por JEREMY CORBYN*
Tenemos mucho que aprender de los logros de la izquierda boliviana en el poder
En el primer año del nuevo gobierno de Luis Arce y el partido Movimiento al Socialismo (MAS – Movimiento por el Socialismo), Bolivia ha logrado avances significativos en la reparación del daño infligido al país por el régimen golpista de derecha liderado por Jeanine Áñez, quien lo precedió.
El golpe de Estado de 2019, planeado con mucha anticipación por líderes de la oposición de derecha y oficiales militares de alto rango, predijo que el presidente Evo Morales, que ha sido constantemente reelegido durante mucho tiempo, volvería a ganar las elecciones presidenciales.
Previendo que el resultado final le daría a Morales una expresiva victoria en primera vuelta, mientras se contaban los votos de las zonas rurales, indígenas y moralistas, la derecha promovió manifestaciones violentas. Tales protestas todavía recibieron carta blanca de la policía, que se levantó, primero en Cochabamba y luego en el resto del país.
Instalada inconstitucionalmente en el lugar de Morales, luego de su renuncia para evitar más derramamiento de sangre, quedó Áñez, hasta entonces senadora de derecha.
Bajo el régimen golpista, el país fue golpeado por una ola de abusos contra los derechos humanos. Sindicalistas, activistas indígenas y simpatizantes del MAS fueron objeto de violaciones generalizadas de derechos, en ataques que incluso provocaron la muerte, por ejemplo, en la masacre racista de manifestantes indígenas en Sacaba y Senkata por fuerzas militares y policiales.
Durante sus once meses en el poder, el régimen golpista se caracterizó por poco más que una represión generalizada y un enfoque neoliberal de las políticas económicas y sociales.
Críticamente, no logró desarrollar una estrategia coherente para abordar la pandemia de Covid-19 y mitigar la crisis económica que la acompañó. En cambio, el gasto del sector público se redujo drásticamente en el último trimestre de 2019. Los salarios del sector público se redujeron drásticamente y el valor nominal del salario mínimo se congeló por primera vez desde 2006.
Durante 2020, 400.000 bolivianos perdieron sus empleos, los ingresos por remesas se redujeron casi a la mitad y la pobreza y la desigualdad se dispararon cuando entraron en vigor brutales medidas de austeridad. La deuda externa se elevó a 11.2 millones de dólares, incluido un préstamo de 300 millones de dólares solicitado al Fondo Monetario Internacional, mientras que las empresas estatales se pusieron a la venta o se donaron a los golpistas.
Pero, a pesar de todo, una amplia coalición de movimientos sindicales, campesinos e indígenas, junto con organizaciones vecinales, sindicatos de trabajadores informales y el MAS, resistieron heroicamente la represión y exigieron la realización de nuevas elecciones.
Cuando finalmente llegaron, en octubre de 2020, el candidato del MAS, Luis Arce, obtuvo una victoria decisiva al recibir el 55% de los votos frente al 29% de su oponente más cercano, el expresidente Carlos Mesa. El MAS también obtuvo el control de ambas cámaras del Congreso. Cuando decimos “no se quejen, organícense”, nos inspiramos en estos logros de la política popular boliviana.
¿Cómo enfrentaron entonces el presidente Arce y el MAS el legado del régimen golpista?
Para corregir el devastador impacto en los ingresos de la población de una de las peores crisis económicas que ha enfrentado el país en la historia reciente, una de las primeras acciones de Arce fue la promulgación de las leyes que respaldarían la iniciativa del Bono Contra el Hambre. Esta iniciativa había sido aprobada por la asamblea nacional compuesta mayoritariamente por el MAS, para luego ser interrumpida por Áñez.
Los pagos comenzaron a realizarse en diciembre, beneficiando a más de cuatro millones de personas, reduciendo el impacto de la pandemia en las familias más vulnerables y reactivando la economía boliviana.
Sumada a otras medidas, como un aumento de las pensiones y un impuesto anual dirigido a los muy ricos (aquellos cuyos ingresos superen los 4,3 millones de dólares), esta iniciativa ayudó a que la economía boliviana creciera un 5,3% en los primeros cuatro meses de 2021.
