por MARIANA DAVI FERREIRA*
Ante problemas de dimensión internacional, la política exterior es central en la resolución y acercamiento a la sociedad. Con Bolsonaro, se volvió parte del problema y se divorció de la sociedad
Cuáles son los impactos de la trayectoria de Ernesto Araújo como Ministro de Relaciones Exteriores para el actual “lugar de Brasil en el mundo”[i]? ¿Y qué factores llevaron a su caída? Para tratar de responder a estas preguntas, traemos algunos elementos sobre la política exterior brasileña del gobierno neofascista de Jair Bolsonaro. Si consideramos que la política exterior de un Estado debe corresponder, como citan Berringer, Maringoni y Schutte, en la presentación del libro Los fundamentos de la política exterior bolsonarista (EdUFABC, 2021), a “su proyecto de desarrollo y cómo se relaciona internacionalmente desde el punto de vista de la producción”, planteando estos elementos nos llevará a una reflexión sobre por qué Ernesto Araújo simboliza la construcción de un proyecto de rendición y subordinación pasiva de los Brasil a los intereses del imperialismo estadounidense.
Los primeros pasos del gobierno de Bolsonaro y el giro de la política exterior brasileña
La elección de Jair Bolsonaro en 2018 trae consigo cambios en la agenda de política exterior brasileña que se refieren al golpe de Estado de la presidenta Dilma. Durante los gobiernos del PT, la política exterior estuvo en el centro del debate político. Sin embargo, desde la entrada de José Serra en el cargo de Ministro de Relaciones Exteriores, en mayo de 2016 (cuando asume Temer como presidente interino), solo hemos acumulado derrotas a través del establecimiento de un proyecto de rendición. En ese primer momento recogimos pérdidas considerables: la salida del Estado brasileño de Cuba y Bolivia, la apertura del presal al capital internacional, los avances en la negociación del acuerdo Unión Europea – Mercosur en condiciones sumamente asimétricas y la enfoque de la entrada de Brasil en la OCDE[ii] (ya que el país perderá la estado países que reciben donaciones. Esto tiene implicaciones importantes desde el punto de vista financiero.).
Esta agenda se profundiza con la victoria de Bolsonaro. A fines de 2018, hubo mucho debate sobre la dirección de la política exterior brasileña del nuevo gobierno. ¿Hasta dónde podría Jair Bolsonaro hundir a Brasil? ¿Cómo se configura la política exterior de un gobierno neofascista en un estado dependiente? El nombramiento de Ernesto Araújo, miembro del ala olavista, y su discurso inaugural nos dieron una perspectiva de lo que vendría después. Hay una tendencia a desmantelar las tradiciones de la política exterior brasileña y un compromiso con la lucha contra el globalismo, el comunismo y el marxismo cultural. Ernesto Araújo argumentó que era necesario volver a los “valores occidentales”, como el cristianismo y las “libertades individuales”, viendo en el liderazgo de Donald Trump el camino para esa recuperación a nivel internacional. En consecuencia, afirma que confrontar el marxismo cultural es central, ya que sería destruir los valores occidentales.
En este tono, 2019 fue un año de profundización en la agenda de política exterior que había iniciado el gobierno de Michel Temer. Sin embargo, con una retórica aún más polarizada construida en torno a la creación de enemigos contra los que luchar. En la práctica, si Brasil estuvo décadas dándole la espalda a América Latina y esto cambió durante las administraciones del PT, vimos un retroceso en los gobiernos de Temer y Bolsonaro, de modo que las relaciones con los países latinoamericanos dejaron de ser una prioridad.
