los rufianes

Imagen: Elyeser Szturm
Whatsapp
Facebook
Twitter
Instagram
Telegram

por LUCIANO NASCIMENTO*

El poder del pueblo se desvía a favor del capital

En el interior de Brasil, en las pequeñas y medianas propiedades ganaderas, todavía es común recurrir al rufián: un macho (muy a menudo bovino) que, después de haber sido sometido a procedimientos clínicos específicos que lo incapacitan para fecundar en su posee alguna hembra, es liberada en el pasto o confinada en un corral junto con varias de ellas. Así, al intentar tapar a una hembra, el rufián le muestra al productor que está lista para la inseminación, y esa es la única función de ese macho.

Hablamos, por tanto, de la manipulación que ejerce el hombre sobre el instinto reproductivo de otro ser vivo, gestión que genera fecundidad, productividad, riqueza y, en el límite, placer, no para el animal cuyo instinto se gestiona, sino para el hombre manipulador, quien, no es exagerado decirlo, disfruta de este inmenso efímero poder de negar y/o manipular la continuidad de la vida de otro ser.

No tengo formación en Psicología; Siento curiosidad por el psicoanálisis. No pude ni me aventuraré en estos campos. Sin embargo, pensando literariamente en el, en teoría, desafortunado destino del rufián, me pregunto si no estamos hablando de una manifestación inconsciente de cierta dosis de perversión – en el sentido lacaniano del término (ROUDINESCO&PLON, 1998[i]) –, a la vez narcisista y sádico, en el que un poco del placer del yo (en este caso, el productor/dueño del animal) se realiza en control absoluto sobre el poder doloroso del otro (el animal que, en la plenitud de su instinto sexual reproductivo, se le impide artificialmente realizar la cópula a la que se le sobreestimula).

Todavía en esta especulación principalmente literaria (quizás mitad sociológica y también filosófica, con temerarias notas de psicoanálisis de taberna), me pregunto si yo – brasileño, negro, acomodado, hijo de la miseria y nieto de la necesidad, maestro de escuela pública y aspirante a progresista intelectual, si yo mismo no fuera un rufián metafórico; Me pregunto si poco o mucho de mi poder no habría sido desviado perversamente para satisfacer los intereses de mis dueños imaginarios, cuya difusa identidad sociopolítica no es ni siquiera difícil de esbozar. Entro en este delirio (¿surrealista o ultrarreal?) y en un primer momento la figura de la hembra (una vaca, en mi construcción) parece faltar en la analogía general. Entonces me doy cuenta: solo parece...

 

“Terneras de oro”… ¿“Agro es pop”?

En la granja, el sadismo diario con el rufián termina después de que señala qué vacas están en celo y listas para ser preñadas. A partir de ese momento, estas hembras son separadas del resto de la manada y son llevadas a cubierto por un toro reproductor seleccionado, o se someten al proceso de inseminación artificial -que en términos generales significa recibir el semen de los animales directamente en su útero-. genética privilegiada, o incluso un embrión fertilizado in vitro, heredero de un exponente de la raza. En definitiva, cuanto mayor es el poder económico del propietario, menos se respeta la naturaleza de los animales y, por tanto, en mi hipótesis, mayor es la perversión. Cuanto más dinero tiene un productor rural, más prescindible el rufián, más irrelevante la vaca, más selecto el toro -que, al fin y al cabo, tampoco escapa noble e indemne a la lógica mercantil, ya que puede acabar valiendo mucho menos por sí mismo, entero y sano, “en persona”, que la cantidad a cobrar por la venta de sus millones de espermatozoides extraídos microscópicamente.

Puede ser que las personas más sensibles al sufrimiento de los animales o menos acostumbradas a toques de sarcasmo en los textos de opinión consideren exagerada la imagen de una mina de esperma; los ganaderos ciertamente lo llamarían “cosa comunista”, si alguno de ellos viniera a leer este texto. Sin embargo, la práctica recurrente del llamado “cruce industrial” garantiza la pertinencia de tal imagen; al fin y al cabo, esta industria apunta nada más y nada menos que a la producción masiva de “becerros de oro” –una similitud aterradora, por cierto, entre esta gente de hoy y la del Pentateuco, quizás Brás Cubas (el de Machado) , a quien Moisés (el del antiguo testamento) entonces le respondía amargamente, entre dientes: “el agro es Deliciosos.

