Más allá del mundo del trabajo: Ricardo Antunes

Ceri Richards, El prólogo del autor, 1965
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por PIETRO BAJO*

Extractos del Prefacio del libro recientemente publicado, organizado por Caio Antunes y Claudia Mazzei Nogueira

La valiente e incansable actividad investigadora de Ricardo Antunes abarca un largo período de tumultuosas transformaciones sociales. Un verdadero cataclismo. No puedo encontrar un término mejor que ese para identificar lo que ha sucedido con el trabajo asalariado, y con el trabajo en general, en el último medio siglo. Un arco de tiempo que con razón ha sido retratado como una era: la era de la globalización neoliberal de las relaciones sociales capitalistas. Y derivó en dos hechos sumamente dramáticos: la pandemia del covid-19 y la guerra en Ucrania, que parecen poner un final traumático a esta era.

El primer aspecto fundamental de este cataclismo es el formidable crecimiento, a escala mundial, del número de trabajadores asalariados.[i] Este salto adelante en la difusión universal del trabajo sujeto directamente al capital es el resultado de una combinación de varios factores: el fuerte aumento de la población mundial; la expansión mundial de las relaciones sociales capitalistas; la expansión de la industria moderna en países que en el siglo XX habían logrado escapar del yugo del colonialismo histórico; la transformación capitalista de la agricultura mundial, con la expulsión de un gran número de pequeños agricultores y jornaleros de la tierra; la entrada masiva de mujeres al mercado laboral.

A todo esto se puede agregar la expansión universal del empleo bajo la dependencia directa o indirecta del Estado o de entidades que de alguna manera están controladas por él –una parte del cual está cada vez más sujeta, en la organización del trabajo, en el uso de las máquinas, en la estructura salarial, en los mecanismos de control de los empleados, a condiciones que se aproximan a las propias del trabajo de un empleado de la iniciativa privada.

(…) En esta época, marcada por una ofensiva estatal-patronal contra el movimiento obrero a escala universal sin precedentes desde los tiempos del nazi-fascismo, Antunes (2018, 2019) vio acertadamente las huellas de una contrarrevolución preventiva. Esta ofensiva apuntó a todas las formas de relativa estabilidad y garantías conquistadas por el trabajo asalariado en décadas pasadas (Harvey, 2005), a través de una serie de contrarreformas radicales de la legislación laboral, el ataque progresivo al derecho de huelga y sindicalización en el lugar de trabajo , la anulación de los contratos nacionales (donde existieran), la introducción y generalización de las relaciones laborales temporales (hasta el extremo del trabajo por cuenta ajena). vale), informales, interinos, de prácticas, como socios en falsas “cooperativas”, sin olvidar el trabajo irregular y las verdaderas formas de trabajo forzoso reservadas, naturalmente, a los inmigrantes.

Para coronar todo este proceso, se abrieron espacios para el uso creciente y masivo de una mano de obra totalmente gratuita.[ii] – con un primer gran experimento que tuvo lugar en 2015 en Italia, en la Expo de Milán, en el que el trabajo libre o semimigrado superó ampliamente al trabajo asalariado (en una proporción de 9 a 1).

(…) De este proceso trascendental de transformación de las condiciones de trabajo, de la existencia de los trabajadores, de sus formas de conciencia y de organización, Ricardo Antunes fue y es un narrador lúcido, apasionado, incansable. Tal vez debería decir analista. Pero ese término, a mis oídos, suena demasiado frío para ser aplicado al trabajo de investigación de este eminente académico brasileño e internacional. El narrador es, en términos cualitativos, algo más que un analista. Y también Antunes.

