Paulo Freire – escribir cartas a mano

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por AFRANIO CATANÍ*

Consideraciones sobre las “cartas pedagógicas” del educador brasileño.

“de nada sirve escribir bien/ si no tienes que decir./ si tienes que decir/ es bueno escribir bien./ leer leer leer leer leer/ libros que son legales/ libros que hay que leer/ escribir mejor” (Chacal, hola poeta, P. 11).

“Para el maestro Paulo Freire/ Los principales problemas/ No son cuestiones pedagógicas,/ Pero son como tales/ Cuestiones políticas que deben. […] Con la dictadura implantada/ Llegó la noche larga./ Prohibido decir “no”/ Quien se atrevía, castigaba/ Tanto al que enseñaba/ A discutir mucho más./ Como al que aprendía” (Medeiros Braga, Cuerda al educador Paulo Freire, PAG. 7 y 10).

Para Bárbara, Júlia, Bertha, Aurora… y el que llegue.

Hace tiempo publiqué un trabajo sobre las trayectorias profesionales de Benedito Junqueira Duarte (1910-1995), Vinícius de Moraes (1913-1980), Florestan Fernandes (1920-1995), Octavio Ianni (1926-2004) y Pierre Bourdieu (1930). -2002) y, casi al final del texto, afirmaba que Florestan –pero creo que podría decir lo mismo, al menos, de Vinícius y Benedito–, “comparado con Ianni, era un bocazas” (CATANI, 2013 , pág. 92). Entiendo que el mismo juicio podría aplicarse a Paulo Freire (1921-1997), ya que el educador recifeño nunca escatimó en sus escritos la revelación de pasajes y experiencias vividas, desde la primera infancia hasta los últimos días de su fecunda existencia.

El objetivo de este artículo es relativamente simple, es decir, explorar la costumbre de Paulo Freire de escribir cartas a mano, destacando, en particular, las que aparecen en Cartas a Guinea Bissau (1977) Maestra sí, tía no: cartas a los que se animan a enseñar (1993) y Cartas a Cristina: reflexiones sobre mi vida y mi práctica (1994). En estos tres libros de su autoría es posible encontrar un estilo de escritura que mezcla discurso académico-pedagógico, fragmentos de memoria y elementos provenientes de una tradición oral. El análisis permite sugerir que la escritura de Paulo se superpone a una preciosa narración de consagrados cronistas brasileños e insinúa que sintió, con gran satisfacción, 'el roce de la pluma sobre el papel', tal como aparece en la feliz expresión del escritor portugués. y el poeta Manuel Alegre (2005, p. 19).

Hace unas tres décadas, acababa de defender mi doctorado en sociología en la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias Humanas de la USP y, desde 1986, era profesor en la Facultad de Educación de la misma universidad. No me di cuenta, pero en ese momento comenzaba una nueva era, que cobró impulso bastante rápido: cualquiera que no fuera médico prácticamente no existiría en términos académicos. Entonces, como médico reciente, fui invitado por colegas a unirme a un equipo de investigación para formular un proyecto con el objetivo de solicitar una convocatoria pública del CNPq o de la FAPESP, no recuerdo bien. En la línea presupuestaria, como escribía en máquina de escribir, mecanografiando todo con copia al carbón, y también a mano, con bolígrafos azules, negros o rojos, el personal decidió tomarme el pelo diciéndome que pedirían financiación para que artículos como como se me podría comprar un tintero, pluma de pato, secante, borrador de tinta lavable, etc.

En suma, siguiendo el ejemplo de Paulo Freire, aún hoy, cuando tengo las condiciones, escribo mis textos a mano, sintiéndome “más cerca” de lo que estoy produciendo. Escribo, garabateo, modifico, reescribo, agrego y, en casi todos los casos, soy yo mismo quien tipifica tales producciones, promoviendo aún más alteraciones en el manuscrito original. Si el tiempo lo permite, imprimo, releo, garabateo, cambio y vuelvo a escribir lo que sería la versión final.

