polonesa no. 1

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por JOÃO QUARTIM DE MORAES

El irónico consejo de Vladimir Putin a los polacos contiene buenas lecciones de historia

Los medios periodísticos del llamado “Occidente” difundieron, con empatía militante, el belicoso comunicado titulado “Polonia realiza mega desfile militar con mensaje a Moscú”, del que se desprenden algunos extractos: “El 15 de agosto es una fecha altamente simbólica para Polonia: fue en ella que en 1920, en un último esfuerzo, soldados y voluntarios lograron detener la ofensiva del Ejército Rojo a las puertas de Varsovia, el giro decisivo en la guerra con la Unión Soviética. En los meses anteriores, las tropas soviéticas al mando del general Mikhail Tukhachevsky habían logrado varias victorias militares, estando a punto de tomar la capital de la República de Polonia restablecida con el final de la Primera Guerra Mundial. La sumisión de Polonia era solo un paso en los planes de Vladimir Lenin y León Trotsky: los líderes soviéticos pretendían “pasar por encima del cadáver de Polonia” para llegar a Berlín, desde donde lanzarían una revolución mundial. Celebrada en los libros de historia nacional como “el milagro del río Vístula”, esta victoria polaca vino a desbaratar tales planes”.

La frase grandilocuente: “en un último esfuerzo, soldados y voluntarios lograron detener la ofensiva del Ejército Rojo a las puertas de Varsovia” esconde cómo fue posible el éxito de este “último esfuerzo”. También da a entender que la guerra fue desencadenada por la Rusia soviética (no decimos la Unión Soviética, porque no se formó hasta dos años después, en 1922). Más adelante mostraremos cuánto valen las falacias del indómito periodista autor del comunicado.

Desde el principio, cabe señalar que el “mensaje” de los líderes neofascistas polacos fue en realidad un contramensaje a Vladimir Putin. Comentando el pasado mes de julio la guerra que se libra en Ucrania desde 2014 (y no desde 2022, como sostiene el cartel de la OTAN), Vladimir Putin dirigió una irónica advertencia a los actuales líderes de Polonia, recordándoles que el actual territorio de su país, anexado por el Tercer Reich en 1939, les fue concedida por Stalin en 1945.

La mayor ironía es que la extrema derecha polaca, la fuerza hegemónica en el país, que incluye al jefe de gobierno Mateusz Morawiecki y al presidente Andrzej Duda, ambos del partido de extrema derecha eufemísticamente titulado Ley y Justicia, aspire ardientemente a reconquistar vastos territorios de Ucrania. y Bielorrusia que el régimen clerical-fascista del mariscal Pilsudski había tomado en 1920, aprovechando las terribles dificultades del poder soviético, que se enfrentaba a las fuerzas contrarrevolucionarias de los generales zaristas apoyados por el imperialismo francés. La ofensiva polaca llegó a Kiev en mayo de ese año. Habría ido más lejos si no hubiera sido por la contraofensiva del Ejército Rojo, dirigida por Kamenev y Tukhatchevsky, que hizo retroceder a los invasores hasta Varsovia.

Francia e Inglaterra, las dos potencias imperialistas que habían salido victoriosas de la carnicería de 1914-1918, asumieron un papel tutelar para garantizar el orden burgués instaurado en la Europa devastada. Alarmados por el avance de los bolcheviques a las puertas de la capital polaca, montaron rápidamente una intervención militar para salvar el régimen de Pilsudski y frenar la perspectiva, para ellos catastrófica, de que el Ejército Rojo continuara la ofensiva hasta unirse al proletariado revolucionario alemán. .

Weygand, uno de los principales generales de las fuerzas armadas francesas durante la gran guerra que acaba de terminar, fue enviado a Varsovia para asumir el mando de los doscientos oficiales que componían la misión militar francesa en ayuda de Pilsudski. Lanzó una exitosa contraofensiva en agosto, que en dos semanas revirtió la situación, haciendo que el Ejército Rojo se retirara a la línea Minsk-Molodechno. Tukhatchevsky, una vez más, detuvo a los polacos, pero carecía de los medios humanos y materiales para contraatacar.

Son conocidas las divergencias que esta dificilísima situación suscitó entre los dirigentes soviéticos. Prevaleció la opinión de Lenin, aceptando un acuerdo de paz que implicaba ceder a los polacos vastos territorios, principalmente ucranianos, para salvar lo esencial: la supervivencia de la Revolución de Octubre aún amenazada por la contrarrevolución interna. El Ejército Rojo recuperó esos territorios recién en 1939, durante la vigencia del pacto de no agresión con la Alemania nazi. Brevemente.

Menos de dos años después, el 22 de junio de 1941, después de conquistar fácilmente Francia y sus alrededores, Hitler lanzó la gigantesca Operación Barbarroja, durante la cual cerca de 4 millones de soldados de Alemania y sus satélites europeos, desde Finlandia hasta Rumanía, invadieron la Unión Soviética, desatando un diluvio de fuego, plomo, acero y explosivos. Fueron arrestados y repelidos a las puertas de Moscú en diciembre del mismo año.

A la ida y a la vuelta (que sólo terminó en Berlín a principios de mayo de 1945), la Wehrmacht y las SS llevaron a cabo operaciones sistemáticas para exterminar a los pueblos que calificaban de “Untermenschen”. Con un terrible costo humano y material, el Ejército Rojo y el pueblo soviético destrozaron la maquinaria de guerra de los invasores.

En febrero de 1945, en la conferencia de Yalta, que reunió a las tres grandes potencias con la victoria ya al alcance de la mano, Roosevelt y Churchill acordaron con Stalin que los territorios de Bielorrusia y Ucrania, conquistados en 1920 por el mariscal Pilsudski, serían devueltos a la Unión Soviética. Unión. En julio de 1945, reunidos en la conferencia de Potsdam, los líderes de esas mismas potencias corroboraron las decisiones de Yalta y, para compensar a Polonia, le otorgaron un vasto territorio de más de 100.000 km al oeste.2, que se extendía hasta los ríos Oder y Neisse y hasta entonces formaba parte del Reich alemán. El consejo irónico de Vladimir Putin a los polacos contiene buenas lecciones de historia.

*João Quartim de Moraes Es profesor titular jubilado del Departamento de Filosofía de la Unicamp. Autor, entre otros libros, de Los militares se fueron en Brasil (expresión popular)(https://amzn.to/3snSrKg).


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