por LUIS FELIPE MIGUEL*
¿De qué sirve elegir a una mujer, a una persona negra, a una persona LGBT, sólo por serlo, si no hay un compromiso claro con las demandas emancipadoras y la competencia para defenderlas?
Las encuestas muestran que una gran parte de los votantes aún no ha decidido completamente su elección de alcalde y menos aún de concejal. Para el ayuntamiento es más fácil porque la elección se hace casi en su totalidad por eliminación. Cuando hay muchos candidatos, como en las elecciones proporcionales, es más difícil.
De hecho, la representación proporcional con listas abiertas, como la vigente en Brasil, tiene muchas ventajas, en particular para ampliar el poder del electorado. Pero, por otro lado, coloca a cada elector frente a una enorme cantidad de opciones, sobre las cuales hay muy poca información, lo que significa poca claridad para la toma de decisiones.
El escenario es aún peor porque los partidos dicen relativamente poco sobre los candidatos. Sí, es cierto que es posible eliminar de inmediato a todos aquellos vinculados a partidos de extrema derecha, como el Novo o el Partido Liberal (PL).
Al menos en los municipios más grandes, aquellos que se presentan por los partidos del Centrão también pueden ser descartados. Es un tramposo o un oportunista.
Aun así, queda mucha gente. Y, lamentablemente, incluso en los partidos de izquierda no faltan corruptos y oportunistas, por no hablar de personas con las que podemos estar de acuerdo en alguna parte de la agenda política, pero no en otra.
O Jornal Folha de S. Pablo lanzó una herramienta que supuestamente ayuda a resolver este problema. Y el "partido campaña electoral”, en el que comprobarías el porcentaje de acuerdo entre tú y los distintos candidatos en relación a una serie de temas. Pero ya hay que empezar por aceptar que la lista de preguntas presentadas por el periódico abarca aquellas que realmente son más relevantes y que la formulación es lo suficientemente buena como para que una respuesta de “de acuerdo o en desacuerdo” capture todos los matices involucrados.
Yo, residente en Brasilia y que no voy a votar este año, probé la herramienta por curiosidad y la encontré muy improductiva.
Aparte del partido, el otro atajo que utilizan los votantes suele ser votar por tema exclusivo. Es decir, tengo un tema que decido priorizar y elegiré quién también le da prioridad. Podría ser, no sé, el derecho al aborto en el sistema público de salud o la atención a niños con discapacidad o el billete cero en el transporte público o cualquier otro tema.
El problema es que, en los tiempos en que vivimos, esta estrategia puede resultar arriesgada. Tenemos una extrema derecha agresiva y, a menudo, pequeños escaños progresistas en las cámaras del consejo para combatir los reveses. Puede que no sea buena idea priorizar un único tema, por importante que sea, y dejar otros al descubierto.
Esta dificultad para elegir no es trivial. Es una de las consecuencias de la forma en que se produce la representación política en las democracias electorales. Esto es lo que yo llamo “representación multifuncional”, es decir, tenemos un voto único para elegir representantes que decidirán todos los asuntos en nuestro nombre. Es muy poco probable que esto sea plenamente satisfactorio.
Puedo elegir un candidato porque estoy de acuerdo con sus ideas sobre educación, pero no sobre seguridad. Y mi voto no discrimina con lo que estoy de acuerdo y lo que no.
Además, la creciente conciencia de la exclusión de varios grupos de los espacios de poder ha aumentado la relevancia de las demandas de representación. Pero ¿de qué sirve elegir a una mujer, a una persona negra, a una persona LGBT, sólo por serlo, si no hay un compromiso claro con las demandas emancipadoras y la competencia para defenderlas?
El criterio de identidad no resuelve la cuestión, sino que añade otra capa de complejidad. La pausterización promovida por el marketing electoral tampoco ayuda.
Por mi parte, siempre defiendo que el voto se conceda a quienes más compromiso, determinación y capacidad demuestren en la defensa de aquellos derechos por los que tenemos que luchar solos, ya que no cuentan con la simpatía de los “auténticos” liberales, los “ medios “avanzados” o del centro “civilizado”: los derechos de la clase trabajadora.
*Luis Felipe Miguel Es profesor del Instituto de Ciencias Políticas de la UnB. Autor, entre otros libros, de Democracia en la periferia capitalista: impasses en Brasil (auténtico). Elhttps://amzn.to/45NRwS2].
Publicado originalmente en las redes sociales del autor.
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