En esta perspectiva, quizás lo más adecuado sería transcribir algunos pasajes de un capítulo de Ana Maria Araújo Freire (1996, p. 58-64), El proceso de escritura de Paulo Freire. la voz de la esposa, extremadamente revelador sobre el tema. Su proceso de escritura, según el propio Paulo, no es sólo el de escribir sus ideas con un lápiz o, lo que es más habitual para él, con un rotulador sobre una hoja de papel, “sino el de producir textos hermosos que exponer su razonamiento filosófico-político como educador del mundo. Freire (…) elabora mentalmente sus ideas, las anota en papeles o fichas o las mete 'en la esquina de su cabeza' cuando surgen en la calle, en conversaciones o durante su discurso en alguna conferencia”. (FREIRE, 1996, pág. 58)

Continúa Ana María (Nita): “acumula tales notas y luego, cuando las tiene filtradas lógica, epistemológica y políticamente, organizadas y sistematizadas, se sienta en la silla de su escritorio y sobre un soporte de cuero, con papel sin renglón y de En su de su puño y letra, casi siempre sin tachaduras ni correcciones, escribe su texto, circundando el tema, profundizándolo hasta agotarlo, 'dibujando' sobre papel blanco con bolígrafo azul, muchas veces resaltando con tinta roja o verde (…) De esa manera, cuando te sientas a escribir, no estás garabateando 'buscando inspiración'. No. Siéntate y escribe. Casi nunca cambia sus párrafos, sus palabras, su sintaxis o la división de capítulos en sus libros. Se detiene a pensar oa consultar un diccionario. Es disciplinado, atento, paciente. Nunca quiere terminar un texto apurado o irritado porque tiene el tiempo o el día para terminarlo”. (Freire, 1996, p. 59).

Luego de hablar sobre la elaboración de algunos de sus libros, Nita aclara que Maestra sí, tía no: cartas a los que se animan a enseñar surgió después Pedagogía de la esperanza. “Aunque las letras cambian de tema”, según ella, en ellas se mantiene “la riqueza y madurez de su lenguaje como educador político”. Es un lenguaje apasionado y crítico que respeta al lector-docente al exponer a este tratamiento afectivo ideologías subrepticias –la tía- y otras que el profesional de la educación debe conocer para radicalizar su competencia profesional” (FREIRE, 1996, p. pág. 59).

cartas a cristina Tuvo sus inicios en Ginebra, sufriendo varias interrupciones, pero manteniendo la continuidad de sus obras anteriores. “Convencido de que las injusticias sociales no existen porque tienen que existir, respondió a los desafíos de nuestro tiempo escribiendo A la sombra de esta manguera, en el que buscaba desmitificar las tesis del neoliberalismo” (FREIRE, 1996, p. 59).

La forma que Pablo le dio a Maestra sí, tía noy ... cartas a cristina experimentar una gran diferencia en comparación con el Pedagogía de la esperanza ou A la sombra de esta manguera: en estos dos primeros libros trata los temas-problema en forma de cartas porque los considera más comunicativos que la forma tradicional de los ensayos (FREIRE, 1996, p. 59 y 61).

Para Nita, cuando su marido escribe, está “leyendo” a otros autores y releyéndose a sí mismo, “de la misma manera que al leerse a sí mismo y a otros autores, está, al mismo tiempo, escribiendo o reescribiéndose a sí mismo y a los demás. (FREIRE, 1996, p. 61).

Después de seguir las observaciones de Nita, leer varios otros libros, artículos y entrevistas de Paulo, aprender cómo escribía todo lo que experimentaba y reflexionaba, cómo producía y organizaba cuidadosamente el conjunto de sus archivos, cómo trabajaba con paciencia la carpintería y la redacción de sus textos, observo, de la era de las cartas, de Antoine Compagnon (2019), profesor de literatura francesa en la Universidad de Columbia (Nueva York) y en Collège de France, que el educador brasileño tenía razones objetivas para ser celoso. Este libro, como dice Laura Taddei Brandini (2017, p. 7) en el prefacio, anuncia un tiempo que ya no existe, recuperado a través de cartas que ofrecen al lector fragmentos de una amistad que existió entre Roland [Barthes] y Antoine [Compagnon] , entre el profesor y el entonces joven estudiante -este último también recuerda que hace treinta o cuarenta años, mucha gente escribía cartas casi todos los días, varias al día no era raro. A París llegaban por correo dos veces al día (COMPAGNON, 2019, p. 17).

