por JEAN PIERRE CHAUVIN*
La teocracia no tarda en guiar los discursos de los candidatos a los consejos tutelares, a los ayuntamientos, a las asambleas legislativas, a la cámara de diputados y al senado.
"Avaricia. Un pecado capital en los laicos, que deben mostrarse siempre generosos con la Iglesia”.
(Barón de Holbach, Teología portátil, 1768).
“Jesús no tiene dientes en el país de los desdentados”
(Titanes, 1987)
Un espectro que nada tiene que ver con la solidaridad acecha a la República Bananera. En los últimos días las redes sociales han entrado en pie de guerra virtual y física, debido a las elecciones para el Consejo Tutelar, realizadas en todo el país el pasado domingo 1 de octubre. Por un lado, candidatos que representan intereses surgidos de sus bases de apoyo; por el otro, pseudocristianos con la perniciosa costumbre de contaminar las agendas de campaña con sesgos fundamentalistas.
A juzgar por ideas preconcebidas basadas en dogmas; por el alto grado de invención de muchos falsos políticos o figuras religiosas; por el contenido de noticias falsas que han circulado libremente por internet en los últimos tiempos; Gracias a la victoria del sentido común sobre el espíritu crítico, la herida teocrática llegó para quedarse. Así como los derechos y deberes previstos en la Constitución se han convertido en letra muerta, casi lo mismo puede decirse de la separación entre Estado e Iglesia, sin efecto desde la primera Carta Magna republicana, ratificada en 1891: nunca la hubo.
En un país que permite la difusión y el funcionamiento de sectas y templos que no pagan impuestos, no hay nada más obsceno que el desfile de prejuicios, proclamados dentro y fuera del parlamento. Junto a sujetos considerados religiosos y con una dilatada carrera política, hay también dirigentes de los medios de comunicación que desafían el sentido común con promesas irrealizables, mercantilizando la buena fe de los demás en las emisoras de radio y televisión.
Robert Muchembled demostró que la “materialización” de la figura del diablo en las artes, entre los siglos XII y XIII, permitió a la iglesia cristiana construir un enemigo común capaz de unificar a sus seguidores, a pesar de tantas diferencias. Por otro lado, desde entonces también se han multiplicado los escritores y artistas que cuestionan los prejuicios seculares que sacuden a la Iglesia y la adhesión ciega de los fieles, especialmente aquellos incapaces de percibir los efectos devastadores causados por el fundamentalismo religioso.
En Brasil, como sabemos, Lucifer adquirió nuevos colores desde las primeras décadas de la República: primero, se le identificó con el sindicalismo; luego, a la permanente “amenaza comunista”, duramente combatida por los capataces del Tío Sam. Luego, se empezó a confundir a Satán con cualquier política de inclusión social, para finalmente “naturalizar” el argumento de que no basta con derribar la laicidad del Estado: es necesario rescatar el monoteísmo fundamental, sostenido por un dios punitivo que no admitir creencias cuya mitología no se corresponde con la de las sagradas escrituras.
Queda muy poco para que la teocracia oriente los discursos de los candidatos a los consejos tutelares, a los ayuntamientos, a las asambleas legislativas estatales, a la cámara federal de diputados y al senado. Lo que nunca falta es la santa hipocresía de cada día: esa fábrica de insultos gritados por la legión de “hombres buenos” con la que crece y se multiplica el reino de los pseudoreligiosos, a costa de la miseria de millones de seguidores. .
Aquí está la tierra prometida, donde oportunistas y mentirosos persistentes siguen ofreciendo objetos “benditos”, sin restricción alguna por parte del Estado laico. Gracias a Dios, las retransmisiones por Internet y por radio no cubrieron las zonas más remotas y necesitadas de esta neocolonia: tal vez haya tiempo para escapar a la reedición de los diez mandamientos, la neoinquisición y los autos de fe, retransmitidos en directo por los canales. en en streaming.
*Jean Pierre Chauvin Profesor de Cultura y Literatura Brasileña en la Facultad de Comunicación y Artes de la USP. Autor, entre otros libros de Siete discursos: ensayos sobre tipologías discursivas (Editora Cancioneiro). [https://amzn.to/3sW93sX]
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