por ERIVALDO COSTA DE OLIVEIRA*
Comentario al libro de Larissa Alves Lira
Para los interesados en la historia del pensamiento geográfico, Alameda acaba de publicar el libro Pierre Monbeig y la formación de la geografía brasileña (1925-1956): una geohistoria del conocimiento, de Larissa Alves Lira, resultado de su tesis doctoral defendida en doble titulación entre la USP y la EHESS (Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales, de París).
El autor, geógrafo egresado de la Universidad de São Paulo, no es nuevo en discutir el tema. En 2013, lanzó El Mediterráneo y Vidal de la Blache: el primer esbozo del método geográfico (1872-1918), resultado de su tesis de maestría.
Su tercer libro, a pesar de ser un lanzamiento reciente, tiene todo para convertirse en una referencia en el área. Muy sintomático de ello es que la producción acaba de ganar una mención de honor de LASA (Asociación de Estudios Latinoamericanos) como el mejor libro de Humanidades sobre Brasil en 2021. Una de las fortalezas de la obra es el análisis de la historia de la ciencia, en este caso la geografía, que tiene en cuenta el espacio y la circulación de las ideas. Perspectiva convocada por el autor de la geohistoria del saber, cuya defensa pasa por el argumento de que los espacios determinan el campo intelectual.
En otras palabras, un método para comprender, desde una perspectiva global ligada a la dinámica del capitalismo, la ciencia, los saberes asociados a los lugares, donde estos tienen peso en la conformación, corrosión, modificación de paradigmas científicos y circulación. En ese marco, el libro busca explorar la formación y consolidación de la geografía brasileña, teniendo como principio rector la figura de Pierre Monbeig (1908-1987), geógrafo francés que enseñó en la FFLCH/USP entre los años 1935-1946. En realidad, es, en cierto modo, una historia de la formación y consolidación de la geografía brasileña a partir de la biografía intelectual de Monbeig. No es por otra razón que el autor señala: “Considero tanto a Brasil, como a la geografía y al geógrafo Pierre Monbeig como personajes de esta narración” (Lira, p. 24).
En este sentido, la narrativa a la que se refiere el autor se operativiza en seis capítulos sustentados en una extensa investigación documental y ricamente ilustrados con fotografías, gráficos y mapas que ayudan a la exposición.
Así, el primer capítulo, “Las seducciones de una ciencia joven (1925-1929)”, analiza la formación de Monbeig en el contexto de la geografía francesa, además de situar dicha formación en el marco de las tensiones de larga duración que la ciencia geográfica (fuertemente ligada a la herencia lablaquiana) estaba experimentando en Francia.
Tensiones entre un paradigma literario (cuyo modelo apuntaba a una geografía ligada a la historia, fuerte uso de la descripción, apego a la singularidad, valoración de la escala local, “predominio de la geografía regional”, etc.) y un paradigma científico (basado en el cuestionamiento de modernidad, intervención en temas de actualidad, preocupación por la sistematización del método, “predominio de la geografía general”, etc.) dan al autor la oportunidad de exponer al lector tanto las razones de la elección de Monbeig por la formación en geografía, como sus posiciones y formulaciones en relación a ese entramado de tensiones disciplinares.
El segundo capítulo, “Un geógrafo frente a la globalización (1930-1935)”, profundiza en la explicación de ese entramado de tensiones entre ambos paradigmas, además de debatir la Escuela Francesa de Geografía y su disputa por el control o hegemonía de la dirección de geografía mundial, destacando el papel de una geopolítica del conocimiento instrumentalizada, en cierta medida, por el Estado francés para ampliar su área de influencia (a través de la expresión cultural y científica) en el juego de las relaciones internacionales. Lo importante aquí es que la herencia vidaliana -aunque dividida entre un paradigma literario y científico- pretendía comprender el globo, lo que la llevó a deseos de internacionalización acordes con los intereses de París, que también aspiraba a extender su influencia por todo el mundo. espacio geográfico. .
La fundación de la USP por la Misión Francesa en 1934, a pesar de la multiplicidad de intereses involucrados, se inserta en ese contexto geopolítico. Lo mismo puede decirse, a nivel individual, de la estancia de Monbeig en las Islas Baleares, España, para desarrollar el trabajo de su tesis doctoral (luego cambiada al ámbito espacial de Brasil, más concretamente São Paulo). La elección de Baleares como objeto de estudio configura este archipiélago español como cabeza de puente para que el joven Monbeig desembarque en el territorio del Brasil continental.