Gravitando de Paulo a Barthes y siguiendo el método de trabajo de Barthes, con una amplia gama de registros de sus pensamientos y prácticas, Antoine escribe algo con lo que estoy totalmente de acuerdo: “Aprendí de él que escribir es un trabajo de esclavos y que muchos libros exitosos no garantizo que el próximo también tendrá éxito, lección propia del pudor” (COMPAGNON, 2019, p. 17). Paulo quizás no estaba tan inseguro sobre la cálida acogida de sus libros; sin embargo, un maestro artesano, a pesar de las considerables repeticiones de situaciones vividas y/o narradas, buscó elaborar sus libros lo mejor que pudo, quizás para reducir al máximo el riesgo de ver sus obras con menor impacto en la recepción entre los lectores.

Entiendo que las cartas escritas por Freire, al menos las que están reunidas en los tres libros que trabajo aquí, podrían clasificarse como “cartas pedagógicas”. Carlos Rodrigues Brandão, que cumplió 81 años en abril pasado, declaró, en el estilo relajado que lo caracteriza, ser de una época en que la gente intercambiaba cartas en profusión. “Una carta de menos de una página escrita con 'máquina de escribir' para pedir información simple, o para hacer un breve anuncio, que no tenga al menos una página completa en 'espacio uno', sería considerada una falta de respeto a quien fue abordado" (BRANDÃO, 2020, p. 12).

Antes de la computadora e internet, aunque fuera “una nota”, nuestras cartas entonces eran nuestras conversaciones escritas. Eran largas confidencias personales. Era hora de contarle a alguien algo sobre nuestra filosofía de vida, nuestras ideas sobre el presente y nuestros ideales para el futuro. Ver los libros que contienen cartas de Paulo Freire, cuando ya estaba en el exilio (...). Solíamos escribir nuestras cartas con copias en 'papel carbón', para saber más tarde qué habíamos escrito ya quién. (BRANDÃO, 2020, p. 13 – 15).

Para Ivanio Dickmann (2020, p. 38), la letra pedagógica es un género cultivado por Freire y otros grandes nombres de la historia, como el Che Guevara, Antonio Gramsci, Rosa de Luxemburgo, el Apóstol de São Paulo, Francisco de Assis, entre otros. A continuación enumero una docena de características de esta modalidad, que trato de resumir en pocas líneas: (1) Punto de partida – “Toda carta pedagógica tiene su inicio en la historia de vida y en la realidad de quien escribe”, es decir, “ quien escribe comparte su vida y su mundo con quien lo lee” (p. 39 – 40); (2) Propósito de la escritura – Iniciar un diálogo sobre un tema dado, siendo la carta la señal de apertura para conectarse con un interlocutor (p. 40-41); (3) Porque es pedagógica – Porque tiene dos elementos distintos de las demás letras en general, o sea, “quiere producir conocimiento y tiene una postura política”, estimulando al interlocutor a una nueva práctica, con el diálogo llevándose a cabo” en el vaivén de los textos” (p. 41).

(4) El efecto de la carta pedagógica – Se envía con el objetivo de generar movimiento. Gadotti cita cuatro efectos de tal carta: “invita al acercamiento, al diálogo, llama a la respuesta, llama a la continuidad y establece una relación personal” (p. 42); (5) El contenido de esta carta – En general es “noticias, informaciones, mensajes y reflexiones” (p. 43); (6) Escribir exige compromiso – Exige compromiso de quien lo escribe, con lo escrito (p. 44); (7) Los poderes de la letra pedagógica – Constituye un “instrumento para la humanización de las relaciones humanas”, siendo, por lo tanto, en oposición a la “pedagogía bancaria, donde no se puede escribir, sólo copiar” (p. 46); (8) ¿A quién escribimos? – Es necesario, de antemano, saber quién lo leerá, con qué finalidad, “cuál es el impacto de mis palabras en la vida de quien lo lee” (p. 46).

(9) La respuesta de la carta pedagógica – Establece una cultura dialógica, “tanto en la escritura de la palabra como en la lectura de la realidad de la vida” (p. 47); (10) El método de escritura de la carta pedagógica – Tales cartas están “abiertas a la creatividad de sus escritores” (p. 48), permitiendo así la posibilidad de escribir una nueva historia para la educación (DICKMANN, 2020, p. 50).

