por TARCÍSIO PERES*
El panorama que ofrecen hoy muchos podcasts está lejos de estimular la autorreflexión, son programas que crean cúpulas en las que el discurso vacío encuentra eco y aplausos.
Durante las celebraciones de Año Nuevo, ya embriagado por los fuegos artificiales e impactado por los colores y brillos de las ruidosas dosis de champagne, una cosa me llamó la atención. Cierto joven –ajeno a la vida real y a la animación que lo rodeaba– escuchaba atentamente a un influencer a través del portal dimensional (al que llamamos teléfono inteligente).
Este hombre cantó el mantra de que, a pesar de que la llegada de 2025 exige celebraciones, exigirá reflexión. Y como el , necesidad de estirar la cuerda de la audiencia, esto presentó datos extraídos de algunos titulares, señalando que a Brasil no le está yendo bien. La narrativa se centró en salud, educación, saneamiento básico, etc. Conclusión: la culpa la tuvo el PT, que estuvo en el poder durante al menos 20 años.
Hasta el momento no hay nada nuevo: influencer No es el primero ni será el último en presentar este eureka. Simplifican un panorama histórico complejo, dotado de innumerables factores de política interna y exterior, un escenario macro y microeconómico dinámico, en una única variable descriptiva (un partido político). A esto se suma el revuelo: “A Brasil no le va bien”.
Tampoco hay nada nuevo en , reclutar en sus filas (o, tal vez, trincheras) a la audiencia perdida en su totalidad Nochevieja. La innovación en este caso radica en que el interlocutor añadió explícitamente que los seis años de otros gobiernos deberían ser excluidos del análisis de la mencionada tragedia, al fin y al cabo “no es justo comparar 20 años con 6” [sic]. Podría haber dicho que Beleléu tomó el punto excluido, sin perder la carga semántica y sin provocar ambigüedades o imprecisiones en la mente del oyente atento.
Sin darse cuenta, el influencer hace inviable el análisis en sí y la terapia propuesta al sugerir que seis años fueron inútiles o inocuos para revertir el escenario catastrófico de titulares presentado y, por lo tanto, la solución de cambio que describió no tendría ningún efecto práctico.
Considerando esta deformación de la lógica, la curiosidad me llevó al perfil del influencer: Es economista de formación y, en principio, se graduó en una buena escuela. ¿Cómo es posible entonces, en un momento tan especial como la Nochevieja, llegar a una reflexión tan estrecha de miras y transmitirla de forma tan natural?
2.
La expansión de los formatos Podcast, especialmente en las plataformas digitales, parece haber renegado del ideal griego de doxa – la opinión forjada por un estudio profundo y una reflexión refinada. En la antigüedad clásica, la dialéctica se estructuró en torno a la confrontación de diferentes doxas, para que, en shock mutuo, se pudiera refinar la verdad.
Esta práctica, descrita por varios autores griegos y resumida en el valor otorgado al pensamiento crítico, contrasta marcadamente con el modelo de discusión actual. En lugar de un debate constructivo y un análisis riguroso, observamos lo que podría llamarse una conversación complaciente, muchas veces entre interlocutores sin ninguna preparación ni deseo de profundizar en el tema propuesto.
Lo que debería ser un ejercicio de razonamiento se convierte actuación vacías, repitiendo opiniones frágiles sin ningún examen crítico, de modo que la ignorancia, en lugar de inspirar humildad, termina inflando el ego y obstaculizando la búsqueda de la verdad.
Em Ética a Nicómaco, Aristóteles define la ignorancia como la privación del conocimiento. Sin embargo, una privación puede subsanarse siempre que exista el compromiso de estudiarla y suplir esa carencia. En muchos podcasts, no se hace ningún esfuerzo por remediar esta limitación: no se pretende recurrir a expertos ni a fuentes verificables, y prevalece la falsa sensación de que todo ya está resuelto por las propias y limitadas opiniones.
