Política psicoanalizada

Imagen: Vijay Sadasivuni
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por ALEJANDRE HECKER*

El caldo de cultivo en el que se alimenta el monstruo proviene de la parte inconsciente del cultivo.

Nuestra indignación política y moral contemporánea ya ha sido experimentada por muchas personas buenas. Leemos en la biografía de Freud de Elisabeth Roudinesco: Sigmund Freud, en su época y en la nuestra – un extracto en el que comenta y cita literalmente un ensayo de Thomas Mann, bruder hitler [Hermano Hitler], de 1939, en la que el gran escritor compara a Freud con el dictador, “un hombre sabio y un monstruo”. La interpretación transcrita de lo que Thomas Mann presenta sobre Hitler sugiere otra comparación más actual y aterradora. Él, incrédulo, conjeturó sobre la tremenda inversión de valores en Alemania que había propiciado el ascenso de aquel extraño líder.

Traernos el tema aquí sería como no entender cómo el brasileño, caracterizado por ser acogedor, amante de la juerga carnavalesca, de proximidad sensual, un individuo que entabla conversación en cualquier bar con cualquier desconocido, que ya está definido por Sérgio Buarque como “hombre cordial”, se convirtió en depositario de hostilidades, atacando a otros en la calle – situación de la que, en una esquina de la ciudad de São Paulo, el propio autor de estas líneas fue víctima y, por tanto, un testimonio de sí mismo. ¡¿Cómo este pequeño brasileño se transformó en un iconoclasta furioso que destruye irresponsablemente el patrimonio histórico nacional, asesinando a personas con opiniones divergentes?!

Thomas Mann no entendía cómo la civilización alemana, “que había alcanzado el nivel más alto en Europa, tanto en conocimiento, como en competencia, en ciencia y en filosofía”, había adoptado a ese hombre como su líder: Hitler era un perdedor, “un vagabundo en un manicomio”, un “patito feo, que se confunde con un cisne, un charlatán”. Exactamente lo contrario de lo que la ética protestante había modelado durante décadas, siglos. Era, nuevamente en palabras exactas del novelista, “un miserable impostor histérico... un caballero de la industria del poder, cuyo arte se limita a provocar la cuerda sensible del pueblo con un talento repugnante como médium y hacerla vibrar”. en un trance obsceno. […] este idiota que odia la revolución social, este sádico hipócrita, este rencoroso sin honor”. Se podría utilizar una terminología similar para la persona descalificada que ocupaba el puesto más alto de nuestro país. ¿Cómo ocurrió esta degeneración?

Utilizando conceptos psicoanalíticos de su gran amigo Freud, Thomas Mann esbozó una explicación a la tremenda tragedia: el caldo de cultura en el que se alimentaba el monstruo procedía de la parte inconsciente de la cultura alemana, de su parte oscura, a la que Profesor llamado pulsión de muerte.

Según el maestro Roberto Da Matta, en ¿Qué hace Brasil, Brasil?, sería “necesario carnavalizar un poco más la sociedad en su conjunto, introduciendo los valores de esta fiesta relacional en otros ámbitos de nuestra vida social”. Sólo así ahuyentaríamos a la bestia bolsonarista, lo que redundaría en tranquilidad psíquica nacional.

*Alejandro Hecker Es profesor jubilado de Historia Contemporánea de Faculdades Sumaré. Autor, entre otros libros, de Socialismo sociable: Historia de la izquierda democrática en São Paulo (1945-1965) (Ed. Unesp.). Elhttps://amzn.to/3QRfs1J]


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