Ya en el primer mes de gobierno de Bolsonaro, Ernesto Araújo reconoció a Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela –recordemos que Guaidó se autoproclamó presidente del país sin ninguna legitimidad popular. El conflicto con Venezuela se tornó cada vez más tenso, resultando en la expulsión del cuerpo diplomático venezolano de Brasil en 2020. Consiguieron permanecer en Brasil a pedido de hábeas corpus. El único país latinoamericano con el que el gobierno de Bolsonaro mantuvo buenas relaciones fue Argentina, no por la historia de la relación bilateral con el Estado argentino, sino por el hecho de que el gobierno de Macri se parecía al programa de gobierno de Bolsonaro en muchos aspectos. Con la derrota de Macri y la victoria de la candidatura kirchnerista en las elecciones presidenciales de 2019, Bolsonaro lamentó la victoria de Alberto Fernández y no saludó al candidato vencedor, rompiendo una tradición diplomática. Y recuerda, los gestos son más que símbolos cuando se trata de diplomacia.
El acercamiento más cercano a Estados Unidos se basó en una relación de subordinación pasiva explícita[iii] al imperialismo. Un elemento esclarecedor es que ese acercamiento no se constituyó a través de una profundización de la relación entre el Estado brasileño y el Estado americano, sino más bien una relación entre Bolsonaro y Trump, dos presidentes con alineamiento ideológico. En materia de política internacional, este alineamiento se manifiesta sobre todo en temas relacionados con el medio ambiente, Venezuela y China. La única diferencia es la posición en la que se encuentran estos dos estados en la jerarquía de poder internacional. Mientras Estados Unidos es un país imperialista, Brasil se asocia con Estados Unidos en la posición de país de capitalismo dependiente y, bajo el gobierno de Bolsonaro, con un proyecto de política exterior de rendición.
En cuanto a las relaciones con nuestro principal socio comercial -China-, se explicitan una serie de contradicciones. Al establecer una relación de subordinación pasiva explícita al imperialismo, Brasil asume una posición delicada en el complejo tablero de ajedrez que es la relación conflictiva entre Estados Unidos y China en la época contemporánea. Por un lado, el agronegocio y otras fracciones de la burguesía brasileña presionan al gobierno de Bolsonaro para que profundice las relaciones comerciales entre China y Brasil, que son fundamentales para las tasas de ganancia de los exportadores de . brasileñas. Por otro lado, hay varias declaraciones críticas al Estado chino provenientes del Ministro de Relaciones Exteriores y otros miembros del gobierno de Bolsonaro, con énfasis en su hijo, Eduardo Bolsonaro, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores y Defensa de la Cámara. . Inicialmente, este conflicto entre los estados chino y brasileño se presentó a nivel de discurso diplomático. Sin embargo, esto se ha reflejado en tensiones más drásticas en las relaciones Brasil-China, como la disputa por la subasta de tecnología 5G en Brasil y la negociación de vacunas e insumos de inmunización.
Además, hubo una ruptura en la tradición diplomática brasileña de apreciación de las organizaciones multilaterales. Ejemplo de ello fue el voto a favor del embargo económico a Cuba, en 2019, rompiendo una tradición de cinco décadas en las que el Estado brasileño votó por el fin del bloqueo en la Asamblea General de la ONU. Otro hecho destacable fue el voto en contra de los derechos reproductivos y las menciones a los derechos LGBT en las resoluciones del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, en el mismo año. En resumen, Ernesto Araújo cumplió el papel de aislar a Brasil del mundo, llevando al país a una posición de “paria” en las relaciones internacionales, como él mismo afirmó.
Política exterior brasileña, la pandemia y la salida de Ernesto Araújo
Con la llegada de la pandemia a Brasil, en marzo de 2020, la política exterior conducida por Ernesto Araújo parece haber agravado aún más “el lugar de Brasil en el mundo”. La pandemia de COVID-19 planteó la necesidad de construir un proyecto global para combatir el virus y, en consecuencia, para producir y distribuir la vacuna, también conocida como la geopolítica de vacunas. Este exigió a los Estados tratar la salud pública como un asunto de política exterior, dando centralidad al rol de las Cancillerías en el combate a la pandemia. Este proceso hizo que la política exterior volviera al centro del debate político brasileño. Sin embargo, la incapacidad del Ministerio de Relaciones Exteriores (MRE) para coordinar las negociaciones para la importación de vacunas fue un factor que hizo aún más explícito el desprestigio de Ernesto Araújo.