Paradójicamente, este estado de “no saber” no se enfrenta a una apertura al aprendizaje; al contrario, parece blindado por un orgullo que niega la posibilidad misma de error. Este orgullo, tal como lo analiza San Agustín en confesiones, se configura en un orgullo que distorsiona la realidad e impide al individuo reconocer su verdadero lugar frente al conocimiento.
La intensidad destructiva de este orgullo se revela cuando la mesa de debate se transforma en un espacio de validación mutua, en el que cualquier propuesta contraria a las ideas de los interlocutores es vista como una ofensiva personal y no como una oportunidad para un mayor desarrollo. Este patrón recuerda inquietantemente a la descripción que hace Friedrich Nietzsche del resentimiento en genealogía de la moral: incapaz de elevarse a la altura de lo que no domina, el sujeto resentido busca nivelar todo a su propia mediocridad. En un diálogo que debería ser dialéctico, la persona resentida discrepa, ridiculiza o simplemente silencia las voces disidentes, para no salir de la zona de confort en la que sus opiniones permanecen incuestionables.
Ortega y Gasset, en La rebelión de las masas, denuncia el comportamiento de lo que llama un hombre de masa: el individuo que, a pesar de ser ignorante, se cree con derecho a imponer su visión a todos. No busca la verdad, sólo exige que sus opiniones sean aclamadas y, cuando se le confronta, reacciona con indignación y no con la debida humildad.
Por cierto, esta postura se refleja en muchos episodios de Podcast, en el que el presentador o invitado tiene convicciones superficiales y, al notar alguna dificultad para responder, tiende a atacar al interrogador o cambiar de tema. El principio más básico de la dialéctica, que sería la confrontación honesta de ideas, es sustituido por un actuación en el que la supuesta autoridad del influencer habla más fuerte que el deseo de comprender el mundo en profundidad.
El desprecio por el rigor intelectual resulta en una especie de unión de resentidos, expresión que encaja en este contexto en el que prevalece la autoafirmación, sin malestar ni crítica. En esta unión, cada participante actúa como un espejo indulgente del otro, apoyándose mutuamente en la misma ignorancia.
La unión resentida tiende a ser más agresiva o violenta que una cámara de eco convencional porque está impulsada por un fuerte componente emocional, es decir, el resentimiento, que se manifiesta en forma de hostilidad activa contra cualquiera que no esté de acuerdo o amenace con exponer la ignorancia de el grupo. En la cámara de resonancia, la atención se centra más en reforzar internamente las opiniones existentes que en atacar a otras.
En la cámara de eco, la exclusión de voces disonantes se produce de forma casi automática o pasiva; el grupo simplemente no está interesado en argumentos opuestos y crea un filtro para mantener la cohesión interna. En esta unión, sin embargo, hay un elemento de indignación o envidia que lleva a los miembros a entablar una confrontación, aunque a menudo se trata de una confrontación retórica o simbólica, no necesariamente física. No sólo ignoran, sino que descalifican o ridiculizan sistemáticamente a quien no está de acuerdo, porque cualquier voz disidente expone la fragilidad que desean ocultar.
En este contexto, la erística de Arthur Schopenhauer resulta útil. Se trata de un conjunto de estrategias argumentativas descritas en el ensayo titulado El arte de tener razón. En el texto, Arthur Schopenhauer identificó 38 estratagemas que pueden utilizarse para defender un punto de vista o desacreditar al oponente, incluso si los argumentos utilizados no son intrínsecamente válidos. Estas técnicas incluyen la manipulación emocional, distorsionar el discurso del oponente, apelar a la autoridad o al sentido común e incluso el uso de ataques personales (ad hominem). Aunque es poco probable que los famosos resentidos hayan estudiado las erísticas, acaban utilizando, al azar, dos o tres de ellas de forma recurrente en sus apariciones.
