Para encontrar el futuro

Imagen: Francesco Ungaró
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por LUIZ MARQUÉS*

Para ver “el otro lado de la historia”, en expresión de Benjamin, es necesario desarrollar las virtudes de la participación ciudadana

“On ne détruit reellement que ce qu'on remplace” [Realmente solo destruyes lo que reemplazas] (Charles Baudelaire).

Entre los pensadores del siglo XX, Walter Benjamin ocupa un lugar destacado. Nacido el 15 de julio de 1892 en Berlín, murió el 27 de septiembre de 1940 en Port-Bou, Cataluña. Pertenecía a una próspera familia judía, que quebró en la Primera Guerra Mundial. Vivía de colaboraciones periodísticas y literarias para revistas y estaciones de radio. Exiliado en París, recibió una pequeña suma económica de la Institut für Sozialforschung, origen de lo que se conoció como la Escuela de Frankfurt, cuna de la Teoría Crítica.

La atracción que despierta atraviesa varios ámbitos académicos y generaciones de intelectuales. Aquí se destacan los dos tipos ideales de narrador estudiados por Benjamin, representados por el marinero que cuenta historias de mares lejanos y el campesino, que cuenta historias pasadas en la tierra que cultiva. El primero trae a colación experiencias cercanas que vienen de lejos, en términos espaciales. El segundo, experiencias que sucedieron en períodos lejanos, en términos temporales. En ausencia de estos informes instigadores, el concepto mismo de experiencia se vacía por la ausencia de referentes que remitan a significados. Se evapora el “aura” que garantizaba la unicidad de lo contado como experiencias de carácter único. Aura que, para Kothe, es “la categoría central de toda la producción de Walter Benjamin”. ¿Cómo aplicar las alegorías sobre los desplazamientos a la política brasileña?

Un espectro acecha a la humanidad

En Brasil, el tema político crucial es el fascismo hoy. En la definición de Konder (Introducción al fascismo, Graal) es: “Una tendencia que surge en la fase imperialista del capitalismo… con un contenido social conservador… haciendo uso de mitos irracionalistas… es una tendencia chovinista, antiliberal, antidemocrática, antisocialista, antiobrera -movimiento de clases… presupone las condiciones de la sociedad de masas de consumo dirigido, así como la existencia de un cierto grado de fusión del capital bancario con el capital industrial, es decir, la existencia del capital financiero”. Cuando se publicó el libro, el neoliberalismo aún no se había convertido en el modelo socioeconómico hegemónico en la mayoría de las naciones occidentales. El Consenso de Washington, verdugo de derechos, se produciría más tarde (1989).

La manipulación que promovió el fascismo en la opinión pública en la década de 30, en Europa, a través de transmisiones radiales, actualmente se realiza en el país a través de las redes sociales en internet, financiada por el gobierno federal y por empresarios. Énfasis para ruralistas vinculados al agronegocio, fabricantes de armas, rentistas e inversionistas en Bolsa, en apoyar la versión tropical del horror – el bolsonarismo. No en vano, Jair Bolsonaro demuestra desesperación con la desmonetización de estos vehículos digitales por el cerco en curso del Senado de la República y el Supremo Tribunal Federal (STF) a los robots que propagan mentiras, asimiladas sin metabolizar por humanos robóticos.

La extrema derecha prospera noticias falsas, para mantener galvanizada la base del ventilador. Los alista con la práctica del ilusionismo metódico. No impide, en ocasiones, la corrección de direcciones. Vea la noticia: “XP Investimentos cancela encuestas electorales, por deliberación de propietarios y clientes bolsonaristas”. salió mal En la carrera presidencial para 2022, la actuación de Lula da Silva, que resistió la campaña de infamia y encarcelamiento, sorprendió al mercado. Antropofagia, de Oswald de Andrade, con abundante pimienta y aceite de palma de Bahía, sería bueno para los desórdenes intestinales de los insatisfechos. Además, según la sabiduría del capitán, ayudaría a contener el calentamiento global (sic).

Lástima que, frente a Pinocho do Mal, los medios corporativos se limiten a las reprimendas morales sobre el decoro y la conducta genocida en el (mal)trato de la pandemia. Sin pronunciar palabra sobre la virulenta enfermedad neoliberal que afecta la economía y provoca hambre, desempleo y sufrimiento. Al actuar selectivamente, la Red Globo cede a la deconstrucción del Estado Democrático de Derecho. Saca del imaginario colectivo las experiencias que tuvieron lugar en el territorio nacional en la época de los gobiernos progresistas. La mordaza, útil a la lógica depredadora de la élite de la que forma parte la familia Marinho, elude la promesa de bonheur que implicó la ascensión social de más de 30 millones de ciudadanos en una década, la valorización del salario mínimo vinculado a las pensiones, la política de cuotas afirmativas, la ampliación del número de universidades federales, la transposición del río São Francisco, etc.

