Petrogrado, Shanghái

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Por Pedro Ramos de Toledo*

Comentario al libro de Alain Badiou sobre las dos principales revoluciones del siglo XX

Alain Badiou analiza la Revolución Bolchevique de octubre de 1917 y la Revolución Cultural Proletaria (PCR) de 1965 como experiencias de acción popular, que desbordan las formas de acción política establecidas en ese momento y, por tanto, propician el desarrollo de novedades políticas, nuevos espacios que disolver condiciones históricamente dadas, a su vez encarnadas en formas tradicionales de dominación.

Está en juego lo que Badiou llamó la “hipótesis comunista”, es decir, una verdad política que se inserta simbólicamente en la historia y que apunta, a través de nuevas formas de acción colectiva, hacia la emancipación humana (Badiou, 2010: p. 248). Este movimiento –histórico, político y subjetivo– opera a través de la relación dialéctica entre dos conceptos centrales en el pensamiento de Badiou: el “acontecimiento”, definido por la ruptura del orden normal de los cuerpos y los lenguajes y que posibilita no sólo la creación de nuevas posibilidades, sino el florecimiento de la posibilidad de posibilidades; y el “Estado”, un sistema de cadenas que limita lo políticamente posible. Como dice Badiou: “El Estado es siempre la finitud de la posibilidad y el acontecimiento su infinitización” (Badiou, 2010: p. 243). Para el autor, por tanto, lo que importa menos es el destino de los Estados creados por las revoluciones de 1917 y 1949, y más sus acontecimientos seminales, es decir, el surgimiento de nuevas formas de acción colectiva y las posibilidades que generaron –y resucitaron– la lucha por la igualdad radical frente a la configuración “neolítica” del Estado, en la que la propiedad privada y la división social del trabajo permanecen como sus principales fronteras, determinando lo posible.

Compuesto a partir de intervenciones pasadas, “Petrogrado-Shanghai” es un cuadernillo organizado en cuatro capítulos, en los que se entremezclan las reflexiones del autor sobre la experiencia rusa y china con el análisis de dos documentos fundamentales: el “Tesis de abril” (1917), de Vladimir Lenin; Es “La Decisión de los Dieciséis Puntos” (1966), cuya elaboración fue supervisada por Mao Zedong. La edición revisada aquí contó con una introducción de Ivan de Oliveira Vaz, quien presenta brevemente una visión general del pensamiento de Alain Badiou y las raíces biográficas y políticas de su compromiso político.

en el primer capitulo “Sobre la revolución rusa de octubre de 1917”, Badioue elabora sus reflexiones a partir de la crítica a lo que él llama la “condición neolítica”, cuyos parámetros fueron lanzados hace decenas de miles de años y que, aún hoy, limitan lo que es posible: la perpetuación de una sociedad de clases sustentada en la existencia de una Estado coercitivo, cuyo papel es garantizar la propiedad privada ilimitada. A pesar de las innumerables formas históricas que diferentes sociedades desarrollaron durante la aventura humana en la tierra, Badiou es categórico: “La verdad es que somos neolíticos” (Badiou, 2019: 40). En ese panorama, el autor determina la condición universal de la humanidad –su unidad– como el hilo conductor que urge el nacimiento de nuevas ideas y prácticas, que apuntan a la realización de la igualdad radical –revoluciones. Cada revolución trae consigo no sólo la posibilidad de superar el Estado Neolítico, sino que resucita las revoluciones que la precedieron, trayendo al campo de la lucha política la agenda de la igualdad radical, la realización de la unidad humana. Es bajo el consenso del Estado Neolítico, que determina la finitud de las posibilidades, que las revoluciones y sus líderes acaban vilipendiados. Como apunta Badiou: “Cuando hay un 'totalitario' […] uno tiene que pensar automáticamente que detrás, mal escondido, hay un 'igualitario'.” (Badiou, 2019: 35).

Es a partir de la superación del Estado Neolítico, la reconciliación de la humanidad consigo misma, la realización de la unidad humana que Badiou hace su juicio sobre la Revolución Rusa de Octubre de 1917. La Revolución Rusa, así como la Revolución Francesa y la Comuna de París, pretendía instaurar el reino de la igualdad radical, pretendía superar el Estado Neolítico. El autor define su tesis de la siguiente manera: “la Revolución Rusa demostró, por primera vez en la historia, que era posible triunfar”. Para quienes miran la revolución de octubre de 1917 desde la perspectiva del fracaso del Estado soviético, Badiou considera que su importancia no radica en el destino de su devenir histórico, sino en lo nuevo, que supera al Estado neolítico y apunta a la posibilidad de la victoria: “[…] La Revolución Rusa mostró la posibilidad de la posibilidad de una humanidad reconciliada consigo misma”. En definitiva, la realización de la hipótesis comunista y la afirmación de la igualdad como fuerza vital de la humanidad, frente a la condición neolítica del capitalismo, que limita la realización de la unidad humana y nos atrapa en un pasado eternamente presente, en el que estamos obligado a habitar.