No a la manera a menudo fantasiosa de un Foucault, en cuyas penetrantes investigaciones nunca queda del todo claro dónde y cómo son realmente las “cosas” de las que se habla; pero sobre todo a la manera de un novelista realista como Balzac, que analiza meticulosamente cada detalle y luego reconecta y recompone los fragmentos, los detalles minuciosamente analizados, hasta que es reconocible el contexto unitario del que forman parte. Un narrador que no es prisionero de la supuesta omnipotencia de su adversario (el poder) – como me parece nuevamente Foucault. Al describir la capacidad de su oponente (el capital global) para transformar materialmente el trabajo y manipular a los trabajadores desde adentro, Antunes toma en cuenta los antagonismos sociales insuprimibles, el potencial de liberación y emancipación del trabajo asalariado inscrito en las relaciones sociales capitalistas de nuestro tiempo. .

Y toma partido abiertamente para que esas potencialidades se hagan realidad, sin que ello comprometa el rigor de la investigación. Además, desde las primeras publicaciones, el objeto de estudio de Antunes, el trabajo, es para él al mismo tiempo un sujeto: no sólo una simple fuerza de trabajo, el capital variable, la clase del capital y la sociedad capitalista, sino la clase obrera, el proletariado. , con sus partidos y sindicatos. No un compañero, sino el sujeto de la historia. Protagonista de conflictos, rebeliones y revoluciones – la fuerza social a la que se puede confiar la perspectiva de instaurar una nueva sociedad, de “un nuevo modo de vida”, de un nuevo “sistema de metabolismo social”, en el que el trabajo es realmente una actividad vital , autodeterminado, basado en la producción de valores de uso socialmente necesarios para la humanidad y la especie.

La reconstrucción de Antunes de la nueva morfología del trabajo es omnilateral porque tiene en cuenta, en todo momento, el Norte y el Sur del mundo, las “viejas” y las nuevas tecnologías, el trabajo manual y el trabajo intelectual, el trabajo material y el trabajo inmaterial, el trabajo contractual e informal (en todas sus múltiples formas), calificación e inhabilitación del trabajo, trabajo en la agricultura, la industria y el terciario, trabajo visible y trabajo “invisible”, trabajo productivo y trabajo “improductivo”, trabajo asalariado y trabajo falsamente autónomo ( las cooperativas, ciertos “autoemprendimientos” más o menos ficticios, etc.).

¿Adiós al trabajo?, un libro denso, oportuno, importante, traducido a varios idiomas en diferentes países, es, en la ininterrumpida investigación de Antunes, un punto de partida fundamental, porque contiene la primera formulación de categorías, conceptos y tesis que caracterizan su pensamiento. En Los sentidos del trabajo y en muchos otros ensayos, el autor identifica la conexión sistemática entre las variadas y heterogéneas concreciones que asume el trabajo vivo a escala mundial en el hecho de que hoy, más que nunca, éste es el trabajo social, el trabajo social universal, “más complejo, socialmente combinada e intensificada en sus ritmos y procesos” de lo que era antes de la era digital.

Y, a partir de esta reconstrucción, crítica con las visiones eurocéntricas del capitalismo y las formas de trabajo contemporáneos, pero libre de sugestiones y simplificaciones tercermundistas, extremadamente atenta a las nuevas formas de interacción entre el trabajo vivo y las máquinas y al llamado trabajo inmaterial. , opone a las tesis del “fin del trabajo”, de la ciencia como principal fuerza productiva en lugar del trabajo vivo, de la superación de la ley del valor, la tesis de una vigencia ampliada y cada vez más compleja de la ley del valor. Tesis que también engloba y subsume el trabajo “cognitivo”, realizado en contacto con las tecnologías de la información y la comunicación, sin dejar de lado, ni por un momento, el trabajo “viejo”, en contacto con las máquinas de la época taylorista-fordista.

Hace veinte años, Alain Bihr (2002)[iii] “reprendió” a Antunes, en un tono muy amistoso, por no haber explorado a fondo el proceso de “automatización del desarrollo capitalista”, para arrojar luz sobre sus límites y contradicciones. la publicación de El privilegio de la servidumbre y los estudios que lo precedieron (Antunes y Braga, 2009) y lo siguieron (Antunes, 2020b) son la mejor respuesta a esta observación. Y muestran el dinamismo del “proyecto de investigación a largo plazo” anunciado por Antunes en las conclusiones de ¿Adiós al trabajo? y su fidelidad a este proyecto.