La historia es una ruina alegórica.

En democracia, el pasado constituye el presente capaz de realizar el futuro. En el fascismo, el presente reconstituye el pasado con la misión de bloquear el futuro. De modo que el desplazamiento tiende hacia la congelación rígida del devenir, corrompe la imaginación y paraliza la audacia en la gramática de la opresión. Sin recordar la felicidad perdida, la rabia de los insurgentes no reúne fuerzas para levantar el garrote de la razón transformadora contra las (im)políticas alienantes y excluyentes que secuestran el bien común. La praxis liberadora de grilletes se basa en desbloquear la memoria de todo lo que logró escapar de la furia de la colonización. Sin embargo, conquistar lo posible requiere lo que Boaventura de Sousa Santos (El futuro comienza ahora, Ed. Boitempo, 2021) llama “ruinas”.

Es decir, los elementos de los pueblos originarios que sobrevivieron, material o inmaterialmente, a la destrucción de los colonizadores. De las ruinas presentificadas surge el ímpetu necesario e indispensable para la lucha, que no remite a un nostálgico deseo de retroceder, sino de avanzar en la dirección de experimentos, de hecho, civilizatorios, más allá del binomio de dominación y subordinación. La toma de conciencia de los significantes contenidos en las ruinas, por ejemplo, de los fuegos amazónicos, de la artesanía indígena, del Quilombo dos Palmares, de las costumbres de inmigrantes de varias nacionalidades, de la música campesina, de la capoeira o del cuartel general de las combativas Sindicato dos Metalúrgicos de São Bernardo – sirve como un impulso atávico a los anhelos del alma por la libertad y la igualdad, la dignidad y la cooperación. Como en el poema de Benjamin de Paulo Leminski: “Leyendas que vienen / de las bellas tierras / del lejano oriente // me hacen feliz / como no puede hacerlo esta vida”.

Para lograr objetivos totalitarios, la asfixia de las alegorías marineras y campesinas es estratégica. Porque, independientemente de los polos, tales narrativas subyacen en las diferencias que dan a la comunidad pautas de orientación, empatía y conducta para restaurar el aura simbólica de lo vivido. Preservar las alegorías (etimológicamente, “decir el otro”) a través de recuerdos y signos exaltando lo que se distingue en las evocaciones – es un acto de resistencia a las acciones deletéreas de la necropolítica del poder, cuya ambición es cercenar las reminiscencias de las revueltas y la esperanza popular, en nombre de una dimensión unitemporal que envuelve la dialéctica del pasado, presente y futuro.

El grabado de Paul Klee (Angelus Novus, 1920), muy apreciado por Benjamin, muestra un ángel que avanza mirando hacia atrás, donde las ruinas se acumulan como consecuencia del progreso. El filósofo sintetizó la imagen de la siguiente manera: “El camino que lleva al ángel (de la historia, ciertamente) al futuro es el camino de donde vino”. El futuro es lo que el pasado pudo haber sido y no fue. Los restos, los pedazos que quedaron después del genocidio son la prueba que da las convicciones por el derecho al mañana. La máxima se aplica a la sociedad. La historia es una ruina alegórica, no una condena al destino de los zombis en el sistema mercantil. Por muy seductores que nos parezcan centros comerciales.

Los luchadores sociales y políticos tienen la tarea de recoger del olvido la energía de antiguas batallas para superar la distopía del fascismo a nivel estatal y, del neoliberalismo, a nivel sociocultural. El pájaro de Minerva toma vuelo al anochecer cuando un mundo se desvanece y nacen nuevos sueños. Las alegorías nos ayudan a redescubrir la brújula ideopolítica que conduce a la utopía. Una cosa que ya sabemos. Entre nosotros, la democracia no puede depender sólo de la representación política (léase: Centrão). Para ver “el otro lado de la historia”, en expresión de Benjamin, es necesario desarrollar las virtudes de la participación ciudadana.

* Luis Marqués es profesor de ciencia política en la UFRGS. Fue secretario de Estado de Cultura de Rio Grande do Sul durante el gobierno de Olívio Dutra.

 

 

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