Perú: ¿hora de los cholos?

Marcelo Guimarães Lima, Hoja, óleo sobre lienzo, 19 x 18cm, 2020
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por MARIANA ÁLVAREZ ORELANA & ALVARO VERZI RANGEL*

Análisis de las elecciones peruanas, y la segunda vuelta marcada por una campaña de terror para frenar el “peligro rojo” del socialista Pedro Castillo

El resultado de la primera vuelta de las elecciones en Perú, que mantuvo en la contienda al socialista Pedro Castillo y a la ultraderechista Keiko Fujimori, puede sorprender, más cuando el escenario estuvo marcado por la triple crisis: sanitaria, corrupción y política. Un escenario que hoy significa la posibilidad del retorno del autoritarismo fascista y la corrupción fujimorista.

En los últimos 50 años se ha organizado el país, que vivió durante 350 años como una república de indios y una república de blancos, como una república de cholos, que tienen acceso a ciertos derechos pero aún no son iguales a los blancos, que ejercen poder y control del universo simbólico del país.

Gustos, modas, lo que es light, decente o políticamente correcto son decididos por esta clase. Naturalmente, según los cánones occidentales, de matriz eurocéntrica, señala Vicente Otta en La Otra Mirada.

La izquierda peruana, teóricamente llamada a dinamizar la subversión del dominio cultural eurocéntrico, que descalifica y ridiculiza la historia milenaria y sus logros extraordinarios, comparte muchas veces la mirada eurocéntrica y prejuiciosa contra nuestros pueblos y sus costumbres. Ve al Perú como un tronco de la Lima criollo-señorial, agrega.

Desde el Tío Frijolito hasta hoy

Por primera vez desde 1985, cuando Alfonso “Tío Frijolito” Barrantes era líder de Izquierda Unida, el progresismo peruano, dividido, emergió como un poder alternativo: la suma de los votos de Castillo y Verónika Mendoza superó el 26%, mientras que Barrantes había llegó al 21% frente a Alan García. Algunos analistas recuerdan que entre 1990 y 2015 la izquierda peruana tuvo una línea electoral, pero no política; renunció al trabajo político.

El proceso social no se detuvo y se manifestó en las luchas de Conga, Bagua, Las Bambas y Tía María, mientras los partidos progresistas marcharon sin éxito por los diferentes procesos electorales. Para Gustavo Espinoza, la división aparece ahora como expresión de dos tendencias. El primero -personificado en Pedro Castillo- simboliza a “los de abajo”. El segundo se compone de una amalgama puramente electoral, que se difumina al retroceder ante el cerco de la reacción.

Verónica Mendoza, la candidata del progresismo, hizo una buena campaña, con mucho sacrificio y hasta heroísmo. Los temas centrales de sus propuestas fueron las políticas de igualdad de género, la legalización del aborto y el matrimonio igualitario. Y sufrió los embates más duros de la derecha, de la falso noticias en las redes sociales y los medios hegemónicos. Fue acorralada y empujada a un rincón y, poco a poco, cedió. Se reunió con empresarios para “dar garantías” a la inversión privada, dejó de hablar del Banco Central de Reserva y hasta tomó como ejemplo los ingresos del Fondo Monetario Internacional.

Castillo, un líder sindical de maestros, saltó a la fama en 2017 cuando lideró una huelga de maestros que duró más de dos meses. Algunos recuerdan que el ahora izquierdista radical fue, durante casi dos décadas, miembro del partido del expresidente neoliberal Alejandro Toledo, ahora acusado de corrupción.

A diferencia de Verónika Mendoza y la coalición de izquierda que encabeza la candidata progresista, Castillo tiene posiciones conservadoras en temas de género y rechaza estas propuestas, que pueden haberlo favorecido sobre Mendoza en sectores populares y en zonas andinas y rurales. En esto coincide con la derecha, con la que competirá en octavos.

Los dos candidatos de izquierda coinciden en la necesidad de cambiar el modelo neoliberal y la Constitución, pero mostraron diferencias en relación a Venezuela. Mendoza admitió inicialmente que era “un régimen autoritario”, luego dijo que “es una dictadura”, y finalmente capituló y dijo: “Estoy en contra de esta dictadura”. Cuando le dijeron a Castillo que Venezuela era una dictadura, respondió secamente: "No". Y cuando se le pidió que explicara su opinión, dijo dos cosas: tiene parlamento y hay oposición.

Es cierto que Verónika cargó con todo el peso de las agresiones de los establecimiento. Manipularon fotos de ella con Abimael Guzmán para descalificarla, la llamaron “terrorista”, pero la derecha no se comprometió de ninguna manera con Castillo. No lo atacó, no lo criticó, ni siquiera lo despreció. A la derecha, el enemigo era Verónika. Cuando quisieron golpearlo, ya era demasiado tarde. Dirigió investigaciones que ni siquiera pudieron ser publicadas.