Bromas aparte, lo que asocio con la perversión es esa manipulación absoluta y deliberada del poder generador de un individuo por parte de otro, poder que, al final, le es negado radicalmente al primero. El rufián tiene todas las condiciones orgánicas para copular y reproducirse, es superestimulado para intentarlo, pero sólo después de suprimidas las mínimas condiciones operativas necesarias para poder realizar el intento de coito. El instinto vital (de reproducción y conservación de la especie) habla fuerte en él y el rufián intenta innumerables veces tapar a las hembras intencionadamente reunidas y puestas a su disposición, y todos sus intentos resultan en un derroche de energías para él, y, al mismo tiempo, al mismo tiempo, rentabilidad para su propietario. En su vida, la del rufián, todo es continuo, justa potencia, un incesante volverse irrealizable, porque está prohibido de antemano. El rufián es un individuo rehén de un intento permanente que fue previamente y quirúrgicamente orientado al fracaso, porque ese fracaso es el detonante del éxito de otro individuo, su dueño.

¿A cuántos de nosotros brasileños esto tampoco sucede? Desde que Cabral invadió estas tierras, ¿a cuántos no les ha pasado esto? ¿A cuántos les seguirá pasando? Indígenas exiliados siglos atrás, habitantes de barrios marginales descendientes de pueblos esclavizados, refugiados ahuyentados por las muertes más severas de la vida, miles de niños, adolescentes y jóvenes sin acceso a una educación y salud pública de calidad… cuántos rufianes éramos, somos, seremos? Dicen que el buey solo es manso porque no sabe lo fuerte que es.

Volviendo a la vaca (¿fría?), sólo vislumbrada y chocada por el rufián, ella es constantemente disfrutada por el productor/dueño, el patrón, el dueño del dinero. La tiene siempre a su disposición para garantizar la continuidad genética de sus toros domésticos, algunos elegidos por él, pero también manipulados por él. Al rufián, nada; todo a otros toros, supuestos miembros de la llamada casta superior, los que, en teoría, mejorarán la manada y, en consecuencia, enriquecerán aún más al dueño de todos los implicados –tierra, cercados, ganado, personas e incluso esperma–. .

En cuanto a la vaca en mi triste especulación sobre nuestra perversión cotidiana (desde 1500), solo puedo suponer que tiene nombre y apellido, y ahora no debería ser difícil imaginar cuáles son. El nombre es “Patria Amada”, el apellido, “Madre Dulce”. Para aquellos más cercanos a ella, se conoce con su hasta ahora sádico y trágico apodo: “País del Futuro”.

Los rufianes rebeldes que necesitamos catane y llamarla "vaca impía".

* Luciano Nascimento Es Doctor en Letras (UFSC) y enseña Educación Básica, Técnica y Tecnológica en el Colégio Pedro II.

Nota


[i] ROUDINESCO, E. & PLON, M. diccionario de psicoanalisis. Traducción: Vera Ribeiro, Lucy Magalhães. Río de Janeiro: Zahar, 1998.

Ver todos los artículos de

10 LO MÁS LEÍDO EN LOS ÚLTIMOS 7 DÍAS

Crónica de Machado de Assis sobre Tiradentes
Por FILIPE DE FREITAS GONÇALVES: Un análisis al estilo Machado de la elevación de los nombres y la significación republicana
Umberto Eco – la biblioteca del mundo
Por CARLOS EDUARDO ARAÚJO: Consideraciones sobre la película dirigida por Davide Ferrario.
Dialéctica y valor en Marx y los clásicos del marxismo
Por JADIR ANTUNES: Presentación del libro recientemente publicado por Zaira Vieira
El complejo Arcadia de la literatura brasileña
Por LUIS EUSTÁQUIO SOARES: Introducción del autor al libro recientemente publicado
Cultura y filosofía de la praxis
Por EDUARDO GRANJA COUTINHO: Prólogo del organizador de la colección recientemente lanzada
Ecología marxista en China
Por CHEN YIWEN: De la ecología de Karl Marx a la teoría de la ecocivilización socialista
Papa Francisco – contra la idolatría del capital
Por MICHAEL LÖWY: Las próximas semanas decidirán si Jorge Bergoglio fue sólo un paréntesis o si abrió un nuevo capítulo en la larga historia del catolicismo.
La debilidad de Dios
Por MARILIA PACHECO FIORILLO: Se retiró del mundo, angustiado por la degradación de su Creación. Sólo la acción humana puede recuperarlo.
Jorge Mario Bergoglio (1936-2025)
Por TALES AB´SÁBER: Breves consideraciones sobre el recientemente fallecido Papa Francisco
El consenso neoliberal
Por GILBERTO MARINGONI: Hay mínimas posibilidades de que el gobierno de Lula asuma banderas claramente de izquierda en lo que resta de su mandato, después de casi 30 meses de opciones económicas neoliberales.
Ver todos los artículos de

BUSQUEDA

Buscar

Temas

NUEVAS PUBLICACIONES