por LUIZ PRADO*
El documental dirigido por ugo giorgetti.
Paul Singer: una utopía militante basa su fuerza en el vigor mismo del testimonio biográfico de su protagonista. Como columna vertebral del documental, el crudo reportaje de Singer, profesor de la Facultad de Economía, Administración y Contabilidad (FEA) de la USP fallecido en 2018, conquista al espectador por la claridad de la presentación y la personalidad discreta del narrador.
Podemos decir que las mismas cualidades se replican en el conjunto de la película, creando una especie de fractal. Esto es gracias a la aportación de múltiples testimonios que, siguiendo la analogía osteológica, funcionan como las vértebras que confluyen a lo largo del relato de Singer sobre su propia existencia.
No hay malabares en la dirección de Ugo Giorgetti: Singer recuerda, los participantes en su vida le recuerdan y las imágenes nos ayudan a recordar. “La película es de la vieja escuela”, comenta Giorgetti. Su intención era hacer un documental fiel no sólo a su personaje, sino al razonamiento de Singer, una combinación de claridad, educación y discreción, como apunta el director.
Cronológicamente, conocemos su infancia en Viena, su huida del nazismo y su llegada a Brasil, su vinculación con la organización sionista Dror, su ingreso al mundo del trabajo como obrero y su actividad sindical coronada por la huelga de 1953 en la USP. y participación en el legendario grupo de estudio sobre La capital, de Karl Marx, que reunió a personajes como Fernando Henrique Cardoso, José Arthur Giannotti y Michel Löwy. A partir de ahí, pasamos a los orígenes del Partido de los Trabajadores (PT), el papel de Singer como secretario de Planificación de São Paulo, bajo la alcaldesa Luiza Erundina, y su labor en la economía solidaria, de la que fue secretario nacional durante la era Lula. .
Apoyando el testimonio de Singer, otros personajes se turnan, ampliando la comprensión de la trayectoria de la maestra: miembros de Dror, sindicalistas de la huelga de 1953, Giannotti, Löwy, Delfim Netto, Eduardo Suplicy, Luiza Erundina, Lenina Pomeranz, Lisete Arelaro y los niños André , Susana y Elena. Con cada etapa de su vida, vemos como más y más personas entran en la órbita de las ideas y prácticas del militante. Giorgetti llama a este flujo que impulsa la película “movimientos de pensamiento”.
La democracia llevada al límite
La propuesta de llevar la vida de Singer a la pantalla le llegó a Giorgetti a través de Marcos Barreto y Fernando Kleiman, excolaboradores del profesor. El material presentado por el dúo -una simple entrevista de Singer- fascinó al director, principalmente por las ideas políticas expresadas en él. “Sus ideas políticas son muy cercanas a las mías”, comenta. “Era un socialista cercano a la socialdemocracia y eso me interesa mucho”, prosigue Giorgetti, para quien Singer puede ser considerado un hombre de acción que intentó hacer lo posible, sin dejarse guiar por una utopía, empujando la idea de democracia al límite. . “Es algo que vino de la Revolución Francesa: igualdad, fraternidad y libertad. Si no tienes uno de los tres, no eres demócrata y tampoco eres de izquierda. Porque eso es lo que es la izquierda: llevar la democracia al límite".
Según Giorgetti, la producción de la película comenzó cuando Singer aún estaba vivo, pero ya muy débil (la entrevista central del documental fue grabada previamente, en Brasilia, y el director seleccionó extractos para ensamblar la obra). La financiación llegó crowdfunding, algo nuevo para Giorgetti y otra sugerencia de Barreto y Kleiman. Se recaudaron R$ 130, cantidad importante, según el director, pero insuficiente.
“Con esa cantidad filmamos, pero no se acaba”, le habría dicho al equipo durante la producción. Ya sea por mala suerte, por un cambio en los vientos políticos o por sincronías del destino, el proyecto tampoco logró ser aceptado en ningún comunicado público, lo que llevó a que la obra se convirtiera en una suerte de ejemplo de economía solidaria. “Nunca dejé una película sin terminar”, explica Giorgetti. "Esto es honor personal". La solución fue reunir a viejos amigos para terminar la película, y todos trabajaron gratis.
Con el documental terminado, en tiempos de pandemia, uno de los amigos buscados por Giorgetti fue Amir Labaki, creador del festival Todo es verdad. Mostrada en la edición virtual del evento, la película fue un éxito. Se esperaban 2 visitas en una semana. Fueron 4 mil en dos días. La película ahora está a la espera de negociaciones con las estaciones de televisión y en streaming para llegar al público en general.
Un documental que incita al documental
Giorgetti define la película como “un espectáculo de inteligencia, no de acción”. Y lo que vemos en sus 57 minutos es una pequeña parte de lo que registró el objetivo del director. El preciado material sobrante –fragmentos no utilizados del discurso de Singer y horas de grabación con los entrevistados– estará disponible en el sitio web de su productora, SP Filmes, promete Giorgetti.
Además de este contenido palpable, hay otro contenido potencial que ve en la obra. “Una de las cualidades de esta película es que te induce a hacer otros documentales: hay la posibilidad de cuatro o cinco”, sugiere. La huelga de 1953, la historia de Dror, el socialismo católico, el gobierno de Luiza Erundina en São Paulo, la economía solidaria y la lectura de La capital en la USP son algunos de los temas con los que Giorgetti conmueve a otros directores.
Por su parte, un tema que toca al director aparece de lado en la película: es la propia historia de la Universidad de São Paulo. “Tengo la ambición de hacer un documental sobre la USP en la década de 1950, en las ciencias humanas”, revela, refiriéndose al período relativamente discreto, anterior a las convulsiones de la década de 1960 y los conflictos políticos en torno a la Rua Maria Antonia, en el centro de São Paulo, donde se encontraba la famosa Facultad de Filosofía, Ciencias y Letras (FFCL). “Sobre la USP de la que nadie habla”, concluye.
* Luis Prado Licenciado en Periodismo por la ECA-USP.
Publicado originalmente en Revista de la USP.