Para el largo plazo, el gobierno está desarrollando una estrategia industrial sostenible y, al mismo tiempo, creó un fondo de US$214 millones para financiar iniciativas de gobiernos municipales y comunidades indígenas, especialmente aquellas enfocadas en proyectos e infraestructura productiva.
En salud, el régimen golpista de Áñez manejó mal el inicio de la pandemia de Covid-19, incluso participando en la adquisición corrupta de respiradores sobrevaluados e inadecuados para uso en cuidados intensivos.
La subcontratación, la privatización y el capitalismo clientelista han caracterizado la respuesta de muchos gobiernos de derecha a la pandemia, como aquí en el Reino Unido, pero la buena noticia es que Bolivia ha demostrado que ese enfoque se puede revertir.
El gobierno de Arce se ha embarcado en una estrategia triple de respuesta a la pandemia. Se trataba de pruebas masivas, realizadas por los municipios; coordinación entre gobiernos departamentales y municipales; y la provisión nacional de pruebas, suministros y personal médico necesarios, y la compra de vacunas. En octubre, más del 60% de la población del país mayor de dieciocho años ya había recibido la primera dosis de la vacuna, mientras que el 47% fue vacunado dos veces.
En el escenario internacional, Bolivia comenzó a reconstruir los lazos con aliados y socios que habían sido rotos por el régimen golpista. El gobierno renovó su apoyo a la integración regional en América Latina, retomando su participación en tres de los más importantes organismos regionales de intercambio, diálogo y seguridad: ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América), CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanas y Caribeños ) y UNASUR (Unión de Naciones Suramericanas). Se restablecieron las relaciones diplomáticas con Venezuela y Cuba, y se firmó un acuerdo integral con México.
Bolivia se ha visto afectada injustamente por los efectos del cambio climático, y en las próximas discusiones de la COP26 en Glasgow, Bolivia volverá a estar al frente de la defensa de la acción real y la cooperación internacional para abordar la catástrofe climática.
En casa, el nuevo gobierno está comprometido a responsabilizar a los involucrados en una amplia gama de delitos y faltas cometidos bajo el régimen golpista. Por su papel en la masacre de manifestantes en Sacaba y Senkata, el jefe de policía boliviano enfrenta cargos penales, al igual que Áñez, quien enfrenta cargos relacionados con la violación sistemática de los derechos humanos, sedición y conspiración contra el gobierno de Morales, así como acusaciones de corrupción.
Dado el grado de apoyo militar al golpe y al régimen golpista, el presidente Arce también actuó rápidamente para efectuar cambios en los niveles más altos de las fuerzas armadas con el objetivo de reducir las posibilidades de que se aliaran nuevamente con movimientos reaccionarios contra el gobierno electo.
Pero el gobierno y sus patrocinadores internacionales aún deben permanecer atentos a los intentos de desestabilización por parte de elementos antidemocráticos de derecha. Organizaciones de oposición, encabezadas por actores clave en el golpe de 2019 como Luis Fernando Camacho y Carlos Mesa, llamaron recientemente a una “huelga cívica” contra el gobierno de Arce.
Entre sus demandas estaban la readmisión de los policías involucrados en el golpe y el retiro de los cargos contra la Resistencia Juvenil Cochala (un grupo paramilitar involucrado en actividades de desestabilización), mientras que Mesa y Camacho también pidieron la libertad de Áñez. Sin embargo, miles de ciudadanos de diferentes partes del país, en respuesta, salieron a las calles a manifestarse en defensa del gobierno.
Tenemos mucho que aprender de los logros de la izquierda boliviana en el poder, desde proteger la naturaleza en su constitución hasta incluir el multiculturalismo y organizarse en comunidades y lugares de trabajo en busca de un cambio real.
Como internacionalistas, debemos seguir demostrando nuestro apoyo al MAS, a los movimientos sociales y al gobierno de Arce contra cualquier intento de las fuerzas reaccionarias -dentro y fuera del país- de retroceder en el tiempo y destruir los esfuerzos del MAS por promover la democracia, el ser humano. derechos, igualdad y progreso social en Bolivia.
*Jeremy Corbyn es miembro del parlamento inglés. Líder del Partido Laborista y líder de la oposición en la Cámara de los Comunes del Reino Unido de 2015 a 2020.
Traducción: daniel paván.
Publicado originalmente en el portal Tribuna.