Paulo Afonso Agüena (1961-2022)

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por VALERIO ARCARIO*

Homenaje al compañero que fue un revolucionario, cuya ausencia hace el mundo más pequeño y impone un silencio aplastante

“Y en nosotros nuestros muertos\ Pa' que nadie quede posterior” (Atahualpa Yupanqui).

El momento de decir adiós es el más triste. Paulo Afonso Aguena, “Catatau”, o simplemente Cata, nos dejó ayer. Cuarenta y dos años de militancia, siempre en primera línea. Llevaba luchando, desde diciembre pasado, contra un agresivo cáncer de hígado. Siempre ha sido valiente, incansable, insustituible. Resistió valientemente el devastador avance de la enfermedad, manteniéndose activo hasta el límite de sus fuerzas. Murió a la edad de 60 años, pocos días antes de su cumpleaños.

Paulo Afonso Aguena fue uno de los principales dirigentes de la Convergencia Socialista, el PSTU y la Resistencia, corriente interna del PSOL, heredera de la tradición de la Cuarta Internacional de León Trotsky. La Comisión de Amnistía lo reconoció como víctima de la persecución de la dictadura. Fue, durante los cuarenta años de su vida adulta, un revolucionario profesional. Asumió inmensas responsabilidades desde muy joven. Pero siempre fue un líder discreto.

Paulo Aguena nació en una familia de origen japonés en el interior de São Paulo. Comenzó su militancia en el movimiento estudiantil cuando ingresó a la Universidad Federal de São Carlos, a principios de la década de 1980, y se unió a la Convergencia Socialista. Lo vi por primera vez en el Congreso de la UNE de 1981, cuando compartíamos alojamiento en casa de un amigo. Precozmente maduro para su edad, apenas dos años después, ya estaba en la secretaría nacional de Convergencia Socialista, responsable de editar el boletín interno, publicación con análisis de la coyuntura de la semana, y orientación de campañas políticas distribuidas a colectivos de todo el país. país. país.

Organizador de luchas y militancias, trabajó durante muchos años en el movimiento sindical. Estuvo presente en innumerables huelgas y movilizaciones, con trabajadores de la construcción civil en Cubatão, junto a metalúrgicos en ABC, en Minas Gerais. Fue uno de los organizadores de la lucha en defensa de Pinherinho en São José dos Campos. Atravesó el país de norte a sur. Vivió en Contagem, Río de Janeiro y São Paulo. Viajó por todo Brasil, desde el Amazonas hasta Rio Grande do Sul, decenas de ciudades, para realizar plenarios, organizar conferencias, planificar cursos de capacitación, preparar Congresos. Internacionalista, quiso conocer más de cerca a la izquierda argentina y vivió unos años en Buenos Aires.

Paulo Afonso Aguena estudió meticulosamente la realidad en busca de más información cuando decidió escribir sobre un tema. Tenía horror a la superficialidad. Era un liderazgo agregador, preocupado por construir, formar nuevos líderes, expandir la implementación. Cuando se sugirieron diferencias y se concluyó la necesidad de abrir un debate, se fue hasta el final. No se apresuró a divulgar un texto hasta que estuvo satisfecho. Y, como tenía la mayor seriedad, siempre estaba insatisfecho. Había que arrebatarle los textos de las manos. Sus documentos fueron cuidadosos con las mediaciones, pero siempre fueron límpidos en claridad. No tuvo paciencia con el lenguaje hermético, los razonamientos laberínticos, las propuestas confusas, las pautas ambiguas. Paulo Afonso Aguena fue un hombre de acción.

Paulo Afonso Aguena tenía la capacidad de construir fácilmente relaciones de confianza. Sacó lo mejor de todos los que trabajaron a su lado. Fue un líder muy respetado por la militancia de las organizaciones que ayudó a construir, y por quienes lo conocieron en la izquierda brasileña. Tenía una inmensa pasión revolucionaria, audacia política, honestidad personal y una inteligencia que llegaba al corazón de los dilemas estratégicos que planteaban los problemas tácticos, ante cada oscilación de la coyuntura política.

La pérdida es irreparable, y su ausencia nos impone un silencio aplastante. Pero tienes que recordar. Cortés pero alegre, serio pero atrevido, Paulo Afonso Aguena fue grande, y nosotros somos más frágiles. Nuestro mundo se hizo más pequeño. En su última intervención pública, en un acto de despedida el pasado mes de abril, nos pidió valor, confianza, esperanza. Valor para estar seguros de que nuestra militancia no será en vano. Confianza en la clase obrera y su capacidad de lucha. Esperanza internacionalista en el destino de la lucha por el socialismo.

Catatau deja dos hijos y una pareja. También deja un legado de enorme dedicación y mucho que extrañar.

*Valerio Arcary es profesor jubilado de la IFSP. Autor, entre otros libros, de Nadie dijo que sería facíl (boitempo).

 

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