esta Comisión, con una plataforma virtual para el seguimiento público de su trabajo, sería instituida por el gobierno -sobre la base de los órganos del Estado que le competen- y compuesta principalmente por la sociedad civil: juristas, académicos, intelectuales, indigenistas, líderes comunitarios de entidades nacionales y entidades indígenas. Decir cómo fue posible: por qué sucedió y quiénes son los responsables políticos -directos e indirectos- de lo sucedido.

*tarso-en-ley fue gobernador del estado de Rio Grande do Sul, alcalde de Porto Alegre, ministro de Justicia, ministro de Educación y ministro de Relaciones Institucionales de Brasil. Autor, entre otros libros, de utopía posible (Arte y Artesanía).

*Marcelo Carneiro da Cunha es un escritor

 

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