El privilegio de la servidumbre es una contribución esencial para entender la “era digital”, el capitalismo digital, el proletariado de la era digital, en términos materialistas. Desde la primera hasta la última línea, la retórica apologética capitalista en torno a la economía de plataforma y economía de conciertos como formas totalmente nuevas de relaciones económico-sociales capaces de exaltar a los trabajadores, promoviéndolos a socios/colaboradores del empresario de quien dependen (ellos mismos y la vida misma). Asimismo, la mistificación “anticapitalista” según la cual el advenimiento de economía de plataforma sería el golpe decisivo a la validez de la ley del valor. Nada de eso. Amazon, Uber, Google, Facebook, Deliveroo, etc., con su uso masivo de las tecnologías de la información y la maquinaria respectiva, de ninguna manera están en condiciones de quitar el trabajo asalariado, o el trabajo que se realiza en sus locales de manera aparentemente independiente. , de la condición habitual de explotación y extrañamiento.

Por el contrario, al combinar sistemáticamente informalidad, flexibilidad, descentralización y precariedad estructural, utilizan la aparente neutralidad de los algoritmos y un contexto social de creciente sobreabundancia de mano de obra para crear una nueva forma de esclavitud: la esclavitud digital. En esta descripción del progreso en términos de organización del trabajo en el muy reciente capitalismo de dominación financiera, resurgen viejas preguntas: ¿estamos, quizás, ante el fin del trabajo? ¿De la sustitución casi total de la fuerza de trabajo viva por la fuerza productiva de la ciencia? ¿El fin de la ley del valor?

No, responde Antunes. El trabajo vivo no desaparece; a lo sumo, es “liofilizado”, reducido a polvo en los más variados contextos organizacionales al aumentar el trabajo muerto. Por tanto, en lugar de aliviarse de las cargas, como se cuenta, se obliga a la máxima productividad, ligada a la creciente ausencia de reglas ya una precariedad laboral aún mayor que la experimentada en el pasado. Además, los nuevos instrumentos técnicos, organizativos e ideológicos característicos de la “era de la informática”, para extraer más trabajo y más valor del trabajo vivo, no escatiman ni siquiera las actividades de la más alta cualificación técnica.

El capital de hoy, el capital financiero global, los utiliza para forzar los viejos límites dentro de los cuales la vigencia de la ley del valor estaba, de algún modo, limitada, y para adquirir nuevos espacios, nuevos terrenos, nuevos campos de acumulación de ganancias, incluso aquellos que , a primera vista, se presentan engañosamente como áreas reservadas a la iniciativa autónoma sin valor o “libre”: la salud, la escuela, los servicios sociales y, en general, las actividades de las instituciones públicas. Ningún ámbito de la actividad laboral humana debe sustraerse a la ley del valor, es decir, la explotación capitalista del trabajo en todas sus formas.

(…) Antunes corrobora su lectura crítica del “capitalismo digital” con una aguda relectura de La capital, destacando aspectos que ayudan a comprender el papel de los servicios privatizados en la creación de valor. En el análisis de Marx, subraya el autor, la producción de valor no está necesariamente ligada al proceso de producción material, ya que, en este último, la industria del transporte, fuera de este proceso, incrementa el valor de las mercancías. La aumenta vendiendo un servicio representado por el “cambio de lugar”, eslabón fundamental en el ciclo completo de la mercancía, compuesto de producción, consumo, distribución, circulación o intercambio.

Para Marx, el proceso de producción de valor continúa en el proceso de circulación y, en lo que se refiere al transporte, no puede dejar de incluir almacenamiento, comunicaciones, suministro de gas, etc. Por tanto, ya en Marx, la producción de valor también puede tener lugar bajo la forma de actividades “inmateriales”, en el sentido de que no añaden nada material a la mercancía. Pero son precisamente las actividades inmateriales las que, en esta fase del capitalismo, están en gran expansión, en la tensión, que lo diferencia, de reducir al máximo la distancia entre producción y consumo.