Todo empeoró cuando, en marzo de 2020, Eduardo Bolsonaro Tweeted que la pandemia del coronavirus tuvo la culpa de China, una declaración de xenofobia y prejuicio hacia el pueblo chino. El hecho derivó en una crisis diplomática con el país, ante la cual el embajador chino exigió la retractación de Brasil. En ese momento, el ministro Araújo se pronunció en defensa del hijo del presidente, agudizando la crisis. Quien desempeñó el papel de Araújo fue Rodrigo Maia, entonces presidente de la Cámara, con una disculpa oficial al Estado chino.
El ministro siguió reforzando la retórica de que el virus era un instrumento del “comunismo chino” para disputarle la hegemonía a Estados Unidos, llamando al virus “comunavirus” en su blog. La guinda del pastel fue la declaración de Bolsonaro de que el gobierno brasileño no obtendría la coronavac, porque es una vacuna china que no transmitiría seguridad a la población brasileña. Estas declaraciones del ministro y del Jefe de Estado brasileño se basan en el negacionismo y la deslegitimación de la ciencia, elementos de la ideología neofascista. Esto demuestra que el neofascismo también es explícito en la conducción de la política exterior de este gobierno. Cómo sistematizan los autores la presentación del libro “La política exterior de Bolsonaro en la pandemia” (Fundación Friedrich Ebert, 2020), el gobierno de Bolsonaro articula “la negación de la ciencia a la sumisión incondicional a EE.UU. y, particularmente, al trumpismo”.
La postura hostil que adoptó Araújo en las relaciones con China es un factor que agravó las dificultades para exportar vacunas e insumos clave en el combate a la pandemia. Segundo El Globo[iv], el mes pasado, en una reunión de diputados brasileños con el embajador chino en Brasil, escucharon de los chinos que, con Araújo en Itamaraty, no hay conversación. Las salpicaduras de ese conflicto resultaron en el retraso en el envío del Principio Farmacéutico Activo (API) por parte de China a la Fiocruz, en enero, lo que impactó el cronograma de producción de la vacuna Astrazeneca/Oxford en Brasil. Otro episodio lamentable fue la incapacidad del Ministro de Relaciones Exteriores para realizar negociaciones para la compra de vacunas e insumos con el Estado indio. Nuevamente Fiocruz tenía la previsión de producir 30 millones de dosis para abril, pero con el retraso en la entrega del principio activo de la vacuna proveniente de India, sólo se producirán 18 millones.
En un momento en que la política exterior brasileña podría haber jugado un papel central en la construcción de soluciones concretas para la vacunación masiva, a través de la importación masiva de inmunizadores e insumos necesarios para la fabricación de vacunas en los laboratorios brasileños, una vez más la conducción de la política exterior brasileña en las manos de Ernesto Araújo resultaron ineficaces e incompetentes. Si hoy tenemos casi 350 brasileños y brasileñas muertos, la responsabilidad también está en manos del exministro.
Nada más razonable sería la salida de Araújo, luego de esta trágica trayectoria al frente del MRE. Pero su destitución del cargo no se debió a la voluntad política del Palacio de la Alvorada, sino a la presión del Centrão, encabezado por los presidentes de la Cámara y del Senado, Arthur Lira y Rodrigo Pacheco. En un comunicado, Arthur Lira dijo que el ministro perdió la capacidad de diálogo con los países y señaló que Araújo representa un obstáculo para las relaciones bilaterales fundamentales en la lucha contra el coronavirus.