¿Qué caracteriza esta “posibilidad de posibilidad”? Debemos volver de nuevo al pensamiento de Badiou. La posibilidad de posibilidad es el elemento fundante del acontecimiento, que desborda las limitaciones impuestas por el Estado a lo posible. Badiou mira la Revolución de Octubre de 1917 desde la perspectiva de la novedad política que supuso, es decir, las formas de acción colectiva que establecieron nuevas posibilidades y guiaron subjetivamente a los hombres a insertarse en el relato de la historia. En el caso ruso, esta novedad parte de la combinación entre una vanguardia revolucionaria altamente disciplinada y la creación de asambleas democráticas de masas, y termina dirigiendo una revolución que apuntaba únicamente a cambiar la forma del Estado para crear una forma de organización social completamente nueva. ., en el que “[…] la gestión de las cosas que importan en común a los hombres son decididas por todos los que trabajan” (Badiou, 2019: p. 47). Según el autor, la Revolución Rusa demostró que la victoria de un mundo posneolítico es posible, independientemente del destino que le esperaba a fines del siglo XX: “La Revolución Rusa se erige como emblema de ese presente vivo que lucha contra la muerte y que, por pasada que parezca, sigue siendo contra la muerte, de cara al futuro” (Badiou, 2019: p. 50)

El segundo capítulo trata del análisis de las “Tesis de Abril”, escritas por Lenin durante el gobierno provisional de Kerenski. Para Badiou, este documento permite comprender la novedad política propuesta por Lenin, definida por la confrontación entre dos categorizaciones de la política: por un lado, la política como conjunto de procesos que conciernen al Estado y su gestión; y por otro, la división de las poblaciones en torno a lo que constituye sus objetivos. Es a partir de esta lectura que el autor atribuye a la Revolución de Octubre su carácter de “obra política”, una revolución dentro de la revolución, que va más allá de la mera transformación de la forma de poder propuesta por la Revolución de Febrero y propone “cambiar el organización de la sociedad en su conjunto, confiando la producción […] a la gestión decidida por todos los que trabajan” (Badiou, 2019: p. 53). Badiou trata de demostrar, a partir de la lectura detallada de cada tesis, cómo Lenin entendió, ya en abril, las limitaciones inherentes al gobierno provisional, apegadas a la primera concepción de la política, afrontándola desde las perspectivas de “Tesis de Abril” con la segunda definición. Las diversas contradicciones que surgieron de las limitaciones del gobierno provisional frente a los deseos de las inmensas capas populares fueron percibidas con gran sensibilidad y astucia por Lenin, lo que permitió al líder bolchevique vislumbrar la posibilidad de una reconfiguración radical del Estado y la sociedad. , como expresó en el célebre "tesis". Incluso antes de los acontecimientos de octubre, la posibilidad de la posibilidad, la hipótesis comunista, estaba sobre la mesa.

El trabajo continúa a través del análisis de Badiou sobre la Revolución Cultural Proletaria y cómo ese evento desbordó los límites del Partido-Estado, es decir, la fusión entre la organización representativa de las masas y el aparato burocrático-coercitivo que estructura y determina lo políticamente posible. Para el filósofo, el PCR es el resultado de la contradicción que emerge de un Estado que, nominalmente proletario, acaba reorganizando a la burguesía en sus marcos administrativos. Al margen del 'Estado-Hecho' en el que se funden partido y Estado, el PRC permitió el estallido de la acción revolucionaria de las masas, es decir, el acontecimiento que configura el trabajo político de la revolución misma y que continúa la lucha de clases. Badiou comienza su reflexión enumerando tres razones que entiende que justifican al PRC como una novedad política: el referente constante que fue para la acción militante en todo el mundo a partir de 1967; la saturación de la forma partido-estado, desbordando al Partido Comunista Chino (PCCh) como espacio delimitado de acción política; y su típico ejemplo de pensar la historia desde la política, permitiendo que los sujetos se realicen conscientemente, desde la participación en un proceso político, en la trama del movimiento histórico (Badiou, 2010: 235).

Para su análisis, Badiou establece un corte cronológico que se diferencia de las tradicionales periodizaciones que se ocupan de la RPCh, centrándose en el período que se extiende entre noviembre de 1965 y junio de 1968. Su criterio es la existencia de actividad política de masas y las innumerables posibilidades que se desprenden de ella. it: nuevos espacios, nuevas consignas, nuevas sociabilidades y organizaciones. Este levantamiento de posibilidades alimenta la hipótesis de Badiou: el PRC fue posible por la escisión insoluble que se estableció en el seno del PCC tras el fracaso del "Gran Salto Adelante", que situó a dos corrientes en bandos opuestos: una corriente mayoritaria, compuesta por el PCC cuadros reaccionarios; y su contraparte minoritaria, aunque dotada de legitimidad política e histórica, encabezada por Mao Zedong. Como tal contradicción no podía resolverse mediante las reglas del formalismo burocrático, ni siquiera mediante los métodos estalinistas de depuración, sólo quedaba la movilización política de las masas, fuera de los parámetros del Partido-Estado, como herramienta para imponer cambios en la estructura de mando del PCCh.