El tercer capítulo, “Organizando la geografía brasileña 1935-1940”, marca un punto de inflexión en la obra, ya que aborda el desembarco de Monbeig, sus primeros contactos y su experiencia inicial con Brasil. Se explora ampliamente el contexto social e institucional del trabajo del geógrafo francés en nuestro país, como, por ejemplo, sus trabajos iniciales en la USP, las tensiones, la proximidad, la cooperación con el círculo de la élite paulista, con la burocracia de la recién fundada USP, con los “líderes” de la Misión Francesa, las disputas en torno al proyecto universitario, así como las relaciones amistosas entre los profesores de la misión francesa: Fernand Baudel, Claude Lèvi-Strauss y el mismo Monbeig.
Es interesante cómo el autor capta el clima de fundación de la Universidad de São Paulo, cuyo origen está anclado en la disputa entre la élite paulista y el Gobierno Vargas por la hegemonía en Brasil. São Paulo, derrotada en la Revolución de 1932, eligió la cultura y la educación superior como estrategias para luchar por la dirección de las transformaciones en Brasil ancladas en un proyecto llamado democrático, liberal, pero elitista y, en ese sentido, opuesto al proyecto de Vargas, que era centralista, autoritario, pero más popular.
En tal contexto de disputa, los paradigmas de largo plazo de la geografía puestos en circulación por Monbeig a través de su trabajo en la Asociación de Geógrafos Brasileños (AGB), en el Consejo Nacional de Geografía (CNG), en las formulaciones del método de enseñanza y los currículos sufren reafirmaciones, resistencias, reajustes y erosiones en contacto con la realidad del país. São Paulo, centro formador e irradiador de la geografía brasileña, fuertemente sustentada en proposiciones de valores literarios, se opone al hub brasileño, con sede en Río de Janeiro, defensor de un modelo de ciencia basado en las necesidades de modernización del territorio, en la modelo de planificación, en intervención y compromiso.
El capítulo 4, “Cómo un joven profesor de francés adquiere autoridad en Brasil (1937-1946)”, como indica el título, destaca la obra de Monbeig en términos de construcción de liderazgo intelectual en el proceso de construcción y consolidación del campo geográfico en el país. Este capítulo, a diferencia del anterior, muestra a Monbeig más acorde con la realidad en la que está inserto y como figura fundadora de una tradición, de una escuela de geografía paulista, que se convertirá en la columna vertebral de la geografía brasileña a través de estrategias “monbeiguianas”. .de “colonización”, que abarcó desde el contacto con figuras de la intelectualidad local hasta la formación de una pléyade de discípulos competentes en la elaboración de monografías regionales con potencial de generalización al resto del país; desde la creación de un curso de geografía en Brasil hasta la nacionalización del Currículo de Geografía de la USP; desde una fuerte actuación en la AGB y otras intuiciones judiciales nacionales hasta un refinamiento metodológico en la problematización de la realidad brasileña.
En ese contexto de construcción de una autoridad institucional e intelectual, Monbeig, de São Paulo, consolida las bases de una escuela brasileña de geografía, cuyos contornos de reconocimiento autónomo, para el autor, se darán con la realización del Congreso de la UGI (União Geográfica Internacional) en 1956, en Río de Janeiro.
El Capítulo 5, “Una geohistoria de la expansión del capitalismo (1940-1956)”, uno de los más fuertes en términos de espacio, ubica a Brasil en el ámbito de la modernización capitalista mundial, destacando su posición como un nuevo país dotado de inmensos espacios territoriales. fondos y movido por un fuerte impulso colonizador frente a inmensas fronteras abiertas. Esto lleva, en este contexto, tanto al Estado brasileño a ser actor activo en la modernización del territorio como a Monbeig, frente a esta realidad, a formular, antes de la letra, una geografía del desarrollo.
En otras palabras, la dinámica del capitalismo permea la modernización del territorio brasileño así como la geografía que se construye sobre ese territorio nacional. El impacto de la realidad brasileña en el entramado de tensiones (paradigma literario x paradigma científico) que Monbeig ya trajo de Francia es evidente, dada la capacidad corrosiva del territorio brasileño sobre las grandes teorías científicas movilizadas. Es el espacio impactando, “condicionando”, obligando a readecuaciones a la producción de conocimiento, de ciencia.
