por JOELSON GONÇALVES DE CARVALHO*
Apuntes sobre la reforma laboral en Brasil
negocio al estilo brasilero
Quienes han seguido el debate de la reforma laboral han notado que no es un hecho consumado y puede revertirse en caso de un cambio en la correlación de fuerzas en la legislatura brasileña. Por otro lado, también es una reforma inconclusa y esto es motivo de preocupación, ya que, entre bastidores, continúan a paso acelerado las discusiones y articulaciones para nuevos cambios en perjuicio de la clase trabajadora.
Antes de continuar, conviene una breve digresión. El 25 de septiembre de 2014, el entonces presidente de la Federación de Industrias del Estado de São Paulo (Fiesp) y director general de CSN y del Grupo Vicunha, Benjamin Steinbruch, reveló, en entrevista con el programa Poder e Política, la Portal UOL y el periodico Folha de S. Pablo, su perspectiva sobre las relaciones laborales en Brasil.[i] El contenido de la entrevista es bastante ilustrativo.
Entre tantos ejemplos que se podrían recoger, he aquí uno: ante la pregunta “¿Cómo es posible reducir el monto que se paga por tener un empleado sin reducir los derechos que tiene hoy?”, su respuesta fue: “Normalmente, no hay necesidad a una hora para almorzar, porque el tipo no almuerza en una hora. Vas a los Estados Unidos, ves a un tipo almorzando con la mano izquierda, comiendo un sándwich con la mano izquierda y operando una máquina con la mano derecha, y tiene 15 minutos para almorzar. (…) Estoy hablando del beneficio del empleado, ¿sabes?”. El reportero insiste: “¿Otros ejemplos, por favor?”, a lo que el entrevistado responde: FGTS, edad mínima de jubilación, INSS, 1/3 de vacaciones. Termina con un “todo se puede negociar”.
Este discurso de 2014 merece ser contextualizado. Había pasado poco más de un año desde las jornadas de junio de 2013 y, aún con la victoria de Dilma Rousseff (PT) en las urnas, la inestabilidad política marcaba la tónica del momento.
pato, puente, golpe
Un año después, en septiembre de 2015, la Fiesp lanzó la campaña “No pago el pato”, con el lema “Di no a las subidas de impuestos”. No es necesario que nos detengamos en esto, pero es importante recordar la estructura impositiva altamente regresiva de Brasil, que, como se sabe, beneficia a los más ricos en detrimento de los más pobres. Visto desde esta perspectiva, las consignas del empresariado, llamando a la “sociedad” a manifestarse, rayaban en insultar a los más pobres.
El pato de la Fiesp, patrocinado por 409 empresarios, fue inflado en plena Avenida Paulista apenas tres meses antes de que Eduardo Cunha (MDB), entonces presidente de la Cámara, aceptara una denuncia que resultaría en la destitución de la presidenta Dilma.
Era más que un pato, lo sabemos hoy. Era un mensaje a sectores específicos de la burguesía del país de que estaba en marcha una agenda golpista que les podía interesar. La mencionada crisis fiscal pregonada por los empresarios debe afrontarse no aumentando los ingresos sino reduciendo los gastos, en particular los derechos sociales y laborales.
Del pato al puente, fueron solo 56 días. El “Puente al Futuro”, documento resumido y programático de un gobierno que temía ser ultraliberal, fue también una carta de invitación a lo que estaba por venir.[ii] Sus 19 páginas contienen, con una claridad desconcertante, las razones del golpe y los compromisos que Michel Temer (MDB) se comprometería a asumir, con el avance de la agenda.
En un país donde lo trágico y lo cómico insisten en ir de la mano, en diciembre del mismo año se publicó una carta del entonces vicepresidente de la República, en la que él, en tono patético y quejumbroso, se autodenominaba vicio decorativo. presidente. Sin embargo, no nos engañemos: apenas cinco días después de que Cunha aceptara la denuncia que culminó con la destitución de Dilma, es claro que, entre el resentimiento y la alegría, había un proyecto en ejecución.
El discurso de Benjamin Steinbruch no fue un acto defectuoso, fue un anuncio. Fiesp tenía una agenda (todavía la tiene) y se sentía cómoda hablando de ella. Este diario ya no cabía entre bastidores, hubo que circularlo para medir su recepción.
Los desarrollos más generales de los hechos narrados son ampliamente conocidos, pero la trama aún no ha terminado. Con respecto al Puente, no hay duda de que fue una invitación a una revisión amplia y sin restricciones, en diferentes escalas, de los derechos sociales en Brasil, especialmente aquellos que podrían reducir el costo del capital en relación con el trabajo. Según el documento, la culpa de la supuesta crisis fiscal se debió a la creación y ampliación de programas sociales.
Bajo la idea central de que “La Constitución no cabe en el PBI”, la solución propuesta fue corregir las “disfuncionalidades” de la Constitución Federal, mediante la aprobación de reformas constitucionales, materializadas en secuencia, en la Enmienda Constitucional 95, que congeló gastos públicos primarios, atacando, de lleno, la salud y la educación. No menos importante, como quería Steinbruch, Ponte propuso —y el gobierno de Temer llevó a cabo— que los convenios colectivos prevalecieran sobre las normas legales que regulaban el mercado de trabajo.