La ilusión de seguridad surge de la negativa a admitir errores o límites, algo que Georges Gurdjieff, al enfatizar la importancia de enfrentarse honestamente a uno mismo, señaló como fundamental para la verdadera dignidad humana. Para Gurdjieff, es precisamente el reconocimiento de las propias limitaciones lo que abre el espacio para el autodesarrollo y, por extensión, para una vida intelectual y espiritual superior.
3.
Sin embargo, el panorama que ofrecen muchos podcasts hoy va en contra de este ideal. Lejos de fomentar la autorreflexión, estos programas crean cúpulas en las que el discurso vacío encuentra eco y aplausos. En lugar de buscar fuentes fiables, verificar datos o recurrir a expertos con lecturas en profundidad, varios episodios alientan un perpetuo e incuestionable “yo pienso”. Al final, el público, que podría beneficiarse de un debate refinado, acaba recibiendo una cacofonía de opiniones que parecen definitivas pero carecen de fundamento. ¿Qué surgiría de la dialéctica –la purificación de ideas mediante el choque de doxas – se convierte en sólo un espectáculo, en el que la forma supera el contenido y la arrogancia silencia cualquier pregunta más sincera.
Cuando se dice que la ignorancia es una privación, recordamos que no es algo definido ni perpetuo: siempre existe la posibilidad de suplir la falta de conocimiento. Sin embargo, esta posibilidad depende de la voluntad de estudiar, de un debate honesto y del reconocimiento de que podemos cometer errores.
Elementos como la humildad, la investigación seria y la escucha atenta deben ser virtudes centrales en podcasts cuyo objetivo era elevar el nivel del debate público. Sin embargo, la mayoría va en la dirección opuesta, prefiriendo reforzar una “verdad” estancada, adecuada sólo a Narciso que habla sin escuchar y se considera infalible, incluso sin ningún apoyo teórico.
De este modo, la que era, en su potencial, una de las herramientas más democráticas y enriquecedoras del actual escenario mediático –la posibilidad de debatir libremente en Internet, accesible a diferentes públicos– acaba en una especie de conversación de bar mal mediada, en el que cada Uno dice ser experto en todo, sin haber leído ni reflexionado lo suficiente.
La mayor lección de estos autores clásicos y modernos –de Aristóteles a Gurdjieff, de Agustín a Nietzsche, pasando por Ortega y Gasset– parece clara: la grandeza del pensamiento no proviene de imponerse sin fundamento, sino de someterse a la prueba de argumentos opuestos, buscando corregir errores y avanzar en el discernimiento. Sin esta disposición, los podcasts se reducen a un ritual de exaltación de la vanidad, manteniendo al público como rehén de una unión de resentidos que celebra, sin remordimientos, la entronización de la ignorancia.
*Tarcísio Pérez Es profesor de ciencias en las Facultades de Tecnología del Estado de São Paulo. Autor, entre otros libros, de Beneficiarse de los tiburones: trampas del mercado de valores y cómo utilizarlas en su beneficio (Editor Novatec) [https://amzn.to/3TKlVwU]
Referencias
Aristóteles. Ética a Nicómaco. Traducido por Edson Bini. São Paulo: Edipro, 2020.
GURDJIEFF, Georges Ivanovich. Encuentros con hombres notables. Traducido por Irineu Franco Perpetuo. São Paulo: Goya, 2023.
NIETZSCHE, Friedrich. genealogía de la moral. Traducción de Paulo César de Souza. São Paulo: Companhia das Letras, 1998.
ORTEGA Y GASSET, José. rebelión masiva. Traducido por Felipe Denardi. São Paulo: Ver Editorial, 2016.
SAN AGUSTÍN. confesiones. São Paulo: Paulus, 1984.
SCHOPENHAUER, Arturo. El arte de tener razón: expuesto en 38 estratagemas. Traducido por Milton Camargo Mota. São Paulo: Vozes De Bolso, 2017.
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