Finalmente, el capítulo 6, “La resistencia de los valores literarios (1938-1953)”, analiza la tesis doctoral de Monbeig –tesis, por cierto, luego consagrada en los libros Pioneros y Agricultores de São Paulo e El Crecimiento de la Ciudad de São Paulo – explorando los métodos de exposición e investigación y, además, identificando las tensiones entre valores literarios y científicos dentro de esta obra del geógrafo francés sobre Brasil.
Además de todo lo señalado, es necesario señalar que el transcurso de los capítulos, sin lugar a dudas, deja muy claro que São Paulo, USP y Monbeig son relevantes para la geografía brasileña. De una forma más abstracta, el espacio no es inerte a la idea, a la ciencia. Un corolario directo de esto es que Brasil, la realidad brasileña – la materialidad del territorio, la dimensión continental del país, la expansión de las fronteras, la tropicalidad, la situación, la población y las dinámicas sociales proyectadas en el espacio – impactan en la construcción de el campo geográfico en el país, pues el paradigma intelectual de Monbeig se ve desafiado ante la nueva realidad y debe reajustarse.
Precisamente en esa confrontación está el origen de la geografía brasileña, que, analizada desde la perspectiva de la geohistoria del conocimiento, tiene el poder de proponer una descolonización de la historia de la ciencia y, en particular, del campo disciplinario en cuestión. Al respecto, la autora señala, de manera muy pertinente, que su libro trae tal contribución a esta discusión al “demostrar una dialéctica entre el profesor Monbeig y el Monbeig que aprehende con Brasil, los brasileños y el espacio y la formación de una epistemología con su propio punto de vista que se forma en Brasil, un país al sur del mundo” (LIRA, p. 40).
En la misma línea, Larissa refuerza: “A través del análisis de la trayectoria de un geógrafo sujeto y abierto a la alteridad a partir de una experiencia global, sugiero una inversión temporal del nexo comúnmente aceptado por la historiografía, que los profesores franceses enseñaron a los brasileños a ' pensar', como si este nexo tuviera siempre un único significado” (LIRA, p. 40)
Sin embargo, en cuanto al método de geohistoria del conocimiento utilizado en el trabajo, se observa que no exploró sustancialmente la dimensión intelectual de Brasil. Por mucho que el autor señala que el geógrafo francés aprendió de Brasil y de los brasileños, el elemento que más enseña Monbeig es Brasil, entendido como la materialidad del territorio, la dimensión continental del país, la expansión de las fronteras, la tropicalidad, la ubicación, población, etc. No hay intelectuales brasileños que tomen contacto con el fundador de la geografía brasileña y lo impacten, es decir, enseñando Monbeig. Básicamente, la única figura que logró tal hazaña es el historiador paulista Caio Prado Junior.
De esta forma, Brasil como espacio intelectual es subsumido, en el análisis, por el Brasil material. Muy sintomático de ello es que la subsunción avanza hasta el modo mismo de historizar los orígenes de la geografía brasileña y, en ese ejercicio, no relata la organización de una geografía anterior a la fundación de la USP o pre-Monbeig – que, en ese momento , se estructuró en torno a una tradición de congresos, publicaciones, elaboración de monografías regionales, etc. Así, el enfoque descolonizador de la ciencia no avanza tanto como podría, ya que no trae, de manera sustancial, al juego del análisis las ideas, estudios en producción y circulación en y sobre este territorio.
Sin embargo, ninguno de estos puntos elimina la pertinencia del trabajo. Así, quienes sigan el recorrido desde la introducción hasta el último capítulo se convencerán de que el espacio –lejos de cualquier determinismo estrecho– es un elemento importante para comprender la historia de la ciencia y, en particular, de la Geografía. Eso, en sí mismo, es suficiente como invitación a la lectura.
* Erivaldo Costa de Oliveira Profesor de Geografía de la Universidad Estadual de Piauí.
referencia
Larissa Alves Lira. Pierre Monbeig y la formación de la geografía brasileña (1925-1956): una geohistoria del conocimiento. São Paulo, Alameda, 2021, 372 páginas.