Entre los últimos hechos que aceleraron su salida está el encontronazo con la senadora Kátia Abreu (PP), a quien acusaron de defender al Estado chino por exigir una posición al MRE en la subasta del 5G. Además, el propio cuerpo diplomático de Itamaraty mostró malestar con las acciones de Araújo. Destacamos su participación en una audiencia del Senado, el 24 de marzo, para aclarar su conducta incompetente de la política exterior brasileña en la compra de vacunas. En la ocasión, Araújo reforzó la posición del Estado brasileño frente al incumplimiento de las patentes de vacunas y pronunció un discurso que nada tiene que ver con la realidad, reclamando celeridad en la obtención de los inmunizadores. Yo diría que el desencadenante fue la presentación de una solicitud de acusación al Canciller en el Congreso, quien podría incriminarlo por un delito de responsabilidad relacionado, entre otras cuestiones, con la falta de compromiso de Brasil en los esfuerzos multilaterales para enfrentar la pandemia.
Incluso después de la presión del centrão, la Cámara y el Senado, Bolsonaro aún se resistía a la renuncia de Araújo, ya que sería otra “pérdida” para el ala olavista de su gobierno. Sin embargo, tras aumentar la presión, en la mañana del 29, el ministro renunció, allanando el camino para cambios de seis ministros más y una crisis en el gobierno de Bolsonaro.
Ante estas razones que llevaron a la destitución del diplomático de la conducción del Ministerio, le digo al lector que no cree demasiadas expectativas por lo que vendrá en materia de política exterior. Su sucesor, el diplomático Carlos Alberto Franco de França, tiene un perfil más discreto, pero no promete cambiar la línea política de conducta del MRE. El nombre contó con la “aprobación” de Eduardo Bolsonaro y Filipe Martins, asesor especial para asuntos internacionales y que conforma el ala olavista del gobierno. El diplomático tiene una carrera ligada al ceremonial de Itamaraty, nunca tuvo un cargo en el exterior y recientemente fue ascendido a embajador, ocupando cargos en las embajadas de Brasil en EE.UU., Paraguay y Bolivia. Francia estableció relaciones de confianza con Bolsonaro al encabezar la ceremonia en el Palacio del Planalto. La síntesis es lo que cambia de nombre, pero el proyecto de rendición, de subordinación pasiva al imperialismo y de destrucción de la imagen de Brasil en la política internacional seguirá siendo el mismo.
Una síntesis importante es que la política exterior brasileña podría haber jugado un papel central en el combate a la pandemia, si el Estado brasileño se hubiera involucrado en los esfuerzos multilaterales de combate a la pandemia, en la construcción de acuerdos bilaterales con países productores de vacunas, entre otras iniciativas que apuntan a un pasado en el que Brasil se destacó por conducir una política exterior activa y orgullosa. Otra lección que podemos aprender es que, cuando nos enfrentamos a problemas de dimensión internacional, la política exterior se vuelve central en la resolución de estos temas y acerca a la sociedad. Esta es una contradicción que debemos explorar para llevarla al centro del debate político.
Finalmente, si por un lado el escenario es trágico, por otro nos pone en la perspectiva de que la única salida posible es la derrota de Bolsonaro y la construcción de un proyecto de desarrollo nacional, que garantice la soberanía y la autodeterminación. de los pueblos Por eso, la coyuntura pone una centralidad en la campaña #PorBolsonaro y en la lucha colectiva para enfrentar la pandemia a través de la defensa del SUS, la lucha por el acceso universal a la vacuna y por la reducción de la desigualdad social que la pandemia ha agravado. , garantizando ayuda de emergencia por 600 reales. Se necesita con urgencia un proyecto que ponga la vida por encima de las ganancias.
*Mariana Davi Ferreira é estudiante de doctorado en el Programa de Posgrado en Ciencias Políticas de la Universidad Estadual de Campinas (Unicamp) enmiembro del Levantamiento de la Juventud Popular.
Notas
[i] Tomamos prestada la expresión que los autores del libro Las bases de la política exterior bolsonarista: las relaciones internacionales en un mundo cambiante sirve para definir didácticamente la inserción internacional del Estado brasileño.
[ii] Las bases de la política exterior bolsonarista: relaciones internacionales en un mundo cambiante.
[iii] Esta caracterización ha sido utilizada por Tatiana Berringer para caracterizar las relaciones BR-USA en el gobierno de Bolsonaro.