En un artículo publicado en una colección, Paulo Freire afirmó que los cuadernillos que he escrito hasta la fecha son “reportes de práctica”. Porque si hay algo que se me hace difícil es escribir sobre lo que no hago. A veces me resulta difícil incluso escribir un pequeño extracto sobre lo que no hice. Incluso una carta es difícil cuando no estoy escribiendo sobre lo que no hice. (FREIRE, 1982, p. 98).

Es decir, casi todo lo que Freire publicó tuvo su origen en su práctica pedagógica, desarrollada en distintos rincones del mundo y en distintas condiciones sociales, étnicas, políticas y hasta materiales –y los tres libros que seleccioné para trabajar aquí así lo demuestran.

Paulo desarrolla varios de sus libros en forma de diálogos y, con Sérgio Guimarães, dice que, “en lugar de escribir guías para educadores básicos, escribo cartas al animador cultural, también en nombre de la comisión (…) La idea que tengo es la de reducir la distancia entre el lenguaje de estas cartas y la habilidad de los animadores, en mis viajes a São Tomé, haciendo con ellos seminarios de evaluación sobre lo que quería decir en tal o cual época, etc.” (FREIRE; GUIMARÃES, 2011, p. 71).

A su vez, en la conversación con el educador Antonio Faundez, sobre el trabajo realizado en Guinea-Bissau, se entiende que “la Cartas son un buen comienzo teórico, una buena propuesta teórica, interesantes sueños teóricos de una experiencia que luego presentó serias dificultades para llevar a cabo” (FREIRE; FAUNDEZ, 2017, p. 173).

Cartas a Guinea-Bissau (1977) reúne la correspondencia que Paulo envió al Comisario de Educación y al Comité Coordinador de la alfabetización en Bissau, siendo dedicada a Amílcar Cabral, “educador – educando a su pueblo”. La experiencia resultó algo frustrante, aunque Paulo trató de minimizar la situación –entre otros problemas, estaba el lingüístico, ya que la dirección del Partido Africano para la Independencia de Guinea-Bissau y Cabo Verde (PAIGC) adoptó el portugués como la lengua oficial y la lengua criolla como lengua nacional, estructurándose todo en torno al portugués.

En el diálogo con Faundez, Freire señala algo decisivo: “Una de las marcas fundamentales de mi práctica político-pedagógica ha sido la defensa intransigente de que la educación radical, revolucionaria, no es algo que se haga por las clases populares, sino con ellas. A Pedagogía de los oprimidos está lleno de análisis críticos y afirmaciones en torno a este principio. O Acción cultural por la libertad y otros escritos, también, como el libro que critica [Cartas a Guinea-Bissau]. En la página 77 [de este libro] (...), refiriéndose a la experiencia de Sedengal, digo: 'Es esta asunción del proyecto por parte de la comunidad lo que explica también su presencia, siempre a través de la mayoría de sus habitantes, en reuniones periódicas que los miembros de la coordinadora realizan en Sedengal con los líderes de los Círculos de Cultura, reuniones de evaluación en las que aparentemente solo deberían participar los líderes, pero a las que se suma la comunidad con el mayor interés” (FREIRE; FAUNDEZ, 2017, pág. 175-176).

En la primera carta a Mário Cabral, Freire hizo algunas de las declaraciones más comprometidas: “Desde la perspectiva liberadora, que es la de Guinea-Bissau, que es la nuestra, la alfabetización de adultos (…) es la continuación del formidable esfuerzo que su pueblo comenzó a hacer, a hacer, durante mucho tiempo, junto con sus líderes, para conquistar su palabra. De ahí que, en tal perspectiva, la alfabetización no pueda escapar del seno del pueblo, de su actividad productiva, de su cultura, a la esclerosis misma en la frialdad desalmada de las escuelas burocratizadas” (FREIRE, 1977, p. 92).

Paulo escribió 17 cartas, 11 de ellas dirigidas al compañero Mário Cabral y 6 al equipo pedagógico, entre el 26 de enero de 1975 y el 7 de mayo de 1976 (la última fue dirigida al equipo, fechada “primavera de 1976”). Fueron escritos en Ginebra, cuando Freire trabajaba en el Consejo Mundial de Iglesias (CMI), como consultor de Programas Populares en Educación, para la recién creada Oficina de Educación de la entidad, en una relación que comenzó en 1970 y duró 10 años. . También aprovechó el Instituto de Acción Cultural (IDAC), creado “para brindar servicios educativos, especialmente a los países del Sur Global (identificados como Tercer Mundo en ese momento)”. (CUNHA, 2021, pág. 1).

