Por WALNICE NOGUEIRA GALVÃO*
El ideal del intelectual, que abarcaba tanto conocimiento como fuera posible, fue gradualmente erosionado y suplantado por el del especialista.
Según un libro reciente de Peter Burke, historiador cultural de la Universidad de Cambridge, titulado el erudito (unión de mucho com saber), el ideal del intelectual en el Renacimiento era abarcar tantos conocimientos, disciplinas o materias como fuera posible. Pensemos en Leonardo da Vinci, que pintó, dibujó, imaginó y construyó aparatos que fueron precursores del avión, el helicóptero, el tanque, etc., además de interesarse por la química, la botánica, la física, la medicina y la anatomía, etc. Este ideal fue gradualmente erosionado y suplantado por el de un especialista (o experto),que se centra en una sola disciplina: este es el ideal de la Modernidad.
Hasta entonces, estamos de acuerdo. Pero, dice Peter Burke, con el paso de los siglos el erudito va mostrando signos de resurrección.
Un erudito moderno es el crítico literario Edward W. Said, con su obra maestra que es orientalismo, uno de los pilares de los estudios poscoloniales y de la descolonización. Y cuya lectura desorganiza el universo del conocimiento de quienes creían ya saber. Por su erudición, ambición y alcance, recuerda la estilística alemana de los años 1930 y 1940, cuando los libros de crítica literaria eran tratados enciclopédicos o monumentos de la civilización.
¿Cómo Mimetismo, de Auerbach, que abarca toda la literatura occidental, desde la Biblia y Homero, hasta Proust y Virginia Woolf. O entonces La literatura europea y la Edad Media latina, por Curtius, que estudia la metamorfosis de topos repetido en obras literarias a lo largo de los milenios, desde el latín hasta las lenguas vernáculas. O incluso el alcance de las obras de Spitzer, reunidas en Estudios de estilo. Otro ejemplo, de una tradición distinta a la estilística alemana, es el libro del ruso Bakhtin sobre el humor de la plaza pública. Al estudiar la carnavalización que opera la población, recupera para la literatura vastos paneles de prácticas discursivas basadas en la oralidad.
O, fuera de la literatura, en las artes visuales, las obras de Aby Warburg y su Atlas Mnemósine, con la clasificación de las principales imágenes desde la Antigüedad hasta la actualidad. Y también el libro de Jakob Burckhardt, La civilización del Renacimiento en Italia. Se dice que "inventó" el Renacimiento con sus evocaciones y su poder de síntesis. Y algunos otros.
Pero hay varios con ambiciones similares, en campos diferentes como la Sociología, la Historia, etc. Uno de ellos es Otoño de la Edad Media de Huizinga, cuya interpretación del fenómeno de la danza macabra nos ayuda a comprender mejor las alucinaciones infernales del Bosco y Brueghel. uno mas es El proceso civilizatorio, de Norbert Elias, que analiza, entre otros temas, la importancia de la etiqueta y los modales en la mesa. O el de Ernst Bloch, Principio de esperanza, que necesitaba 3 volúmenes para dar cuenta de todos y cada uno de los movimientos insurreccionales mesiánicos.
Walter Benjamin era alemán y crítico literario, pero nada se le escapaba, desde los juguetes infantiles y los efectos del hachís, o el papel de la galería en la definición de la ciudad moderna, hasta un tema pesado y sin gracia como la dramaturgia barroca.
Huizinga es holandés, Burckhardt es suizo... Pero durante mucho tiempo el catatau erudito estaría asociado a una especie de fatalidad del espíritu germánico. Hasta que recordemos nombres como el de Michelet, que no sólo es autor de un Historia de Francia y un Historia de la Revolución Francesa, ambos en decenas de volúmenes, además de abordar la historia de las mujeres y una bruxa, textos que siguen siendo un referente del feminismo en la actualidad. Fruto del republicanismo laico de la Gran Revolución, insistió en sus obras en que el pueblo es el agente de la transformación histórica, y nunca los reyes o generales. Entre otros, influyó en Víctor Hugo, quien puso en práctica sus enseñanzas, y especialmente al escribir la más popular de todas sus obras, Los Miserables.
A Michelet se suman Foucault –cuyos intereses van desde Velázquez hasta las cárceles y el autocuidado– y Lévi-Strauss, ambos redimin a la especie en peligro de extinción del erudito de la acusación de germanismo. Este último, para analizar los mitos indígenas, apela a la música clásica, la Astronomía y la bilateralidad de la representación gráfica y escultórica. A estos dos se pueden sumar muchos otros.
¡Y viva el erudito!
*Walnice Nogueira Galvão Profesor Emérito de la FFLCH de la USP. Autor, entre otros libros, de leyendo y releyendo (Sesc\Ouro sobre azul). Elhttps://amzn.to/3ZboOZj]
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