(…) En la polémica con J. Habermas, A. Gorz, C. Offe, D. Méda, C. Castoriadis y las teorías sociológicas que pretendían liquidar la centralidad del trabajo y la ley del valor, Ricardo Antunes nunca esgrime la conveniente (y estéril) arma de las citas para cerrar temas polémicos con ipse dixit. La referencia a Marx funciona, en Antunes, como una brújula que le sirve de guía para transitar por terrenos, al menos en parte, desconocidos, a investigar, precisamente porque son, al menos en parte, nuevos, de mente abierta, libre de la compulsión de repetir. De esta actitud nace, por ejemplo, la propuesta de ampliar, en relación con la tradición, el concepto de proletariado asalariado –siempre presente, en todo caso, en sus textos– hasta el punto de redefinirlo como la clase-que-vive-. desde el trabajo, para poder entender en él todas aquellas formas en parte nuevas de trabajo dependiente pero no remunerado que han brotado como hongos venenosos a lo largo de treinta años de tormentas neoliberales. De ahí su especial atención, en los últimos años, a la uberización del trabajo, como exclusión total de los derechos sociales (Antunes, 2020a), aspecto de la precariedad más amplia de la fuerza de trabajo –que no fluye, sin embargo, como en G. Standing , en la teoría superficial del precariado como nueva clase social (Standing, 2011).

Nueva morfología del trabajo, nueva morfología de las luchas: esta relación acompaña el trabajo de Antunes desde el inicio (los estudios sobre el movimiento de las huelgas obreras en Brasil en los años 1978-1980) hasta el final (las luchas de los choferes y trabajadores uberizados en escala internacional). (…) En este convulso inicio del siglo XXI, por un lado, están en juego las fuerzas de la contrarrevolución (hay que reconocerlo), por otro lado, la expectativa, la reivindicación del socialismo, un socialismo que se ha aprovechado de las derrotas del siglo XX y que se presenta como portadora de “un nuevo modo de vida” (no sólo un nuevo modo de producción de mercancías), capaz de oponerse al modo de producción letal, como es y aparece cada vez más el capitalismo, la perspectiva de una nueva forma de sociabilidad plena.

Si la observamos en su evolución en el tiempo, la actividad investigadora de Ricardo Antunes se nos presenta como una trayectoria ascendente. En primer lugar, por su objeto, que progresivamente se expandió desde Brasil al continente latinoamericano y al universo del capital y del trabajo, como un todo desigual y combinado. Y también porque su atención vuelve siempre a los mismos objetos, pero con una concatenación culminante, una riqueza de elementos y de conexiones antiguas y nuevas entre sí –como atestiguan, entre otros, los Riqueza y miseria del trabajo en Brasil, la serie, organizada por él, de volúmenes de colecciones en los que la crucial experiencia brasileña aparece cada vez más incrustada en el contexto del sistema global del capital, en el proceso global de corrosión y degradación del trabajo y en el choque global entre capital y trabajo .[iv]

En mi opinión, la trayectoria ascendente de sus estudios también emerge en su capacidad para integrar gradualmente, sucesivamente, en su proyecto de investigación original, la cuestión de género, la cuestión ecológica, las pandemias y, ciertamente no menos importante, el conjunto de las transformaciones más recientes del capital. y el trabajo y la formación del nuevo proletariado de los servicios en la era digital, que acabamos de mencionar, cuya condición remite, en muchos aspectos, a la situación del trabajo en el protocapitalismo.

Así lo confirma la reactividad con la que Antunes enmarcó el estallido de la pandemia de covid-19, lo que le permitió volver con toda su fuerza a un tema clave de su investigación: la creciente destructividad del modo de producción capitalista, en relación tanto con el trabajo como con el trabajo. en cuanto a la naturaleza. El concepto de capital (o capitalismo) pandémico (o viral) resume en una fórmula brillante la trágica superposición entre el carácter antisocial “normal” del metabolismo del capital, su nueva crisis estructural y la explosión de la pandemia/sindemia.

