por WALNICE NOGUEIRA GALVÃO*
Comentario sobre la película dirigida por Ron Howard
Pavarotti es un biopic, de dos horas de duración y bastante convencional, obra de un director taquillero de Hollywood: Ron Howard dirigió, entre otros, El codigo Da Vinci. Pero los encantos del cantor sonriente, dotado de la espaciosa caja de resonancia de su gran cuerpo, pasan afortunadamente ilesos.
Tenemos acceso al joven imberbe y de cara redonda, que se ganaba la vida trabajando como maestro de escuela primaria mientras estudiaba bel canto. Es consenso en Módena que la voz de su padre era mejor, pero sus ganancias de panadero no alcanzaban para pagar tales lujos.
Vimos el "descubrimiento" de Pavarotti en el Metropolitano de Nueva York, cuando llegó a las famosas nueve C de pecho del aria “Ah, mes amis… pour mon âme”, de La hija del regimiento, siendo llamado al escenario diecisiete veces por una tormenta de aplausos y saltando a la fama. De los nueve, la película solo muestra tres, una pena.
El documental los tres tenores Ya se ha dicho mucho sobre el cantante y se aprovechan algunos de sus movimientos auráticos. Así, repasamos el vibrato de Pavarotti imitado por Plácido Domingo y José Carreras en “Oh mi sol”. Más impresionante es el éxtasis del cantante al pronunciar la última vicente, terminando el ariaNessundorma”, de turandot, mostrando claramente un momento de trance. Recuerda a Nelson Freire documentado por João Moreira Salles, cuando, hablando de las películas en las que el gran pianista de jazz Erroll Garner toca con alegría desenfrenada, se confiesa candidato a una mínima fracción de tal nivel de plenitud. Esta fusión perfecta es rarísima, en la que el artista queda embelesado por su arte.
Vemos a los príncipes Carlos y Diana con la ropa y el pelo chorreando en un concierto al aire libre en Londres, en Hyde Park, cuando la cantante pidió que le cerraran las sombrillas que impedían ver el escenario. Pavarotti luego dedica un aria a Diana exaltando la belleza femenina (“No me vuelvas a ver", de Manon Lescaut), como si el presunto heredero y futuro rey de al lado ni siquiera existiera. Bueno, debe haber golpeado una punzada de mezquindad en los miembros de la familia real, cada vez que vieron que el carisma de Diana eclipsaba el de ellos, que consideraron durante milenios como “su derecho”. Ella le dio a la cantante su famosa mirada de soslayo en agradecimiento.
Entronizado como una celebridad mediática, atrayendo más fans que cualquier rockero y vendiendo 100 millones de discos, el cantante comenzó a dedicarse a la filantropía, lo que, como se sabe, también le sucedió a Diana; y los unió.
Diana asistiría Pavarotti y amigos anual, en Módena, de nueva creación por la cantante. Las estrellas de rock acudieron en tropel, seguidas de otras como Stevie Wonder y James Brown. Bono cuenta cómo compuso “Miss Sarajevo” por encargo de Pavarotti, para debutar en el programa. Cortejado por el cantante, el reacio U2 no pudo resistirse y, a pesar de tener una agenda llena, terminó viajando hasta allí para participar en persona.
Fue entonces cuando aparecieron los proyectos de la Fundación Pavarotti, convirtiéndose el tenor en mecenas de las escuelas de música para niños, que se instalaban en zonas de conflicto como Guatemala, Bosnia, Laos, Camboya, Kosovo, Irak, Tíbet, Angola.
Fiel a sus raíces, el cantante murió en Módena y está enterrado en la tumba familiar en el pueblo cercano donde nació. En la misa fúnebre, oficiada por un cardenal, se leyó un mensaje del Papa. Una escuadra de humo con los colores de Italia sobrevoló la catedral, que apenas albergaba a un millar de personas, mientras otras 50 acampaban en los alrededores para acompañar el féretro.
Es lamentable que la película comience con una falsificación: Pavarotti está en Buenos Aires y formula el deseo de cantar en cierto teatro “perdido en la selva amazónica”, donde cantaba Enrico Caruso. Luego lo vemos en un bote, frente a un río fangoso lleno de meandros. Corte al Teatro Amazonas, en Manaus, que ni se pierde en la selva ni se puede llegar en barco, viniendo de donde uno viene: tardaría unos meses, o incluso años… ¿Licencia poética? Sí, pero difícil de llevar a un documental.
*Walnice Nogueira Galvão es profesor emérito de la FFLCH de la USP. Autor, entre otros libros, de leyendo y releyendo (Senac/Oro sobre azul).
referencia
Pavarotti
Inglaterra/Estados Unidos, 2019, Documental, 114 minutos.
Dirigida por: Ron Howard
Guión: Cassidy Hartman
Fotografía: Michael Dwyer, Alex Baumann, Patrizio Saccò, Michael Wood