por HENRIQUE BRAGA & MARCELO MODOLO*
una metáfora conceptual
Para muchos, Chico Buarque es el pelé de la MPB; Antonio Candido, el pelé de la crítica literaria; Fernanda Montenegro, la piel de la dramaturgia. En cada uno de estos ejemplos, vemos un caso interesante de cambio lingüístico, en el que un nombre propio, apodo del legendario jugador Edson Arantes do Nascimento, ingresa a nuestra lengua vernácula, en una posición legal, sin necesidad de VAR.
la metáfora de la piel
Pero, ¿qué es una metáfora conceptual? En términos generales, la idea (defendida por Lakoff y Johnson, de Cognitive Linguistics) es que concebimos elementos abstractos de la realidad a partir de nuestra experiencia concreta, corpórea, material, con el mundo.
En este proceso, tomamos un universo como dominio de origen, de modo que las nociones de este primer contexto sirvan como base para la formación de otro concepto, en el dominio de destino. Un ejemplo: tomamos el espacio como dominio de origen para concebir el tiempo como dominio de destino. No sólo la forma en que hablamos del tiempo, sino la forma en que lo entendemos proviene de nuestra relación material, corpórea, concreta con el espacio. El tiempo pasado es "allá atrás", el tiempo futuro es "más adelante".
En el proceso de cambio lingüístico en el que el nombre propio Pelé pasa a ser un nombre común, se produce una metáfora conceptual. El fútbol se toma como dominio de origen y, en este universo, el elemento concreto “Pelé” hace referencia a la exuberancia, la fuerza, el esplendor, la calidad técnica y, sobre todo, la superioridad. Luego, en el dominio de destino elegido, las mismas propiedades se atribuyen a otro sujeto: al decir que Machado de Assis es el pelé de la literatura brasileña, la superioridad verificada en el dominio del fútbol se transfiere al dominio de la literatura. Para un grupo de jóvenes estudiantes que aún no habían entrado en contacto con el Hechicero, pero que ya conocían al Rey legendario, la metáfora sería un recurso discursivo para mostrar la dimensión de la grandeza de nuestro mayor autor.
¿Un término del diccionario?
Entre los especialistas ya es consenso que el diccionario no define si un término “existe” o “no existe”. Más bien, el trabajo de los diccionarios puede documentar formalmente las palabras que componen la lengua vernácula de una comunidad de hablantes.
En el caso del sustantivo común pelé, ni los principales diccionarios ni el Vocabulario de la Academia Brasileña de Letras registran el término. Si nos permiten una apuesta, sin embargo, es cuestión de tiempo: es un término productivo, recurrente, que ya integra las variedades brasileñas del portugués. En definitiva, un término digno de mención.
Usar con moderación
Finalmente, les recordamos que llamar a alguien Pelé siempre es susceptible de generar alguna polémica, dado el carácter exclusivo que ha asumido el término. ¿Es el pelé de MPB Chico o, digamos, Caetano? Y en la crítica literaria, ¿Cándido o Costa Lima? ¿Fernanda Montenegro o Ruth de Souza en la dramaturgia? ¿Y en la literatura brasileña es Machado de Assis o Guimarães Rosa? Esta última comparación es quizás muy difícil, pues excede el concepto mismo de la metáfora conceptual pelé. ¿Será que, en este caso, habría que integrar también a esta lista de metáforas futbolísticas a Maradona, otro genio que nos dejó hace dos años? Bromas aparte, ninguna de estas preguntas tiene una respuesta inequívoca, a pesar de nuestras preferencias particulares. Solo Pelé, el eterno, es el Pelé del fútbol.
*Henry Santos Braga Doctor en Filología y Lengua Portuguesa por la USP.
*Marcelo Modolo es profesor de filología en la Universidad de São Paulo (USP).
Una primera versión de este texto fue publicada en el diario El Globo.
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