El principal destinatario de la correspondencia fue el ingeniero Mário Cabral, Comisionado Estatal de Educación y Cultura de Bissau (en realidad “Camarada Mário”). Los demás fueron para integrantes del equipo pedagógico, “camaradas” Mônica, Edna, Alvarenga, Teresa, José y Paulo. Las misivas recibidas por el equipo ocuparon 54 páginas del libro (una de ellas tiene 18, otra 14, dos tienen 7, una tiene 6 y la otra 2), mientras que Mário tuvo más suerte, pues solo le fueron enviadas 21 páginas (6 letras con 1, 3 con 2, 1 con 3 y 1 con 6 páginas).

En “Última página”, Freire (1977, p. 173) vuelve a enfatizar el carácter de “libro-informe”, destacando que no tiene características burocráticas, sino que refleja las “experiencias realizadas o acontecidas en diferentes momentos”. de la actividad político-pedagógica en la que me encuentro comprometido desde el comienzo de mi juventud”. Agrega que “el problema del lenguaje no puede dejar de ser una de las preocupaciones centrales de una sociedad que, liberándose del colonialismo y rechazando el neocolonialismo, se entrega al esfuerzo de su recreación. Y en este esfuerzo por recrear la sociedad, la reconquista de su Palabra por parte del Pueblo es un hecho fundamental” (FREIRE, 1977, p. 173).

El trabajo de Freire en el CMI se dio a través de consultorías, seminarios, asistencia a reuniones de la UNESCO, participación en congresos, ruedas de prensa y programas de radio, encuentros políticos, habiendo actuado en África, Asia, Australia, Nueva Zelanda, en el Pacífico Sur y Centroamérica ( CUNHA, 2021). Entre septiembre de 1975 y abril de 1980, Paulo viajó 10 veces a Guinea-Bissau, 6 veces a Santo Tomé y Príncipe, 5 a Angola y 3 a Cabo Verde, siempre actuando directamente sobre los “enfoques pedagógicos de los gobiernos de estos países para el desarrollo de la programas de alfabetización” (CUNHA, 2021). Haddad (2019) presenta números ligeramente divergentes en cuanto a la frecuencia de estos viajes.

Se sabe que Freire escribía cartas todo el tiempo, siempre a mano, y parte de su jornada laboral, respondiendo a quienes le enviaban correspondencia. La historiadora Joana Salém, en la clase “Pedagogía del Oprimido: exilio en Chile e influencia en América Latina”, integrante del Curso “100 Años de Paulo Freire”, promovido por la Rede Emancipa – Educação Popular, afirmó el 19 de agosto de 2021 que “Paulo intercambiaba cartas con toda la gente que le escribía, y de eso aprendía”.

Sobre el tiempo que vivió en Chile, al inicio de su exilio, el educador recuerda que escribió mucho, 1.600 páginas en un año y medio, a mano. En general, “una página mía manuscrita es exactamente una página mecanografiada” (FREIRE; GUIMARÃES, 1987, p. 94).

Años más tarde, de regreso en Brasil, destacó su gran capacidad de trabajo en cuanto a la escritura: “aquí en casa escribo desde las siete de la mañana hasta tarde en la noche” (FREIRE; GUIMARÃES, 2000, p. 57). Releí lo que escribí varias veces, discutí mis textos con algunos amigos y, después de publicarlos, volví a leerlos y releerlos. Así le responde a Faundez: “Sigo leyendo el Cartas a Guinea-Bissau, sigo aprendiendo de lo que escribí. Hay una validez teórica en el libro que no se puede negar. Creo que las líneas maestras de las propuestas que hice en Guinea-Bissau siguen en pie” (FREIRE; FAUNDEZ, 2017, p. 201).

La oralidad integra el discurso escrito de Paulo, llevando a Débora Mazza y Nima Spigolon (2020, p. 89) a resaltar esta dimensión a partir de Câmara Cascudo (1971), quien entendía por “oratura” “un conjunto de cuentos, leyendas, poemas, refranes, trabalenguas u otros conocimientos tradicionales difundidos oralmente”. Así, en varios momentos una casi oralidad acaba marcando la pauta, haciendo más sabrosa y atractiva su prosa. Para Freire, el acto de escribir constituía una acción con el propósito de consolidar su práctica y, luego, provocar reflexiones que la retroalimenten.