A partir de esta hipótesis, Badiou elabora, en orden cronológico, siete referencias históricas con las que busca verificar el carácter de novedad política del PCR: la “circular en 16 puntos” de agosto de 1966, que inauguraba la ruptura política del grupo de Mao con el aparato burocrático del PCCh; el surgimiento de los guardias rojos, a partir de la primavera de 1966, formados por jóvenes estudiantes y que pondrían en jaque los caminos y decisiones tomadas por el Estado chino en la conducción del proceso revolucionario, exigiendo su revalorización e incitando a la lucha revolucionaria contra el viejas ideas y viejas costumbres; el surgimiento de la Comuna de Shanghai, entre enero y febrero de 1967, que inauguró la entrada de parte del movimiento obrero junto a los Guardias Rojos y la destitución del municipio de Shanghai; la toma del poder y la formación de comités revolucionarios, en los primeros meses de 1967, caracterizados por la ruptura objetiva del Poder Central del PCCh a partir de la proliferación de la experiencia de la Comuna de Shanghai por todo el país; el incidente de Wuhan, considerado por Badiou como la apoteosis de la RPCh, que tensó la unidad del Ejército Popular casi hasta el punto de ruptura y provocó que Mao revalorizara el carácter iconoclasta de los elementos más radicales de la Guardia Roja; el ingreso de los trabajadores a las universidades a fines de julio de 1968, momento que puso fin a la independencia de las organizaciones estudiantiles y sus múltiples sectarismos, concluyendo así el ciclo de innovaciones políticas generadas por el PRC. Badiou todavía reserva un espacio para discutir el culto a la personalidad de Mao, refutando las críticas más comunes entre los comentaristas occidentales al reposicionar dicho culto desde el papel representativo que Mao jugó con la juventud como una encarnación del partido proletario que estaba por venir y cuya génesis fue a través de la lucha de clases con el PCC y su posterior restauración. Según Badiou: “Mao designó la construcción del socialismo, pero también su destrucción”. (Badiou, 2019: p. 85).

reservando para leer “Circular en 16 puntos” En el último capítulo de esta obra, Badiou buscó demostrar, desde la perspectiva dejada por la Revolución Cultural Proletaria, la imposibilidad de emancipación -de superación de la condición neolítica- mientras la actividad política se circunscriba al Partido-Estado. Toda singularidad que define la condición revolucionaria y que juega en el plano simbólico de la Historia la hipótesis comunista encuentra en el Estado-hecho y en los modelos partidistas el muro que impide la transposición de sus límites. El PRC resultó ser una experiencia rica y novedosa para las masas, condenada al fracaso ante la imposibilidad de articular las nuevas formas de sociabilidad y participación política y el mantenimiento del poder del Estado. Badiou señala al PCR como la última revolución aún ligada dogmáticamente al tema de las clases, la lucha de clases y la representación partidaria. El tránsito hacia nuevas formas de organización política, que superen la forma vaciada del Partido-Estado, es la única posibilidad que se abre para la emancipación de la humanidad. Sin este horizonte, sólo queda el Neolítico, cuya forma tardía se encarna en un capitalismo globalizado cada vez más atroz, salvaje, desigual y depredador. Ciento un años antes de la publicación de “Petrogrado, Shanghái”, Aleksandr Blok, poeta de la Revolución Rusa, anticipó magistralmente el rigor epistemológico de Badiou en forma poética: “Cuando tales intenciones, escondidas desde tiempos inmemoriales en el alma humana, en el alma de los pueblos, irrumpen en los caminos que los enjaulaban y se arrojan en una inundación tempestuosa, rompiendo los diques, inundando los baldíos en las riberas, eso se llama revolución”. (Blok, 2017[1918] p. 21)

*pedro ramos de toledo Magíster en Historia por la USP.

Referencias bibliográficas

BADIOU, Alain. “Petrogrado, Shanghai: Las dos revoluciones del siglo XX”. Ubú Editora, São Paulo, 2019 (https://amzn.to/3OJP1cB)

_______,  “La hipótesis comunista”. Ed. Verse, Londres, 2010 (https://amzn.to/3P0CBhM)

BLOQUE, Alejandro. “La intelectualidad y la revolución” en: GOMIDE, Bruno Barretto [org]. “Escritos de Octubre: Los Intelectuales y la Revolución Rusa”. Ed. Boitempo, São Paulo, 2017 (https://amzn.to/45DPjbP).

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