El socialista del sombrero de paja

Castillo, de 51 años, quien entró en escena recién al final de esta, su primera campaña electoral, siempre anda con sombrero de paja toquilla y lápiz, presenta propuestas como cerrar el Congreso y fue a votar montado en una yegua. En su plan de gobierno sostiene que “la corrupción es el nuevo terrorismo de Estado”. Es maestro de escuela primaria en la región andina de Cajamarca y ganó notoriedad nacional cuando lideró una huelga de maestros de tres meses en 2017. Luego fue acusado de tener vínculos con el Movimiento por la Amnistía y los Derechos Fundamentales (Movadef), el partido político brazo del grupo Sendero Luminoso, algo que siempre ha negado. Inició su carrera política en 2005, con el partido Perú Posible, del expresidente Alejandro Toledo (2001-2006).

En 2017 se sumó al movimiento Perú Livre, encabezado por Vladimir Cerrón, un exgobernador regional que se dice marxista y mariateguista y que estaba en la papeleta de Castillo como vicepresidente, hasta que el Jurado Electoral Especial (JEE) declaró su pedido porque había había sentencia en vigor en su contra. Castillo dijo que Cerrón "fue condenado, no por corrupción, sino por corrupción". Castillo estuvo entre los rezagados de la campaña durante meses, pero su popularidad se ha disparado en las últimas semanas, impulsada por un sector de votantes de izquierda que no ha aceptado a Verónika Mendoza.

Su discurso radical y populista presenta propuestas como un “Estado socialista”, una ley que “regula los medios de comunicación” y aumenta el presupuesto educativo del 3,5% al ​​10% del Producto Interno Bruto (PIB). Con ello garantizaría una mejor infraestructura, equipamiento, aumentos salariales a los docentes y la creación del programa Perú Libre de Analfabetismo, que reclutaría a 50.000 jóvenes docentes para erradicar el analfabetismo.

También advirtió que el Congreso estaría cerrado si no aceptaba una Asamblea Constituyente en reemplazo de la Constitución de 1993, surgida tras el “autogolpe” del expresidente Alberto Fujimori (1990-2000) y prometió la formación de una nueva Corte Constitucional. elegidos por el pueblo, en consulta popular, en lugar del Congreso, porque los magistrados “están defendiendo una Constitución que acaba con todos los derechos y con el saqueo de la patria”.

Sus propuestas lo ayudaron a cautivar el interior andino rural de Perú, donde su dominio era abrumador, según las cifras de las encuestas. En su mano siempre lleva un lápiz gigante, símbolo de su profesión y el logo del partido que representa.

el peligro fascista

A una semana de las elecciones, el Centro de Estudios sobre Democracia, Independencia y Soberanía (CEDIS) había señalado que el peligro es el fascismo, que con inusitada osadía se presenta como “la alternativa democrática” para “salvar al Perú del extremismo”. Y su vocera será Keiko Fujimori, quien sueña con aglutinar a toda la derecha y tomar el poder para restaurar el régimen neonazi de Alberto Fujimori, en lo que se ha dado en llamar “La década dantesca”.

La suma de los votos de la derecha, incluidos los de Keiko, Hernando de Soto y López Aliaga, asciende al 36%. Por otro lado, la gran alianza antifujimorista que la realidad le impone al país debería llegar al 44%, sumando los porcentajes de Castillo, Mendoza, Lezcano y Forsyth.

La hija del encarcelado exdictador Alberto Fujimori enfrenta la alternativa de perder y tener que comparecer ante los tribunales para responder por lavado de activos y sufrir una posible condena de 30 años, que fue solicitada por la fiscalía en el caso judicial en su contra; o ganar las elecciones y cambiar el banquillo por la silla presidencial.

Para bloquear el paso de Keiko, en 2016, la izquierda votó por Pedro Pablo Kuczynski. Hoy no les quedará más remedio que cerrar filas con Pedro Castillo. No hay rutas intermedias. Habrá quienes prefieran votar en blanco, o no votar en absoluto, lo que sólo puede beneficiar al fascismo. La derecha cerrará filas con Keiko, aunque luego vomite.

El avance de la República Chola

La pandemia parece haberse convertido en un plebiscito del modelo neoliberal, ante la orfandad absoluta del Estado, que mercantilizó las urgencias de la población en salud, educación, vivienda y seguridad. Millones de pobres carecen de recursos para adquirirlos, por lo que cae sobre ellos la muerte y la miseria, que caen como moscas. Lo que existe es un gran desajuste entre la izquierda y el mundo popular, van por caminos diferentes. Aunque parecen ir en la misma dirección, van a lugares diferentes.

La construcción del Perú de todas las sangres, del Estado Pluricultural y Descentralizado, sigue siendo una gran obra en busca de autor, dice Otta al hablar del avance de la República Chola en el Bicentenario del Perú.

No cabe duda que la campaña contra Castillo será brutal, porque los hegemónicos medios gráficos y audiovisuales, monopolizados por la derecha, por las redes sociales, lo acusarán de terrorista, senderista, de recibir dinero de inexistentes guerrilleros, inventarán fotos y “pruebas” de las perversiones más siniestras, falsificarán documentos. Todo en la campaña de terror para detener "el peligro rojo".

*Mariana Álvarez Orellana, antropóloga y profesora, es investigadora del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).

*Álvaro Verzi Rangel, sociólogo, es investigador principal del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).

Traducción: Fernando Lima das Neves.

Publicado originalmente en el sitio web de Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico.

 

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