En el libro Cartas a Cristina: reflexiones sobre mi vida y práctica, se observa algo interesante en la edición de 2003: Paulo Freire hace una dedicatoria, manuscrita creo que con hidrografía azul, reproducida en los siguientes términos: “A Ana María, mi esposa, no sólo con mi agradecimiento por las notas, con las que , por segunda vez, mejora mi libro, pero también con mi admiración por la forma seria y rigurosa en que trabaja siempre” (FREIRE, 2003, p. 5). Otra curiosidad: en la página 33, también en azul, con mayúsculas, se lee: “Paulo Freire/Cartas a Cristina/Apuntes de Ana Maria Araújo Freire/1994” (todas con tres subrayados debajo, uno rojo y dos azules ). En la página 35 está la “Primera parte”, donde se repiten los subrayados y colores y, en la página 189, aparece la “Segunda parte”, ahora con las mismas tres cursivas, en los mismos colores, pero con el rojo apareciendo antes que los dos azules. . Finalmente, en la página 336, la última, está la firma del autor, en azul, fechada el 19/04/05.

En la Introducción de Cartas a Cristina Paulo afirma que, para él, escribir “ha sido a la vez un placer profundamente experimentado y un deber irrefutable, una tarea política por cumplir” (FREIRE, 2003, p. 17). Además, dijo: “la alegría de escribir me lleva todo el tiempo. Cuando escribo, cuando leo y releo lo que he escrito, cuando recibo las primeras pruebas impresas, cuando llega el primer ejemplar del libro ya editado, aún tibio, de la editorial (…) En mi experiencia personal, escribir, leer y releer las páginas escritas, así como leer textos, ensayos, capítulos de libros que traten sobre el mismo tema que estoy escribiendo o temas afines, es un procedimiento habitual (…) Todos los días, antes de empezar a escribir, tengo que releer las últimas veinte o treinta páginas del texto sobre el que trabajo y, de espacio en espacio, me obligo a leer todo el texto que ya está escrito (…) FREIRE, 2003, p. 17-18). Agrega que, en el exilio, “escribía casi semanalmente” a su madre, “pero ella murió antes de que pudiera volver a verla” (FREIRE, 2003, p. 25).

en el último de cartas a cristina, número 18 (“La problemática de algunas cuestiones a fines del siglo XX”), Paulo revela que “sobre la mesa donde trabajo, escribo y leo, y que me acompaña casi 'fraternalmente' desde mi llegada a Ginebra en 1970, ahora tengo libros, papeles, estéreo, teléfono, bolígrafos” (FREIRE, 2003, p. 235). En tales cartas, escritas en el exilio, el famoso tío busca esclarecer quién es, cómo llegó a constituir su trayectoria, cuál es el sentido de la memoria, la historia y su praxis. Su sobrina, entonces adolescente, le pidió que “escribiera cartas hablando de su propia vida, de su infancia y, poco a poco, contando las idas y venidas con las que se convirtió en el educador que es” (FREIRE, 2003, p. 30) – ver más detalles en REIGOTTA, 1996, p. 610-611. Paulo decidió reelaborar las cartas y publicarlas años después, pero primero habló con amigos sobre el proyecto, recogiendo sus impresiones y críticas, “en mesas de café en Ginebra, París, Nueva York”, y de esas conversaciones “el libro fue tomando forma incluso antes de que se plasmara en el papel” (FREIRE, 2003, p. 30-31).

El esquema de la correspondencia, organizado en dos partes, constituye una importante “guía” para acompañar todo su itinerario. Los temas incluyen el hambre presente en su infancia; la pérdida de estado familiar; el traumático traslado de Recife a Jaboatão; obtener una beca en una universidad de élite; la temprana muerte del padre; el regreso a Recife; sus actividades como profesor de portugués; su trabajo en el Servicio Social de la Industria (SESI) – Departamento Regional de Pernambuco, donde permaneció diez años; sus experiencias en el Movimiento de Cultura Popular (MCP), en el Servicio de Extensión Cultural (SEC) de la Universidad de Recife y en la alfabetización de adultos en Angicos (Rio Grande do Norte); el exilio, su experiencia en Chile, en Estados Unidos, en el Consejo Mundial de Iglesias (CMI); el regreso a Brasil, además de discutir el papel del asesor en el trabajo académico y otros temas relacionados con la investigación en las áreas en las que siempre ha trabajado.