No es el propósito aquí extenderse sobre “cómo eran” y no “cómo quedaron” los derechos laborales con la reforma. Pero algunas cosas merecen ser señaladas: (i) jornadas móviles intermitentes, que flexibilizaron la jornada laboral y redujeron derechos y salarios; (ii) el permiso para continuar la contratación de trabajadores independientes y personas jurídicas, lo que debilitó las relaciones laborales; (iii) el fin de las cuotas sindicales obligatorias, con el único objetivo de atacar a las entidades representativas de la clase trabajadora; (iv) fin del pago por hora en intinere, que redujo los ingresos afectando gravemente a los trabajadores rurales; (v) y, paralelamente a la reforma, la ley que permitió la tercerización de actividades básicas.
El resultado de la reforma ya ha sido ampliamente disecado: flexibilizó los derechos laborales, dificultó el acceso a la justicia gratuita, generó una caída del salario real de los trabajadores, precarizó las relaciones laborales y, entre otras consecuencias negativas, aumentó la informalidad.
En cuanto a la intensidad de la explotación de la fuerza de trabajo, asistimos, al mismo tiempo, a un aumento de la composición orgánica del capital, a un ritmo no contradictorio, con una extracción extraordinaria de plusvalía absoluta que eleva el nivel de reproducción. de mano de obra laboral en situación de extrema vulnerabilidad. Aquí está la respuesta a la crisis que el capital reclama desde 2014: preservación de los márgenes de rentabilidad abaratando el costo de la mano de obra y aumentando la extracción de plusvalía, aunque sea absoluta.
En resumen, la reforma laboral de 2017 operó una profunda adaptación del mercado laboral a la lógica reciente del capital. La forma draconiana en que se llevó a cabo esta adaptación sería imposible sin el golpe. el estaba en condicion condición sine qua non y, para darse, necesitaba el consentimiento y la complicidad de la élite.
Haboob a la vista
La reforma laboral –o mejor dicho, la desregulación total del mercado laboral y la precariedad generalizada de los contratos de trabajo– no se completó. Es un proyecto basado en la acumulación depredadora de los recursos naturales y de la mano de obra, para garantizar el mantenimiento de ganancias extraordinarias. A pesar de la incompetencia del actual gobierno para avanzar en la continuidad de las reformas reclamadas por el empresariado, la agenda está claramente articulada.
En septiembre de 2019, el gobierno de Bolsonaro creó el Grupo de Altos Estudos do Trabalho (GAET) que, obviamente, no cuenta con la presencia de ninguna entidad representativa de la clase trabajadora. Este grupo, en noviembre de 2021, difundió un documento que es resultado de un “estudio” sobre el tema y propone 330 cambios a la CLT y la Constitución.[iii]
De los cambios propuestos, se destacan algunos: prohibición de reconocimiento de empleo para conductores de aplicaciones; ampliación de restricciones al libre acceso a la justicia; blindar el patrimonio de los empresarios en caso de deudas laborales.
A diferencia de Bridge to the Future, este documento es más sólido. En sus más de 200 páginas, además de sugerencias para cambiar las normas que regulan el trabajo en Brasil, también trae, en la página 53, una perla: “Lo que nos iluminó, lo que iluminó el trabajo del grupo, fueron los principios básicos de la vida social cristiana. doctrina.
Es evidente que, para la clase obrera, en vías de precarizarse aún más, no basta con tener fe: se necesita táctica, estrategia, resistencia y lucha.
Como se presentó al principio, la reforma laboral no es un hecho consumado. En la correlación de fuerzas actual, puede avanzar, insertando nuevos cambios que tiendan a un nivel inimaginable de precariedad laboral. Escuchar que, de ser elegido, el ex presidente Lula tiene la intención de revertir la reforma es alentador. De mantenerse su intención, la campaña tiende a encontrar una fuerte resistencia en amplios sectores empresariales, pero esa es otra historia. Revertir estas medidas, a su vez, plantea un gran desafío político para el próximo período.
*Joelson Gonçalves de Carvalho Profesor de Economía del Departamento de Ciencias Sociales de la UFSCar.
Notas
[i] Se puede acceder a la entrevista completa en: https://economia.uol.com.br/videos/?id=integra-da-entrevista-com-benjamin-steinbruch-57-min-04024C9B3764C4915326.
[ii] Se puede acceder al documento en: https://www.fundacaoulysses.org.br/wp-content/uploads/2016/11/UMA-PONTE-PARA-O-FUTURO.pdf.
[iii] Este informe se puede consultar en: https://www.gov.br/trabalho-e-previdencia/pt-br/acesso-a-informacao/participacao-social/conselhos-e-orgaos-colegiados/conselho-nacional-do-trabalho/comissoes-e-grupos-de-trabalho/grupo-de-altos-estudos-do-trabalho-gaet/relatorio-do-gaet.pdf.