(…) En la reconstrucción de la obra de Antunes, cometeríamos una gran injusticia si ocultáramos que se caracteriza y diferencia por la estrecha trama del análisis sociológico con la filosofía social de matriz marxista y el influjo del pensamiento de Lukács mediado por István Mészáros , maestro inspirador de Antunes (junto con Florestan Fernandes).

(…) Pienso, sobre todo, en el lugar fundamental que ocupa en la obra de Antunes el tema del extrañamiento del trabajo. En la estela de Marx, el trabajo es visto como “el punto de partida del proceso de humanización del ser social”. Pero bajo el capitalismo, la relación entre el individuo que trabaja y su trabajo se convierte en su opuesto. El trabajo, en lugar de ser la forma de realización de los individuos como seres humanos, se convierte en un simple medio de subsistencia: su contenido, su proceso, su resultado son ajenos al individuo. Y esto convierte al ser social que vive del trabajo asalariado en un extraño a sí mismo, un hombre deshumanizado, reducido -en la relación social fundada en la propiedad privada de los medios de producción y la venta de su propia fuerza de trabajo- a sus necesidades animales de supervivencia. , por mera reproducción de su capacidad de trabajo esencial para vivir. Vivir una vida que no es vida, porque no permite, sino que impide, la realización omnilateral de su ser social. El paso de la era de la plusvalía absoluta a otra en la que predomina la plusvalía relativa no revirtió las condiciones preexistentes, pues los espacios “libres” que se crearon fueron ocupados por una sofisticada manipulación de las necesidades que produjo el empobrecimiento y la estandarización.

(…) La reflexión de Antunes sobre la sociedad productora de mercancías y sobre la “clase-que-vive-del-trabajo” se proyecta naturalmente más allá de la mera dimensión del trabajo, en la consideración de la totalidad de la experiencia social, presente y futura.

(…) Aquí debe iniciarse una amplia discusión histórico-crítica sobre el pasado ciclo revolucionario y su naufragio y sobre la futura revolucionarización de las relaciones sociales y la relación hombre-naturaleza, temas que ciertamente no son ajenos a la obra de Antunes. (...) Pero detengámonos aquí. Con la esperanza de que haya espacio y oportunidad para discutir esto en los próximos tiempos, que se espera que sean muy ocupados.

* Pietro Bajo es profesor de sociología en la Universidad Ca'Foscari de Venecia (Italia).

referencia


Caio Antunes y Claudia Mazzei Nogueira. Más allá del mundo del trabajo: Ricardo Antunes. São Paulo, Editora Papel Social, 2023, 372 páginas (https://amzn.to/3YAfuO2).

Bibliografía


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NACIONES UNIDAS, Departamento de Asuntos Económicos y Sociales. Aspectos destacados de la migración internacional 2020, 2020 (https://amzn.to/3sjWIyg).

Notas


[i] O proletarios, si se prefiere -pero quizás sería mejor llamarlos asalariados, porque hoy la precariedad del trabajo y de la existencia ha llegado a tal punto que no pocos asalariados han renunciado a tener proletario. Antunes, como veremos, prefiere recurrir a una tercera categoría más amplia: la clase-que-vive-del-trabajo.

[ii] Lo que abrió el camino, entre otros, para la generalización de las prácticas obligatorias en el sistema educativo, tanto a nivel universitario como de bachillerato (Cillo, 2017).

[iii] Según el Prefacio donde Alain Bihr presentó el libro de Antunes al público italiano por primera vez. (Nota de La Tierra es Redonda).

[iv] Esta serie, actualmente en el volumen IV, se destaca por la amplitud, calidad y aparato crítico de las contribuciones que abarcan los más diversos aspectos de la actualidad laboral en Brasil y en gran parte del mundo, y por el fructífero entramado presente en tantos ensayos sobre la teoria materialista historica de base social con investigacion empirica especifica (carente de empirismo).

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