Maestra sí, tía no: cartas a los que se animan a enseñar vio su primera edición en 1993, un año antes del conjunto de correspondencia enviada a Cristina. Son diez cartas precedidas de una breve introducción y veinte páginas (“Primeras palabras – Maestra – tía: la trampa”), completadas por “Últimas palabras – Conocer y crecer: todo por ver”), habiendo sido escritas por el autor en " casi dos meses". A su escritura, dice Paulo, “le dedicaba parte de mis días, la mayor parte del tiempo en mi oficina, en nuestra casa, pero también en aviones y cuartos de hotel” (FREIRE, 1993, p. 5).

En las “Primeras Palabras” Freire refleja el proceso de escritura “que me lleva a la mesa, con mi pluma especial, con mis hojas de papel en blanco y sin renglones, condición fundamental para que yo escriba, empieza incluso antes de llegar a la mesa, en momentos en que actúo o practico o en que soy puro reflejo en torno a los objetos; continúa cuando, plasmando en el papel de la mejor manera que me parece los resultados provisionales de mis reflexiones, sigo reflexionando, al escribir, profundizando en un punto u otro que había pasado desapercibido cuando antes reflexionaba sobre el objeto, en esencia, sobre la práctica” (FREIRE, 1993, p. 8).

En mi opinión, sin ningún demérito, entiendo que este libro de Freire constituye un trabajo de autoayuda, en el cual el texto, así como su título, fueron sugeridos por el editor con el propósito de subsidiar el debate y la lucha “en favor de una escuela democrática” (FREIRE, 1993, p.6). La mayoría de los títulos de las cartas presentan esa característica de información que pretende resolver problemas prácticos, a saber: “Profesor – tía: la trampa”; “No dejes que el miedo a lo difícil te paralice”; “De las cualidades esenciales para el mejor desempeño de los docentes progresistas”; “Vine a hacer el curso de magisterio porque no tenía otra oportunidad”; "Primer dia de clase"; “La relación entre el educador y los alumnos”; “De hablar con el aprendiz a hablar con él y con él; de escuchar al alumno a ser escuchado por él”; “Otra vez el tema de la disciplina”; “Conocer y crecer – todo por hacer”. Hay otras cartas, cuyos títulos contextualizan esta discusión – casos de “Enseñanza – Aprendizaje. Leer el mundo – leer la palabra”; “Identidad cultural y educación”; “Contexto concreto – contexto teórico”.

Leyendo los libros de Freire, como ya se ha señalado, es posible encontrar consideraciones, con grados de detalle, sobre la forma en que escribía a mano, el tiempo dedicado a escribir, la forma en que concebía y realizaba la obra, etc. Véase, en particular, sus consideraciones en la página 97, donde detalla que, en no pocas ocasiones, escribía hasta las 3 de la mañana y se levantaba a las siete (FREIRE, 1993).

Cuestionado por Guimarães sobre su habilidad para mecanografiar un texto, respondió: “Nunca aprendí a mecanografiar y aprendí a tener confianza razonable en mi mano y una hoja de papel en blanco” (FREIRE; GUIMARÃES, 1987, p. 99), diciendo que no importaba si escribía con lápiz o bolígrafo. Reveló que conservó el manuscrito original de Pedagogía del oprimido, donándolo a un amigo de la familia, Jacques Chonchol y Maria Edy, que vivían en Chile. “Pero en cuanto a los originales de las otras obras, no sé dónde están. Los perdí a todos” (FREIRE; GUIMARÃES, 1987, p. 99).

Siempre escribía aislado, revelando que tenía mucha paciencia consigo mismo, pasando tres o cuatro horas en su rinconcito, solo. “Tiene que ser solo. No reacciono bien en presencia de Elza. Cuando escribo, ni siquiera Elza puede estar dentro de mi oficina. Nunca le dije eso, pero claro, rara vez entra. Pero cuando entra, dejo de escribir; entre el papel y yo nadie puede intervenir. (...) Puedo pasar cuatro horas escribiendo una página, a veces más. Pero cuando termino puedo entregarlo directamente a un mecanógrafo oa un editor, no necesito rehacer prácticamente nada, y mi letra es bastante clara” (FREIRE; GUIMARÃES, 1987, p. 100).

No podía concluir sin mencionar, aunque sea brevemente, la existencia de críticas y restricciones que los escritos de Freire enfrentaron a lo largo de los años. La mayoría son de carácter vulgar o incluso reaccionario. Sin embargo, me gustaría destacar al menos tres artículos breves de Flávio Brayner (2021), que considero excelentes, en el sentido académico más legítimo: “Pedagogía de los oprimidos: 50 años"; “Veinte años sin Paulo Freire” y “Una cuna, dos destinos…”. En este último, por ejemplo, recupera concepciones centrales del ideario de Paulo, quien defendía posiciones antijerárquicas, llamando bancarias a "esas relaciones pedagógicas verticales", encaminadas hacia la "reafirmación de los valores humanísticos (sujeto, conciencia crítica, transformación social, liberación de la opresión…). Las tesis humanistas de la pedagogía de Freire encontraron una fortuna sumamente positiva en todo el mundo, especialmente en aquellos países en conflicto con su propia historia colonial y que intentaban construir identidades nacionales, hasta que las tesis antihumanistas (rociadas desde los círculos intelectuales parisinos) invadieron el medio universitario. . Incluso después del inmenso éxito académico de Foucault, uno de los grandes nombres del antihumanismo contemporáneo, Freire nunca se refirió a él en sus libros y entrevistas. Una indiferencia elocuente: sabía que una nueva hermenéutica del sujeto, revalorizando los sistemas de opresión y de poder (incluido el de las prácticas educativas liberadoras) pondría en jaque a su pedagogía. Su obra póstuma, Pedagogía de la indignación (1998) es la demostración de esto” (BRAYNER, 2021, p. 131).

Para Bell Hooks, es el pensamiento feminista lo que le permite criticar constructivamente las obras de Freire. Cita una frase de la autora que la marcó: “No podemos entrar en la lucha como objetos para convertirnos luego en sujetos” (Hooks, 2017, p. 66). Ella aclara que “al hablar con feministas en la academia (generalmente mujeres blancas) que sienten que deben ignorar o devaluar el trabajo de Freire debido al sexismo, veo claramente que nuestras diferentes reacciones están determinadas por el punto de vista desde el cual miramos la obra.” (Hooks, 2017, p. 71).

El pensador encuentra a Freire “cuando yo tenía sed, moría de sed (con esa sed, esa carencia del sujeto colonizado, marginado, que aún no sabe cómo liberarse de la prisión de la statu quo), y encontré en su obra (y en la de Malcolm X, Fanon, etc.) una manera de saciar esa sed. Encontrar una obra que promueva nuestra liberación es un regalo tan poderoso que si el regalo tiene un defecto, no importa mucho” (Hooks, 2017, p. 71).

Termina con unas palabras que considero sumamente felices, resumiendo lo que la mayoría de los analistas piensan sobre el legado de Paulo Freire: “Imaginen la obra como agua que contiene un poco de tierra. Como tenemos sed, el orgullo no nos impedirá separarnos de la tierra y ser nutridos por el agua” (Hooks, 2017, p. 71).

De algún modo, quizás Paulo Freire podría, en cuanto al cuerpo de su obra, sin falsa modestia, tomar prestados de Agostinho Neto (1922-1979) algunos versos de su poema “Confiança”, contenido en Sagrada Esperanza (1985, pág. 93):

Mis manos pusieron piedras
en los cimientos del mundo
Merezco mi pedazo de pan.

*Afranio Catani, profesor titular jubilado y, actualmente, profesor titular del Programa de Posgrado en Educación de la Facultad de Educación de la USP. Profesor invitado en la Facultad de Educación de la UERJ, campus Duque de Caxias.

Versión reducida del capítulo publicado en PAIXÃO, AH; MAZZA, D.; SPIGOLON, NI (Ed.). chispas de transformaciones Paulo Freire y Raymond Williams. São José do Rio Preto, SP: HN Editora, 2021, p. 75-101.

 

Referencias


AGUSTÍN NETO. Concepción. In: ________. santa esperanza. Sao Paulo: Ática, 1985.

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